domingo, 2 de diciembre de 2012

Sucesos, transiciones y crisis en HACERSE ADULTO EN FAMILIA: UNA OPORTUNIDAD PARA LA MADUREZ



Resumen del libro FAMILIAY DESARROLLO HUMANO (MARÍA José Rodrigo y Jesús Palacios)

CÁP 6 : HACERSE ADULTO EN FAMILIA: UNA OPORTUNIDAD PARA LA MADUREZ (Emilia Serra, Luis Gómez, Josefa Pérez-Blasco y Juan José Zacarés Glez.  Pág. 141-160)


Desde hace más de una década se está investigándola delimitación de aquellas variables temporales que no siendo la edad cronológica sirven para predecir cambios en el desarrollo, básicamente en la edad adulta (20-60).

Hay momentos en la vida de los individuos en las que se producen cambios estructurales.  Estos momentos aparecen como un punto de referencia en el que el curso vital toma una nueva dirección.  Estas situaciones conllevan la necesidad de adaptación o de cambio en la estructuración de conductas o roles que resulten apropiados.

 A estos puntos decisivos o regiones límites entre dos períodos de relativa estabilidad es a lo que se le denomina ( en la teoría de la crisis de Slaikeu, 1988) transiciones.  Los autores de esta teoría distinguen dos tipos de transiciones: las transiciones del desarrollo o evolutivas (relacionadas con el paso de una etapa de la vida a otra.  Predecibles por lo que se puede intervenir en ellas preparando al sujeto para aminorar el grado de estrés o vulnerabilidad) y las transiciones circunstanciales de la vida (accidentales, inesperadas y no normativas, por ser imprevisibles e intemporales es difícil intervenir en ellas excepto enriqueciendo los recursos personales, fundamentalmente la madurez psicológica).  En el contexto de la teoría de Slaikeu, cuando una transición es difícil de superar y afrontar como oportunidad de desarrollo, se convierte en una crisis.  Esta dificulta deriva de la gravedad del suceso precipitante, de la falta de recursos personales para afrontarla o de la escasez o desconocimiento de los recursos sociales necesarios.

Madurez psicológica


La noción de madurez psicológica está presente de una u otra manera para los adultos en desarrollo, sobre todo cuando se autoevalúan en relación a los sucesos y transiciones vividos.  También la madurez psicológica puede concebirse como núcleo central de los llamados recursos personales que los adultos disponen para afrontar las diversas transiciones y crisis a lo largo de su desarrollo.  Por su importancia se abordará desde la perspectiva teórica, la fenomenológica y la lega:
  • La perspectiva teórica sobre la madurez es la que adoptan la mayor parte de las teorías formales sobre la estructura y desarrollo de la personalidad madura.  Esta teorías son elaboradas por expertos que tratan de establecer desde distintos presupuestos de partida teóricos y metodológicos, cuales serían los criterios de madurez psicológica en la edad adulta, a través de qué mecanismos avanza el proceso de maduración y cuales son los factores contextuales que inciden en el mismo.  Se encuentran diversos criterios al respecto.
  • La perspectiva fenomenológica del si-mismo comprende las autopercepciones del sujeto adulto en desarrollo sobre su propia personalidad (experiencia interna)y sobre los cambios que él percibe cuando se compara con su persona a través del tiempo.  Se puede sostener que el adulto de hoy, al menos en el contexto occidental se autorrepresenta evolutivamente, enmarcado en un proceso de continua maduración personal.
  • La perspectiva lega o “del hombre de calle” está conformada por aquellas teorías implícitas no formales (creencias, concepciones, ideas) y con predominio de lo inconsciente que posee el sujeto en su desarrollo no sobre su propio proceso de desarrollo sino sobre el propio proceso de la madurez considerada genéricamente.  Esta teorías forman parte de un bagaje más amplio que constituye el conocimiento cotidiano y sus contenidos están socialmente normativizados.

Las 3 perspectivas son necesarias para llegar a comprender en toda su amplitud las implicaciones evolutivas de la noción de madurez como recurso personal.  La madurez psicológica se situaría entonces en un doble plano:
  • Determinadas características de la personalidad madura favorecerían un afrontamiento de los sucesos y transiciones evolutivas con un resultado positivo (adaptación).
  • Pero a su vez, el hecho mismo del afrontamiento y de una resolución con éxito de la transición/crisis fomentaría el crecimiento en algunas dimensiones de madurez que prepararían al sujeto para transiciones futuras.

Según Erikson es posible deducir una doble concepción de la madurez psicológica:
a)    Una madurez asociada a cada crisis psicosocial e indirectamente a las demandas socioculturales  sobre el individuo: desde este punto de vista se irían definiendo estilos maduros de resolución de estas crisis evolutivas, en la medida que se va fortaleciendo el yo con las virtudes asociadas.
b)    Una madurez asociada a la última etapa de la vida.  Efectivamente, Erikson concede al último estadio de Integridad frente a desesperación un estatus de madurez psicológica específico e integrador del anterior.


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