Resumen del libro FAMILIAY DESARROLLO
HUMANO (MARÍA José Rodrigo y Jesús Palacios)
CÁP. 5: EVOLUCIÓN DE LOS VÍNCULOS DE
APEGO EN LAS RELACIONES FAMILIARES (Félix López Sánchez. Pág. 117- 139)
En este contexto, el apego es un vínculo
afectivo que una persona establece con otras, lazo emocional que impulsa a
buscar la proximidad y el contacto con las personas a las que se apega,
llamadas figuras de apego. Aunque este
vínculo forma un todo, pueden distinguirse en él tres componentes básicos
·
Conductas de apego
·
Representación mental de la
relación
·
Sentimientos .
Estos tres componentes se mantiene a los largo del ciclo vital pero van
cambiando su contenido concreto. Desde
el punto de vista objetivo, su sentido último es favorecer la supervivencia
manteniendo próximos y en contacto a las crías y los progenitores que son lo
que protegen y ofrecen los cuidados durante la infancia. Posteriormente tiene la misma función, ya que
favorece el mantenimiento de relaciones de parentesco y la disposición para la
protección y la ayuda mutua.
Desde el punto de vista subjetivo la
función del apego es proporcionar seguridad emocional; el sujeto quiere a lss
figuras de apego porque con ellos se siente seguro, aceptado
incondicionalmente, protegido y con los recursos emocionales y sociales
necesarios para su bienestar. La
ausencia o pérdida de figuras de apego es percibida como amenazante, situación
de desprotección, desamparo y riesgo.
Para cumplir estas funciones básicas
(supervivencia y seguridad emocional) el vínculo de apego tiene 4
manifestaciones básicas, según Feeney y Noller (1995):
·
Buscar y mantener la proximidad
·
Resistirse a la separación y
protestar si esta se consuma
·
Usar la figura de apego como
base de seguridad desde la que se explora el mundo físico y social
·
Sentirse seguro buscando en
dicha figura el bienestar y el apoyo emocional
Desde que los adultos tienen hijos
adolescentes hasta que estos dejan de forma habitual la casa de los padres, el
sistema familiar tiene características propias.
Los adultos miembros de la pareja pasan por la denominada crisis de la
mitad de la vida y los padres e hijos tienen que reestructurar sus relaciones
continuamente para dar lugar a la autonomía de los últimos. Esta etapa supone una gran tensión que a la
vez tiene que enfrentarse al comienzo de su evidente proceso de
envejecimiento. Es también propio de
este período tener que asumir el cuidado de los padres y su muerte, quedándose
como última generación con vid.
Las dificultades en este período
pueden venir, por tanto, de tres procesos distintos:
- La
propia crisis de la mitad de la vida
- Los
cuidados y la muerte de los padres
- La
independencia de los hijos
Se trata pues de una época que puede
ser especialmente difícil, ya que todas las responsabilidades caen en esta
generación de adultos sin que, en muchos casos, tengan apoyo incluso ni
comprensión de las otras generaciones.
Si las relaciones entre los
subsistemas familiares (pareja, hijos) son adecuadas, existiendo intimidad,
apego, aceptando lkas características de cada generación los proyectos se verán
resueltos satisfactoriamente pero si alguno de estos subsistemas entra en
conflicto el bienestar de la familia, de cada subsistema y de cada persona en
concreto puede verse afectado hasta provocar problemas o desgarros que sean
irreparables.
Los adultos, a partir de este período
pueden acabar eligiendo como figuras de apego a sus propios hijos porque estos
van siendo mayores y pueden cumplir las funciones de apego. Las diferencias en este sentido son importante
porque dependen de 2 conjuntos de factores: lo que los hijos son capaces de
ofrecer a los padres y el estado de necesidad de los propios padres.
El sistema familiar durante la última
parte de la vida es aún más variable porque junto a la diversidad propia de los
adultos, se añaden todas aquellas situaciones en la que los esposos se quedan
solos o permanecen en casa con los hijos mayores, uno de los esposos se queda
viudo con o sin hijos. La mayor parte de
las diferencias las provocan situaciones de necesidad que no dependen de la
voluntad de las personas por lo que es muy difícil indicar lo convencional o
normativo en dicha etapa.
El apego en torno a la jubilación
Este período entraña más dificultades
como la crisis del nido vacío que afecta más a la mujer o la jubilación que
afecta más a l hombre. El subsistema
marital tiene que reorganizarse de nuevo frente a los cambios que supone
quedarse solos, jubilarse, descender en el nivel de ingresos, tener nuevos
roles como el de los abuelos, aceptar procesos de envejecimiento, tener
problemas de salud, enfrentar posibles muertes, disponer de más tiempo de ocio,
etc. a la vez este período puede ofrecer
ventajas si se cumplen determinadas condiciones como la salud, un grado
razonable de bienestar económico, capacidad para disfrutar actividades de tipo
cultural y social y relaciones satisfactorias con la pareja.
Las relaciones de apego con la pareja
y los hijos son especialmente importantes en este período para disfrutar su
presencia, el gozo de las tareas realizadas entre todos y sobre todo para tener
la seguridad de que cada uno de los miembros de la familia están protegidos y
recibirán ayuda si la necesitan. Es un
período de madurez en las relaciones de apego en la pareja sin las perturbaciones
y atenciones que anteriormente le exigían los hijos y los padres.
También puede ocurrir que los
conflictos y tensiones de la pareja, camuflados en períodos anteriores se
pongan de manifiesto al quedarse solos.
En este caso los sufrimientos pueden llegar a ser altamente destructivos tanto si
provocan una ruptura de pareja después de tantos años de convivencia como si se
quedan juntos compartiendo su drama relacional.
En los últimos años de la vida la
variabilidad interpersonal es el dato más destacado pero generalmente por las
características de la edad casi ineludiblemente se enfrentan situaciones de
muerte y enfermedad de familiares, pareja, amigos, por lo que es fácil
comprender las frecuentes sensaciones de soledad, emocional y social por la
pérdida de la mayor parte de la red de relaciones sociales. La soledad emocional es sentida como la falta
de vínculo con personas que sabemos incondicionales. De esta forma se entiende la importancia de
las figuras de apego, que son frecuentemente la pareja y los hijos, los amigos
cubren su papel pero menos eficaces.
Estas figuras son especialmente
importantes sobre todo porque es frecuente que la persona se deteriore en uno u
otro sentido siendo débil e independiente con pcas posibilidades de
reciprocidad por lo que deben contar con personas que le sean material y
emocionalmente incondicionales (comparación y diferencias con la primera
infancia: obligatoriedad del cuidado y empiezo-final de la vida.
La estabilidad del estilo de apego es
mayor a medida que las personas van avanzando en edad. Después de la adolescencia es muy probable
que el apego se convierta en un patrón básico poco modificable aunque se puede
aumentar el autoconocimiento de las propias características del apego, el
autocontrol de sus efectos y el aprendizaje de habilidades sociales para
relacionarse de forma más eficaz a partir del propio estilo de apego.
Pero a pesar de su estabilidad en la
vida adulta el apego se vive de forma más variable de unas personas a otras,
porque la conducta depende más de aprendizajes y relaciones sociales y sobre
todo, porque el apego interactúa de forma estrecha con otros vínculos
afectivos, especialmente relacionados con la intimidad sexual.
A partir de las características
personales (ansiedad, identidad) y los tipos de apego desarrollados a lo largo
de la infancia y la adolescencia varios autores han desarrollado varios
criterios describiendo estilos de apego; por ejemplo Hazan y Shaver, así como
Bartholomew (1990) y Bartholomew y Horowitz (1991) que han propuesto 4 estilos
de apego adulto a partir:
- Del
modelo que las personas emparentadas construyen sobre si mismos y sobre el
otro
- Grado
de dependencia y evitación de la intimidad.
En este sentido la consideración que
se tiene de si mismos (identidad) puede ser dicotomizada en positivo (digno de
atención y amor) o negativo (contrario), por el otro el modelo que se tiene de
la figura de apego taimen puede ser en positivo (disponible y capaz) o negativo
(persona que le rechaza, está distante o no le cuida). Como resultado de esta doble dicotomía pueden
darse 4 estilos de apego fundamentales:
- seguro
(ambos modelos son positivos)
- preocupado
(el modelo propio es negativo pero el del otro es positivo)
- huidizo-ausente
(positivo de si mismo y negativo del otro)
- miedos
(ambos negativos)
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