Prof. Rubén Iduriaga
ASPECTOS GENERALES DE LA EVALUACIÓN DEL
LENGUAJE
La palabra evaluación se emplea con múltiples significados, lo cual
establece que es un término muy utilizado, incluso en aquellas ocasiones que
debería utilizarse el término "medición".
Evaluar implica un procedimiento intencionado, funcional, sistemático,
continuo e integral, destinado a obtener informaciones sobre los diversos
aspectos. En síntesis, la evaluación es un proceso en sí mismo, mientras que la
medición es el acto de un proceso.
En su más amplio sentido, señala D'Agostino, G. (1991), el término de
evaluación, con independencia del campo en que se aplica, se vincula
estrechamente con el hecho de juzgar el valor de algo: características de las
personas, procesos, cosas, fenómenos, sistemas, ideas, situaciones, otros, y de
atribuirle o negarle grados de mérito y de calidad.
De lo anterior, se desprende que la evaluación se realiza mediante una
variedad de pasos: establecimiento del procedimiento de evaluación,
determinación de la técnica de medición, valoración de instrumentos y
respuestas, para finalmente establecer opciones y tomar decisiones.
Evaluación Logopédica.
Según Ana María Gotzens (2000), "La evaluación del lenguaje de un
sujeto puede realizarse en diferentes momentos y con el fin de cubrir
diferentes objetivos".
De acuerdo con Acosta y Moreno (1999), los profesionales que se ocupan
de la intervención en el lenguaje, han venido trabajando en situaciones
descontextualizadas, donde las estructuras lingüísticas han sido enseñadas sin
tener en cuenta muchos aspectos relacionados con su contenido y uso. Se ha
dedicado demasiado tiempo a pasar test o a recopilar datos sin tener en cuenta
los contextos naturales donde se manifiesta el lenguaje. Por ello, cada día se
hace más necesario recoger datos en situaciones ecológicas, donde se pueda
observar y registrar el sistema lingüístico en su totalidad.
Para realizar una correcta evaluación del lenguaje es básico un buen
nivel profesional y capacidad de comunicación. Aunque aquí interesa el
conocimiento en profundidad del lenguaje, esta evaluación debe hacerse en el
marco de una visión global del niño (sujeto), teniendo en cuenta los aspectos
psicopedagógicos y sociofamiliares de éste, pues el lenguaje, por importante
que sea, es un componente más entre otros muchos, y sería un error analizarlo
en forma aislada.
Por todo esto se puede afirmar que es indispensable dentro de la
evaluación logopédica, contemplar al niño (a) y el lenguaje en su totalidad;
para tomar las decisiones más ajustadas a las necesidades del mismo.
Sea cual sea el objetivo, la evaluación del lenguaje es un proceso
dinámico que exige una continua formulación de hipótesis y su posterior
verificación. Según, Gotzens (2000), para llevar a cabo con éxito esta misión
se requieren diversas habilidades y conocimientos, entre los que cita:
Equilibrio entre extensión y brevedad. La evaluación del lenguaje no
debe ser excesivamente larga en el tiempo ni exhaustiva respecto a todos y cada
uno de los elementos lingüísticos. Lo cual exige elegir los elementos
fundamentales, los más significantes tanto para el diagnóstico diferencial como
para el futuro enfoque reeducativo.
Poseer un buen conocimiento del desarrollo del lenguaje.
Considerar todos los diferentes instrumentos y formas de evaluación.
Generalmente, se utiliza la observación, el registro y análisis de producciones
verbales, las pruebas y los test. Es altamente recomendable disponer de una
grabación en vídeo.
Evaluar además, tanto la expresión como la comprensión. Lo cual no es
una tarea fácil.
Tener conocimiento amplio de la clasificación y del contenido de las
diferentes patologías del habla y del lenguaje, así como de sus posibles
etiologías.
Crear un clima de confianza, de relajación de deseo de expresarse y
comunicarse por parte del sujeto.
Aspectos a considerar dentro de la evaluación logopédica:
Entrevista familiar: la cual nos permitirá conocer la historia personal
del niño (sujeto) y debe ser complementada con la entrevista al propio niño.
Debe contemplar áreas medicobiológicas y de salud, aspectos psicológicos y de
tipo educativo.
Evaluación de la etapa preverbal: es básico recordar que existe un
período preverbal en que el adulto y el niño van construyendo un entramado, de
forma interactiva, que permite una serie de pasos encaminados a que un día el
niño comprenda el significado de las palabras y un poco después se exprese
mediante éstas.
Evaluación de la fonética y la fonología: en la evaluación de la
pronunciación, se persigue un objetivo fundamental; conocer la ley o leyes que
rigen la forma de hablar del sujeto. Debemos llegar a conocer cómo articula,
cuándo y por qué lo hace así. De tal forma se podría distinguir entre posibles
dislalias fonéticas y/o fonológicas.
Lo anterior lo refuerzan Acosta y Moreno (1999), cuando citan:
"Durante los últimos años, la discusión principal sobre el contenido de la
evaluación fonológica se ha polarizado en dos aproximaciones: la fonética y la
fonológica. Sin embargo, esta dualidad debe quedar hoy superada, integrando en
el proceso de evaluación tanto el análisis fonético como el fonológico".
Evaluación de la morfología: se recurre aquí al registro y análisis de
muestras de lenguaje espontáneo (conversación, descripción y narración).
Evaluación de la sintaxis: se pueden utilizar producciones verbales del
propio niño (sujeto).
Evaluación de la semántica: para tal comprobación se pueden realizar
frases dichas por el logopeda, en las que el niño descubra y analice el error.
Evaluación de la comunicación: este aspecto debe valorarse desde el
primer momento y a lo largo de las sesiones de evaluación. Es de especial
interés observar qué recursos extralingüísticos utiliza el niño para hacerse
entender.
Otros aspectos que deben observarse son el lenguaje corporal, la
expresión facial y la corporal. Conceptos de espacio y tiempo, lenguaje
escrito, sistemas alternativos o aumentativos de la comunicación.
La meta global de la evaluación será, descubrir tanto las competencias
como las dificultades más importantes que tiene el niño para expresar y
entender el contenido de su lengua.
Puyuelo (2000), sostiene que la evaluación y el diagnóstico de los
problemas del lenguaje han registrado una evolución significativa. La
evaluación del lenguaje no es la aplicación de unas pruebas más o menos
elaboradas, sino sobre todo una actitud de búsqueda por parte de un
profesional. El "especialista en lenguaje", además de administrar las
pruebas, debe saber situar los resultados con relación al contexto y a los
aspectos particulares de cada caso para:
- Decidir si hay o no problema (alteración) de lenguaje.
- Valorar si este problema afecta a todos los componentes del lenguaje
o sólo a algunos de ellos.
- Estudiar la significación que tiene este trastorno con relación a una
persona en concreto, con una historia personal y educativa determinadas.
- Valorar la necesidad de llevar a cabo la intervención del lenguaje.
- Pronosticar y diagnosticar el caso.
- Decidir en qué aspectos se basará la intervención.
- Considerar los interrogantes pendientes y tenerlos en cuenta en el
proceso posterior.
Existen nuevos enfoques filosóficos y teóricos que sustentan la
evaluación del lenguaje, desde otra perspectiva, especialmente se destaca:
Nuevos modelos teóricos en relación con la adquisición del lenguaje (en
el niño) y nuevos modelos en relación con la evaluación del lenguaje en niños y
adultos.
Importancia del medio físico, social, cultural e histórico en relación
con el lenguaje del individuo.
Importancia en la atención temprana en niños, pero también en adultos,
incluyendo todo el ciclo vital y de manera especial el deterioro del lenguaje
en la tercera edad.
La formación especializada y el reciclaje del evaluador es muy
importante, en especial el conocimiento de la evolución del lenguaje normal y
de las diferentes técnicas de evaluación.
La evaluación no depende tanto, como en épocas anteriores, de la
valoración subjetiva del clínico, sino de todo un proceso en el que se combina
la entrevista, la observación, la administración de pruebas, la evaluación
continuada, el pronóstico y la necesidad de que todo ello sirva para elaborar
un plan de intervención adaptado a la persona.
Finalmente se considera de un gran valor sustancial, llevar a cabo una
evaluación completa del lenguaje; con miras a tomar decisiones y acciones
correctas, para conseguir el éxito de la intervención terapéutica.
La
evaluación del lenguaje en Educación Infantil
1)
Introducción
La maduración o la simple experiencia de la lengua oral no hacen que el
niño con dificultades sea capaz de llegar a su conocimiento de forma espontánea
y, por lo tanto, se desarrolle de forma correcta.
Cuando tenemos entre nosotros a un niño con dificultades del lenguaje,
lo primero que debemos plantearnos es cuál es la causa que origina dicha
dificultad. Para ello, debemos realizar una exploración del lenguaje en el que
se deben observar los distintos aspectos de la expresión y de la comprensión.
Ambos aspectos del lenguaje nos darán una idea de si el niño es capaz
de entender y no expresarse o viceversa. También tendremos conocimiento del
número de vocablos que tiene para su edad.
Esta exploración debe realizarse de forma espontánea, para ver su
lenguaje en su medio natural, y también de forma dirigida, para poder comprobar
si las dificultades están en no saber, no ser capaz o no reconocer. Tener en
cuenta los motivos por los que se explora el lenguaje de una persona nos
facilitará las respuestas a preguntas como ¿por qué evaluar el lenguaje? ¿Qué
baterías, protocolos, tests, etc. podremos utilizar? ¿Qué dificultades se
pueden plantear en el proceso de evaluación?
2)
El concepto de evaluación
La evaluación es un medio mediante el cual se pretende investigar acerca
de una actividad, y que sirve para conocer cómo se está realizando, cuánto de
efectiva es o si es comprendida.
La evaluación no supone un fin en sí misma, pues se realiza con un
propósito específico, para encontrar una información. Debemos considerarla como
una herramienta de trabajo, y si los resultados adquiridos no se emplean, la
actividad carece de sentido. Debe ser efectuada por distintas personas,
dependiendo de los objetivos que nos planteemos. Podemos hablar de evaluaciones
a pequeña o a gran escala. A la hora de realizarla hay una gran variedad de
técnicas que podemos aplicar, tales como diarios, observaciones de clases,
exámenes, experimentos, estudio de casos, entrevistas, etc.
La técnica escogida dependerá del proyecto y del contexto que queramos
evaluar. Para ello, debemos preguntarnos ¿quién va a realizar la evaluación?
¿Quién usará los resultados obtenidos? o ¿Cuál es el fin de la propia
evaluación? La respuesta a estas preguntas nos indicará quién y para qué
evaluamos y cómo aplicar y usar los datos obtenidos.
Por lo tanto, antes de comenzar cualquier tipo de exploración del
lenguaje, debemos tener presente el propio proceso de la evaluación, con sus
correspondientes preguntas: ¿Qué? ¿Cómo? y ¿Cuándo? Por otra parte, existen
diversas metodologías de exploración, que van desde protocolos y baterías
estándar hasta un análisis espontáneo del lenguaje. El evaluador deberá buscar
la manera más adecuada y que le proporcione el mayor número de datos posibles
en las áreas a explorar, lo que nos facilitará una visión más completa del
sujeto.
Lo primero que debemos hacer es analizar el propio lenguaje. Para ello,
es necesario establecer un primer trato con el sujeto a evaluar. En esta toma
de contacto debe procurar tener un ambiente acogedor donde se encuentre cómodo,
seguro y sin tensión; no puede sentirse evaluado ni examinado, pues eso
falsificaría muchos datos de la evaluación, aunque sí debe saber qué se espera
de él y lo que va a hacer.
A la hora de evaluar, se deben tener en cuenta una serie de criterios
esenciales para que el sujeto se sienta tranquilo:
• Debemos emplear el idioma materno, para que sea capaz de emplear su
vocabulario sin pensar en traducciones de lenguas o que el uso de un idioma mal
empleado o poco practicado nos engañe en la evaluación; es decir, si es gallego
parlante debemos realizar las pruebas en gallego y no en español, así mismo
deberemos establecer la comunicación en
lengua de signos, si es sordo y no está oralizado.
• Los ítems deben ser expuestos de manera que no discriminen, en caso
de una discapacidad o de diferencias raciales o culturales.
• Los especialistas que evalúan deben conocer el test de antemano para
saber cómo dar las pruebas que van a utilizar. Éstas deben darse de acuerdo a
las instrucciones que vienen en el manual, así como controlando los tiempos de
respuestas si así lo exigiera.
• Los resultados de la evaluación serán empleados para saber si se
presenta alguna discapacidad, retardo, alteración, etc., y para determinar qué
clase de programa educativo necesitaría. Estas decisiones no deberían aplicarse
basándose en una sola prueba, sino en un conjunto de ellas que nos darían una
información más amplia y completa sobre el estado del paciente.
Los motivos de por qué debemos evaluar deben estar claros desde un
primer momento. Así mismo, debemos conocer qué se pretende averiguar con esta
evaluación y el objetivo que se va a plantear tras ella.
Si estamos evaluando el lenguaje en un paciente, bien sea un niño o un
adulto, es necesario que tengamos en cuenta una serie de conceptos previos que
inciden de forma directa en el lenguaje; no podemos quedarnos sólo en su habla,
sino en toda su comunicación y en su deseo de trasmitir al exterior sus
vivencias.
3)
LAS ESTRATEGIAS DE EVALUACIÓN
Una buena exploración del lenguaje debe ser completa y, para ello,
recogerá desde el habla espontánea del sujeto hasta su lenguaje dirigido
pasando, a ser posible, por la lectura y la escritura.
Para ello, es fundamental que el especialista tenga una grabadora donde
pueda recoger todos los datos que más tarde analizará sin el sujeto para poder
ajustarlos a las impresiones del momento. Se recogerán principalmente aquellos
datos del lenguaje oral que se nos escapan a lo largo de la evaluación, pues es
necesario que observemos los comportamientos, las actitudes, las reacciones,
los gestos, etc.
La primera etapa de evaluación tratará de comparar el estado actual de
las conductas verbales que normalmente debería presentar según su edad, para lo
que aplicaremos las tablas de normalidad de evolución del lenguaje y las
compararemos con los aprendizajes adquiridos hasta el momento.
Podemos encontrarnos con:
• Regresiones: (retorno al lenguaje de etapas anteriores).
Se dan en el lenguaje del bebé y, generalmente, están acompañadas de
otras manifestaciones. Para poder evaluarlas hay que conocer el carácter lineal
del desarrollo del lenguaje, ya que por sí solas las regresiones no pueden
considerarse como patológicas, pues para conocer el carácter grave o leve es
necesario evaluar las circunstancias en las que se producen, la actitud del
paciente, la influencia del medio y si es de tipo transitorio o permanente.
• Retrasos:
Son más difíciles de determinar, pues en el diagnóstico se debe tener
en cuenta el proceso evolutivo de cada alumno, para poder plantearse si se da o
no retraso. Decíamos, en ocasiones anteriores, que es necesario respetar los
ritmos de aprendizajes; pues bien, si el sujeto va adquiriendo el lenguaje, evolucionando
todos los aspectos del mismo, aunque este proceso evolutivo se vaya adquiriendo
por debajo de su edad correspondiente, debemos reconocer sólo un retardo en la
evolución y no una deficiencia.
• Trastornos adquiridos:
Nos indican que existe una situación patológica de fondo que nos impide
seguir evolucionando en el lenguaje. Puede ser debido a un shock, a un traumatismo
emocional, a una situación de duelo, por celos, etc., situaciones que llegan a
provocar una parada en el desarrollo del niño y que, hasta la superación del
“trauma” le impiden avanzar en el lenguaje.
No podemos olvidarnos de las variables extralingüísticas (sociales,
afectivas, culturales, etc.) que también deben tenerse en cuenta a la hora de
valorar un problema, ya que cualquier trastorno del lenguaje no existe nunca de
forma aislada, sino en relación con el desarrollo psicológico.
4)
LOS COMPONENTES BÁSICOS DEL
LENGUAJE A EVALUAR
Según Bloom y Lahey, toda evaluación debe centrarse en los componentes básicos
del lenguaje:
i)
LA FORMA:
Se encarga de la fonología, la morfología y la sintaxis. A través de
ella evaluamos los siguientes aspectos:
·
La evaluación fonológica:
A través de la cual
podemos ver la capacidad de articulación de los distintos fonemas.
Para ello podemos
emplear “tarjetas” con dibujos familiares, en las que el nombre de estos objetos suponga la articulación
de los fonemas que deseamos explorar.
Se podrán pasar de dos formas:
- Que el paciente
nombre de forma espontánea lo que ve.
- De manera
semidirigida, diciéndole el nombre y haciendo que él repita.
De todas formas, es
importante buscar el espontáneo para que los datos no estén falseados a través de la repetición
que el niño realice de las palabras que les vamos
diciendo. Los fonemas deberán aparecer en las distintas posiciones (inicial, media y final), y deberemos ir
grabando las respuestas para analizarlas posteriormente.
Las causas más comunes
de los defectos de articulación serían:
• La colocación
incorrecta de la lengua.
• La debilidad del
soplo y la absorción motivados por una hipotonía o una hipertonía labial.
• La rigidez muscular
que nos impide una mala oclusión y apertura mandibular.
• La falta de
movilidad en el velo del paladar y la dificultad de la lengua para vibrar.
• Los problemas
emocionales de adaptación.
• Dificultades en la
atención y la concentración.
• Alteraciones en la
memoria auditiva.
• La mala
discriminación del modo y del punto de articulación.
• La dificultad en el
ritmo.
·
La evaluación morfológica:
Estudia la estructura interna de la palabra-morfema y cómo podemos crear
palabras nuevas. También está relacionada con la concordancia entre los
distintos elementos de la oración.
·
La evaluación de la sintaxis:
Se refiere a la estructura de la frase durante la comunicación. Este
ámbito está relacionado directamente con el pensamiento.
Se utilizan dos tipos de lenguaje:
• El formal:
El que se ocupa de la estructura de la frase.
• El informal:
Que se ocupa de la estructura de contraste o del habla más coloquial. Podemos
considerar válidos ambos tipos, aunque sólo el primero se considera correcto
según la normativa del lenguaje. Una evaluación correcta en el área sintáctica
debe observar:
• La utilización del género y el número.
• Las secuenciaciones espacio-temporales (láminas de secuencias de orden
lógico-temporal).
• Ser capaz de clasificar según atributos (expresar las diferencias
entre objetos parecidos).
• El uso de palabras de enlace, conjunciones, preposiciones y
pronombres.
• El empleo de los verbos y sus tiempos, presente, pasado y futuro.
• El empleo de determinantes, posesivos y artículos.
• La aplicación del comparativo y el superlativo.
• Alargar los argumentos o las frases incompletas.
• El uso: Nos proporciona las pautas necesarias de información sobre el
habla espontánea.
La evaluación del habla espontánea puede realizarse utilizando desde el
diálogo hasta la conversación dirigida: la descripción de dibujos, la narración
de cuentos, las charlas sobre situaciones, etc. Con ello podemos obtener una
valiosa información acerca de:
- El nivel afectivo-social y personal.
- La autoestima del sujeto.
- Su nivel de maduración.
- La situación familiar.
- El empleo de la gramática en el habla.
- La fluidez verbal.
ii)
EL CONTENIDO:
Trata sobre el significado y la semántica. Se explican los procesos
necesarios a través de los cuales se produce la evolución de los significados
de una lengua: la especialización semántica y la polisemia. Gracias a este
aprendizaje el lenguaje del niño pasa de lo abstracto a lo general y, de ahí, a
lo concreto y específico. De este modo:
• La especialización semántica:
Supone un proceso de restricción del que ya hemos hablado en las unidades
didácticas anteriores. Si en un principio la palabra nene o queco (muñe-co) se
emplea en diferentes situaciones, poco a poco, irá restringiendo su uso hasta
emplearlo en el contexto adecuado, igual que al lenguaje adulto.
• La polisemia:
Es el uso de una palabra en varios contextos. El niño aprende los
distintos significados de la misma palabra y los coloca en sus contextos, lo que
le ayuda a pasar del lenguaje de carácter figurativo a las metáforas o refranes,
que guardan un mensaje implícito.
Para iniciar una evaluación, podemos llevar a cabo distintas
estrategias o esquemas de planteamientos muy diferentes. Propondré aquí un
ejemplo de esquema evaluativo:
- Lo primero que debemos hacer es conocer el nivel general de
desarrollo del niño a través de la lectura de sus anteriores informes de
evaluación, las pruebas de especialistas y las observaciones directas. Ahora
debemos plantearnos los interrogantes sobre la conducta lingüística y profundizar
en el problema, dirigiéndonos a los padres, los profesores y el propio sujeto,
para obtener la mayor cantidad de información posible.
- A raíz de los datos obtenidos se confeccionará un programa individual
de corrección.
- Las revisiones serán periódicas y abiertas.
- Es importante realizar informes de seguimiento para ver la evolución.
- Se hará una evaluación del proceso evaluativo general.
Por último, hay dos aspectos esenciales que debemos evaluar para
obtener un informe más completo y, sobre todo, para descartar otro tipo de
patología o deficiencia.
• La suficiencia respiratoria:
• De la capacidad
pulmonar:
Es necesario medir y anotar el perímetro torácico del niño, antes y después
de las fases de inspiración-espiración, comparando los resultados con dos
tablas:
• La tabla de Dally: Perímetro
torácico normal = la mitad de la altura del niño más dos.
• La tabla de
Baratoux: Diferencias entre inspiración-espiración, mínima de 1 a 3 cm.; máxima
de 6 a 9 cm.
Pasaremos la prueba Rosenthal, basada en al suficiencia nasal. Consiste
en hacer inspirar al niño 20 veces por las dos fosas nasales de forma
individual; primero sólo por la fosa izquierda, y luego por la derecha.
Cualquier fallo sin justificación previa (resfriado, etc.) aconseja remitirlo
al otorrino.
Utilizaremos la prueba del hinchado del globo para detectar la
suficiencia bucal, el paciente muerde la boquilla, y se va anotando el número
de soplidos, para posteriormente comparar con el cuadro:
Niños de 3-4 años: 5-8 soplidos.
Niños de 5 años: 4-7 soplidos.
Niños de 6 años: 3-5 soplidos.
Niños de 7 años: 2-4 soplidos.
Mediante esta prueba se intenta detectar algún tipo de rinolalia; esto
es, pérdida de aire por la nariz, que puede ser lateral, frontal, etc.
• La evaluación de la audición:
- Distinguir sonidos sin ver los objetos que los producen.
- Distinguir la intensidad, los más fuertes de los más débiles o
flojos.
- Imitación de sonidos: animales, coche, moto, reloj, etc.
- Asociación de significados y significantes sonoros: palmadas, risas,
tos, llanto, martillazo, etc.
- Discriminación de fonemas.
Es importante tener en cuenta las variables que pueden afectar a los resultados
dentro de cualquier sistema de evaluación:
- El lugar de la prueba.
- La tarea en sí misma.
- El propio sujeto a evaluar
En los resultados finales de la evaluación, sería conveniente añadir
cómo han podido influir las variables anteriormente nombradas. Además, podemos
añadir la familiaridad y el sentirse cómodo ante la situación de evaluación,
pues toda esta información facilita el proceso. Por ello, es importante
intentar conocer al sujeto antes de la evaluación, los datos sobre la conducta,
las relaciones, el lenguaje, el juego, etc., que anteriormente hemos preguntado
en la entrevista a la familia, la información facilitada por el centro escolar,
si lo hubiera, y cualquier otra persona que le conozca, serán determinantes.
Finalmente, otra variable importante a añadir tiene que ver con el
momento del día en el que realizamos la evaluación. Debemos procurar no interrumpir
las tareas que le están resultando agradables, pues sólo conseguiremos que disminuya
su colaboración en el proceso evaluador.
5)
INSTRUMENTOS, MATERIAL Y TÉCNICAS
Actualmente podemos encontrar en el mercado una gran variedad de tests y
baterías que se suelen aplicar para la evaluación del lenguaje. Realmente la dificultad
no radica en escoger uno de ellos, sino en aplicar los criterios necesarios que
nos ayuden a esta elección. Así, deberemos responder a ¿qué quiero evaluar?, ¿a
qué edad voy a evaluar? y ¿es una prueba colectiva o individual? Una vez que
somos capaces de diferenciar qué necesitamos, podemos buscar en el mercado
instrumentos como:
·
Los tests estandarizados:
Las
pruebas verbales:
- Escalas Wechsler Wuoosu (de 4 a 6 años aproximadamente).
- Wisc (de 5 a 16 aproximadamente) y Wais (de13 a 65 años
aproximadamente).
- Escala McCarthy de aptitudes y psicomotricidad para niños (MSCA) (desde
los 3,6 hasta los 8,6 años aproximadamente).
- La hoja de registro del test fonológico de Laura Bosch.
- El registro fonológico inducido de Marc Monfort.
- El T.S.A, test para la evaluación de la morfosintaxis en el niño, la comprensión
morfológica y la comprensión sintáctica.
- Prueba de integración gramatical del I.T.P.A
- El test de Peabody.
- El vocabulario básico de Rosa Sensat.
- La Prueba de comprensión oral del test de Mehn de M. Nieto.
- El test de Boston para afasias.
- El PLON: prueba del lenguaje de Navarra.
Las
pruebas no verbales:
- La escala de madurez mental de Columbia (CMMS) (desde los 3,6 hasta
los 9,11 años).
- El test de matrices progresivas de Raven: especial - color (desde los
5 a los 11 años), en forma de tablero (para personas con necesidades especiales:
paralíticos cerebrales, deficientes mentales, etc.) y general (de 12 a 65
años).
- El protocolo de ritmo de Mira Stamback y la prueba de C. Bruno /M. Brusi,
para evaluar la recepción del lenguaje.
Los materiales empleados por el especialista van desde la normalidad
del papel y el lápiz hasta la tecnología avanzada del ordenador, en el que
podemos hacer una grabación completa de audio y video de la exploración, sin
necesidad de ser tan rebuscados.
Lo que sí es básico para poder evaluar el lenguaje es la presencia de
una grabadora para, a posteriori, realizar un trabajo de “escucha fina” donde
poder transcribir la sesión.
El empleo de láminas de lenguaje, puzzles, cuentos, etc. irá en función
del profesional y de sus recursos.
Es importante la necesidad de recalcar aquí la colaboración y la
desviación a otros profesionales como pueden ser el otorrino, el oftalmólogo,
el psicólogo, el neurólogo, etc., en caso de necesidad, ya que es el médico el
que, muchas veces, nos puede dar la causa de unos resultados que a priori son
patológicos y de los cuales, en observación, no logramos deducir esa patología.
El proceso evaluativo debe ser de carácter dinámico y multidimensional
y debe tener como objetivo conocer la capacidad de adquisición de las
habilidades lingüísticas, así como el nivel de comprensión y de expresión del
lenguaje de un individuo, a fin de establecer unas estrategias de intervención
lo más reales y ajustadas posibles a las necesidades.
Una exploración debe tener en cuenta los factores directos e indirectos
que influyen durante el proceso, el clima de la estancia, la disponibilidad del
sujeto, su estado de ánimo y la hora de pase de la prueba.
Para llevar a cabo esta exploración, debemos realizar dos partes
esenciales:
• La entrevista:
Es una técnica de evaluación donde se habla tranquilamente con el niño o
adulto que va a ser explorado preguntándole su datos personales en los diferentes
aspectos de su vida, familia, historia prenatal, perinatal, desarrollo evolutivo,
salud, alimentación, desarrollo motor, desarrollo del lenguaje, historia
psicosocial, sueño, juegos, hábitos, escolaridad, etc.
Posteriormente, se mantendrá una conversación trascendental para ver
cómo se expresa el paciente y así romper el hielo. Esta conversación se
recogerá en la grabación para ser analizada a posteriori. Durante la entrevista
se le puede explicar en qué consiste la evaluación, para que sepa lo que va
hacer.
Según la técnica que empleemos la entrevista puede ser: dirigida o
semidirigida si el paciente es de pocas palabras, tímido, nervioso, etc.; y
libre o abierta dependiendo de si es capaz de mantener por sí mismo una
conversación cualquiera o debemos dejar preguntas abiertas para que pueda
hablar; también dependerá del contexto en dónde se desarrolle y que puede ser escolar,
del ámbito de la salud o un gabinete.
Si estamos ante un niño pequeño la entrevista inicial de datos nos la
darán sus padres.
Iremos manteniendo la conversación con el niño según su nivel de
lenguaje y su capacidad de diálogo. Para ello nos podemos ayudar del juego, ya que
en este medio el niño se siente cómodo y dejará “volar” su lenguaje libremente.
El juego nos aporta mucha información; así, debemos observar: la elección de
los juegos y los juguetes que utiliza, cómo se acerca a ellos, la
instrumentación que realiza, la modalidad del juego, si personifica o adjudica
roles, cómo es la motricidad fina y gruesa, su capacidad simbólica y el
lenguaje expresivo.
• Los tests estandarizados:
Los test o pruebas estándar determinarán los niveles lingüísticos en
todos los campos que queremos observar. Primeramente debemos pasar un test de
capacidades intelectuales generales, para poder ver si su coeficiente
intelectual es acorde con su edad cronológica. En éste se evalúa tanto las
capacidades verbales como las manipulativas. La relación de ambas nos indica su
CI y su relación con la edad. Escogeremos del mercado una batería acorde con lo
que podemos y queremos evaluar.
Mencionábamos anteriormente la importancia que tiene el lugar en el que
se realiza la exploración. Es importante que sea un lugar tranquilo, en el que
se favorezca el sentirse bien para realizar las pruebas y que no incite a las
prisas.
Es fundamental establecer y respetar los turnos de respuestas, incluso
en aquellas pruebas que por su ejecución se realizan con cronómetro; nunca es una
carrera contra el crono, sino que sólo se mide el tiempo que se tarda en su
realización.
Por lo general, las pruebas suelen ser largas e incluso llegan a cansar
al participante; así, en caso de que sea necesario se dividirá la sesión de
evolución en dos sesiones, realizadas en distintos días y en un horario
similar, para evitar falsear los datos por cansancio.
La observación es otra de las mejores técnicas para poder detectar los problemas
comunicativos y lingüísticos, pues nos permite evaluar dentro de un contexto
natural, prescindiendo de crear situaciones artificiales. A la hora del
registro de la observación será preferible un modelo de tipo descriptivo frente
al numérico.
No podemos olvidar la aplicación de otras técnicas, como pueden ser:
- Los registros anecdóticos.
- Las muestras de lenguaje espontáneo.
- Las escalas de desarrollo.
- Los tests de lenguaje.
BIBLIOGRAFÍA
Acosta, V. y Moreno, A. Mª. (1999).
Dificultades del lenguaje en ambientes educativos. Barcelona, España. Editorial
Masson, S.A.
Barzote, A. y Retana, C. (s.f.) ¿Qué aprenden
los niños cuando aprenden a hablar? Desarrollo lingüístico y cognitivo en los
primeros años. Editorial: AIQUE.
Berko, J. y Bernstein, N. (1999).
Psicolinguística. España. Editorial McGraw-Hill. Interamericana de España, S.A.
Dockrell, J. y Mc. Shine J. (1997).
Dificultades de aprendizaje en la infancia. Un enfoque cognitivo. Barcelona,
España. Editorial Paidós.
Escoriza, J. (1999). Dificultades de
aprendizaje e intervención psicopedagógica. Barcelona, España. Editorial de la
Universidad de Barcelona.
Greene, J. (1980). Psicolinguística: Chomsky y
la psicología. México. Editorial Trillas.
Monfort, M. y Otro. (2002). El niño que habla.
Madrid: General Pardiños.
Monfort, M. y Juárez, A. (1987). El niño que
habla. El lenguaje oral en preescolar. Madrid. Editorial: CEPE.
Puyuelo, M. (2003). Manual de Desarrollo y
Alteraciones del Lenguaje. Barcelona: Editorial MASSON.
Santiuste, V. y Beltrán, J. (1998). Dificultades de Aprendizaje.
Madrid, España.
MODELO DE ENTREVISTA SEMIESTRUCTURADA
1. Datos
identificativos.
2. Motivo de consulta.
- Visión del
problema.
- Posibles
causas
- Momentos
temporales
3.
Datos del desarrollo general.
-
Embarazo, parto
-
Problemas de alimentación y/o sueño
-
Inicio de anda
-
Control de esfínteres.
4.
Datos del desarrollo del lenguaje.
-
Balbuceo
-
Primeras palabras al año, año y medio, dos años.
-
Circunstancias de uso del habla (en casa, con qué personas,..)
-
Intención comunicativa
- Uso
de frases (complejidad)
-
Comprensión de órdenes
-
Errores de articulación
-
Audición
5. Datos médicos relevantes.
6. Información de la familia.
-
Edades y cursos de hermanos
- Tipo
de lengua utilizada
- Otros
personas que interactúen con el niño (abuelos, cuidadores (idioma), …)
-
Aspectos socio-culturales
7. Historia educativa.
- Edad
inicio escolarización (Infantil o primaria)
-
Cursos repetidos
-
Mejores y peores áreas
- Apoyo
escolar. De que tipo. Antes y actual
-
Opinión de tutores, psicólogos, psicopedagogos, profesores de apoyo,…
8. Aspectos relevantes de conducta.
-
Conducta general actual (hiperactiva, retraída, llamadas de atención,
agresiones, orden de actuación, …)
-
Contextos de conducta distorsionada (si
hubiera)
9.
Cierre.
- Primera aproximación al problema
- Indicaciones para la intervención
-
Pruebas de evaluación posterior
No hay comentarios:
Publicar un comentario