domingo, 22 de septiembre de 2013

INDEFENSIÓN APRENDIDA: ¿POR QUÉ NO REACCIONAMOS ANTE LA INJUSTICIA?


La “indefensión aprendida” hace referencia a la condición de un ser humano o animal que ha aprendido a comportarse pasivamente, sin poder hacer nada y que no responde a pesar de que existan oportunidades para ayudarse a sí mismo, evitando las circunstancias desagradables o mediante la obtención de recompensas positivas.

La teoría de indefensión aprendida se relaciona con depresión clínica y otras enfermedades mentales resultantes de la percepción de ausencia de control sobre el resultado de una situación. Aquellos organismos que han sido ineficaces o menos sensibles para determinar las consecuencias de su comportamiento se dicen que han adquirido indefensión aprendida  (¿aplicable a aquellas personas que “no van a votar“?).

Doctrina del Shock
La mayor parte de la manipulación mediática y política está encaminada a postrarnos en un estado de shock, para que, temerosos y paralizados, no reaccionemos ante las injusticias sociales y las pérdidas de derechos que se nos imponen al ser tratadas como “inevitables” y motivadas por un “poder superior” muy alejado de nosotros.
Las leyes, recortes, medidas y ajustes de los gobiernos o la junta directiva de una empresa nos son administrados gradualmente como un veneno que nos somete a una ansiedad constante, que cuentan,  además, con el falso legitimador de los medios de comunicación y líderes de opinión.

Autor: Manel Fontdevila
Pero John Dewey ya nos advertía que una sociedad libre debe producir personas libres. Es decir, personas con capacidad de elección y de discernimiento; de comprender lo que les pasa y de ser capaces de cambiar su situación si así lo deciden.
Para que esto sea posible, es necesario que las personas tengan garantizado el acceso al conocimiento, y sepan además manejar de forma crítica la información que recibe. Mediante el poder actual de  los medios  de comunicación como nuestra principal fuente de información y análisis de la realidad, es posible inducir este estado depresivo en buena parte de la población para mantenerla en un estado de pasividad. A esta sutil estrategia debemos sumar muchas más aunque entre ellas, también destacan el efecto “cortina de humo” para desviar nuestra atención.
“Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales.”- Cita del texto Armas silenciosas para guerras tranquilas -
Terrible, ¿verdad? Pero más terrible aún es el darnos cuenta de que esta inoculación de indefensión aprendida es lo que están haciendo ahora mismo con nosotros. Nos tratan de convencer de que aceptemos resignadamente pérdidas de derechos y privatizaciones de bienes públicos sin resistir ni protestar. La consigna: que hagamos lo que hagamos no va a servir para nada.

Los españoles, por ejemplo, ven la corrupción como uno de los grandes problemas del país. Sin embargo, parece que la aparente indignación no va acompañada de una rendición de cuentas en las urnas. La capacidad de asombro de la ciudadanía parece permanentemente puesta a prueba, y lo normal sería que la indignación social hubiera dado un paso más allá de la movilización social en las calles. Sin embargo, en los últimos años ha cundido la impresión de que la corrupción parece salirle mejor al político que al empresario, pues en rara ocasión parece afectar a las urnas.
En la ciencia política la paradoja de la corrupción se ha convertido ya en un concepto clásico: mientras que la corrupción en sí misma se considera un comportamiento reprobable y vergonzante, algunos políticos corruptos mantienen intacta (o casi) su popularidad. Un fenómeno que tiene un reflejo fiel en la escena política española.
¿Por qué los votantes españoles muestran una preocupante tolerancia con los candidatos implicados en casos de corrupción? ¿Por qué el previsible castigo electoral tiene un alcance más que limitado?
Son varias las posibles causas de esta permisividad. Explicaciones que no son excluyentes ni alternativas, sino que se complementan para perfilar los porqués de la manifestación de esa paradoja en la política española.

Autoculpabilidad
Consiste en hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y, sin acción, no hay opción de cambio.

Autor: Manel Fontdevila
En paises como Grecia, Portugal, Italia o España, donde llevamos tiempo sufriendo este salvaje saqueo de lo común, la depresión se extiende como una epidemia entre las clases populares y el número de suicidios se dispara.
De hecho, cada catástrofe económica o humanitaria supone una coartada perfecta para adoptar medidas traumáticas sobre la población, que las acepta porque se transmite el mensaje de “no hay otra salida”. Esta crisis económica es un claro ejemplo de ello.
El mensaje de “no hay otra salida” significa también que “no hay otra economía que la nuestra“, “no hay otra forma de acceder al conocimiento que la nuestra”, o “no hay otra forma de medicina que la nuestra”. No hay, en suma, alternativas. Este es el corolario de esta información negativa y uniformizadora que transmiten los medios de comunicación convencionales.
Los políticos y directivos de empresa se presentan en la opinión pública, a pesar de los beneficios personales y empresariales que siguen obteniendo gracias a sus política y en detrimento de otros sectores de beneficio público, como ejecutores carentes de responsabilidad moral o legal. Entre todos podríamos hacer una interesante selección de declaraciones públicas que nos indican claramente esta línea argumental:

·         «A veces la mejor decisión es no tomar ninguna decisión, que también es tomar una decisión.»
o    Nota: 13 de febrero de 2013.
o    Fuente: Libertad Digital
·         «Las medidas que tomamos hacen daño a la gente, pero son imprescindibles»
·         «Si no puedo bajar los gastos y no puedo subir los ingresos, me puede explicar usted cómo se reduce el déficit público? Porque yo confieso que lo desconozco»
o    Fuente: Rajoy: ‘Este Gobierno tiene que elegir entre un mal y un mal peor’, El Mundo, 18 de julio de 2012.
·         “Yo prefiero no subir el IVA en 2013 pero también le digo que si en ese momento es bueno subir el IVA lo haré y haré cualquier cosa aunque no me guste y haya dicho que no lo voy a hacer.”
o    Fuente: Público


Autor: Manel Fontdevila
Cuándo la situación se alarga en el tiempo, como actualmente sucede en España, los  políticos pueden incluso a presentarse ante la opinión pública como víctimas ellos mismos de indefensión aprendida. En definitiva, lo que estos gobernantes nos transmiten, al escenificar su indefensión, es que nuestro país ya no es soberano, sino que está bajo las órdenes de los que en realidad mandan: los famosos “mercados” o bien, desde “Alemania” o “Bruselas”.

PELIGRO MANTRA: “Son todos iguales”.
Es la opinión que muchos ciudadanos utilizan para definir a la clase política en su conjunto, para englobar sin matices comportamientos particulares a los representantes de todos los partidos políticos. Esta suerte de cinismo político conlleva una generalización de la sospecha sobre todos los cargos públicos, aplicar una presunción de culpabilidad sin hacer distingos entre trayectorias intachables y largos historiales judiciales.
Y este cinismo democrático, además, también se convierte en freno para aplicar un castigo real en las urnas contra candidatos implicados en casos de corrupción. Si cunde el convencimiento de que todos los partidos y todos los candidatos comparten actuaciones irregulares, los incentivos que podría tener el electorado para cambiar el voto prácticamente desaparecen. Si todos los candidatos son igualmente corruptos, ¿por qué no seguir votando al partido al que siempre si los demás también son corruptos?.
Un efecto que explicaría el interés de los partidos que se ven implicados en una irregularidad en airear y recordar todos los escándalos que han sufrido el resto… Tal vez su papel en la estrategia del shock aún no se haya cumplido del todo. Todavía no estamos completamente sujetos a la indefensión aprendida. Pero ¿podremos hacer algo para no ser vencidos del todo por ella?
Para romper este círculo de adoctrinamiento hay que ampliar las fuentes de la información. Demostrar que no es cierto que no haya otra economía, otra forma de acceder al conocimiento u otra medicina. Demostrar que hay alternativas, y sobre todo, que estas alternativas funcionan. Esta es la principal razón de que sea necesaria la existencia de medios de comunicación libre como Noticias Positivas o Periodismo Humano.

Martin Seligman

A finales de los 60, el psicólogo Martin Seligman realizó un experimento. Dentro de una caja de laboratorio, un perro era expuesto a shocks eléctricos que no podía evitar. En cambio, en otra caja, otro perro sí que podía interrumpir esos shocks pulsando una palanca. Más tarde, los perros eran situados sobre una superficie electrificada de la que podían escapar simplemente saltando una barrera.
El perro que había podido controlar los shocks la saltaba, mientras que el otro perro, en lugar de buscar la salida exitosa a la situación adversa, permanecía aguantando las descargas de manera pasiva. Había, pues, “asimilado” su indefensión.
¿Para qué gastar energías sabiendo que de los estímulos adversos no se puede escapar?
Como al perro víctima del experimento de Seligman, se nos somete a unos shocks (nombrados por los eufemismos “ajustes” o “recortes”) que, al parecer, no podremos evitar por mucho que hagamos huelgas, acciones de concienciación o nos manifestemos o bien, se castiga a ellos que lo hacen.

Hannah Arendt
En su libro “Eichmann en Jerusalén,” Hannah Arendt expuso su concepto de banalidad del mal: un funcionario nazi mediocre como Adolf Eichmann fue capaz de poner en práctica asesinatos en masa, no por crueldad, sino simplemente porque actuaba dentro de las reglas del sistema al que pertenecía sin reflexionar sobre sus actos. Lo que hizo Eichmann fue cumplir eficientemente con las órdenes que provenían de estamentos superiores, que es lo que hacen nuestros políticos en el gobierno respecto a los mandatos de quienes representan los intereses del capital financiero.
Todo ello sin poderse cuestionar las reglas a las que obedecen, ya que están cegados por los postulados de una ideología dominante, el neoliberalismo, que además legitima el hecho de que estos mismos gobernantes –o sus familiares o sus amigos– se enriquezcan, de una manera que nosotros consideraríamos inmoral, gracias a la pérdida de derechos sociales de los ciudadanos y a la privatización del sector público.
Capítulo del Manual de Diseño Social dedicado a la “Indefensión Aprendida”


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