Generalmente
pensamos que la enfermedad del corazón está relacionada solamente con la
actividad física: la falta de ejercicio, una dieta inadecuada, fumar y beber en
exceso.
Aunque estos
hábitos aumentan el riesgo de tener presión alta, ataques al corazón,
apoplejías y otros problemas cardiovasculares; los pensamientos,
actitudes, y emociones son igual de importantes ya que no sólo pueden acelerar
el comienzo de la enfermedad del corazón, sino que también interfieren en la
adopción de pasos positivos para mejorar su salud o la de un ser querido.
La enfermedad
no es únicamente dolor y la salud no es únicamente ausencia de enfermedad.
Salud y
enfermedad son un proceso complejo de adaptación en el que confluyen factores
biológicos, psicológicos y sociales que se integran en una persona. Justamente
esta mirada amplia que contempla la salud como un concepto de múltiples
facetas, sitúa a las emociones en un lugar central en los se debe entender hoy
en día como salud.
Un estilo de vida saludable puede ayudarle a evitar o reducir el riesgo de padecer una enfermedad del corazón. Y mucho más lo ayudará a manejar una condición diagnosticada, aún si usted está en un mayor riesgo debido a factores que no controlamos como la edad, género, o historial familiar.
Sin embargo
hacer cambios en nuestra vida cotidiana no siempre es fácil.
Podemos
experimentar una pérdida de control sobre nosotros mismos al tener que dejar de
consumir nuestros alimentos favoritos, hacer espacio para ejercicios dentro de
una vida sedentaria y llena de “otras” obligaciones, o tomar un medicamento regularmente.
Se vuelve necesario construir una disciplina personal e insertar estos nuevos
hábitos dentro de nuestro estilo de vida.
Pero, la
enfermedad del corazón tiene muchas otras facetas que debemos considerar.
El estrés
prolongado debido a presiones en el hogar, el trabajo o proveniente de otras
fuentes puede contribuir a un aumento anormal de la presión sanguínea y a otros
problemas arteriales circulatorios. Al igual que con otras enfermedades, los
efectos varían de persona a persona. Algunas personas utilizan el estrés como
motivador mientras que otros “explotan” ante el más mínimo problema.
La forma en
que manejamos el estrés y la hostilidad también influye en la forma que nuestro
corazón responde.
Nuestro cuerpo
comienza a deteriorarse. Si se asocia esta predisposición emocional con los
manos hábitos como el tabaquismo y la mala alimentación, que muchas veces o
casi siempre establece con nuestras emociones un círculo vicioso difícil de
cortar, estamos en serio riesgo de desarrollar una enfermedad cardíaca. En
algunos casos, nos es diagnosticada “a tiempo”, en otros nos enteramos de ella
con el infarto.
Entonces viene
la depresión, el sentimiento persistente de tristeza y desesperación que puede
aislarnos del resto del mundo. Esta condición puede no solamente aumentar su
riesgo de enfermarse del corazón, sino también empeorar una condición
existente.
La depresión
puede también complicar la recuperación de un ataque al corazón, o de un
procedimiento agresivo como una cirugía de corazón abierto (by-pass). El golpe
de enfrentar la muerte tan de cerca se añade al prospecto de una larga
recuperación, al igual que el miedo a que otro evento, potencialmente más
serio, pudiera ocurrir sin aviso. El resultado es muchas veces sentimientos de
depresión, ansiedad, aislamiento y una autoestima disminuida.
Y, desde el
caso más leve al más complejo, la adopción de un nuevo estilo de vida se vuelve
estrictamente necesario.
Como dijimos
antes, no es tarea fácil. Muchas veces el miedo nos da un impulso inicial que
se reduce con el tiempo y es muy fácil regresar a nuestros viejos hábitos,
otras veces la depresión nos impide valorar la vida y no vemos la real
importancia de hacer estos cambios o fracasamos por “falta de voluntad”.
También
nuestros seres queridos, en especial los familiares directos, pareja, hijos,
caen en la desesperación y no saben cómo manejarse con este nuevo tema.
En todos estos
casos que venimos relatando la Psicocardiología tiene mucho para
decir y para hacer. Desde la información básica necesaria que ahuyenta
fantasmas y miedos “falsos” hasta el cambio de hábitos nocivos para la salud de
nuestro corazón, El acompañamiento de las personas en su “salida” del infarto,
en la preparación para una cirugía cardíaca, y en el proceso de rehabilitación
que lleva varias etapas y requiere una permanente motivación para no desviarnos
y adherir correctamente al tratamiento.
Para eso
investigamos los mecanismos de desarrollo de las principales enfermedades
cardíacas, la enfermedad coronaria y la insuficiencia, las arritmias, para
ayudar a prevenirlas mejorando la comunicación para que llegue antes que la
enfermedad y podamos adoptar una vida cardiosaludable que reduzca los riesgos.
Y para ayudar a salir del problema ya presentado a lo largo de un profundo
proceso de cambio.
Estamos juntos
en esto médicos, psicólogos y psiquiatras con nuestras investigaciones
teóricas, con nuestra práctica clínica y con la experiencia que día a día nos
aportan los mal llamados “pacientes”, las personas que afectadas por estas
patologías trabajan para modificar su estilo de vida revirtiendo un proceso de
enfermedad en un proceso de salud.
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