RECURSOS TÉCNICOS DISPONIBLES EN PSICOTERAPIA
Son múltiples los recursos que se utilizan en una
estrategia de terapia determinada. Cada uno de ellos, en su origen, fue el aporte
de una escuela y autor específico que lo hicieron parte de sus métodos. Sin embargo, con el desarrollo histórico de la
psicoterapia, los nuevos métodos fueron nutriéndose de recursos tomados de
técnicas anteriores, de diverso origen. Así, nos parece necesario disponer de
un inventario de recursos de diferentes procedencias, toda vez que al concretar
una estrategia de intervención ad hoc de acuerdo con los objetivos
particulares establecidos para un paciente, un grupo o una familia específicos,
puede ser de especial utilidad recurrir a cualquiera de ellos. Por esto, presentamos
a continuación una selección de recursos técnicos utilizados con mayor o menor
frecuencia en diversas modalidades de terapia, buena parte de los cuales
podemos utilizar en la terapia que describiremos aquí.
Abreacción.
Variedad
de catarsis o apertura emocional mediante la cual el sujeto libera, en raptus
afectivo-motor, contenidos psíquicos no verbales que mantenía fuertemente
reprimidos, por responder a experiencias conflictivas que no pudieron integrar
una imagen verbal consecuente por su carácter de estímulo supramaximal y que
lesionaron su integridad o su autoestima en su oportunidad, las que hubiesen dañado su
precaria seguridad de haberlos integrado a su experiencia como vivencia propia.
Generalmente se expresa mediante descargas conductuales de carácter simbólico,
con gran contenido afectivo y escasa o nula verbalización.
El
terapeuta propicia en ocasiones estos estados en la situación terapéutica, como
forma de reintegrar -y poder interpretar- las asociaciones ideo-afectivo-motoras
disociadas en el SNC tras experiencias traumáticas pasadas, a su tiempo desintegradoras.
Acompañar.
Para entrar en comunicación con el paciente, el terapeuta refleja los mensajes
de este, respondiendo en los mismos canales sensoriales y de acuerdo con la
consideración de los sistemas de representación que este utiliza, en
consonancia con las claves que muestra y los predicados que verbaliza. Por
ejemplo, con un paciente visual (que ha usado predicados que permiten
clasificarlo como tal) empleo en mi comunicación enunciados de referencia
visual: "Veo que usted", "mire", "fíjese en…",
"observe que…"; o lo ayudaría a visualizar su problema, quizás a plasmarlo
en papel. En el caso de un paciente auditivo: "Si escucho
bien…", "Óigame", apelaría a la letra de una canción, a refranes
como "Cuando el río suena…", a las inflexiones y el tono de la voz, a
la musicoterapia.
Ante
personas kinestésicas (que se expresan con el cuerpo y representan poco
en palabras): "Siento que…", "hay que actuar con suavidad",
"me doy cuenta del peso que siente sobre su espalda"; utilizaría la
relajación, el lenguaje corporal, la movilización emocional, el contacto piel
con piel y otros procederes que apelen a las sensaciones corporales y a la vivencia
emocional.
Aconsejar.
El
consejo se utiliza en psicoterapia solo cuando el paciente está tan desvalido o
su espontánea decisión amenaza ser tan catastrófica, que la no intervención del
terapeuta pudiese resultar en iatrogenia por omisión. En todo caso, el terapeuta
deberá contar con suficiente seguridad en lo atinado de su sugerencia, de modo
que no quede margen razonable a la imprudencia o el prejuicio. Consejo es orientación,
reflexión, pero se corre el riesgo de que se le interprete como prescripción facultativa.
Acotación.
Observación
hecha al paciente de soslayo, como de lado, para que tome nota mental sobre
algo que ha dicho o que ha sucedido y sobre lo cual posiblemente el terapeuta
querrá volver en ocasión posterior. Sirve para que el sujeto, a veces subliminalmente,
vaya incorporando progresivamente información que pudiera resultar
significativa, para ser usada en el momento oportuno y de acuerdo con las
conveniencias de la terapia.
Actuación.
A
diferencia de la dramatización, es aquí el terapeuta el que "actúa" o
representa conscientemente determinado papel en su intercambio interpersonal con
el paciente o un miembro del equipo, con la finalidad de transmitir un mensaje específico.
Por ejemplo, puede escenificar con un coterapeuta, en forma aparentemente espontánea,
una presunta diferencia de opinión acerca de algo que está sucediendo en la
sesión, como forma de modelar ante un matrimonio en discordia que se puede
discrepar civilizadamente de otra persona, respetando el derecho ajeno y
manteniendo la cordialidad.
Alianza
terapéutica.
Consiste
en la utilización en su ayuda de las partes sanas de la personalidad y recursos
del paciente, y la participación de su compromiso y su voluntad, para la
obtención de los objetivos psicoterapéuticos mutuamente concertados (Joyce y
Piper, 1998; Meissner, 1998).
Amplificación
de incongruencias.
Ante
incongruencias o contradicciones entre el mensaje verbal y el extraverbal que
emite el paciente, el terapeuta puede provocar la toma de conciencia de ello
mediante la exageración de una respuesta extraverbal similar, en consonancia
con la del paciente, de modo que se haga patente para este lo absurdo y
contradictorio de la situación con respecto a lo que está manifestando.
Análisis
de actos fallidos.
Como
ocurre con los pensamientos marginales, los actos fallidos pueden reflejar de
modo simbólico material reprimido o, al menos, subconsciente, y ser tomados
como objeto de análisis inmediato cuando esto resulta conveniente al curso y el
sentido de la terapia.
Análisis
biográfico.
Como
su nombre indica, pedir al paciente que relate aspectos de su vida, verbalmente
o por escrito, facilita la autocognición, demuestra interés por parte del
terapeuta y le permite obtener importantes puntos de referencia para el
análisis, que se focaliza en la búsqueda de antecedentes y significaciones vitales.
Mediante la valoración biográfica se trata de que el paciente comprenda su
dificultad presente, vinculándola con determinadas experiencias acontecidas en
su pasado, por lo que promueve el insight.
Análisis
de la comunicación y la defensa.
En
la técnica sullivaniana este recurso cumple un papel fundamental para el
desarrollo de la entrevista. Tanto el paciente como el terapeuta comunican y se
defienden. El rol del terapeuta es controlar la comunicación, para facilitarla
e interpretar las defensas que aparecen cuando surge ansiedad en la relación
interpersonal. Mientras el paciente comunica
libremente, sin presentar angustia ni defensas, manda el paciente en el
desarrollo de la relación y el terapeuta se deja llevar. Cuando aparecen la
angustia y la defensa, el terapeuta toma el control de la comunicación y
conduce activamente la entrevista a través de preguntas, transiciones e
interpretaciones. Las defensas se analizan como un modo de controlarlas y
superarlas, detrás de ellas aparecen las actitudes y los conflictos. El
terapeuta ha de mantener, también, un estado de alerta con relación a sus
propias defensas, pues de aparecer estas pierde el control de la relación y se
afecta su propia capacidad de análisis e intercambio. Ha de ser un observador
espontáneo y franco, que participa y es auténtico al comunicar, debiendo cuidar
el mantener en todo momento su rol de terapeuta. El análisis, de conjunto con
el paciente, de las dificultades en la comunicación y de las defensas que le
son típicas a este debido a su función de relación perturbada, constituye un
eje central del tipo de proceder en que se enmarca este recurso.
Análisis
de la resistencia.
A
diferencia del psicoanálisis ortodoxo, que ve la resistencia como una fuerza
proveniente de una instancia antropomórfica, cargada de energía, que se opone
sagazmente a que salgan los impulsos del ello, estableciéndose una
verdadera batalla entre catexis y contracatexis, gobernadas desde instancias
metafísicas creadas por la mente genial de Freud, vemos como una realidad
clínica, objetivamente comprobable, que los pacientes neuróticos -en
medida mayor o menor ofrecen una "resistencia" a la aceptación de las
evidencias que los responsabilizan con el origen de sus problemas o con las
consecuencias de sus actitudes, entre otros ejemplos. De ahí la sabiduría que
encierra aquel refrán popular que expresa: "No hay peor ciego que el que
no quiere ver". Yo diría: No hay peor ciego que aquel que asume la actitud
de negar la percepción de aquellas realidades que, de aceptarse, lesionarían la
autoestima o la imagen del yo, creando una angustia insoportable.
"Mejor no darse por aludido". Represión, para mí, es actitud de
evasión.
Sería
dogmático que negáramos la existencia de una oposición, habitualmente no
consciente, a percibir o valorar lo que por alguna razón significativa resulta altamente
escabroso para uno mismo. Hacerlo equivaldría "a botar al niño al arrojar el
agua usada de la bañera". Puede discreparse en cuanto a las causas o los mecanismos
que lo explican, pero el fenómeno clínico descrito inicialmente por Freud está
ahí, y los terapeutas nos vemos obligados reiteradamente a contender con él en
nuestro esfuerzo por ayudar a los pacientes a conocer lo que ocurre dentro de
ellos mismos.
En
lo personal, considero la resistencia como expresión de que lo reprimido –yo diría
que lo inatendido- está en disonancia con la actitud que, como todo sistema, se
opone automáticamente a lo que pueda sacarle de su curso. Recordemos que la actitud
es una configuración sistémica, un modo de ser del SNC y la personalidad, y que
los sistemas, basándose en el principio de morfostasis, tienden a neutralizar cualquier
influencia o información que pueda apartarlos de los objetivos para los que
están configurados (en este caso defender la integridad de la personalidad y el
status quo). Es por ello que la disonancia con la actitud anula la
información fuera de programa cuando esta le resulta amenazante, por la carga
afectiva inhibitoria memorizada que conlleva el significado de la información
en cuestión. Se produce una eliminación semántica, de acuerdo con la gramática
transformacional (Chomsky), de aquello que contradice lo que pauta la
actitud aprendida. El aparato defensivo del estrés constituye el sistema
coordinador de estos mecanismos automatizados en los que la memoria, la
afectividad y los procesos de percibir y tomar conciencia, desempeñan su papel.
Clínicamente,
los pacientes oponen los mecanismos defensivos, ya estudiados en el primer
capítulo, como formas condicionadas de evitar el enfrentamiento a los conflictos
traumáticos, cuando la realidad o la fantasía los aboca a ellos. Entonces aparece
la ansiedad como señal anticipatoria de peligro y el estrés como estrategia defensiva
del sujeto ante la percepción subliminal de una amenaza. (El lector conoce mi
opinión acerca del papel de las actitudes, las necesidades insatisfechas, las amenazas,
los conflictos, los mecanismos de afrontamiento y de defensa ante el estrés y
los trastornos por claudicación ante este, conforme fundamentáramos oportunamente).
Por
expresarse la resistencia en mecanismos de defensa para no tomar conciencia de
la información con una significación inconveniente al yo, el
enfrentamiento terapéutico a ellos nos lleva a interpretar casuísticamente
dichos mecanismos cuando hacen su irrupción en la situación terapéutica, con
las mismas premisas técnicas con que abordamos cualquier otra interpretación:
alto clima emocional, oportunidad, maduración del proceso de terapia como para
acometer la tarea, alta probabilidad de obtener impacto y lograr el insight.
Obtenida la toma de conciencia del ardid defensivo, se debe seguir
arremetiendo, aprovechando el resquebrajamiento de la estructura
"protectora" y la consiguiente baja de la guardia, trabajando bajo
fuerte carga afectiva el conflicto subyacente. Son estas, oportunidades privilegiadas
que nos permiten incidir sobre los procesos funcionales que están detrás de la
actividad psicológica inconsciente. Y de modificar, con el cambio de actitud,
esta propia actividad.
Análisis
de los sueños.
Desde
la más remota antigüedad, en todas las culturas, el hombre ha tratado de
descifrar el simbolismo de sus sueños. Desde Freud, la psiquiatría
rescata para la ciencia el estudio del ensueño, buscando tras él un código que
permita acceder a su significado. La búsqueda de una simbología universal para
los contenidos oníricos constituyó un esfuerzo en la dirección equivocada: todo
sueño es esencialmente subjetivo y, por tanto, individual. Pero si el símbolo, por
subjetivo, resulta estrictamente personal, los mecanismos que lo producen y el código
para su lectura de conjunto con el interesado, sí constituyen patrimonio accesible
a la psicoterapia. Como torre de Babel, toda escuela lo aborda con su propio
lenguaje. Freud los considera como realización imaginaria del deseo,
desarrollando toda una serie de procedimientos para su interpretación. Cae en
el error señalado de considerar símbolos universales, en consecuencia con su
cosmogonía: todo objeto largo y puntiagudo para él representa un pene; un túnel
o una caverna oscura, una vagina; toda persecución, un acoso sexual.
Posteriormente,
otros autores han ido desarrollando su propia óptica para el análisis. Así, los
sueños se interpretan como expresión de un conflicto (Fromm), como
mecanismo de defensa del dormir (Pavlov), como búsqueda de una solución (Stekel),
como reflejo de la actividad residual de un estímulo que concitó la excitación del
sistema nervioso durante la vigilia (Sviadosh), como expresión de una actitud
(Bustamante), etc. Cual si fuese un test de Rorschach, las
configuraciones oníricas constituyen un acicate a la proyección (Keller et
al., 1995; Stein H, 1995), y como tal, el trabajo de interpretación depende
más de lo que aportan el paciente y su historia, así como el contexto en que se
produce e interpreta el sueño, que de los significados preconcebidos en
posesión del terapeuta, quien acude a interpretar determinados sueños (sobre
todo aquellos que se repiten y causan angustia) en dependencia de las
contingencias de la terapia y de las significaciones particulares aprehendidas
de la problemática del paciente. Todavía es arte de "sonsacar información",
más que ciencia.
Análisis
de la transferencia.
Siguiendo
la línea de los recursos psicoanalíticos, la transferencia, que expresa para
esta escuela la transposición al terapeuta de los sentimientos incestuosos u
hostiles del paciente hacia sus figuras parentales, es tomada como fuente de
análisis e interpretación cuando estos sentimientos aparecen en el curso de la
terapia, de modo que el paciente -proyectando y experimentándolos en la
relación transferencial que actualiza tales sentimientos - está en condición privilegiada
para contender con ellos y superarlos. En esto es ayudado por el terapeuta,
entrenado para lidiar con tales sentimientos, así como con sus propios sentimientos
contratransferenciales, lo cual constituye un momento trascendente en la cura
psicoanalítica.
Los
que no aplicamos esta técnica y discrepamos de muchos de sus conceptos, podemos
enfocar el asunto de otro modo. Realmente -es mi opinión personal- en la relación
terapéutica pueden ser proyectados, transferidos, sentimientos condicionados por
relaciones significativas anteriores -no solo parentales- que dificulten la relación
médico-paciente y que pueden apartarla del tipo de vínculo sui generis que
en mi criterio es lo que las hace específicamente terapéuticas: un Rapport respetuoso
y empático, ajeno a fantasías neuróticas, enmarcado en una relación de ayuda en
la que el terapeuta ha de ser el mejor soporte de la realidad y de las relaciones
interpersonales sanas. Los nexos transferenciales clásicos en mi terapia son
evitados en lo posible. De surgir fantasías de este tipo, ha de
manejárselas como en el caso de la
discriminación presente-pasado, interpretándolas con delicadeza cuando proceda,
cuidando de no herir o perder al paciente, pero haciéndole tomar conciencia de
las características de la relación objetiva presente y tomando medidas para que
no se reproduzcan posteriormente. A esto le llamo establecer la distancia
adecuada: cálida pero asexuada.
Análisis
costo-beneficio.
Se
pide al paciente haga una lista de los beneficios y perjuicios que una
determinada conducta o decisión tiene para él, con la finalidad de que pueda
valorar su elección con mayor conocimiento de fortalezas y debilidades, amenazas
y oportunidades.
Anclaje.
La
capacidad humana de establecer condicionamientos a discreción y el conocimiento
de la organización funcional de la actividad cerebral y de los procesos sensoriales
asociados a la comunicación, posibilitan al terapeuta entrenado en PNL la
utilización de este recurso.
Consiste
en seleccionar un estímulo sensorial (visual, auditivo, corporal o mixto) y
condicionarlo de forma inconsciente a una experiencia afectivo-motivacional que
se provoca por el terapeuta en el sujeto, de modo que, logrado tal anclaje, en
el futuro este condicionamiento, de carácter definidamente favorable -o
negativo, en caso de que se quiera obtener un componente aversivo - pueda dar
acceso a esa experiencia afectivo-motivacional acudiendo al estímulo sensorial
"anclado". Esto se utiliza para contrarrestar síntomas o modificar el
comportamiento en la dirección deseada. Según la PNL, el anclaje va directo al
hemisferio cerebral no dominante y, con él, se obtiene acceso a los procesos
mnésticos y afectivos relacionados con su actividad, sin pasar por la
conciencia crítica, "jugando una mala pasada" al hemisferio cerebral
dominante, racional por excelencia. Al operar de ese modo con los procesos
mentales se puede influir rápida y eficazmente en ellos, por la vía de los
condicionamientos inconscientes. Se puede también cumplir el objetivo de este
tipo de terapia enseñando al paciente a controlar por sí mismo estos procesos y,
actuando sobre ellos, a modificar su propio comportamiento.
Apoyo
emocional.
Solidaridad,
aliento, estímulo. Decir al paciente con nuestra actitud: "Estoy aquí
contigo para ayudarte, puedes contar conmigo: no estás solo en tu
problema". El apoyo forma parte de una buena relación terapeuta-paciente.
Prácticamente
todas las técnicas o modelos de terapia hacen uso de este, de seguro el más
universal de los recursos en psicoterapia.
Aprobar.
La
aprobación o recompensa por parte del terapeuta es un importantísimo refuerzo
conductual, cuando se ha establecido previamente una sólida relación con el
paciente. Un gesto, una sonrisa, una frase de agrado o elogio, una palmada en
el hombro o una felicitación acompañada de un efusivo apretón de manos en el contexto
apropiado, constituyen valiosos recursos que se utilizan pre feriblemente de
forma contingente (inmediata) a la respuesta que se quiere reforzar.
Aprovechamiento
de potencialidades.
Vinculado
a la exteriorización de intereses y al manejo ambiental, este recurso,
consistente en promover la debida canalización y desarrollo de las capacidades
del paciente, resulta de obligada consideración por tender al crecimiento
personal y a la afirmación y maduración de la personalidad.
Para
Rogers y Kinget (1967), toda persona trae consigo el germen de su propio desarrollo y la cura psicoterapéutica
radica, entre otros recursos, en liberar las potencialidades entorpecidas por
factores u obstáculos que no permiten al organismo integrar adecuadamente los
distintos aspectos de la experiencia o, simplemente, están necesitadas de
oportunidad para su cabal expresión. Las necesidades humanas de realización y
trascendencia les están relacionadas.
Asociaciones
libres.
Recurso
psicoanalítico por excelencia (Fonagy, 2003) en el que se le pide al
paciente deje fluir libremente sus pensamientos sin someterlos a crítica,
invitándole a que exprese todo lo que le viene a la mente, tal como le viene,
limitándose el terapeuta -oculto a su vista detrás del chaisse-longe y
en forma completamente pasiva- a estimularle de vez en cuando con alguna
pregunta, una observación, la repetición de una muletilla o de una última
palabra o frase pronunciada por el paciente, con el propósito de facilitar sus
asociaciones, vencer una resistencia o favorecer la profundización en el
análisis de un material de interés.
A
criterio de Freud y su escuela, por esta vía se llega en forma
privilegiada a la exploración del inconsciente; es, para ellos, su via regia.
Como consume mucho tiempo, la utilizo poco, pero reconozco que, por facilitar
las asociaciones y disminuir las defensas al comunicar, facilita evocar
información susceptible de ser analizada.
Ataque
a la vergüenza.
En
pacientes con fobias sociales se les pide en forma bien dosificada y progresiva,
que hagan cosas ridículas en público que le provoquen vergüenza, como hablar en
voz muy alta, cantar, vestirse o peinarse en forma llamativa, todo ello con
vistas a facilitar la desensibilización.
Biblioterapia.
Empleo terapéutico de la lectura dirigida.
Cambio
de historia personal . Cuando el paciente es víctima de una experiencia de
su pasado que no supo o no pudo manejar adecuadamente y que guarda relación con
sus fantasmas presentes, el terapeuta busca acceso a sus procesos sensoriales a
través de la PNL y construye con él una memoria alternativa, en la cual puede
encontrar opciones de solución -tres al menos- para esa
experiencia.
Ello
se incorpora al recuerdo a través de la sugestión y la utilización del anclaje,
como si la experiencia imaginaria hubiese sido real, de modo que ahora el
paciente dispone de variantes alternativas de respuesta de acuerdo con su
"historia reformada", disminuyendo la posibilidad de que las
vivencias sensoriales asociadas al sentimiento de fracaso bloqueen la
asertividad "actual" de su comportamiento, el cual deviene más seguro
y con margen superior de libertad, al poseer de este modo, aunque imaginario,
un repertorio de respuestas "eficaces". El viejo aprendizaje no se
borra; se construye otro en paralelo. Según la PNL, ahora el paciente dispone
de otras opciones para elegir, en situación actual de mayor seguridad, la cual
puede reforzarse con recursos accesorios.
Catarsis.
Descarga
emocional y verbal que se provoca en el paciente mediante la cual este logra
expresar recuerdos o problemas de fuerte carga afectiva, cuyo contenido resulta
escabroso para el sujeto y que procuraba ocultar a los demás o mantenía
inconsciente. Como en cirugía, cumple el papel de un drenaje de un "absceso"
emocional.
Clarificación.
La
precisión en el diálogo terapéutico de lo esencial del tema analizado favorece
la toma de conciencia, razón por la cual el terapeuta puntualiza e insiste en
aclarar exhaustivamente aquello que, bajo ningún concepto, debe ser pasado por
alto.
Clarificación
de patrones inadaptativos .
Es
una modalidad que focaliza en la comprensión de los aspectos esenciales del
comportamiento típico del paciente que están provocando sus dificultades.
Claves
de acceso.
La
PNL confiere capital importancia a la identificación y utilización de las
claves individuales que permiten acceder a los procesos inconscientes, sin
pasar por el control voluntario del sujeto. La experiencia sensorial de cada
cual y el modo en que se la representa psíquicamente mediante procesos predominantemente
visuales, auditivos o kinestésicos, de acuerdo con su peculiar estructura
neurolingüística, son accesibles al observador entrenado mediante claves corporales
extraverbales que pueden ser codificadas y decodificadas (movimientos oculares,
contracciones musculares, cambios de color y temperatura de la piel, en el
ritmo respiratorio, la posición de la cabeza, etc.) al igual que determinadas posturas
corporales típicas (posiciones Satir) y que son, por demás, comunes a la
especie humana y subsidiarias de reconocimiento y traducción. Saberlos
reconocer e incorporarles como claves de identificación de estos procesos
-accesibles a su propia experiencia sensorial en la comunicación- para su
utilización en la terapia, constituye la "vía regia al inconsciente"
para este tipo de terapéutica, interesada más en los procesos formales de
modelar lingüísticamente la realidad y comunicar que en los contenidos
psíquicos per se.
Comunicación
extraverbal controlada.
Conocedor
de que no solo se comunica con la palabra, el terapeuta emplea conscientemente
-incorporada a su experiencia sensorial- su capacidad de comunicación
extraverbal, para transmitir información al paciente por la vía de su primer
sistema de señales, menos sometido a la censura y más dirigido a la percepción
subliminal del receptor que el lenguaje verbal (segundo sistema de señales).
Confrontación.
Enfrentar
al paciente con la realidad a través de evidencias, opiniones, situaciones o
acciones que contradicen sus planteamientos o la postura que asume ante algo
significativo, lo cual crea ansiedad y, bien aprovechada por el terapeuta,
facilita la toma de conciencia.
Connotación
positiva. Todo comportamiento problemático, aun todo síntoma, suele llevar
dentro de sí aspectos positivos (defensa, búsqueda de solución, ganancias, exceso
de celo, etc.). Incluso en el concepto de crisis están implícitos el peligro y
la oportunidad. Por ello, en diversas psicoterapias -en especial las
sistémicas y estratégicas- se destaca ese momento positivo de la
conducta errática.
Autores
como Virginia Satir, Carl Rogers y, en nuestro medio José
Galigarcía, desplegaron una particular sagacidad para resaltar lo positivo
presente en el comportamiento y en las manifestaciones sintomáticas de los
pacientes y de las familias más disfuncionales. Ello propicia la alianza
terapéutica y condiciona al sujeto y a la familia para que recursos tales como
la prescripción sintomática y la paradoja puedan actuar favorablemente. Una
adversidad es una oportunidad privilegiada para crecerse ante ella. La
enfermedad de un hijo, ocasión para demostrar los afectos, o para resaltar la
expresión de renunciamiento por parte de este al aceptar la condición de
enfermo o sobreponerse a la adversidad en aras del bienestar colectivo.
Resaltarlo mediante paradojas es connotar positivamente. Reenmarcar una
situación de modo que parezca lógico este tipo de intervención, es un desafío a
la creatividad del terapeuta sistémico.
Contraparadoja.
Paradoja
terapéutica que se contrapone a la situación paradójica que sustenta la
conducta sintomática. La identificación de las paradojas existentes en la
conducta o la comunicación para su manejo ulterior, bien interpretándolas o
manipulándolas mediante contraparadojas, deviene un proceder de rutina en las
modalidades breve y familiar de la terapia sistémica. Así, Mara Selvini Palazzoli
en su Paradoja y contraparadoja (1978) , hace galas de su maestría y
creatividad a la hora de enseñarnos cómo utilizar este recurso.
Cuando
la conducta patológica del paciente o la familia es expresión de una paradoja
establecida por el sistema familiar, la intervención terapéutica solo será viable,
según ella, respondiendo con una paradoja terapéutica que, en este caso, resulta
una contraparadoja. Si producto de las particularidades del contexto interactivo
familiar, uno de sus miembros, devenido paciente, manipulado y afectado en su
autonomía por un exceso de control de parte de su familia, que lo hace paradójicamente
"por su bien", se desenvuelve también paradójicamente ante esta "buena
intención", en situación permanente de oposicionismo y rebeldía, el
terapeuta prohíbe a la familia la oposición al negativismo recalcitrante y
molesto del paciente, mientras ordena al mismo seguir siendo oposicionista, con
lo cual este queda atrapado en una contraparadoja terapéutica: mediante ella,
si cumple el mandato de ser negativista, rompe su oposicionismo y, si se niega,
al hacerlo no tiene otra alternativa que romper también con su oposicionismo.
Ante esto y, tras un nuevo manejo familiar no imperativo, la conducta
sintomática pierde su sentido.
Contrato
de contingencias.
Se
promueve y concierta el compromiso, entre partes en conflicto, de modificar un
comportamiento que es desagradable al otro, a cambio de una modificación
equivalente por la contraparte. Estos acuerdos son terapéuticos en la medida en
que contribuyen a superar conductas no adaptativas.
Equivalen
a transacciones resultantes de una negociación.
Contrato
terapéutico.
Esclarecer
qué corresponde al paciente, al grupo o a la familia y qué al equipo
terapéutico; cuáles son los términos de la relación, los objetivos y la
probable duración del tratamiento; su frecuencia y características, así como el
establecimiento de los correspondientes compromisos, resulta esencial y es
definitorio de la modalidad terapéutica que se va a utilizar. La precisión de
estos términos entre el terapeuta y los interesados debe quedar formalizada en
un convenio verbal desde los primeros momentos de la terapia. A partir del
contrato se define la estrategia.
Control
del tiempo de procesamiento (downtime).
Asumiendo
lenguaje computacional para nominar este recurso, el terapeuta debe tomar en
cuenta el tiempo que necesita su interlocutor para procesar e integrar a su
experiencia sensorial la información que se maneja. No tomar en cuenta el tempo
psíquico (downtime) es desperdiciar recursos técnicos: muy rápido,
se pierde información; muy despacio, la atención se distrae.
Coterapia.
La
participación de un terapeuta auxiliar con el cual trabajar en estrecha
identificación aumenta las posibilidades de profundizar en los componentes comunicacionales
y dinámicos de la terapia. El coterapeuta apoya, funge como alter ego,
permite la actuación, confrontar, hacer modelado y refuerzo, intercambiar opiniones,
entre otras ventajas. La falta de identificación entre ambos, el
desconocimiento de esa técnica o la improvisación resultan peligrosos y
pudieran dar al traste con los objetivos propuestos.
Creación
de alternativas.
Sea
a partir de la experiencia presente, elucidando con el paciente realidades,
actitudes y posibilidades mientras se le lleva a esclarecer y definir las
opciones que tiene por delante, a ejercitar creatividad e iniciativa, avizorando
nuevas alternativas de acuerdo con todo ello; sea acudiendo por PNL a "cambiar
la historia personal" y a condicionar opciones que no lo fueron a su
tiempo, el recurso de facilitar que el paciente elabore alternativas de
comportamiento que enriquezcan sus perspectivas de adaptación y desarrollo,
constituye un proceder conveniente en distintos modelos de terapia.
Cuestionamiento.
Consiste
en crear sistemáticamente dudas en el paciente, el grupo o la familia acerca de
mitos, reglas o ideas que forman parte del marco conceptual que apoya la
conducta sintomática. Al poner en entredicho la vigencia de sus
significaciones, se puede poner en crisis el sistema de referencias del sujeto,
lo que posibilita ir creando las bases para una reorientación cognitiva.
Cura
de reposo.
En
situaciones críticas de extrema hipersensibilidad e irritabilidad, el descanso
en el hogar, en sanatorios o centros recreativos en montañas, lagos o playas
tranquilas, está indicado, junto a otras medidas reparadoras del distrés emocional
o "surmenage".
Definición
de metas.
Precisar
las metas u objetivos de la terapia constituye uno de los componentes básicos
de la psicoterapia breve. Por otra parte, desde Adler, la definición y
el análisis de las metas vitales en relación con el estilo y plan de vida del
individuo y sus posibilidades y potencialidades reales, ha representado un
proceder común en las terapias profundas de corte analítico. En nuestro medio el
profesor Humberto Suárez Ramos (2004) y sus colaboradores han
desarrollado un eficaz método de terapia breve y grupal basado en ello
identificado como Camino hacia las metas.
Derivar
preguntas.
Ante
una pregunta del paciente, el terapeuta "devuelve la pelota" pidiendo
al sujeto que exprese su propio criterio al respecto. En terapia familiar y
grupal puede hacerlo igual o derivar la pregunta a otros miembros al objeto de
movilizar la dinámica.
Desaprobación.
A
diferencia de la aprobación, refuerzo positivo por excelencia, la desaprobación
o castigo constituye un recurso que se debe emplear con sumo cuidado. Como un
padre con sus hijos, el terapeuta con quien se ha consolidado una buena
relación puede emplear -gestual, conductual o verbalmente – mensajes de
desaprobación ante una conducta que daña al paciente o el curso de la terapia.
Pero tiene que ser consciente de cómo, cuándo y por qué lo hace y controlar el
mensaje y los efectos con extremo cuidado. Como norma, es mejor dejar de premiar
que criticar.
No
obstante, a todos nos ha venido bien, en algún momento de nuestras vidas, una
buena reprimenda por parte de alguien que nos aprecia de veras. En sentido figurado,
esto es válido también en terapia; lo que, como en la vida real, constituye un
recurso de excepción. Las terapias aversivas empleadas en adictos, bien sea utilizando
el aprendizaje condicionado pavloviano o el instrumental, skinnereano, hacen
uso de modalidades de castigo a la conducta indeseada, preconizadas por escuelas
de corte reflexológico. En este caso el recurso es conocido como condicionamiento
aversivo .
Descalificación.
Calificar
algo es definirlo, estimarlo, darle vigencia de acuerdo con sus cualidades.
Descalificar es suprimir lo definido, estrictamente hablando es negar la
valoración previa, las cualidades que se le atribuyen. Como recurso técnico es
aquella maniobra que permite poner en duda, ridiculizar, restar importancia, ignorar
o anular la vigencia de algo que se valoraba, sentía o hacía de una manera por
el paciente y que se quiere desestimar.
Cuando,
por ejemplo, un ataque histérico en búsqueda de atención es identificado ante
el grupo y manejado como una "perreta" o un "arrechucho",
se está descalificando el síntoma, al modificar su significación. Si se resta
importancia a una amenaza de matiz psicopático o se ridiculiza una supuesta
mala memoria que hace olvidar lo que no conviene, se está utilizando una
descalificación.
Desensibilización.
El
enfrentar gradualmente al paciente con situaciones, pensamientos o recuerdos
que teme o le provocan estrés emocional va posibilitando, de ser adecuadamente
dosificadas las experiencias, que el sujeto pueda ir desarrollando la
capacidad, también progresiva, de tolerarlas e incorporarlas a su experiencia vital.
Tal cual sucede con el uso de vacunas con dosis crecientes de alérgenos en el
caso del tratamiento de la alergia, la desensibilización emocional es un
recurso básico en terapia de conducta, particularmente en el caso de las fobias
y de ciertos trastornos psicosomáticos.
Desplazamiento
del síntoma.
Puede
hacerse en el tiempo, el espacio o la significación. Con ello se pretende
hacerle perder su valor funcional al enajenarle su sentido dentro del sistema
que lo hace posible. En el marco de la terapia estratégica y tomando de Erickson
su manipulación de la conducta del paciente, se negocia con este la
modificación del contexto de aparición del síntoma -que cumple un papel en el
sistema en el cual está secuencialmente enmarcado - haciendo que aparezca en
otro momento, en otra forma o lugar o que adquiera un significado diferente al
que ostenta en el contexto en que aparece. Este recurso parece absurdo si se
aísla del resto de los procederes estratégico-sistémicos y del marco referencial
que les dio origen, donde muestra resultados.
Detención
del pensamiento.
Puede
condicionarse la interrupción brusca de una pulsión o una idea fija mediante el
entrenamiento, haciendo uso de la sugestión vigil, con un estímulo inhibitorio
incondicionado o previamente condicionado, cual es un susto o, por ejemplo, la
imagen verbal "¡alto!" seguida de un ritual sustitutivo como la
formulación de un pensamiento positivo, el conteo de objetos u otra alternativa
neutra o favorable. Útil en la terapia conductual de los toxicómanos, la fobia y
los trastornos obsesivos.
Diálogo
coterapéutico.
En
una sesión el terapeuta y el coterapeuta pueden comentar entre ellos, en
presencia de los pacientes, una observación sobre algo que ha ocurrido, con el
propósito expreso de que éstos escuchen -como por casualidad-
un
mensaje que se les quiere hacer llegar de una forma indirecta. Muchas veces
este recurso es más efectivo que una observación explícita al respecto por parte
de cualquiera de ellos.
Dirección.
Con
más razón aún que en el caso del consejo, este es un recurso que se debe evitar
en lo posible. Equivale a una prescripción facultativa en materia personal, que
solo se asume para el manejo conductual de síntomas, ante invalidez psicológica
o para aspectos muy precisos de implicación medicolegal, prescripción de
reposo, peritación laboral, ingreso, etc. En la terapia de psicóticos, con
deficientes mentales, ante la conducta suicida, la drogadicción y en algunas
modalidades de terapia sexual, este recurso puede alcanzar valor particular.
Una variedad de este proceder es la guía de acción, prescripción
utilizada en terapia comportamental como parte del reaprendizaje de conductas.
Discriminación
pasado-presente.
Es
típico de los neuróticos el vivir fijados en el pasado, actuando de acuerdo con
contextos anacrónicos, no necesariamente vinculados a la realidad presente.
Llevar al análisis de la situación actual de acuerdo con vivencias objetivas
contradictorias con las significaciones neuróticas, compulsarles al aquí y
ahora, a responder al presente y no de acuerdo con sus fantasías, es un recurso
muy importante. Romper la contaminación morbosa entre el pasado y la actualidad
es el objetivo central de este proceder.
Diseño
y ejecución de roles.
Es
otra acepción del modelado. Aquí se va esculpiendo el modelo de conducta que se
quiere lograr, buscando la colaboración del paciente y sus allegados y
entrenándolo progresivamente en el ejercicio de aquellos roles que se quiere
incorporar o modificar. Previamente se busca la reorientación cognitiva y,
obtenido el deseo del paciente de cambiar su actitud y desarrollar una nueva
conducta, se trabaja el ideal teórico de lo que se desea, desarrollando luego, conductualmente,
los pasos necesarios para lograrlo.
Dramatización.
A
partir del psicodrama de Moreno, la escenificación de la problemática de
los pacientes en forma más o menos espontánea, bajo la guía del terapeuta que
opera como director de escena, ha sido un recurso muy usado en psicoterapia (Carbonell
y Parteleno-Barehmi, 1999; McKenna y Haste, 1999) .
Utilizando
la proyección, el paciente dramatiza libremente, pudiendo representar su propio
papel o el de otros miembros de su familia o del grupo terapéutico; luego se discute
con el paciente y el grupo lo acaecido, trabajando sobre su significado. El modelaje
o ejemplificación de comportamientos que conviene imitar es una de sus modalidades,
en el contexto de la terapia conductual. Cuando el terapeuta solicita del
paciente o de un miembro del grupo terapéutico o de la familia, que escenifique
algo
que ocurrió o que caracteriza la conducta de alguien, para ejemplificar lo que quiere
debatir, en el contexto de otros procederes, se trata del recurso de la
dramatización, en la cual puede participar el propio terapeuta u otro miembro
del equipo, con la finalidad de poner en evidencia la actitud o aspecto que se
desea. Si la técnica se aplica en toda su extensión y complejidad, con énfasis
en su dimensión proyectiva y analítica, se trata entonces del psicodrama.
Empatía.
Ponerse
en el lugar del paciente e intentar percibir las cosas como este las percibe.
Aceptarlo incondicionalmente. No juzgarlo. Crear una atmósfera de respeto y
consideración proclive a la confidencia. Es esencial a la actitud psicoterapéutica.
Encuadre.
Ubicar
la sesión, o un momento dentro de ella, en el contexto del objetivo preciso de
la terapia, de acuerdo con los propósitos específicos planteados para esa
etapa. Definir la temática, objetivos, contexto, reglas y límites de la sesión o
la terapia.
Enganche.
Una
sesión terapéutica no debe concluir sin que el terapeuta experimente emocionalmente
la seguridad, a un nivel aceptable, de que el paciente, el grupo o la familia
están suficientemente motivados como para acudir a la próxima cita. Implica la
motivación y el compromiso intelectual y afectivo de continuar el trabajo
conjunto con el terapeuta para superar sus problemas.
Ensayo
de meta-alternativas.
Identificadas
las respuestas no adaptativas del paciente y valoradas las alternativas que
tiene como opciones ante sí, se le estimula a ensayar en la práctica aquellas
conductas que considere pudieran resultar favorables a su mejor adaptación, las
cuales constituyen meta-alternativas.
Ergoterapia.
Empleo
del trabajo con fines terapéuticos. No confundir con la terapia ocupacional,
que es un término genérico que integra todos los recursos que descansan en la
actividad u ocupación creativa y el uso útil y organizado del tiempo por parte
del paciente.
Esclarecimiento.
Por
este recurso, luego de ventilar con el paciente las distintas alternativas de
solución de un problema, los aspectos favorables y desfavorables que pudiera
tener una u otra opción de acuerdo con los propios puntos de vista del paciente
o la familia, el terapeuta deja en claro que la responsabilidad por la decisión
que se va a asumir, corresponde por entero al sujeto, estimulándole a la toma
de partido, en condiciones ya de responder, con conocimiento de causa, por su
libre elección. Este proceder apunta a la asertividad y la madurez, y
desestimula las tendencias a la dependencia. La "pelota" se pasa
entonces del lado del paciente.
Escultura
familiar.
Con
el objetivo de externalizar la percepción que interiormente tienen los miembros
del grupo familiar acerca de la organización estructural y dinámica del núcleo,
las relaciones en su seno y la actitud que caracteriza a cada cual ante el
problema objeto de análisis, se pide a uno de ellos, o a todos progresivamente,
se representen mentalmente a su familia y ubiquen luego físicamente ante el
terapeuta -utilizando a los otros miembros como figuras- a los distintos personajes
en la postura que les parezca ocupan con respecto al conjunto, pidiéndoles que
permanezcan quietos en esa posición -a manera de una escultura- cuando el
escultor quede satisfecho. Esto provoca posteriormente intensas interacciones, que
son analizadas en la sesión.
Establecer
distancia.
Cuando
el vínculo transferencial parece rebasar los límites idóneos o cuando se
percibe demasiado "fría" la relación, el terapeuta debe "ajustar"
la distancia emocional con el paciente mediante maniobras que le acerquen o
alejen de su intimidad, ubicándola en el rango terapéutico que corresponde: aproximar
o distanciar las sesiones, ser más o menos afectivo en su trato, no dar acceso
al paciente al conocimiento de su vida privada, realizar los señalamientos que
proceda, etc. Esto implica autoanalizar la contratransferencia, como pauta técnica.
Encuentro.
Las
técnicas existenciales han propugnado modalidades de relación terapéutica
cargadas de su concepción del mundo, en las cuales se pretende dar una
modalidad de relación íntima entre los sujetos consistente en
"estar-en-elmundo- con-el-otro", o sea, aceptarlo tal cual es, como
desde dentro, sin juzgarlo, poniéndose en su lugar con fuerte carga afectiva y
una especie de comunicación espiritual en el vínculo que se establece, que no
pretende conocer o explicar sino vivenciar y compartir emocionalmente la
existencia del otro, a juicio de esta escuela, la única forma de entender.
Se
han desarrollado los llamados "grupos de encuentro" en los que
terapeutas y pacientes comparten su intimidad y sus experiencias vivenciales en
una atmósfera de absoluto acriticismo, desinhibición y mutua aceptación. Estos
grupos no son compatibles con la terapia grupal concreta de actitudes.
El
análisis existencial considera el encuentro como su más trascendente proceder terapéutico.
También ha sido llamado por Ricardo González (1998) intercambio de
experiencia vivencial, y valorado como una "ósmosis bienhechora" entre
terapeuta y paciente.
Examen
de la evidencia.
En
vez de intentar convencer a un paciente de que una idea es irracional, le
pedimos que nos muestre evidencias de que lo absurdo que piensa es cierto.
Exhortación.
Apelación de trasfondo inspirativo-sugestivo que conmina a la acción en una
dirección determinada, acorde a los objetivos y contr ato de la terapia.
Experiencia
emocional correctiva . Consiste en hacer experimentar emocionalmente al
paciente las consecuencias negativas de sus actos, y su responsabilidad en
ello. Hay que lograr que, al darse cuenta de las posibles causas de su problema,
se movilice emocionalmente al tomar conciencia de su participación personal en
el asunto, de modo que esto pueda activar en él o ella un nivel de motivación y
compromiso suficiente como para, a partir de allí, modificar su actitud al
respecto y cambiar su comportamiento.
Unas
veces el terapeuta aprovecha alguna experiencia que golpea al paciente y que
viene a colación con algo previamente discutido, para confrontarlo. Otras, provoca
la situación misma o lleva a la catarsis o la abreacción. En ocasiones, luego
de analizar un problema en la sesión psicoterapéutica, la propia vida brinda la
oportunidad para que el paciente se enfrente por sí mismo, fuera de la
consulta, con la evidencia de lo ya discutido y con lo inapropiado de su actuar
anterior, respecto a dicho problema. Cuando esto es propiciado técnicamente por
el terapeuta, el sujeto "escarmienta con su propia cabeza" y puede
ocurrir la vivencia emocional capaz de integrar la experiencia y corregir el
comportamiento, modificando la actitud.
Otras
veces la experiencia se produce por validación consensual mediante condicionamiento
operante, es decir, el paciente tiene la vivencia favorable, dentro o fuera de
la sesión, por ejemplo, de que estaba equivocado en su apreciación "complejista"
de la realidad y que puede ser aceptado, querido y respetado por otras personas, si se conduce en
consecuencia. Ejemplo de esto último es la experiencia vivencial de haber
podido ser aceptado y justipreciado en el grupo de terapia, representando ello
algo significativo para el
Cambio
terapéutico.
Exploración
causal. Buscar mediante el diálogo interpersonal los condicionantes originales
de las dificultades y conflictos presentes, a través de una cuidadosa anamnesis,
es un recurso habitual en numerosas modalidades de terapia, esencial para la
psicoterapia profunda y las técnicas racionales.
Exteriorización
de intereses.
Conocer,
despertar y desarrollar adecuadamente los intereses del sujeto en todo su valor
afectivo y motivacional, refuerza la alianza terapéutica y pone a disposición
del paciente un factor inspirador y restaurador de gran utilidad.
Externalización.
Recurso
procedente de la llamada terapia narrativa, consiste en propiciar que la
persona imagine y describa el problema que le aqueja, el síntoma que tiene, su
conflicto, como algo que está físicamente fuera de ella, que le es ajeno, de
forma que se pueda distanciar emocionalmente y cosificarlo o concretizarlo como
si fuera algo material, lo que le permite aislarlo de sí al criticarlo, manipularlo,
culparlo por sus desgracias, sin que ello le haga sentir mal por ser cosa suya.
Por ejemplo, el imaginar una fobia como una excrecencia fea y viscosa que puede
manipular y encerrar, o arrojar lejos de sí, puede ser una forma altamente sugestiva
de iniciar una desensibilización imaginaria. Golpear con fuerza una almohada
para no hacerlo respecto al objeto de su hostilidad, es otro ejemplo.
Externización.
Utilizo
este término, acuñado por mí, para referirme a "lograr que el paciente
lleve de forma espontánea fuera de la sesión lo aprendido en ella".
Mientras
lo trabajado no se materializa en cambios reales en la conducta extrasesión, el
aprendizaje terapéutico no se ha consumado en la práctica. De ahí la
importancia de estimular en los pacientes el convertir en acción lo que se
analiza en la dinámica psicoterapéutica, hasta hacerlo algo suyo, no el
cumplimiento de una tarea.
Fantasías
terapéuticas.
Al
igual que en los sueños, en las fantasías hipnoides y en las vigiles se
satisfacen simbólicamente deseos y se proyectan, a su modo, conflictos y
temores de la vida inconsciente. Analizar las fantasías espontáneas, estimularlas
terapéuticamente para analizarlas posteriormente o para obtener de ellas
sublimación, alivio a las tensiones, o el desarrollo de aptitudes imaginativas que,
en proporciones adecuadas, son elemento necesario al pensamiento creador y al
balance de la personalidad, constituyen recursos que se pueden utilizar.
Técnicas como la semivigilia dirigida de Desoille, descansan en este
proceder; también modalidades de externalización en terapia narrativa y en las
llamadas técnicas de visualización, usuales en terapia gestáltica.
Focalización
sensorial.
Concentración
selectiva de la atención del sujeto en la percepción de los más diversos
matices sensoriales de un estímulo determinado, de forma que pueda llegar a la
conciencia toda la riqueza estimuladora de las sensaciones y las emociones que
les están asociadas. Este recurso se utiliza en la terapia de las disfunciones
sexuales como momento introductorio en casi todas las técnicas desarrolladas
para su intervención conductual. En particular, las de Helen Caplan. También
en las técnicas gestálticas de visualización, a través de estímulos sugestivos
verbales imaginarios, que involucren todos los sentidos.
Hacer
cortocircuito.
El
terapeuta resalta una incongruencia invirtiendo los mensajes verbales y
extraverbales con respecto a lo comunicado por el paciente.
Así,
puede ironizar al mostrarse jocoso mientras hace una afirmación socarrona de contenido
verbal depresivo que cuestione implícitamente y descalifique el mensaje previo
del paciente: "Ja, ja… ¡Qué fatalidad! Pobrecito… No te enteraste de que necesitaban
de ti…".
Humor.
Hacer uso del humor en psicoterapia no quiere decir ser gracioso, chistoso o
tratar de serlo, lo cual puede resultar artificial e inapropiado. Es "caer
bien" y eso no es resultado de bromas cursi o banalidades sino de
amabilidad, espontaneidad, buenas formas, buen ánimo y capacidad de transmitir
auténticamente una visión optimista de la vida, siendo agradable, sincero y
espontáneo en las maneras.
El
uso apropiado de los diversos recursos del humor, con tino y discreción, cuando
ello es auténtico y viene a capítulo, favorece la comunicación y el rapport.
Por
otra parte, el enseñar al paciente a bromear y asumir con humor sus
dificultades, entrenarlo en disfrutar las expresiones artísticas y espontáneas
del humor, es dotarlo de un recurso sano con el cual contender con sus
limitaciones y con las asperezas de la vida. El chiste, ya lo explicaba Freud,
en ocasiones refleja en forma irónica el lenguaje del inconsciente, por lo que
puede resultar de interés tomar nota de los que utiliza espontáneamente el paciente
y, eventualmente, analizarlos en la terapia. Bonnaffé, connotado
terapeuta francés, describe la esencia de la psicoterapia como "el arte de
la simpatía".
Identificación
de paradojas.
Bateson
(1976) dio luz acerca del papel de las paradojas en los trastornos de la
comunicación y en la terapia. Existe una paradoja en la comunicación cuando,
por una parte, los progenitores de un adolescente le dicen que puede elegir
libremente pareja, profesión, domicilio u otra opción significativa a sus
intereses mientras que, por la otra, le hacen sentir que, si no complace el
deseo de sus padres al respecto, será considerado un mal hijo, un ingrato, por
lo que ellos podrían enfermar seriamente o, incluso, llegar a perder sus vidas
producto de su decisión. El manejo de las paradojas y las contraparadojas
representa la piedra angular de la terapia de enfoque cibernético. Ya hube de
referirme anteriormente
a
los aportes de la Palazzoli.
Ilusión
de alternativas.
Ocurre
cuando damos a elegir a un paciente -en apariencia
"libremente"-
entre un grupo determinado de opciones, excluyendo sugestivamente entonces la
libertad de optar por otras, en este caso inconvenientes, que hábilmente se
escamotean. Es un recurso de las terapias estratégicas que procura el control
de la comunicación con fines terapéuticos. Si preguntamos: "¿Vas a conversar
el asunto con tus padres hoy o el fin de semana?" estamos excluyendo implícitamente
que NO converse su problema con aquellos con los que resulta significativo
hacerlo.
Implosión.
En
la línea de recursos de terapia conductual que aprovechan las características
propias del comportamiento emocional y de sus leyes, la implosión consiste en
someter al sujeto fóbico, por ejemplo, a una situación extrema en la que no
pueda evadir al objeto temido, pero que no esté en posibilidad objetiva de
hacerle daño.
Se
hará controlando las circunstancias de modo tal que el paciente experimente el
grado máximo posible de ansiedad durante un tiempo determinado y, al no poder evadir
ni ser reforzado el miedo por sucesos imprevistos o desconocidos –mito habitual
asociado a la ideación fóbica - la angustia se va extinguiendo por su propio agotamiento
fisiológico. Tras ello, el sujeto emerge vencedor de su temor, adecuadamente apoyado
y reforzado por su terapeuta, quien le acompaña, estimula y asegura en su
experiencia.
Inhibición
recíproca (contracondicionamiento).
Hay
aprendizajes capaces de inhibir o neutralizar aprendizajes previos de signo
contrario, favoreciendo su extinción. Tal es el caso del contracondicionamiento
por relajación, capaz de inhibir la ansiedad condicionada a la tensión muscular
y a la labilidad cardiovascular y vasomotora de origen neurovegetativo,
determinadas por experiencias estresantes ocurridas previamente en situaciones
equivalentes. Wolpe (1962) desarrolló una técnica para la terapia
reflejocondicionada de la fobia, de gran eficacia y difusión, la
desensibilización sistemática, que asocia la desensibilización progresiva a la
relajación muscular.
Insight.
Producto de la interpretación, la catarsis, la experiencia emocional correctiva,
la confrontación u otros procederes en el curso de las terapias analíticas o de
situación, el paciente es inducido a profundizar dentro de sí mismo y tomar conciencia
del conflicto que lo afecta, ampliando de este modo su capacidad de acción
e iluminando su discernimiento sobre las vivencias emocionales y experiencias íntimas
relacionadas con su problema. Puede haber interpretación sin insight, lo
que es poco eficaz, e insight sin interpretación, aunque guardan
una estrecha relación interna. Es más un mecanismo de la terapia que un
recurso, pero por estar incluido clásicamente entre éstos, lo consignamos aquí,
en este caso como "provocación de insight".
Inspiración.
Consiste
en facilitar asideros o estímulos emocionales y espirituales a sujetos
deprimidos o en situación de crisis, de modo que los ayuden a encontrar motivaciones
o a seguir ejemplos que los impulsen a enfrentar adecuadamente sus problemas.
El percibir cómo otros han sabido encontrar soluciones, su compromiso con seres
queridos, su lealtad a un ideal, el reconocimiento de valores propios, el
estímulo a ser mejores, entre otros posibles elementos activadores, pueden
constituir una guía y una fuente de acicate inestimable.
Instrucción.
Resulta
de trasladar información necesaria al paciente acerca de aspectos que de algún
modo le están relacionados, con la finalidad de obtener su colaboración y
favorecer con ello la asunción de conductas convenientes a su interés y
evolución o a la superación de equívocos o creencias irracionales que pueden
resultarle perjudiciales.
Interacción
guiada.
Tras
identificar las dificultades de comunicación en una pareja o una familia y las
conductas que les están asociadas, el terapeuta va modelando los intercambios
entre ellos de modo que estos puedan modificarse en sentido positivo, de
acuerdo con pautas de comunicación funcional, técnicamente orientadas, que se
ensayan oportunamente.
Intermediación.
Consiste
en interceder entre los miembros de un grupo o una familia, de modo que los
unos atiendan y entiendan los planteamientos, intereses y necesidades de los
otros, a cambio de una reciprocidad de la cual el terapeuta resulta garante en
cierta forma. En terapia individual, se puede aplicar haciéndole ver al
paciente el punto de vista de otra persona y entrevistándose, por separado o de
conjunto, con la contraparte significativa.
Interpretación.
Recurso
básico del psicoanálisis utilizado en la mayor parte de las terapias profundas.
En él, cuando el paciente está "maduro" para ello, aprovechando el
momento propicio, se procede a movilizarle emocionalmente, ventilando explícitamente
de modo directo y dando luz sobre un conflicto inconsciente, de modo que el
interesado sea impactado con ello y pueda tomar conciencia de un aspecto reprimido
de su vida psicológica que resulta significativo a su problema. En este caso se
trata de interpretaciones de segundo orden.
Las
de primer orden son aquellas que se basan en el sentido común y en los
valores prevalecientes en la cultura determinada del paciente. Se utilizan en
las terapias racionales y de apoyo, principalmente, pero su empleo es común en
muchas.
Interpretación
de necesidad insatisfecha.
Muchas
veces al interpretar sentimientos, junto al malestar, la tristeza o la
disforia, aparece el motivo íntimo de ese estado de ánimo: "nadie me hace
caso", "no me consideran", "me siento solo", "me ocupo
de los demás y nadie se ocupa de mí", "me culpan de todo", etc.
Conociendo las necesidades humanas y su papel como motivadoras de la conducta,
de las respuestas afectivas y de las actitudes, comprendemos fácilmente la
importancia de sacarlas a la luz cuando están ocultas tras conductas,
sentimientos o actitudes del sujeto, de modo que, ventilándolas e
interpretándolas, el paciente o la familia pueden tomar conciencia de que su
insatisfacción o, más probablemente, la forma inadecuada en que han estado
tratando de satisfacerlas, está detrás de muchas de sus dificultades. La
esencia del asunto radica en hacerlo explícito en el momento oportuno.
Previamente se ventilan los sentimientos, a propósito de las quejas del paciente
que han venido surgiendo en el diálogo terapéutico.
Interpretación
de sentimientos.
Variedad
de interpretación mediante la cual el terapeuta deja ver al paciente, en un
momento en que están creadas las condiciones para ello, el sentimiento
reprimido u oculto que está detrás de su percepción de lo que le ocurre y de
los móviles de su comportamiento. Es un recurso más incisivo que la ventilación
de sentimientos que describiremos más adelante.
Interpretación
y modificación de actitudes.
Cual
la interpretación psicoanalítica clásica, la de actitudes requiere que el
paciente esté "maduro" para ello y que el momento sea oportuno para
enfrentarlo a las evidencias de que una actitud que asume está creándole
problemas; que sus dificultades son, en buena parte, responsabilidad suya, por
la posición que mantiene en relación con ellas. Sin movilización afectiva y
toma de conciencia del problema, sin que se produzca la experiencia emocional
correctiva, no hay cambio de actitud. Se requiere, pues, que el sujeto tome
conciencia en ese momento de que su actitud inadecuada es la clave del asunto, y que asuma con fuerza la decisión de
cambiar las cosas en relación consigo mismo, que "se llame a
capítulo" y haga un esfuerzo consciente para modificar su óptica y su
forma de reaccionar ante ese tipo de problemas. El llevar la intención a
conductas en ese sentido es imprescindible para que se materialice el cambio de
actitud.
Juego
de roles.
Consiste
en la escenificación -con la participación parcial o total de los pacientes- de
aquellos papeles que se quieren analizar o en los que se desea entrenarlos con
vistas a su ulterior clarificación. La creatividad del terapeuta puede hacer de
este un recurso de gran utilidad, en diversas formas de terapia, tanto
individuales como de grupo y de familia. Es más ágil y sencillo que el
psicodrama, que es toda una técnica y, por tanto, un conjunto de recursos entre
los cuales, como forma peculiar de dramatización, puede estar incluido el
proceder que nos ocupa, el cual es una variedad de modelaje mediante la
dramátización.
El role
playing
Se utiliza
también para la escenificación o dramatización breve por parte de los pacientes
de intercambios entre ellos que reproduzcan determinadas situaciones interpersonales
ocurridas o planteadas en el grupo, para su análisis posterior.
Juramento.
Como
su nombre indica, se trata de un juramento que se repite ritualmente y que
compromete moralmente al paciente a asumir determinada conducta ante un grupo
significativo para él. La conducta que se asume o a la cual se renuncia, forma
parte o representa la esencia del problema. Este recurso, tomado de Alcohólicos
Anónimos, es utilizado en algunas técnicas de terapia cognitivoconductual.
Lenguaje
figurado.
El
empleo de metáforas, parábolas, juegos de palabras, insinuaciones, ambigüedades
del lenguaje, contrasentidos, no solo pone a prueba la inteligencia,
imaginación y capacidad de asociación e insight de las personas sino que,
en terapia, permite introducir, además, información sugerente en la búsqueda y
valoración del sentido y significado de los problemas en debate. Como en el
caso de aforismos y refranes -que son modalidades más relacionadas con la
síntesis lógica- la actividad del hemisferio no dominante y el mundo de las
vivencias, los recuerdos y los afectos, son muy afines a este tipo de lenguaje,
para el cual la cotidianidad no tiene condicionadas las mismas barreras de
represión o resistencia que para los procesos lógico-formales existentes detrás
de nuestro lenguaj e común.
Ludoterapia.
Empleo
del juego con fines terapéuticos. En su concepción amplia, incluye la diversión
y el deporte recreativo con iguales propósitos.
Manejo
ambiental.
Las
técnicas ecológicas, el multiempuje en el manejo de las crisis y el enfoque
social de la psiquiatría y la medicina contemporáneas, hacen procedente acudir
a la red social de apoyo del paciente en su beneficio, o hacer recomendaciones
relacionadas con el trabajo u otros aspectos del medio ambiente humano y
material que lo rodean. El manejo de convivientes es una modalidad en la
que se neutraliza la influencia negativa de los familiares sobre el paciente, interactuando
directamente con ellos acerca de asuntos significativos del medio que le
afectan.
Manipulación.
El
control y dominio de la comunicación para influir en el cambio terapéutico es
un objetivo básico en las llamadas terapias estratégicas y de la comunicación, como es el caso de las técnicas
descritas por Jay Haley (1969).
Manipular,
o apelar al "poder terapéutico", es controlar al paciente, su
comunicación y su conducta; y llevarlo a donde uno quiere sin que él o ella sea
capaz de evitarlo, utilizando para esto, entre otras maniobras, procederes
paradójicos de comunicación, manteniendo siempre la posición de estar arriba
(one up), la presión emocional y la iniciativa estratégica. Estar
seguro de uno mismo, bien preparado, ser asertivo y osado son cualidades que
han de acompañar la aplicación de este proceder, rayano a veces en el chantaje
altruista, con interés terapéutico.
Mayéutica.
A
través de preguntas sistemáticas, el terapeuta va haciendo deducir al paciente
la esencia de algo que en apariencia ignora -porque nunca lo ha concientizado
de ese modo- pero que, en realidad sabe, o a cuyo conocimiento está en
condiciones de acceder por sí mismo. Es la base del método socrático,
útil tanto en pedagogía como en terapia. La esencia de la mayéutica estriba en
que la persona sea capaz de hallar por sí la solución a un problema con los
elementos que ya poseía dentro de sí mismo en el momento en cuestión,
conectando eslabones sueltos o bloqueados, a través del diálogo inquisitivo con
su interlocutor -el terapeuta en este caso- sin que para ello sea necesario
aportar al paciente información complementaria, dejando en evidencia - cuando
procede- lo absurdo de sus defensas, con una lógica que lo confronte y acorrale
contra sus vivencias, temores e ideas irracionales.
Meditación.
Introspección
profunda para reflexionar sobre un tema de interés de la terapia, como tarea o
asociado a ejercicios de relajación, para desarrollar en el sujeto la capacidad
de utilizar al máximo en su beneficio sus recursos intelectuales.
El
producto de su meditación suele ser luego sometido al análisis.
Meloterapia.
Empleo
de la música y la danza con fines terapéuticos (concepción amplia, que integra
la Musicoterapia y el psicoballet).
Metacomentario.
El
terapeuta expresa en palabras la incongruencia entre lo que el paciente
verbaliza y lo que comunica extraverbalmente, de modo que se haga evidente que
se está negando por un lado lo que se afirma por el otro, capturando in
fraganti la contradicción.
Metacomunicación.
Comunicar
sobre la comunicación. Llevar al paciente, el grupo o la familia a la
ventilación y comprensión, explícitas, de aspectos significativos implícitos en
el intercambio terapéutico que, en este caso, tienen que ver con el significado
o los resultados de lo que se está comunicando.
Metamodelo.
Modelo
de entrevista, propio de la PNL, en el que se hace uso de la gramática
transformacional en el diálogo psicoterapéutico, aplicando a la terapia los
recursos derivados del dominio de las reglas de la semántica (Bandler y
Grinder, 1996).
Modelado
(moldeamiento).
Se
le han conferido diferentes acepciones al término para identificar recursos que
pueden ser reconocidos también con otros nombres.
Aquí
le consideraremos como esculpido o moldeado del comportamiento.
Aprovechando
la capacidad humana de aprender por imitación, así como de identificarse e
incorporar rasgos de figuras significativas, el terapeuta valora con el paciente
un modelo de comportamiento, rasgos o cualidades que es te desea incorporar y
diseña estrategias para que pueda asimilarlos e instrumentarlos. Para esto,
utiliza aspectos de la personalidad o actuación de paradigmas socioculturales, auxiliares
terapéuticos, familiares del paciente, maestros, coetáneos de su ambiente, etcétera,
y a través del ejemplo, de juegos, lecturas, tareas, del contacto personal o
mediante la convivencia por períodos de tiempo con los obje tos de
identificación -entre otros procederes- posibilita al paciente, el grupo o la
familia, que se identifiquen con ellos, con el interés de que los aprendan y
reproduzcan de algún modo. Así, ante una madre que no expresa afecto a su
pequeño hijo, el terapeuta, como quien no quiere las cosas, sienta a este en
sus rodillas y se pone a jugar con él, o le pasa cariñosamente la mano por la
cabeza, mientras conversa con la madre.
También
puede integrar a un niño mal identificado, por ejemplo, a un grupo de juegos,
para que incorpore patrones de su sexo, o al psicoballet para suavizar
sus modales a través de la danza. Cuando un joven ingresa en una escuela para
trastornos de conducta, se le asigna un reeducador -entre otros procederes-
para que intime con él, se gane su afecto y confianza e intente remodelar los
rasgos problemáticos de su comportamiento, favoreciéndose con ello la
identificación con una figura positiva. Este es otro ejemplo, aplicado en este
caso a la psicopedagogía.
Observación.
Todo
conocimiento científico parte de la previa observación. En terapia, radica
fundamentalmente en apreciar lo extraverbal, lo metacomunicacional, el lenguaje
de la conducta y de los afectos, la direccionalidad del contexto, y hacerlo ver
al paciente cuando proceda.
Observación
de pensamientos marginales.
En
su exposición acerca de una temática determinada, el paciente -en ocasiones-
"deja caer" una asociación al margen, que aparentemente no viene al
caso y a la cual de inmediato resta importancia, continuando su exposición
central. Esto no debe pasar inadvertido para el terapeuta, quien deberá tomar
nota mental sobre el asunto y hacer volver al paciente sobre ello cuando la
ocasión lo aconseje. Cual los actos fallidos y otros fenómenos abordados por Freud
en su Psicopatología de la vida cotidiana , tales pensamientos
marginales pueden tener valor como producto de la actividad psicológica
inconsciente, por ser probable expresión de material significativo, escapado por
asociación involuntaria; de ahí que sean fuente potencial de análisis.
Orientación
asertiva.
Variedad
de diseño o modelado de conducta en el que se trabaja con el paciente para
desarrollar en su carácter rasgos afirmativos, asertivos (assertive
trainning). Se le asignan tareas progresivas que lo vayan desensibilizando de
su inhibición o fobia social: saludar, hablar alto, decir que no, sonreír y
entablar conversación con otras personas -particularmente con desconocidos -
piropear, hablar en un grupo, aprender a bailar, dar opiniones sin que se las
pidan empleando reiteradamente la primera persona del singular, etc. El ensayo
asertivo es un juego de roles en el que se ensayan comportamientos
afirmativos significativos en el desarrollo del assertive trainning.
Paradoja.
Consiste
en poner al paciente o a la familia en una situación en la que no le sea
posible salirse del marco referencial o conductual establecido por el terapeuta
-y de las reglas trazadas por este en su control de la comunicación- si no cambia
su conducta o las propias reglas del juego del cual los síntomas son
expresión Si alguien ordena a otro ser
espontáneo, o le prohíbe la prohibición, está dando órdenes paradójicas. La
diferencia con la contraparadoja es que, en el recurso que nos ocupa, el
terapeuta crea una paradoja terapéutica para una conducta que no es expresión
de una paradoja, mientras que en aquella sí.
En
el budismo zen un maestro plantea al discípulo la siguiente paradoja:
"Si levantas tu cabeza te golpearé con esta rama". E, inmediatamente
añade imperativo:
"¡Y
si no levantas tu cabeza te golpearé con la rama!". El iniciado que está
listo a progresar, soluciona la prueba a la que se le somete, por ejemplo, del
siguiente modo: levantando su mano, toma del brazo a su maestro, impidiéndole
golpear.
Ante
esa paradoja es imposible obedecer : la única solución para evitar el
castigo, al tiempo que el objetivo de toda paradoja terapéutica, es modificar
el contexto en que el problema se hace posibl e. Pedir opinión. Como
su nombre indica, este recurso se propone ampliar la comunicación, promover el
diálogo, estimulando la proyección. Compromete al paciente a dar su enfoque
acerca de un contenido que el terapeuta, por alguna razón, considera procedente
ventilar.
Pedir
ser específico.
Cuando
un paciente emite opiniones erráticas o ambiguas sobre un aspecto o
acontecimiento significativo, se le solicita que sea preciso y describa los
hechos concretos al detalle, exactamente como fueron, sin detenerse en las
opiniones. Se evidencia entonces el lenguaje semánticamente mal elaborado sobre
cuya base se construyeron esas opiniones, cuestionando las generalizaciones, eliminaciones
y distorsiones que procedan.
Pedir
se definan los términos.
Ante
errores semánticos como los arriba expresados que son base de ideas
irracionales y traen equívocos en la comunicación, se pide al paciente que
defina lo más exactamente que pueda los términos empleados, sometiéndolos al
análisis semántico y al cuestionamiento correspondientes.
Persuasión.
Consiste
en convencer al enfermo, a través de la lógica y con riqueza de argumentos, de
la inoperatividad de las ideas irracionales, valoraciones o conductas que le
provocan dificultades. El razonamiento persuasivo es utilizado cuando el
terapeuta sabe con certeza que el paciente está en un error y que la clave para
la solución de un problema está en la adecuada comprensión de la esencia del
asunto. Por un imperativo ético de primer orden, el terapeuta no utilizará este
recurso si no está absolutamente seguro del fundamento científico irrebatible de
lo que arguye o fundamenta con insistencia ante el paciente.
Planteo
de dilemas.
Con
vistas a favorecer el esclarecimiento, la concientización y la correcta toma de
decisión, se somete al sujeto a encrucijadas (cognoscitivas, emocionales,
conductuales) en las que se ve compulsado a la confrontación de intereses y
necesidades, aparentemente contrapuestas de acuerdo con lo revelado o insinuado
por él mismo, haciéndolo de manera que este no pueda evadir su compromiso de
tomar partido en el asunto.
Ponerse
uptime (experiencia sensorial directa).
Para
la PNL esto significa incorporar a la experiencia sensorial del terapeuta el
dominio de las claves y anclajes de la comunicación extraverbal, lo que le
permite operar directamente con sus interlocutores y orientarse
terapéuticamente sin necesidad de estarse introspeccionando y sometiendo su comunicación a un control
consciente permanente. Para esa escuela, constituye un recurso imprescindible.
Por otra parte, al decir de Minuchin (1993), el terapeuta está en
condiciones de ser tal cuando la técnica estudiada pasa a ser como una
prolongación natural o un conjunto de recursos de su propia
personalidad,
expresándose en sus procesos comunicacionales de una manera espontánea, intuitiva,
refleja, abierta a las características peculiares de cada relación de ayuda, de
modo que los recursos técnicos pasan a ser parte integrante de sus atributos
humanos.
Preguntas.
El
arte de preguntar es esencial en psicoterapia. Se inquiere de modo que no pueda
responderse con monosílabos sino que incite a reflexionar y ampliar la
comunicación. Hay muchos tipos de preguntas: abiertas, cerradas, de alternativas,
condicionadas, de planteo negativo, de confrontación, de relación, de comprobación,
de encuadre, de evaluación, etc. Sullivan en La entrevista
psiquiátrica, sienta cátedra al respecto.
Prescripción
de síntomas.
También
conocida como orientación paradojal, consiste en "dar más de la
misma medicina". Terapeutas conductuales, estratégicos y sistémicos
coinciden en la utilización de este recurso, que pone al paciente en una
situación paradójica. Se indica la aparición del síntoma, habitualmente
modificando su frecuencia, intensidad y oportunidad; así, a un paciente con
tics se le pide cuente ante un espejo cuántas veces en un minuto este aparece;
entonces se le pide que, reloj en mano, provoque el tic el doble de veces por
minuto que cuando se presentó espontáneamente y que repita esta operación -por
ejemplo- durante 5 minutos a tres horas fijas por día, durante 10 días,
citándole de nuevo al término de dicho período. Sorprendentemente, muchos tics
han desaparecido o disminuido significativamente al cabo de este término. El
hacer voluntariamente un acto esencialmente involuntario introduce una
modificación externa en su programa neurodinámico, insertando, además,
elementos conscientes para su control. Como se puede apreciar, resulta una
modalidad concreta de paradoja.
Presión
individual y de grupo.
En
ciertas condiciones, excepcionales, el terapeuta puede compulsar al paciente a
proyectarse o actuar en determinada dirección; por ejemplo, aceptar un ingreso
imprescindible, dar su criterio sobre un dilema familiar trascendente, tomar
una decisión impostergable que interesa a otro miembro de la familia, etc. En
un grupo o familia se puede presionar colectivamente a determinados miembros a
desarrollar conductas que, de otra manera, estos no efectuarían. La opinión del
grupo puede tener más influencia sobre el paciente que una orientación
individual: un compromiso asumido por un padre en una terapia familiar puede
tener más efectividad que ese mismo compromiso en una entrevista en privado con
el terapeuta.
Programa
conductual.
Se
establece de acuerdo con los pasos siguientes:
1.
Especificar las metas terapéuticas.
2.
Determinar la línea de base actual.
a.
Descripción de la conducta sintomática al inicio.
b.
Construcción de jerarquías (test comportamental).
3. Estructurar la situación lo más favorablemente
posible.
4.
Establecer los reforzadores positivos.
5.
Crear las condiciones necesarias.
6.
Moldear el comportamiento deseado.
a. Reforzar
las aproximaciones paulatinas a las metas terapéuticas.
b.
Aumentar gradualmente el criterio de refuerzo.
c.
Presentar el reforzamiento contingente con el comportamiento.
7.
Posibilitar la generalización de la conducta adquirida.
8.
Reforzar intermitentemente.
9.
Conservar registros continuos y objetivos.
10.
Seguimiento del caso.
Puentear.
En
PNL, cuando se ha logrado integrar en el recuerdo recursos positivos a la
representación de una experiencia desfavorable del pasado ( cambio de
historia personal), habiendo desaparecido las manifestaciones desagradables
que acompañaban a aquella en dicho recuerdo, sustituidas por la vivencia de
bienestar, se procede entonces al anclaje de estos nuevos recursos a las
claves contextuales o condicionamientos previos que dan acceso a los
síntomas en la situación presente, lo cual ha sido llamado "acompañamiento
al futuro" por Bandler y Grinder.
Entonces la acción benefactora de la experiencia reconstruida se extenderá a
las vivencias actuales y futuras del paciente, tras haberse establecido nuevos
condicionamientos que operan como puentes entre el pasado y el futuro. Es aplicado
por la PNL a la terapia de las fobias.
Rapport.
Clima
afectivo cálido y sincero, de mutua aceptación y simpatía, que propicia una
buena relación terapéutica, favorece la comunicación y disminuye las defensas.
No debe confundirse con la relación transferencial puesto que es expresión del
carácter favorable per se del vínculo actual establecido y no reflejo
iterativo de configuraciones parentales infantiles ajenas a la relación.
Reatribución.
Poner
al paciente a identificar los distintos factores que contribuyen a un problema
fuera de su control y acerca del cual tienen creencias irracionales
autoacusatorias, a fin de poderlo clarificar.
Reducción
al absurdo.
El
planteamiento o la conducta que se quiere descalificar, se fundamenta en su
favor de forma intencionalmente exagerada, con argumentos que ponen en
evidencia su incompatibilidad con la lógica o con el contexto; llegado a un
extremo, se hace ostensible para el paciente que su posición es insostenible, porque
en la misma medida en que se le da la razón, queda descaracterizado.
Existe
un mecanismo de defensa homónimo descrito en el epígrafe 1.6.2; aquí, se lleva
al absurdo para obtener un objetivo terapéutico.
Reencuadre.
Volver
a encuadrar. El terapeuta reorienta la sesión dentro de un contexto coherente
con el curso y objetivos de la terapia, es decir, soslaya lo innecesario, evitando
que el análisis se vaya por las ramas, compulsando a ir al centro de lo que
quiere se analice a continuación, reformulando quizás la esencia de lo debatido
hasta entonces en forma clara y diáfana, de modo que se favorezca la profundización
o el reencauce del diálogo terapéutico.
En
otras ocasiones, reorienta la temática y el foco de la sesión en una dimensión nueva,
o enfocando el análisis con óptica distinta a la expuesta, es decir, da otro
sentido u objetivo al trabajo terapéutico a partir de allí. También se aplica a
promover la percepción de otro significado al problema en su conjunto.
Reenmarcar.
Menos
abarcador y más parcial que el reencuadre, consiste en ver otra dimensión del
objeto de análisis dentro del propio encuadre, promover el apreciar de otro
modo un evento vital, tomar en consideración el contexto en que se produce un
acontecimiento perturbador, orientar el debate hacia un aspecto específico
dentro del tema establecido.
Reformular.
El
terapeuta retoma un planteamiento del sujeto y lo expresa en otras palabras, de
modo que el paciente pueda escucharlo en boca de otra persona, dicho de una
manera que le permita captar no solo si es lo que quiso decir, sino más que
eso, percibir quizás matices más profundos implícitos en lo expuesto.
Frecuentemente el terapeuta reformula con lenguaje de sentimientos o de
esencias, en forma de interrogantes, para esclarecer o para poner a pensar. Así
hacemos sistemáticamente en la terapia concreta de actitudes.
Reforzamiento
mediado.
Conocido
por token economy (economía de fichas), por ser esta la modalidad de
terapia conductual que da origen al recurso, consiste en utilizar de forma
contingente a la respuesta que queremos promover, un refuerzo cuyas
características son peculiares, por cuanto el premio -estímulo en sí mismo- es
a su vez un instrumento intermediario para la obtención de ciertos estímulos materiales
o sociales que constituyen un segundo refuerzo. Estos han de ser de valor para
el sujeto, preferiblemente con diversas opciones o alternativas de elección, de
acuerdo con sus preferencias, méritos y esfuerzos, lo cual resulta altamente terapéutico.
El uso de fichas, vales, tarjetas de crédito, monedas, representan el instrumento
del refuerzo: permisos a domicilio, prendas de vestir y artículos de uso personal
en una tienda, boletos para espectáculos culturales o deportivos, golosinas, excursiones,
privilegios de visita o alimentación, extensión de pases, etc.
Refranes
y folklore.
Por
ser portadores de esencias los refranes, aforismos, proverbios y máximas
provenientes del folklore, acceden en forma privilegiada al hemisferio cerebral
no dominante, más cercano a los afectos, las vivencias y la síntesis esencial
que el "frío", "lógico" y más atenido a lo literal,
hemisferio dominante.
De
ahí que su utilización oportuna en el diálogo psicoterapéutico alumbre el entendimiento
con esencias útiles a la situación específica que se esté valorando.
Por
ello es recomendable beber en sus fuentes, a tono con la sabiduría que acumulan
la tradición y la cultura de los pueblos. Trabaja la dimensión semántica de la terapia.
Regresión
hipnótica.
Mediante
sugestión, el paciente es llevado a revivir recuerdos olvidados de su más
temprana infancia -incluso de etapas preverbales del desarrollo personal, según
se plantea por sus propugnadores- tras lo cual se maneja el material recogido
con el paciente, dentro o fuera del trance hipnótico. Hay autores que afirman
obtener "regresión a vidas pasadas" y utilizan el material así
acopiado para la terapia, pero considero esto sale de la jurisdicción
científica para caer en el campo de la superstición y de las construcciones
sugestivas (lo cual puede tener efecto terapéutico si se esclarece y maneja con
el paciente como imaginería proyectiva, cual un test de TAT y no como
posibilidad real, ya que en este último
caso, por implicar necesariamente un acto de fe, tiene implicaciones
éticas y científicas inapropiadas, por caer en el campo de lo especulativo y,
por tanto, en el terreno ideológico). Cualquier terapeuta tiene derecho, en lo
personal, a sostener las creencias espíritas que desee, pero a mi juicio viola
la ética cuando induce al paciente, de forma desautorizada y atenido a su rol
de portavoz de una terapia científica, abusando del poder terapéutico que nos
confiere la profesión, a creer en la reencarnación del espíritu, sugestionado
ante la falsa demostración que su experiencia hipnótica le induce a creer, lo
cual constituye una modalidad especulativa de adoctrinamiento religioso y abuso
de poder, ajeno al Juramento Hipocrático.
Regresión
parcial estructurada.
Variedad
de regresión hipnótica en la cual, luego de anclar en el paciente sentimientos
de seguridad y confianza, se le induce a memorizar en sus diversos detalles la
vivencia traumática original. En esta aparecían disociados componentes
esenciales de la experiencia que no pudieron ser integrados en el recuerdo y
que, utilizando las claves de acceso a los sentimientos anclados de seguridad y
autoconfianza, se pueden integrar ahora en la experiencia total. Esto puede
eliminar los síntomas fóbicos asociados, cuando este recurso es acompañado por
un "puenteado" hacia el futuro.
Relacionar.
Establecer
o destacar nexos entre contenidos, hechos, situaciones, vivencias, conductas.
Establecer asociación entre síntomas y contextos, entre estados de ánimo y
contenidos de pensamiento. Todos estos son, entre otros, modos de trabajar
condicionamientos y proyectar luz sobre el sentido y significado de diversos
fenómenos de interés para la terapia. La técnica del ABC de Albert Ellis y
la terapia cognitiva de Aaron Beck, descansan en relacionar las ideas
irracionales con sus consecuencias afectivas y conductuales.
Relajación.
Vivencia
sensorial y emocional de tranquilidad o quietud que se experimenta cuando por
autoconcentración o heterosugestión el paciente logra aflojar sus músculos
significativamente, obteniendo una sensación de peso, calor y placidez de
probado beneficio fisiológico y psicológico para la prevención y el tratamiento
del distrés, la ansiedad y numerosos trastornos de los antiguamente llamados psicosomáticos.
Reorientación
e integración cognitiva.
Partiendo
del reconocimiento de la importancia de la subjetividad en la experiencia
humana, de las consecuencias emocionales de las creencias irracionales y de la
unicidad del fenómeno psicológico, este recurso va encaminado a modificar la
percepción y valoración que se tiene de la realidad, como consecuencia de
dichas suposiciones e ideas erráticas, como vimos al referirnos al recurso de relacionar.
Estas creencias y vivencias que no se corresponden con la realidad misma, así
como los pensamientos automáticos que les están asociados, son modificados
mediante esfuerzos didácticos, cognitivos y conductuales específicos para ello.
Al lograr un cambio de percepción acerca de los eventos significativos que le
conciernen y de la forma en que de acuerdo a ello se deben afrontar, el
paciente está en mejores condiciones de encaminar su conducta y superar sus
crisis. La conciencia y la actitud pueden reorientar su brújula.
Responsabilizar.
Por
motivos similares a los del esclarecimiento, responsabilizar -por ejemplo- a un
adolescente reticente con el devenir de su terapia, o a un miembro de una
familia en cura con una conducta que se quiere propiciar, puede tener importancia
terapéutica. Consiste en comprometer con tareas, delegar autoridad o solicitar
protagonismo en un momento significativo del tratamiento. También, en una
transacción en la cual el terapeuta intermedia, este puede dejar definido el compromiso
que contrae cada parte, esclareciendo el nivel de responsabilidad que corresponde
a cada cual, haciendo sentir que el resultado depende precisamente de ellos.
Promueve el desarrollo, la independencia, el compromiso y la maduración.
Responsabilizar
a las partes.
No
se debe confundir con el anterior. Consiste en hablar directamente a los
procesos inconscientes mediante sugestión, y tratar con las "partes"
en conflicto del sujeto, cual con alter-egos internos, buscando transacciones y
responsabilizando específicamente a estas con aspectos parciales del
comportamiento futuro del paciente. Es un recurso coadyuvante en el proceso de
reencuadre que propugna la PNL y que, evidentemente, descansa en provocar estados
disociados de conciencia con fines terapéuticos de corte sugestivo.
Respuestas
sustitutas.
Mediante
la indicación de conductas alternativas, se intenta desviar la atención e
interrumpir la respuesta sintomática. Así, ante la avidez por beber se hacen
ejercicios, se visitan amigos, se busca distracción u ocupación en actividades
sustitutivas que alejen del tóxico.
Resto
irresuelto (pars pro toto).
Al
valorar las dificultades que presenta un paciente o una familia, el terapeuta
identificará las esenciales y concentrará su acción sobre ellas, sin intentar
abarcarlas a todas. La práctica ha demostrado que, al ser resueltos los
problemas básicos, el paciente o la familia están en condiciones de resolver
los restantes por sí mismos, y es frecuente que por la interconexión interna
entre ellos, por el aprendizaje implícito, gracias a los procesos de
generalización, la mayoría de estos desaparezcan por sí solos. Este recurso es
particularmente válido en terapia breve. Se corresponde con lo que en gerencia
científica se conoce como "Principio de Pareto".
Retiro
espiritual.
Con
fines de meditación, descanso, de "purificación espiritual" (por
ejemplo, la meditación trascendental), asociado al aprendizaje de ejercicios yoga,
a la participación en grupos de encuentro u otro tipo de ejercicios afines,
en grupos de autoayuda o experiencias de matiz similar, se puede estimular en
los pacientes el buscar por sí mismos la armonía interior, sobre la base de los
recursos que proveen la cultura, la religión, la filosofía y la psicología,
siempre de acuerdo con su ideología y con las diversas ofertas asistenciales o
sociales existentes, lo que puede coadyuvar a su recuperación.
Rituales.
Para
crear hábitos convenientes, para dar oportunidad a la acción, salida a la
ansiedad, o como expresión de intención paradójica -en terapia familiar sobre
todo-, se pueden indicar acciones ceremoniales más o menos complejas, asociadas
con la realización de determinadas actividades, o en situaciones específicas.
Así
puede orientarse, por ejemplo, que cada miembro de la familia bese en la mejilla
a los restantes miembros del núcleo presentes cada vez que entre o salga del
hogar; que se sienten juntos cada tarde a comer y hagan 10 minutos de
sobremesa, conversando sobre tópicos del día; o que todos participen en la
preparación y confección de la cena familiar dominical.
Sensaciones
físicas.
Tan
temprano como desde el nacimiento mismo, el contacto piel con piel y las
caricias constituyen comprobado factor de intercambio y desarrollo emocional.
Constituyen la base del "apego". La utilización de maniobras como
tomar la mano de una paciente viejecita, sentar a un niño en las rodillas, dar una
palmada afectuosa en el hombro de un adolescente al despedirle, pueden alcanzar
importante connotación terapéutica. La estimulación sensorial al niño autista,
la focalización sensorial en terapia sexual, la biorretroalimentación
en la terapia antiestrés, son ejemplos particulares de la utilización
sistemática de este tipo de recursos.
Señalamiento.
Observación
atinada, en oportunidad adecuada, que focaliza la atención del paciente en una
conducta suya o en una situación significativa en que está involucrado, y que puede
relacionarse con su problema.
Silencio.
Como
forma de comunicación el silencio puede tener múltiples significados, los
cuales podemos identificar de acuerdo con la actitud y el contexto en que se
enmarque. Saber controlar nuestro propio silencio y el del paciente o la familia,
alcanza un valor importante en la terapia. En particular, manejar el valor emocional
del silencio como fuente de tensión y ansiedad en la sesión puede permitirnos el
control de la comunicación y la eclosión o la ruptura de las defensas del paciente,
para su análisis ulterior. En un silencio tenso, habitualmente el que lo rompe
cede el control a su interlocutor. Bien manejado, en el momento apropiado, un
silencio prolongado permite el crecimiento en marea montante de la angustia neurótica,
llegando en ocasiones a romper las defensas y favorecer la catarsis.
Mientras
más inseguro es el sujeto, más incómodo y presionado se suele sentir en situaciones
tensionantes de silencio.
Silla
vacía.
Recurso
propio de la llamada terapia de duelo mediante el cual el terapeuta,
utilizando un asiento vacío, pone al paciente deprimido a conversar con la
persona fallecida o ausente, supuestamente sentada en dicha silla, de la cual escuchará
(por su propia boca, de la del terapeuta o de la de un familiar allegado que se
sienta en ella en representación del ausente) lo que esta persona tiene que decirle,
habitualmente en relación con sus sentimientos de culpa, las actitudes asumidas
o las formulaciones inspirativas que las circunstancias demanden. El diálogo imaginario,
en el cual el terapeuta puede fungir como intermediario, permite ventilar sentimientos
de gran carga afectiva y, por su elevado poder sugestivo y su efecto catártico,
puede alcanzar un importante efecto terapéutico. Se utiliza la técnica también
para dirimir dificultades con familiares u otras personas ausentes, entre otras
posibilidades.
Subrayado.
Remarcar
algo que se ha dicho o ha sucedido para dar fe de su importancia y facilitar
que el paciente pueda focalizar su atención en ello y profundizar sobre el
particular, de ser procedente.
Sugestión.
Empleo
profesional de la influencia activa de la personalidad, la voluntad y las
formulaciones sutiles y reiterativas del terapeuta sobre el estado emocional y
el contenido psíquico del paciente, quien asume subliminalmente dicha influencia
como voluntad propia, en forma pasiva y sin someterla a la crítica consciente.
A
través de ella se eliminan y modifican síntomas o se incide en el estado de ánimo,
las valoraciones, el comportamiento y las eventuales decisiones del paciente.
Modalidades
terapéuticas como la hipnosis, la sugestión vigil, el narcoanálisis,
la ensoñación vigil y la semivigilia dirigida, utilizan este
recurso como instrumento primordial. La programación neurolingüística hace
también uso de ella. La autosugestión es una modalidad en la que se
enseña al paciente a influir sugestivamente sobre sí mismo, a través de la
reiteración sistemática de determinada formulación mental que se convenia
oportunamente con él.
Tareas.
Procedente
de la terapia conductual, este recurso se ha generalizado y se emplea en los
más variados contextos conceptuales, siendo común su uso en mi terapia. Como su
nombre indica, consiste en definir con el sujeto acciones o responsabilidades que
debe cumplir entre sesiones, expresadas en conducta concreta y medible, dando
al paciente oportunidad de ejercer un rol activo en la cura y posibilitando el feed
back, con criterio skinneriano. Es importante la participación consciente y
protagónica del sujeto en la formulación de su tarea. En la terapia grupal y en
la familiar, todo el grupo debe contribuir al diseño de estos comportamientos, mientras
que el terapeuta tiene un rol de propulsor, coordinador, reformulador y
delimitador de las tareas a cumplir.
Técnica
del experimento.
Se
le pide al paciente que haga un experimento para comprobar la certeza o no de
un pensamiento negativo, instándole a llevar a la práctica la conducta temida
de acuerdo a ese pensamiento, en circunstancias en que se tiene un aceptable
grado de certeza de que tendrá éxito. Así, a un paciente derrotista que piensa
van a negarle una solicitud a la que tiene derecho, se le indica solicite lo
que requiere -de una forma asertiva modelada por el terapeuta- y se discute
luego con él o ella los resultados.
Técnica
de la encuesta.
Se
pide al paciente hacer una encuesta entre personas afines para comprobar si sus
ideas irracionales se corresponden con las opiniones y la experiencia de los
demás sobre el particular.
Técnica
del doble parámetro.
Ante
un problema que el paciente está manejando de forma inadecuada, se le orienta
aconsejarse en voz alta como lo haría con su mejor amigo si estuviese en una
situación semejante, en un verdadero juego de roles consigo mismo. Conviene
repetirlo.
Técnicas
de diversión.
En
sentido amplio, están dadas por la indicación de actividades recreativas,
culturales, deportivas, de intercambio amistoso, lúdicras, filantrópicas, etc.,
al efecto de contrarrestar el estrés, lo que representa un importante recurso
psicoterapéutico, lo cual es, realmente. ludoterapia. La risa, por ejemplo,
cumple una función restauradora no solo sobre la psiquis; está comprobado su
efecto benéfico sobre el metabolismo, las defensas biológicas, la sexualidad y
el estrés. En su acepción más concreta, consiste en mantener al paciente
concentrado en actividades que le distraigan y separen de su preocupación
principal, tal vez insoluble o de la que se requiere descansar o manejar de
otro modo.
Técnicas
de distracción.
Modalidad
del recurso anterior mediante el cual personas ansiosas y preocupadas se pueden
distraer de las situaciones desagradables con pensamientos o fantasías que
impliquen una actividad mental absorbente, que les lleve hasta el cansancio; o
con un recurso auxiliar como puede ser apretar repetidamente una pelota de
goma, hacer girar un lápiz en forma mantenida, contar números mentalmente, etc.
Hábitos perniciosos como fumar o comerse las uñas surgen muchas veces por un
mecanismo espontáneo afín.
Técnica
de repetición.
Tomado
de la llamada terapia de sector, el terapeuta repite sistemáticamente la
última palabra, la última frase o las muletillas que utiliza el paciente, para
facilitar el flujo de sus asociaciones mentales y, por ende, de su comunicación.
La persona no suele percatarse de que, con ello, el terapeuta lo va conduciendo
en la ventilación de un tema, induciéndole a comunicar. Otra acepción es
indicar al paciente repetir una formulación verbal o una tarea relacionada con
su terapia una y otra vez, al objeto de reforzar su asimilación consciente y su
puesta en práctica de acuerdo con el contrato establecido.
Tema
del día.
Muy
útil en las terapias grupales, este recurso se emplea en todas las terapias de insight,
las evocativas, racionales, etc. Viene dado, como su nombre indica, por
focalizar la sesión en el análisis de un tema determinado. Sirve de punto de
partida para la aplicación de otros recursos en consonancia con la técnica que
se esté aplicando.
Puede
tratarse, en terapia grupal, del análisis del "caso del día", la
ventilación de un asunto que el terapeuta considera procedente, el debate
acerca de un tema que quedó pendiente o se expuso previamente, entre otras
muchas posibilidades. Cuando se utiliza, se trata en lo posible de mantener
durante la sesión el análisis dentro del marco de este contenido, con la
finalidad de aprovechar sus potencialidades al máximo posible.
Trance.
Estado
modificado de la conciencia que se induce mediante sugestión profunda para,
tras vencer las resistencias del sujeto y lograr su cooperación pasiva, provocar
cambios inmediatos o mediatos en su actividad mental. Al trance se llega
logrando acceso a parámetros de la experiencia de los cuales la persona no es consciente.
En él, la crítica racional queda inhibida y el terapeuta comunica directamente con
la actividad psíquica inconsciente del paciente, o "conciencia
modificada", que discurre bajo su influencia, quedando abierta a órdenes
sugestivas que no le sean egodistónicas.
Transacción.
Aunque
se han otorgado otras acepciones al término, llamamos así cuando el terapeuta
promueve que el paciente modifique algo de su conducta, puntos de vista o
sentimientos a cambio de:
- la
modificación del comportamiento de otros,
- de
una intermediación que el terapeuta se compromete a realizar con un tercero significativo,
o
- de
gratificaciones sustitutivas que se le hace comprender al interesado pueden responder
de modo semejante a sus necesidades.
En
terapia familiar o de pareja, un miembro cede en un comportamiento o punto de
vista a cambio de que otro u otros operen una modificación equivalente a su favor.
El recurso descrito de este modo no tiene nada que ver con la terapia transaccional
de Eric Berne (1976), que descansa en conceptos y procederes diferentes
al expuesto.
Transición.
En
la conducción de la entrevista el terapeuta obtiene información guiando dentro
de ciertos límites la temática que aborda el paciente, facilitando la exposición,
encauzando el tema o cambiándolo de acuerdo con las conveniencias de la
terapia. Procura mantener el control de lo que se va tratando, pasando
sutilmente de un aspecto a otro dentro de un mismo tema, provocando el cambio a
otro que se le relaciona o a uno que nada tiene que ver con aquel. En
consecuencia con ello, las transiciones pueden ser suaves, moderadas o bruscas,
de acuerdo con la forma en que encaucen la comunicación (imperceptiblemente, de
modo claro pero sin brusquedad o de manera abrupta y contrastante).
Transpolación.
Consiste
en sacar de su contexto un tema, una conclusión, una acción, una actitud o una
situación, y aplicarla a otro con el que se quiere contrastar, o a cuyo radio
de acción se pretende extender -por la relación interna que guardan- en interés
de la terapia. Pretende aprovechar la capacidad de generalización del paciente
en su propio beneficio.
Universalización.
Al
comprobar el paciente que otras personas tienen problemas o sentimientos
similares al suyo, por un mecanismo de generalización, suele sentir alivio a
sus tensiones y la tendencia a compartir con estos su pena e intercambiar con
ellos acerca de su situación y posibles soluciones. Esto es aprovechado por el
terapeuta como un recurso inductivo, habitual en técnicas grupales, propiciando
tal tipo de experiencias beneficiosas a la catarsis, el análisis y la
socialización.
Validación
consensual.
Hacer
que el sujeto perciba cómo lo ven. Validar sus opiniones con el consenso
interpersonal. Conocerse a sí mismo y la congruencia de su percepción del
mundo, a través del feedback que representa para el sujeto la percepción
de los demás. Este es un recurso imprescindible en las diversas modalidades de
la terapia de actitudes.
Ventilación.
Análisis de un problema importante para el paciente que permite, de una parte,
el desahogo emocional y, de otra, el esclarecimiento de un tema significativo,
por su contenido, para el curso de la psicoterapia.
Ventilación
de sentimientos.
El
terapeuta va "traduciendo" al lenguaje de las emociones lo que el
paciente dice o hace directamente en la sesión, en particular sus opiniones; es
decir, va inquiriendo sistemáticamente y señalando lo que el sujeto siente tras
lo que va expresando o haciendo, con lo que va enriqueciendo progresivamente el
nivel de percepción del sujeto acerca de las emociones que está experimentando,
develando así, progresivamente, la dinámica afectiva presente tras la temática
que se analiza. Este proceder facilita el hacer temática la dinámica y va
preparando al paciente para interpretaciones posteriores al respecto.
Videotareas.
Se
filma la sesión y se editan partes de ella para discutirlas con el paciente o
la familia en una sesión posterior. También se les puede prestar la cinta para
que vuelvan sobre ella en su hogar y puedan verse a solas, luego de discutido algún
asunto que conviene objetivar de ese modo (útil cuando hay evidencias que no se
quiere reconocer). Favorece la experiencia emocional correctiva. Se emplea también
para discutir con los interesados determinadas sesiones de grupo o de familia.
Visualización.
A
través de una inducción hipnótica superficial, se lleva al paciente a imaginar
vívidamente, con participación progresiva de sus cinco sentidos, escenas
creativas llenas de fantasía -apoyándose si es posible en recuerdos positivos del
sujeto-, las cuales le son presentadas secuencialmente. Estas imágenes sensoriales
inducidas influyen, en virtud de la correlación psicofísica, sobre sus reacciones
fisiológicas, favoreciendo la expansión sensorial, la relajación, la activación
de facultades latentes y, con ello, la corrección de ciertas vivencias, estados
o conductas sintomáticas, incluyendo numerosas manifestaciones
fisiopatológicas.
Working
through.
Término
psicoanalítico que describe el proceso psicoterapéutico entre las sesiones,
consistente en que lo analizado y procesado en la entrevista sigue
"trabajando" inconscientemente en el sujeto, prospectivamente -en el
sueño y durante la vigilia-, de modo que aprendizaje y toma de conciencia
pueden hacerse patentes de forma espontánea en el medio ambiente del sujeto, a
la vez que este "trabajar por cuenta propia en relación con lo
tratado" va preparando al paciente para análisis posteriores. Pudiera
compararse al downtime en el procesamiento de la información, de acuerdo
con la jerga de la computación. Se comporta más como un mecanismo de la terapia
que como un recurso técnico, en el sentido estricto de la palabra. El terapeuta
puede también orientar el trabajar conscientemente entre sesiones determinados
asuntos, a modo de "tareas por cuenta propia".
Fuente :
Clavijo, A. (2002). Crisis, familia y psicoterapia. Cuba: Ciencias Médicas.
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