lunes, 23 de abril de 2012

Gestalt





Es una terapia psicológica que nos sirve para mejorar nuestras relaciones interpersonales, resolver conflictos y descubrir las trampas que a menudo nos hace nuestra psiquis para que nos autoengañemos. Es una escuela alemana fundada a principios del siglo XX llamada también Psicología de la Forma o de la Estructura, su campo de estudio es la percepción, ésta se considera como una estructura que abarca estímulo y respuesta. Además esta escuela se opone al estructuralismo. 
Podría decirse que la palabra Gestalt se refiere a una estructura de partes que forman un todo con significado propio. Estudia la personalidad determinando que el ser es más que una suma de elementos. Considera que los problemas psicológicos se deben a la falta de capacidad para integrar diversos aspectos de la personalidad en un todo. Sus terapias están orientadas a tomar conciencia de nuestra personalidad, no apelando al yo intelectual, sino al yo físico y emocional. Para unificar los distintos fragmentos de la personalidad en un ser único se utilizan las técnicas de representación de roles, las imágenes visuales y el juego. Esta psicología sostiene que para eludir los conflictos y las dificultades de la vida diaria todos utilizamos procedimientos repetitivos, estos tienen su origen en la niñez y se convierten en patológicos cuando se utilizan de forma crónica, pero son legítimos cuando son utilizados de manera excepcional o frente a un suceso que causa angustia. 
Estos procesos que más de una vez se presentan en forma combinada son: la proyección, es la atribución de sentimientos o deseos vergonzosos como, impulsos sexuales, agresividad, deseos reprimidos, etc. que se trasladan a los demás porque no quieren ser reconocidos como propios. Generalmente se utiliza la proyección para evadir las responsabilidades de los propios deseos y sentimientos. Cuando le preguntamos a nuestra pareja si no siente la necesidad de formalizar, por ejemplo, estamos proyectando nuestros propios deseos de manera inconciente en el otro, deseos que no nos atrevemos a confesar; la introyección, son todos los juicios, órdenes y mandatos que se han recibido del exterior y que están incorporados a nuestra personalidad, lo que no nos permite realizar nuestros propios juicios. Desde niños se reciben numerosas órdenes y principios que se incorporan a la personalidad, el problema surge cuando, durante la edad adulta, no se consigue desechar tanta información recibida del exterior para poder incorporar juicios propios a nuestra personalidad; la retroflexión, consiste en todas esas acciones que se desean hacer a los demás pero que se terminan dirigiendo hacia nosotros mismos. En estas personas se enfrentan personalidades y deseos contrapuestos, que luchan entre lo que se siente pero no se tiene que hacer, por ejemplo cuando decimos "debo calmarme", "debo estar de buen humor". Todo esto termina provocando un conflicto interno, porque no se exterioriza lo que realmente se siente y se termina reprimiendo los propios sentimientos, dando como resultado, que ese enojo o esos sentimientos terminen castigándonos a nosotros mismos; la confluencia, tiene lugar cuando el individuo no reconoce sus propios límites, no pude decidir por ella misma, por lo tanto no reconoce los límites de los demás, con lo cual no puede establecer vínculos con los otros. La confluencia se convierte en patológica cuando se hace crónica, esta puede darse con una sola persona, formándose así, parejas simbióticas, en la que ambos carecer de personalidad. Cuando se relaciona con mucha gente, por ejemplo un ritual religioso, estas personas se masifican y cada individuo pierde la noción de sus límites y se fusiona con los demás. Cuando se entra en una confluencia patológica se padece una confusión total, de tal manera, que se pierde la conciencia de lo que se quiere hacer y de la forma que imposibilita hacerlo. 

Autora: Marcela E. Diaz  

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