miércoles, 30 de octubre de 2013

La teoría del afrontamiento del estrés de Lazarus y los moldes cognitivos

La teoría del afrontamiento del estrés de Lazarus y los moldes cognitivos

María del Mar de Vera Estévez
Alumna del Curso de Doctorado
Enriquecimiento Intelectual y Socioafectivo
Módulo II: Moldes Cognitivos y Bienestar Subjetivo

El objetivo de este artículo es sintetizar  y reflexionar sobre algunas ideas de la teoría de del afrontamiento del estrés de Lazarus y los moldes cognitivo afectivos, expuesto por Pedro Hernández especialmente en su libro “Los Moldes de la Mente: Más allá de la Inteligencia Emocional” (2002).
¿Qué es lo que diferencia a los moldes mentales de P. Hernández de las estrategias de afrontamiento de Lazarus?
En principio hay que decir que difícilmente las estrategias de estrés predicen el rendimiento  en matemáticas,  el éxito en ajedrez, la felicidad personal o la adaptación social como hacen los moldes mentales, según distintas investigaciones llevadas a cabo por P. Hernández y su equipo (Hernández, 2002).
El estrés en Lazarus
Lazarus y Folkman (1986) definen el concepto de ESTRÉS refiriéndose a las interrelaciones que se producen entre la persona y su contexto, en el que está inserto. El estrés se produce cuando la persona valora lo que sucede como algo que supera los recursos con los que cuenta y pone en peligro su bienestar personal. Por medio se encuentra la evaluación cognitiva que realiza el sujeto; pero además, tiene en cuenta el elemento emocional que conlleva esta situación.
Más adelante, este autor nos aporta un nuevo concepto, el AFRONTAMIENTO DEL ESTRÉS. Lo que plantea Lazarus es que ante situaciones estresantes, las personas despliegan unos “esfuerzos cognitivos y conductuales cambiantes que se desarrollan para manejar las demandas específicas externas y/o internas que son evaluadas como excedentes o desbordantes de los recursos del individuo” (Lazarus y Folkman, 1986, p.164). Estos mecanismos de afrontamiento, a la vez que sirven para manipular el problema en sí, son esenciales para regular las respuestas emocionales que pueden aparecer ante circunstancias estresantes.
Según el autor, cada persona tiene una manera determinada de afrontar el estrés. Son muchos los factores que pueden llegar a determinar los mecanismos de afrontamiento. Por un lado, puede estar influenciado por recursos relacionados con el estado de salud o con la energía física con la que se cuenta; pero también entran en juego otros factores como las creencias existenciales que se tengan, religiosas o no; las creencias generales relativas al control que podemos ejercer sobre el medio y sobre nosotros mismos;  el aspecto motivacional también puede favorecer el afrontamiento, así como las capacidades para la resolución de problemas o las habilidades sociales; además, Lazarus añade el apoyo social y los recursos materiales como otros factores que hay que tener presentes (Lazarus y Folkman, 1986).
Estilos y estrategias de afrontamiento
Pero, ¿cómo se concreta el afrontamiento del estrés? Cuando hablamos de afrontamiento del estrés podríamos referirnos tanto a los estilos como a las estrategias de afrontamiento, aunque éstos no son conceptos equiparables. Por una parte, están los estilos de afrontamiento, que son las predisposiciones personales para hacer frente a las situaciones siendo los responsables de las preferencias individuales en el uso de uno u otros tipos de extrategias de afrontamiento, así como de su estabilidad temporal y situacional. En cambio, el término de estrategias de afrontamiento hace alusión a los procesos concretos que se utilizan en cada contexto y que pueden ser altamente cambiantes dependiendo de las condiciones que se den en cada momento.
Para hacernos una idea más cercana, podemos decir que los estilos de afrontamiento serían, siguiendo a Fernández-Abascal, según el método utilizado, estilos activo, pasivo y de evitación; según la focalización, estilos de focalización en la respuesta, en el problema o en la emoción; y según la actividad, estilos centrados en la actividad cognitiva o en la actividad conductual.
A la hora de especificar las estrategias de afrontamiento, debemos acercarnos a las diferentes investigaciones realizadas en este campo, ya que dichas estrategias van a variar dependiendo de las escalas utilizadas en dichas investigaciones y de los resultados encontrados.
Escalas e inventarios
Fernández-Abascal, en 1997, realizó un exhaustivo estudio de diversas escalas e inventarios de estrategias de afrontamiento o de coping, donde concluyó y unificó en la Escala de Estilos y Estrategias de Afrontamiento los estilos y estrategias más importantes y que se recogían, como ya he comentado, en los trabajos de diferentes autores. Estas 18 estrategias de coping son: reevaluación positiva, reacción depresiva, negación, planificación, conformismo, desconexión cognitiva, desarrollo personal, control emocional, distanciamiento, supresión de actividades distractoras, refrenar el afrontamento, evitar el afrontamiento, resolver el problema, apoyo social al problema, desconexión comportamental, expresión emocional, apoyo social emocional y respuesta paliativa. (Martín, Jiménez y Fernández-Abascal).
Otro ejemplo es la Escala de Estrategias de Coping que Sandín y Chorot realizaron en 1991. Este cuestionario está formado por nueve subescalas, de seis ítems cada una, que explican el modo en que las personas manejan el estrés. En ella encontramos las siguientes estrategias de afrontamiento: focalización en la situación o problemas, autofocalización negativa, autocontrol, reestructuración cognitiva, expresión emocional abierta, evitación, búsqueda de apoyo social, apoyo en la religión y búsqueda de apoyo profesional. (Mochales y Gutiérrez).
Los Moldes Mentales
A partir de aquí debemos pararnos a vislumbrar la relación entre esta teoría del afrontamiento de estrés y los moldes de la mente. Recordemos primero que Pedro Hernández (2002) define los MOLDES COGNITIVOS como “estrategias habituales y peculiares que cada persona muestra en el modo de enfocar, de reaccionar o de interpretar la realidad en situaciones de egoimplicación” (pp. 104-105).
Lo que esta definición nos sugiere es que, en primer lugar, en ambos casos se ponen en juego estrategias enfocadas a manejar la realidad y las situaciones que en ella se dan. Además, como segundo elemento, existe una evaluación cognitiva, pero también una evaluación afectiva. Este elemento evaluativo tiene matices diferentes según hablemos de moldes o de estrategias de coping.
En cuanto a los moldes, es básicamente una evaluación más cognitiva-afectiva; a diferencia de la evaluación de las estrategias que, aunque también tienen un componente afectivo, es mayoritariamente conductual. La realidad, sean situaciones de estrés o no, genera en las personas diferentes emociones. Si en concreto son estresantes, la evaluación cognitiva llevará aparejada una serie de emociones determinadas, ya sean de amenaza, de miedo, de preocupación,... La manera de enfrentarnos a esas situaciones (de utilizar unas estrategias de afrontamiento determinadas) estará en estrecha vinculación con dicha evaluación.
Pero estas estrategias de adaptación, de interpretación, de enfrentamiento con la realidad , en particular, con las situaciones de estrés, no siempre se realizan de la manera más adecuada, ya que por medio pueden estar interfiriendo, según Lazarus, estrategias de afrontamiento inadecuadas para solucionar los problemas y alcanzar el bienestar personal.
Estrategias de coping y moldes cognitivos no son conceptos a utilizar indistintamente, aunque puedan estar relacionados. Cuando hablamos de moldes mentales no sólo nos referimos a situaciones estresantes. Los moldes, a diferencia de las estrategias de afrontamiento del estrés, se usan en todos los momentos de la vida, independientemente de que sean situaciones negativas o positivas, podríamos caracterizarlos como genéricos.
Pero además, los moldes deben tener consistencia en las maneras de interpretar las situaciones de las personas a lo largo del tiempo, y la estrategia no tiene por qué seguir este patrón de estabilidad, puede ser más variable, según nos influyan diferentes elementos; aún cuando Lazarus también usa un sistema temporal en la elaboración del inventario de estrategias.
Podríamos decir, entonces, que los moldes cognitivos serían un recurso esencial para afrontar el estrés. Pero recordemos que sólo serán buenas estrategias si los moldes que se usan son los adecuados. Precisamente, un molde cognitivo inapropiado se puede convertir en una barrera para afrontar con éxito situaciones estresantes.
O lo que es lo mismo, los moldes cognitivos van más allá de las estrategias de coping, ya que pueden ser generadoras o atenuadoras del estrés; lo entenderíamos como un potencial interno que va a estar influenciando nuestra manera de ser y de relacionarnos. A su vez, el molde modela la estrategia de afrontamiento, por lo cual, podríamos afirmar que dicha estrategia está apoyada o fundamentada en el propio molde.
Ilustración entre estrategia de coping y molde mental
Veamos el siguiente ejemplo:
Fermín es un chico que está implicado en muchísimos proyectos personales y profesionales. Acaba de abrir su propio negocio, un ciber-café, al que debe dedicar muchas horas si quiere mantenerse en este campo. Pero además tiene planificado acabar este año la carrera, está terminando Informática, ya sólo le quedan cinco asignaturas. Su grupo de música, del que forma parte hace muchos años, ha conseguido por fin meterse en los bares de música en vivo de su ciudad, pero esto también le acarrea muchos más compromisos, pues ya han firmado su primer contrato para tocar en directo todos los fines de semana.
Fermín ha llegado a una situación, según él, “desesperante”, se siente muy agobiado y estresado, no puede con todo.
Situación Estresante: La historia de Fermín (moldes y estrategias situacionales)
Molde Inadecuado
Evaluación Selectiva NegativaFermín siente que  no puede disfrutar del tiempo de ocio con sus amigos, ni con su pareja; tendrá que dejar de lado muchas cosas que le gusta hacer, a pesar de que éste es el sueño de su vida.Ésta es una reacción habitual que suele tener ante las situaciones que vive a diario.
Molde Adecuado
Transformación rentabilizadoraA pesar del esfuerzo que le va a suponer, piensa en sacarle el mayor partido a esta nueva situación, dándole la vuelta a los problemas que puedan surgir y disfrutando mucho de todo el proceso y de las nuevas experiencias. Ésta es una reacción habitual que suele tener ante la situaciones que vive a diario.
Estrategia Inadecuada
Evitación: Ha decidido no dedicarle mucho tiempo a pensar en cómo solucionar esta situación concreta que está viviendo. No tocar el tema quizás le venga bien para no sentirse tan mal. Esta decisión afecta sólo a este problema, pero si es habitual, estamos ante un molde deOblicuidad cognitiva
Estrategia Adecuado
Precisión y supervisiónSe ha sentado a hacer una lista con todo lo que tiene que hacer, dedicando un tiempo específico a cada tarea y dejando tiempo libre para su descanso y ocio. Lo ha dejado por escrito y en un sitio visible para que le ayude a superar este momento de una manera más cómoda para él. Esta decisión afecta sólo a este problema, pero si es habitual, estamos ante un molde de Precisión y supervisión:
Como vemos, son diferentes las maneras en que podemos enfrentarnos a los problemas, a las situaciones que nos generan estrés. Moldes y estrategias nos permitirán dicho afrontamiento de una manera más o menos adecuada, según nos situemos en un polo más positivo o más negativo. Pero siempre teniendo en cuenta que el alcance de los moldes de la mente supera al de las estrategias de coping, pues los primeros suponen un posicionamiento ante la vida en general y no sólo ante un problema en particular.
Conclusión
Las estrategias que utilicemos para afrontar el estrés son definitivas para su superación y para nuestro bienestar. Ahora bien, esas estrategias están mediatizadas por nuestros moldes mentales habituales. Es más, la generación de mayor o menor número de situaciones estresantes está influenciada por cuales sea nuestros molde cognitivo-afectivos, que vienen a ser como un conjunto de estrategias o hábitos mentales perteneciente a la inteligencia emocional.
Referencias Bibliográficas
·          Hernández Hernández, P. (2002): Los moldes de la mente. Más allá de la inteligencia. La Laguna: Tafor Publicaciones.
·          Lazarus, R. y Folkman, S. (1986): Estrés y procesos cognitivos. Barcelona: Ediciones Martínez Roca.
·          Martín, M.J. ; Jiménez, M.P. y Fernández Abascal, E.: Estudio sobre la escala de estilos y estrategias de afrontamiento (E3A). Revista Electrónica de Motivación y Emoción. Vol 3, Nº 4. Extraído el 10 de marzo, 2005, dehttp://reme.uji.es/articulos/agarce4960806100/texto/html
·          Mochales, S. y Gutiérrez, M: Estrategias de afrontamiento del estrés en un grupo de personas en proceso de reinserción social. Extraído el 10 de marzo, 2005, de http://www.cop.es/colegiados/ca00088/pag10.htm


domingo, 20 de octubre de 2013

UNIDAD DE TRASTORNOS SOMATOMORFOS: EL MODELO ZARAGOZA


Autores:
  • Javier García-Campayo.
  • Concepción Sanz Carrillo.

No sabemos qué es el cuerpo,
todavía menos cómo funciona la mente,
pero, por encima de todo,
jamás concebiremos cómo están unidos cuerpo y mente.

Pascal, Pensamientos


LA PERCEPCIÓN DE LOS SÍNTOMAS SOMATICOS EN EL SER HUMANO.
La experimentación de síntomas somáticos es un suceso muy habitual en el ser humano. De hecho, los estudios sobre el tema, demuestran que el 75% de los adultos sanos padecen algún tipo de dolor o malestar en el plazo de una semana (1). Es decir, la condición normal en el hombre es experimentar síntomas somáticos y eso no constituye ninguna enfermedad psiquiátrica. Sólo debe hablarse de somatización, y catalogarse como un problema médico, cuando el individuo atribuye estas molestias a una enfermedad orgánica y busca un diagnóstico y un tratamiento médico de forma persistente, pese a las reafirmaciones de los médicos en el sentido de que no padece ninguna enfermedad física grave que esté produciendo los síntomas.

CONCEPTO DE TRASTORNO SOMATOMORFO.
Los trastornos somatomorfos, según la cuarta versión del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la Asociación Psiquiátrica Americana (2), constituye un grupo de enfermedades psioquiátricas que están caracterizadas porque el paciente presenta síntomas corporales que sugieren un trastorno físico. Sin embargo, no existe ninguna causa orgánica demostrable o mecanismo fisiopatológico conocido que los explique completamente. Por otra parte, existe una presunción razonable de que dichos síntomas están asociados a factores psicológicos o al estrés.
La categoría de los trastornos somatomorfos se creó en 1980 y su validez conceptual ha sido muy discutida. El principal argumento a favor es su incuestionable utilidad clínica. Sin embargo, existen una serie de dificultades nosológicas no resueltas que son las siguientes:
1.- COMORBILIDAD EN EL EJE I: La comorbilidad en el Eje I de los trastornos somatomorfos es muy elevada. Por ejemplo, en el caso del trastorno por somatización, nuestro grupo encontró en población española comorbilidad en el 85% de estos pacientes (3), con predominio de trastornos depresivos y de ansiedad, como se refleja en la Tabla I.
Tabla I. COMORBILIDAD PSIQUIATRICA DSM-III-R DEL TRASTORNO POR SOMATIZACION EN POBLACION ESPAÑOLA (3).
Diagnóstico psiquiátrico asociado
Porcentaje
Distimia
40%
Trastorno de ansiedad generalizada
25.7%
Trastorno por angustia
22.8%
Abuso de analgésicos
20%
Agorafobia
17.1%
Depresión mayor
5.7%
Depresión no especificada
5.7%
Otros
14.2%

2.- COMORBILIDAD EN EL EJE II: También la comorbilidad psiquiátrica en el Eje II de los trastornos somatomorfos es muy elevada, sobrepasando el 50% en la mayoría de las categorías de esta sección, como resumimos en la Tabla II. Este hecho, ha conducido a algunos autores a recomendar su inclusión dentro de este eje porque consideran que los trastornos somatomorfos, más que un trastorno psiquiátrico, constituyen una alteración de la personalidad del individuo (4).

Tabla II. COMORBILIDAD EN EL EJE II DE LOS TRASTORNOS SOMATOMORFOS.
Trastorno
Prevalencia
Trastorno de somatización
72% (5)
Hipocondriasis
63% (6)
Dolor crónico
59% (7)
Trastorno dismórfico corporal
65% (8)

3.- CRITERIOS DIAGNOSTICOS DIFERENTES EN DISTINTAS CLASIFICACIONES PSIQUIATRICAS: Existen importantes diferencias entre la CIE-10 (7) y el DSM al describir el grupo de los trastornos somatomorfos, como resumimos en la Tabla III. La principal consecuencia de este hecho, es que los índice de concordancia cuando comparamos los trastornos somatomorfos, como por ejemplo el trastorno por somatización, diagnosticado con la CIE-10 y con el DSM-IV, son tan bajos (kappa=0.53) que impide comparar estudios de investigación en los que se hayan utilizado ambos criterios (10).

Tabla III. CLASIFICACION DE LOS TRASTORNOS SOMATOMORFOS EN LA CIE-10 Y EN EL DSM-IV CON SUS CORRESPONDENCIAS RELATIVAS.
CIE-10
DSM-IV
F 45.0 Trastorno por somatización.
Trastorno por somatización.
F 45.1 Trastorno somatomorfo indiferenciado.
Trastorno somatomorfo indiferenciado.
F 45.2 Trastorno hipocondríaco.
Hipocondría.
F 45.3 Disfunción vegetativa somatomorfa
Incluida en el T. S. indiferenciado
F 45.4 Trastorno por dolor somatomorfo.
Trastorno por dolor.
F 45.8 Otros trastornos somatomorfos.
No existe.
F 45.9 trastorno somatomorfo sin especificar.
Trastorno somatomorfo no especificado.
Incluido en F 44. Trastorno disociativo.
Trastorno por conversión.
Incluído en F 45.2 Hipocondría.
Trastorno dismórfico corporal.
Las principales diferencias entre las dos clasificaciones son:
  1. Los trastornos conversivos se incluyen dentro de los trastornos somatomorfos en el DSM-IV pero la CIE-10 prefiere agruparlo junto a los trastornos disociativos porque, de esta forma, conserva el nicho conceptual de la histeria clásica.
  2. La CIE-10 incluye una categoría denominada trastorno vegetativa somatomorfoque no existe en el DSM-IV y que habría que encuadrarlo dentro del trastorno somatomorfo indiferenciado.
  3. La CIE-10 no otorga categoría conceptual distintiva al trastorno dismórfico corporal y lo considera un subtipo de hipocondría, mientras que para la DSM constituye una entidad distinta.
  4. La CIE-10 acepta un síndrome de fatiga crónica en un capítulo aparte, circunstancia que no se acepta en el DSM-IV.
Todas estas circunstancias han conducido a que la sección de los trastornos somatomorfos sea una de las más criticadas de las clasificaciones psiquiátricas en la actualidad. Muchos autores piensan que el mayor problema es que estas clasificaciones son categoriales, por lo que resultaría necesario emplear sistemas multidimensionales como el propuesto por Mayou en la Tabla IV (11).

Tabla IV. CLASIFICACION MULTIDIMENSIONAL PARA PACIENTES SOMATOMORFOS
  1. SÍNTOMAS SOMÁTICOS:
    • Número (órgano o sistema afectado único o múltiple)
    • Tipo (sensorial o motor)
  2. ESTADO MENTAL:
    • Trastornos depresivos y de ansiedad
    • Otros trastornos psiquiátricos
  3. COGNICIONES:
    • Miedo a la enfermedad
    • Creencias y convicciones
    • Evitación sociolaboral
  4. CONDUCTA Y DETERIORO FUNCIONAL:
    • Afrontamiento del papel de enfermo
    • Uso de los servicios de salud
  5. TRASTORNO PSICOFISIOLÓGICO ACOMPAÑANTE:
    • Mecanismos identificables (ej: hiperventilación)
    • Enfermedad orgánica

IMPORTANCIA CLÍNICA DE LOS TRASTORNOS SOMATOMORFOS.
La importancia clínica de los trastornos somatomorfos viene determinada por los siguientes cuatro factores:
  1. ELEVADA PREVALENCIA: En el estudio ECA la prevalencia de la categoría DSM-III-R de trastorno de somatización en la población general varía desde el 0,38% (12) hasta el 4,4,% (13), dependiendo del número de síntomas requeridos.
  2. POBRE CALIDAD DE VIDA: Pese a que la discapacidad de los TS es similar a la de los pacientes con otros trastornos psiquiátricos (14), su calidad de vida es mucho más pobre que la de enfermos con cancer, SIDA, diabetes, Parkinson o enfermedades circulatorias (15).
  3. ELEVADO COSTE SANITARIO: Los trastornos somatomorfos suponen el 10% del gasto sanitario total de cualquier país desarrollado (16), sin contar los gastos de las pensiones de invalidez o las bajas laborales (17). El precio medio por paciente se sitúa en unos 900$ de 1990 (18).
  4. DIFICULTAD DE MANEJO: Los somatizadores son uno de los tipos de pacientes más complicados para los médicos. Son enfermos descontentos con cualquier tipo de tratamiento que solicitan ayuda médica de froma continua e injustificada (19). El resultado es que una elevada proporción de profesionales rechaza tratarlos (20).
LA UNIDAD DE TRASTORNOS SOMATOMORFOS DEL HOSPITAL MIGUEL SERVET DE ZARAGOZA.
Hemos propuesto la creación de unidades de interconsulta en somatización, tanto en atención primaria (21) como en el hospital (22) con tres funciones básicas:
  1. FORMACIÓN: Tanto en actitudes, mediante grupos Balint clásicos o modificados de tipo cognitivo, y en las habilidades básicas que se necesitan para manejar a estos enfermos en atención primaria.
  2. ENLACE Y TRATAMIENTO: Para diseñar estrategias de intervención en pacientes complejos.
  3. INVESTIGACIÓN, ya que este es el lugar más idóneo para ello por las razones que hemos descrito anteriormente.
Desde Junio de 1999 está funcionando en el Hospital Miguel Servet de Zaragoza una unidad de este tipo que es pionera en nuestro pais y una de las primeras de España. El tipo de intervenciones que se están realizando en dicha unidad son las siguientes:
A) NIVEL DE INTERVENCIÓN.
En muchas enfermedades psiquiátricas, una de las preguntas clave respecto al tratamiento es en qué nivel del sistema sanitario es necesario abordar al paciente. Para ello es necesario saber cómo funciona dentro de dicho sistema, los llamados "pathways", es decir, los caminos que siguen los pacientes, en este caso los somatizadores crónicos, para solicitar ayuda en el sistema sanitario (a). El modelo sobre el que se basa es un sistema público y universal como el National Health Service británico o el sistema sanitario español. En estos países, los pacientes acuden al médico de familia, que es la puerta de entrada al sistema de salud y, una vez allí, se crea un circuito en forma de pelota de ping-pong entre las especialidades médico-quirúrgicas y el médico generalista. Si, ocasionalmente, el paciente acude a salud mental, lo más probable es que sea remitido de nuevo a esta vorágine con un informe donde conste que no existe una enfermedad mental. En este peregrinar del somatizador llama la atención el amplísimo uso de las medicinas alternativas, financiadas por el paciente, que evidencian un fracaso del sistema.
En lugares donde el sistema está más privatizado, por ejemplo en los Estados Unidos, el médico de familia no siempre es la puerta de acceso al sistema ya que el paciente puede seleccionar directamente al especialista. Esto, en el caso concreto de los somatizadores, es terrible por dos razones: 1. Porque carecen de un médico de referencia que les conozca y en quien confiar. 2. La práctica privada favorece el uso masivo de pruebas complementarias con lo cual se refuerza la conducta de enfermedad del paciente.
Dentro del sistema sanitario, atención primaria es especialmente importante porque constituye el primer contacto el somatizador con el sistema sanitario, la mayor parte de los somatizadores son tratados a este nivel y sólo aquí puede conocerse la historia natural de la enfermedad (21).
Por eso, cualquier modelo de unidad de somatización, como el que nosotros proponemos en Zaragoza, debería utilizar como pivote la intervención sobre atención primaria, aunque también intervendría sobre el hospital, las unidades de salud mental y la comunidad mediante estrategias preventivas (22). Existen una serie de recomendaciones terapéuticas muy conocidas, que ha propuesto el grupo de Smith (23) y que resumimos en la Tabla.
Tabla V. Normas de buena práctica clínica en atención primaria con los trastorno de somatización.
  1. El paciente ha de ser atendido por un solo médico, preferiblemente, su médico de familia.
  2. Planificar citas regulares cada 4-6 semanas como máximo.
  3. Consultas breves que sean posibles en la agenda del generalista.
  4. Explorar siempre la zona de la que se queja el paciente.
  5. Buscar signos. Los síntomas deben ser interpretados en un contexto comunicacional.
  6. Evitar tests diagnósticos que no sean imprescindibles para evitar yatrogenia y gasto sanitario. Deben
  7. solicitarse basados en los signos, no en los síntomas.
  8. Evitar diagnósticos espúreos y tratamientos innecesarios.
  9. Tranquilizar y reasegurar.
  10. Derivar adecuadamente a los servicios psiquiátricos.
Estas recomendaciones se han demostrado efectivas obteniéndose, por ejemplo, un ahorro de los gastos sanitarios producidos por los somatizadores de un 32% (24). El problema es que estos pacientes producen sentimientos de frustración e ira y provocan un gran rechazo por parte de los profesionales sanitarios (25, 26). De hecho, cuando se realizan encuestas a los médicos de familia, el 70% rechaza ofrecer cualquier tipo de apoyo psicológico a los somatizadores aunque se les entrene específicamente (20).
B) TIPO DE INTERVENCIÓN.
Los tipos de intervenciones posibles en estas unidades y que han demostrado su eficacia son los siguientes:
TRATAMIENTO FARMACÓLOGICO
Cuando se revisa la bibliografia sobre tratamiento farmacológico de los trastornos somatomorfos se observan los siguientes hechos (27):
  • Apenas existen trabajos sobre el tema, lo que muchos autores interpretan como una muestra del rechazo que producen estos pacientes a los psiuqiatras y su negativa a investigar sobre ellos.
  • Las muestras estudiadas suelen ser heterogéneas y no suelen seguir las clasificaciones psiquiátricas sino que se agrupan por síndromes médicos como cefalea funcional, colon irritable, etc.
  • Escasean los estudios controlados randomizados.
La conclusión es que no existe una suficiente base científica para realizar recomendaciones clínicas fiables en el caso concreto de los trastornos somatomorfos.
Por el contrario, sí que existen algunos estudios sobre el tratamiento farmacológico del dolor, y debido a que el dolor en diferentes órganos es el síntoma que más frecuentemente presentan los pacientes con trastornos somatomorfos, puede servirnos de orientación. Ya hemos comentado que el dolor es el principal síntoma de los pacientes con trastornos somatomorfos. Desde Yaksh (28), sabemos que existen dos mecanismos de acción del dolor, ambos interrelacionados, que son:
  • Sistema analgésico mediado por opiáceos, que es bloqueado por la naloxona.
  • Sistema analgésico no opiáceo, vehiculizado por el sistema serotonina-noradrenalina, que es donde actúan los antidepresivos.
Los resultados del estudio de meta-análisis de Onghena y Van Houdenhove (29), sobre el uso de antidepresivos con efecto analgésico, se resume en la Tabla
Tabla VI. Conclusiones sobre la utilidad de los antidepresivos en el tratamiento del dolor.
  • Los antidepresivos son efectivos en el tratamiento del dolor: Disminuyen en un 50% la intensidad del dolor en el 58% de los casos.
  • Si no hay depresión asociada, los antidepresivos serotoninérgicos no son superiores a placebo, mientras que los tricíclicos y tetracíclicos poseen una acción antialgica específica.
  • Los tricíclicos son más efectivos que los tetracíclicos. La doxepina ha demostrado ser el tricíclico más efectivo, aunque con el que más estudios se han realizado es con amitriptilina.
  • La acción analgésica aparece más precoz,mente que la antidepresiva.
Además de los tricíclicos, algunos de los nuevos antidepresicos como venlafaxina, mirtazapina y nefazodona parece que son útiles en el tratamiento del dolor, aunque son necesarios más estudios. Aparte de los antidepresivos, otros fármacos que se han demostrado útiles son la carbamacepina, tradicionalmente utilizada con éxito en dolores neurógenos y el nuevo fármaco gabapentina, con excelentes resultados en casi todos los tipos de dolor aunque no existen datos de efectividad en trastornos somatomorfos.

TRATAMIENTO PSICOLÓGICO
Las principales aproximaciones al tratamiento de los trastornos somatomorfos lo constituyen las terapias dinámicas, las cognitivo-conductuales y el enfoque educativo/de apoyo. Todas ellas pueden ser administradas a nivel individual o en grupo. Otros abordajes como el sistémico o el interpersonal apenas han intervenido sobre esta patología de forma documentada.

a) PSICOTERAPIA DINÁMICA:
Los dos principales estudios sobre eficacia de la psicoterapia psicodinámica en pacientes con trastornos somatomorfos son los de Guthrie (30), que emplea psicoterapia breve (7 sesiones semanales) en pacientes con colon irritable, y el de Taerk (31), que utiliza psicoterapia de larga duración (2 sesiones semanales durante 2 años) en 2 pacientes con fatiga crónica. La mayoría de los pacientes con trastornos somatomorfos muestran una disregulación de los sistemas biológicos, aunque no existe correlación con ninguna lesión orgánica identificable. La teoría psicodinámica piensa que estos pacientes ha sufrido, en los primeros años de su vida, una alteración en las relaciones objetales precoces. Es decir, han existido distorsiones en la función del cuidadorlo que ha producido una incapacidad del individuo para autorregularse. Para compensarse y modular las situaciones de estrés, estos individuos se aferran a otras personas significativas idealizadas que tienen como función regular sus tensiones. El problema es que son incapaces de establecer relaciones auténticas y estables. Por ello, cuando surgen situaciones de pérdida o de separación, se produce una importante sintomatología somática efecto de la disregulación (30, 31).
El tratamiento tendría dos funciones:
  1. Establecer una relación terapéuta-paciente intensa, personal e íntima. En la psicoterapia de larga duración esto es lo habitual, pero en las terapias breves, como la que propone Guthrie (30), el sistema consiste en realizar una primera entrevista de duración inusitadamente larga, que pued llegara las 3 horas.
  2. Sobre esta base, el posterior análisis de la transferencia permitirá:
    • Comprender, gracias al espejo que supone el terapéuta, las distorsiones en las relaciones interpersonales que le impiden desarrollar relaciones insatisfactorias y le producen síntomas.
    • Reparar estas distorsiones en su relación con el terapéuta, lo cual supone una "experiencia correctora" que podrá trasladar al resto de sus relaciones.
b) PSICOTERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL.
Desde la perspectiva cognitivo-conductual, defendida por Sharpe (32), en los trastornos somatomorfos existen una serie de disfunciones:
  1. A NIVEL DE COGNICIONES, que es el principal objetivo de este tipo de terapia, la distorsión principal es el convencimiento del paciente de ser débil, de ser incapaz físicamente. Existe una tendencia persistente a la atribución de los síntomas somáticos a una causa orgánica. Por otra parte, se observa una atención focalizada hacia el funcionamiento corporal, con lo que se retroalimenta el circuito: El individuo percibe muchos sintomas, los atribuye a una causa fisica y esto confirma el hecho de que esta enfermo, que es su distorsión inicial.
  2. A NIVEL DE CONDUCTAS: Presenta una gran tendencia a la inactividad física, que produce mayor atrofia muscular e incapacidad, por lo que facilita que tienda a buscar ayuda médica.
  3. RESPECTO A LAS EMOCIONES Y LA FISIOPATOLOGIA: Suele asociarse trastornos de ansiedad y/o depresión, las cuales se acompañan de síntomas neurovegetativos, que salimentan las cogniciones hipocondríacas.
  4. RELACIONES INTERPERSONALES: Estos pacientes muestran graves dificultades en las relaciones interpersonales. Por otra parte, os síntomas se agrava si existen familias solícitas (que intentan complacer las demandas de invalidez producida por la enfermedad que solicita el paciente)o médicos ambigüos que refuerzan el convencimiento de enfermedad.
Para abordar las cogniciones disfuncionales se propone una reestructuración cognitiva desafiando la asunción de que se es un enfermo, modificando la atribución de los síntomas hacia causas psicológicas o ambientales y explicando la importancia de la atención en la percepción de los síntomas. A nivel conductual, se favorece la extinción de la busqueda de ayuda médica mientras se expone gradualmente a la actividad física. Para el manejo de los aspectos fisiopatológicos se propone el entrenamiento en relajación Y, por último, para la mejora de las relaciones interpersonales se emplean técnicas como entrenamiento en habilidades sociales, desarrollo de la asertividad y terapia de resolución de problemas para el manejo de conflictos.
c) MODELO EDUCATIVO/DE APOYO
Descrito por el grupo de Smith (33), se realiza en grupos de 8-10 pacientes y su objetivo es promover la ayuda mutua entre los miembros, compartir métodos de afrontamiento de los síntomas físicos, aumentar la capacidad de los pacientes para expresar emociones y disfrutar con la experiencia. Se estructura en forma de 8 sesiones de 90 mn. Se fomenta un ambiente de tipo educativo, no psicoterapéutico, porque es mucho mejor aceptado por los enfermos. En cada sesión se exponen temas como formas de afrontar las molestias físicas, la aserividad en las relaciones interpersonales, cómo adquirir más control en la vida diaria y cómo resolver problemas. Los pacientes queasisten al grupo muestran mejor salud psicológica, mejor funcionamiento físico y mejor salud geeral percibida por el individuo.
d) OTRAS PSICOTERAPIAS.
Otras psicoterapias como la interpersonal o la familiar apenas han sido utilizadas con este tipo de enfermos. Sólo la psicoterapia de grupo ha sido también ampliamente utilizada. El abordaje educativo o de apoyo, ya comentado, se oferta en formato grupal casi siempre porque en grupo son más fáciles los procesos de aprendizaje.
La terapia cognitivo-conductual también se ha utilizado en grupo. Se realiza en unas 8-10 sesiones de 60-90 minutos, completamente estructuradas en las que se incluyen técnicas cognitivas como reestructuración cognitiva, técnicas de relajación, desarrollo de la asertividad o técnicas de resolución de problemas. Con este tipo de grupos se han obtenido buenos resultados en diferentes trastornos somatomorfos (35-37).
Una última forma de psicoterapia grupal ha sido la psicodinámica. Es interesante conocer las fases que atraviesan estos pacientes dureante la psicoterapia grupal y que ha sido descrita por algunos autores (38-40):
  • Primer mes y medio: Abandonos precoces. Se calcula que casi el 50% de estos pacientes no aceptan ser tratados en grupo y los bandonan. Por eso es necesario, antes de ofrecerles esta trerapia, haber establecido una relación suficientemente estrecha con el terapéuta.
  • Mes y medio- tres meses: Lucha por el afecto del terapéuta. Consiste en una competición entre los pacientes por ser reconocidos como aquél que se encuentra más enfermo y que padece el síntoma más incapacitante y, por lo tanto, requiere mayor atención por parte del terapeuta.
  • Tres – Cinco meses: Expectativas mágicas en el terapéuta: El deseo de encontrar el médico o el fármaco que les cure, hace que en cada nueva intentona terapéutica depositen una esperanza poco realista en la efectividad del tratamiento en curso.
  • Cinco – Ocho meses: Ira hacia el terapéuta. Como las expectativas no se ven cumplidas, los pacientes desarrollan una enorme frustración e ira que depositan en el terapéuta a quien acusan de ser incapaz de curarle y le desprestigian.
  • Ocho – Doce meses: Ira hacia la enfermedad. Si se supera esta fase, el paciente es capaz de identificar el auténtico problema que no es el terapeuta sino la enfermedad. Es ella quien le produce la incapacidad y el sufirimiento y es hacia ella adonde se dirige la ira.
  • Segundo año: Grupo funcionante. A partir de este momento se inicia el "fenómeno de espejo". El paciente puede ver en los demás sus propios mecanismnos de defensa y comprenderlos. Descubre como los otros pacientes utilizan la enfermedad como excusa, como medio de afrontar lasa dificultades. Este es un descubrimiento que le acerca al fracaso de su vida y a la necesidad de culpar a la enfermedad de dicho fracaso.
Esta terapia también se ha demostrado efectiva aunque se ve limitada por su enorme duración (38-40).

CONCLUSIONES
Hemos resumido la importancia clínica de los trastornos somatomorfosa para los sistemas sanitarios occidentales y hemos revidado los principales tratamientos utilizados con este tipo de enfermos. La eficacia de este modelo debe ser evaluada empleando complejos estudios de investigación sobre coste-beneficio que aún no están disponibles.
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Como citar este trabajo:
García-Campayo, J. Sanz Carrillo, C. Unidad de trastornos somatomorfos: el modelo Zaragoza. I Congreso Virtual de Psiquiatría 1 de Febrero - 15 de Marzo 2000 [citado: *]; Conferencia 49-CI-C: [21 pantallas]. Disponible en:  http://www.psiquiatria.com/congreso/mesas/mesa49/conferencias/49_ci_c.htm
* La fecha de la cita [citado...] será la del día que se haya visualizado este artículo.



miércoles, 16 de octubre de 2013

Criterios diagnósticos y presentación clínica de los distintos trastornos facticios y de simulación.

ENGAÑO, ENFERMEDADES AUTO INFLIGIDAS, Y SIMULACIÓN


Autor: Juan Luis Figuerido Poulain. Servicio de Psiquiatría. Hospital Santiago Apóstol. Osakidetza-Servicio Vasco de Salud. Vitoria-Gasteiz

La mentira más frecuente es la mentira que uno se dice a sí mismo. (Nietzsche)

Lo mismo podríamos decir de otras conductas como pequeños hurtos, beber antes de conducir, defraudar a hacienda o saltarse un semáforo en rojo. Por tanto hay características antisociales que aparecen en sujetos normales, y lo anormal es que no existan.

El engaño es hacer creer una cosa que no es verdad a otra persona. Por lo general se aprende a engañar a edades muy tempranas, y es una conducta que aparece en todos los estatus socioeconómicos, y grupos educacionales. (Gunn, 1995) La mentira patológica se refiere a aquella mentira que es compulsiva o impulsiva, y aparece con cierta regularidad (Hall, 1996). Este tipo de conductas ocupa un lugar privilegiado en la psiquiatría legal, y a ellas nos vamos a referir brevemente en este capítulo. Para su exposición vamos a establecer los siguientes apartados: trastornos facticios, pseudología fantástica, neurosis de compensación y simulación. La simulación aparece cuando el paciente finge estar enfermo por objetivos conscientes (y a menudo delictivos) como obtener dinero o medicamentos.

Los sujetos que padecen trastornos facticios, producen de manera consciente los síntomas físicos o psiquiátricos, aunque son conscientes del motivo por el cual lo hacen, y aparentemente su única meta es llegar a ser un paciente en un medio clínico. Ambos son relativamente frecuentes en las redes asistenciales y se incluyen en el diagnóstico diferencial de muchos trastornos. Se cree que los trastornos facticios conllevan una tasa más alta de morbilidad y mortalidad, ya sea debido al trastorno en sí o a otros trastornos concomitantes (Elkin, 2000) La pseudología fantástica constituye la forma más extrema del engaño patológico, y la neurosis de compensación se trata de un trastorno en el que los síntomas físicos son exagerados o prolongados a consecuencia del estado psicológico del enfermo.

Trastornos facticios

Los trastornos facticios se caracterizan por la producción intencionada de signos o síntomas de una patología médica o mental de forma intencionada, tergiversando los sujetos sus historias y sus síntomas. La única finalidad aparente de esta conducta es la adquisición del rol de enfermo.

Los criterios diagnósticos, del DSM-IV para los trastornos facticios aparecen en la tabla 1, así como la especificación de los subtipos. La evaluación psiquiátrica de estos pacientes es necesaria en un 50% de los casos, normalmente cuando se sospecha la presencia de una enfermedad falsa. El psiquiatra es solicitado para que confirme el diagnóstico de un trastorno facticio. En estas circunstancias es necesario evitar las preguntas acusatorias que pueden provocar la huida del paciente del centro asistencial (Kaplan, 1998).

TABLA 1
Criterios DSM-IV para el diagnóstico de trastorno facticio
A) Fingimiento o producción intencionada de signos o síntomas físicos o psicológicos.
B) El sujeto busca asumir el papel de enfermo.
C) Ausencia de incentivos externos para el comportamiento (p. ej., una ganancia económica, evitar la responsabilidad legal o mejorar el bienestar físico, como ocurre en el caso de la simulación).
Especificar el tipo:
Trastornos facticios con predominio de signos y síntomas psicológicos: si los signos y síntomas que predominan en el cuadro clínico son los psicológicos.
Trastornos facticios con predominio de signos y síntomas físicos: si los signos y síntomas que predominan en el cuadro clínico son los físicos.
Trastornos facticios con signos y síntomas psicológicos y físicos: si existe una combinación de signos y síntomas psicológicos y físicos sin que en el cuadro clínico predominen unos sobre otros.

Estos sujetos suelen mostrar labilidad emocional, soledad, búsqueda de atención, y suelen establecer un buen rapport. Muchos casos suelen cumplir los criterios de pseudología fantástica. El examen psiquiátrico debe poner especial énfasis en la obtención de información fiable a través de un amigo, pariente, u otro informante, ya que las entrevistas con estas fuentes suelen revelar a falsa naturaleza de la enfermedad del paciente.

TABLA 2
Formas de presentación del síndrome de Münchausen
1) Tipo dolor abdominal agudo, apreciándose en la exploración a menudo múltiples cicatrices de laparotomía.
2) Tipo hemorrágico: frecuentemente reportan hemoptisis, hematemesis o hematuria.
3) Tipo neurológico: generalmente dolor de cabeza, ataques raros, pérdida de conciencia, anestesias o síntomas cerebelosos.
4) Tipo cutáneo: lesiones autoinfligidas con agujas, calor etc.
5) Tipo cardíaco: síntomas similares a la angina o trombosis coronaria.
6) Tipo respiratorio: semejante a enfermedades respiratorias.
7) Tipo mixto: combinaciones de distintas formas de presentación, en diferente
orden cronológico.

Las personas afectadas por el trastorno facticio con predominio de signos y síntomas físicos, típicamente son admitidas en el hospital con una historia aguda, pero no del todo convincente. Por lo general su actitud es evasiva y truculenta y puede revelarse que han sido atendidos en otros hospitales, a menudo causando el alta voluntaria. El síndrome de Münchausen, definido por Richard Asher en 1951, es una forma grave y poco frecuente de trastorno facticio. Asher usó este término por la similitud existente entre las increíbles historias que se narran en las aventuras del Barón alemán en la obra de Rudolf Erich Raspe (1784) y la pseudología fantástica que caracteriza a muchos de estos pacientes. Se ha clasificado como un trastorno facticio con signos y síntomas predominantemente somáticos. Denominado por Kraepelin como «timadores de hospitales», este trastorno también se ha llamado con otras expresiones, entre otras: «adicción a los hospitales», «vagabundos de hospital», «adicción poliquirúrgica», y «síndrome del paciente profesional» (Leamon y cols. 2000).La mayoría de los casos muestran urgencias orgánicas, con siete formas de presentación habitual (Gunn 1996, Enoch 1990). Las tres primeras son las más frecuentes y fueron descritas por Asher. Las restantes fueron añadidas por Enoch y Trethowan (tabla 2).

TABLA 3
Criterios de investigación DSM-IV para el trastorno facticio por poderes.
A) Producción intencionada de signos o síntomas físicos o psicológicos en otra persona que se halla bajo el cuidado del perpetrador.
B) La motivación que define al perpetrador es el deseo de asumir el papel de paciente a través de otra persona.
C) No existen incentivos externos que justifiquen este comportamiento (p. ej., una compensación económica).
D) El comportamiento no se explica mejor por la presencia de otro trastorno mental.


En 1977, un nefropediatra, Roy Meadow, describe el síndrome de Münchausen por Poderes. Se parece mucho al síndrome de Munchausen, pero es una forma de abuso en la que la simulación, fabricación o exageración de la enfermedad se hace a través de víctimas inocentes, generalmente los hijos, que pagan en términos de enfermedad la patológica hipocondría de sus padres (o a veces otro adulto).

El único propósito aparente de esta conducta del cuidador es asumir de forma indirecta el rol de enfermo. Este cuadro se denomina trastorno facticio por poderes en los criterios de investigación del DSM-IV (tabla 3). El engaño puede incluir una historia médica falsa, la contaminación de muestras de laboratorio, la alteración de los resultados, o la inducción de heridas o enfermedades en el niño.

En la descripción de Meadow (1977, 1982), todos los pacientes presentaban una sorprendente colección de síntomas y signos que hacían pensar en una enfermedad multisistémica atípica; habían sido estudiados y tratados repetidas veces en diversos hospitales durante un tiempo que oscilaba entre 4 meses y 7 años; y cada caso reunía un complejo historial médico con gran número de pruebas diagnósticas y de tratamiento innecesarios y potencialmente dañinos.

En la bibliografía psiquiátrica española, en una revisión que realizamos de los trabajos publicados entre 1980 y 1995, hemos encontrado 25 casos de síndrome de Münchausen, que afectaban a 20 familias. Cinco casos eran Münchausen mientras que los 20 restantes eran Münchausen por Poderes (Jiménez y Figuerido, 1996). En el DSM-IV se describe el trastorno facticio por poderes en un individuo específicamente motivado para obtener el papel de enfermo a través de otra persona que está bajo su cuidado. Por tanto la víctima puede que no sea el niño, y el cuidador puede que no sea la madre, aunque la mayoría de los casos involucran a madre e hijo. Los signos que deben hacer pensar en el síndrome de Münchausen por Poderes, y las señales de riesgo, están esquematizados en las tablas 4 y 5. El diagnóstico es de exclusión, tras descartar por medio de un trabajo en equipo multidisciplinario cualquier duda razonable acerca de la organicidad de los síntomas motivo de consulta (Catalina y Mardomingo, 1995). Es en consecuencia un trastorno de elevada relevancia psiquiátrico-legal puesto que se trata de una forma de malos tratos.

Hay dos subtipos de Münchausen por Poderes. Uno en el que se fabrican síntomas y signos facticios en la víctima. Y un segundo subtipo, en el que simplemente se finge la posibilidad de que los tenga (Woollcoot, 1982). El síndrome tiene un pronóstico grave. Más del 12% de los casos descritos en todo el mundo fallecen a causa de la enfermedad (López Linares, 1986). El objetivo básico a conseguir con el tratamiento es cambiar sus fuentes de satisfacción desde los Hospitales a su vida personal y familiar (Waller, 1983).

TABLA 4
Diez señales para pensar en el síndrome de Müchausen por Poderes
1. Síntomas fabricados.
2. Enfermedad crónica inexplicable.
3. Discrepancia anamnesis/hallazgos.
4. Síntomas y signos «raros».
5. Sólo se dan en presencia de la madre.
6. Madre «colega».
7. Intolerancia a todos los tratamientos.
8. Madre indiferente al pronóstico.
9. Madre «Münchausen», a su vez.
10. Antecedentes de muertes no explicadas en la familia. 

TABLA 5
Signos de riesgo en el síndrome de Münchausen por Poderes
1. Métodos potencialmente letales.
2. En menores de 5 años.
3. Historia previa de muertes repentinas e inexplicables en la familia nuclear.
4. Poca disponibilidad de ayudas psicosociales.
5. Madres afectas, a su vez, de síndrome de Münchausen.
6. Alcoholismo, toxicomanías o psicosis en la autora del engaño.
7. Persistencia de la fabricación de síntomas, aún después de la confrontación.

Pseudología fantástica

La mentira, como ya hemos comentado, es una actividad humana, frecuente y posiblemente universal. La forma más extrema del engaño patológico lo constituye la pseudología fantástica, en la que algunos hechos reales se entremezclan con fantasías muy elaboradas (Ford, 1996).

La pseudología fantástica fue descrita por Delbrück en 1891, y posteriormente en la literatura inglesa Healey & Healey (1915), denominan a los sujetos que la padecen mentirosos patológicos. Este cuadro clínico también es conocido como mitomanía. El interés de la persona que escucha satisface al paciente y por tanto, refuerza el síntoma. No obstante, la distorsión de la verdad no se limita a la historia o a los síntomas de la enfermedad; los pacientes suelen ofrecer informaciones falsas sobre otras circunstancias de su vida (Kaplan 1998). Es un cuadro que aparece frecuentemente relacionado con el síndrome de Münchausen, y del mismo modo que sucede en este trastorno, el motivo es inconsciente.

Schneider (1943) incluye a estos pacientes en el grupo de psicópatas necesitados de estimación. Las características clínicas de la mitomanía figuran en la tabla 6 (Gunn, 1995). Las mentiras en este cuadro pueden generar tal engaño, que dificultan la distinción de estos pacientes con los que padecen un cuadro delirante. De hecho Kraepelin1896) incluyó a varios pacientes con delirios sistematizados bajo el epígrafe de pseudología fantástica, y Krafft Ebing (1886) empleó el término «paranoia inventada» para definir a los mentirosos patológicos y sujetos delirantes.

TABLA 6
Características clínicas de la pseudología fantástica
1. Grandes y extensas invenciones.
2. El contenido y extensión de las mentiras son desproporcionados para cualquier finalidad discernible o ventaja personal.
3. Las mentiras intentan crear una nueva y falsa identidad en el autor de las mismas.
4. El sujeto aparenta alcanzar sus propias invenciones, las cuales toman vida en el sujeto, que llega incluso a creérselas.
5. La mentira es una característica central y persistente en la vida del paciente. La mitología de su vida pasada pasa a suplantar recuerdos verdaderos.


Neurosis de compensación

La neurosis de compensación es un término peyorativo, y controvertido que ha sido designado con otros epítetos poco halagüeños: neurosis situacional, neurosis de renta, neurosis accidental, neurosis de billete, rentosis, enfermedad fingida inconsciente, enfermedad americana, enfermedad mediterránea o enfermedad griega (Enoch, 1990, Gunn 1995).

Surge cuando los síntomas se adquieren o prolongan inconscientemente, en asociación con una posible compensación. Se han descrito tres tipos principales de síndromes postraumáticos que deben distinguirse: la neurosis postraumática (trastorno posconmocional), la neurosis de compensación y la enfermedad simulada. Para Vallejo (1998) los términos simulación, neurosis de renta e histeria se emplean a menudo de forma indiscriminada porque se introducen todos en el mismo contexto diagnóstico. En la neurosis de renta el paciente utiliza de forma no consciente su problema orgánico (accidentes, traumatis-mos, operaciones etc.) para reorganizar su vida obteniendo una ganancia secundaria a partir de su enfermedad, gracias a la cual puede abandonar sus obligaciones. Se diferencia de la histeria en que en ésta la finalidad última está en el manejo afectivo del ambiente más que en su utilización material. Tras una lesión orgánica aparece un menor daño psicológico si la lesión es aceptada como parte de un orden natural. Los sentimientos de enfado y resentimiento exacerban los síntomas físicos y psíquicos.

Simulación

La simulación se caracteriza por la producción y presentación voluntaria de síntomas físicos o psicológicos falsos o muy exagerados. En el DSM-IV se indica que debe establecerse diagnóstico diferencial con los trastornos facticios basándose en que en la simulación la producción de síntomas busca un incentivo externo, en cuanto que en el trastorno facticio no hay incentivos externos, sino la necesidad de adquirir el rol de enfermo.

Los simuladores presentan síntomas subjetivos y vagos. Pueden quejarse agriamente, describiendo que los síntomas alteran su vida normal, y cómo son de perturbadores. Suelen acudir a los mejores doctores, que son los más confiados (y quizá los más fáciles de engañar), y pagan de forma inmediata todas las visitas y exploraciones, incluso aunque sean excesivas, para impresionar a los médicos con su integridad (Kaplan, 1998). La simulación puede ser una conducta adaptativa, por ejemplo, fingir una enfermedad estando preso. El paciente siempre tiene una motivación externa que pertenece a alguna de las categorías que figuran en la tabla 7.

El DSM-IV señala que debe sospecharse siempre de una simulación cuando se detecta alguna de las siguientes combinaciones: contexto médico-legal de presentación (p. ej., la persona llega a un especialista médico por mediación de un abogado); marcada discrepancia entre las quejas o incapacidades aducidas por la persona y los hallazgos objetivos; falta de cooperación durante la evaluación diagnóstica con el cumplimiento del régimen terapéutico y la presencia de un trastorno antisocial de la personalidad. Es más frecuente en presos, militares, y en personas que buscan una compensación tras accidentes. Antes de diagnosticar una simulación debe de realizarse siempre una completa valoración médica.

TABLA 7
Motivaciones externas en la simulación
1. Evitar dificultades o situaciones difíciles, responsabilidades o castigos.
2. Recibir compensación, habitaciones en hospitales o centros de acogida, una fuente de abastecimiento de sustancias, o huir de la policía.
3. Desquitarse cuando el paciente se siente culpable o sufre pérdidas económicas, pérdidas de empleo, o tiene problemas con la ley. 



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