El semblante,
en análisis, surge inicialmente en la transferencia como respuesta al Sujeto
Supuesto Saber, engendrado en el propio dispositivo analítico. En mi testimonio
del pase identifiqué tres momentos del Sujeto Supuesto Saber en análisis,
elaborados a partir de Miller 5:
En el inicio,
el analizante se atribuye un saber, pero un saber que aloja una ignorancia -un
poco más y estaría completo-. Y porque hay ignorancia, surge, en la
transferencia, la suposición de un saber que iría a recubrir lo que falta. Al
suponer, se busca con el sentido algo que venga a completar esa hiancia,
taponar lo real.
Frente a la
suposición, el analista hace semblante de saber, lo que no se confunde con
fingir o aparentar que sabe, sino que el semblante se sustenta en la apuesta en
el inconsciente como un saber que no se sabe.
Como la
expectativa de taponamiento no se realiza, en la brecha del sentido, pasan a
prevalecer marcas de goce que exigen una deducción de saber. No la verdad sobre
lo verdadero, sino un saber sobre el objeto que supuestamente el sujeto fue
para el Otro, deducción cuyo efecto es la revelación del fantasma. En esa
transformación, el analista pierde en consistencia y se torna un operador
lógico, esto es, para deducir un saber, el analizante hace uso del analista
como objeto fuera de él.
Suspendido de
su ser, el analista se torna semblante de objeto, lugar vacío que se ofrece
para el trabajo de deducción del fantasma, cuyo efecto es que se reduce el
palabrerío y el objeto se resalta, se destaca.
En el final,
el saber se convierte en su reverso, esto es, la ignorancia pasa a enmarcar un
vacío, espacio para la invención de saber. Este saber que está en juego, es
sobre ciertas evanescencias, rasgos, mutaciones subjetivas, sobre algo que ya
se desvaneció. En esta etapa prevalece el silencio del analista que da lugar a
la invención, al sinthome.
¿Cómo hacer
para hacer semblante? La experiencia del análisis, cuando produce un analista,
produce esa especie de milagro: su efecto, su fin. ¿Cómo la experiencia del
análisis resulta en eso? ¿Cómo el final de análisis está asociado a la posición
de semblante?
Un final de
análisis y el objeto:
Durante el
dispositivo del pase pude detectar momentos distintos en relación al objeto.
Primero, identificación con el objeto ideal, inalcanzable, sostenida por el
amor cortés, aquél que deja a la dama en el lugar de la Cosa, de aquello que no
puede ser tocado sin horror.
Después,
identificación petrificante con el objeto del fantasma perverso, objeto de
goce, víctima sometida al Otro.
Cada fracaso
de la precaria identificación, tanto con el objeto ideal como con el fantasma,
resultaba en la caída en un abismo ilimitado, identificada con el vacío, donde
predominaba el deseo de muerte.
La revelación
del fantasma, permitió verificar que me hacía un objeto para tener, hacer y
usar, para un supuesto goce del Otro.
Nominar el
goce tiene como efecto la extracción del objeto que velaba el agujero, el
fantasma pierde su consistencia imaginaria, o se vacía. El objeto es
transpuesto de su función de obstrucción, a causa de deseo.
El objeto como
causa de deseo es efecto de esta separación, de despegue de la identificación
cuando se cree ser el objeto. En la posición de causa, no se es pero puede
hacerse semblante de objeto de deseo para un otro.
Esta
experiencia es la que permite ocupar la posición de analista. Suspendido de su
ser, el analista se torna semblante de a, como las gotículas
suspendidas del arco iris, es coloreado por el espectro, por el fantasma del
analizante.
En la
expresión "faire semblant", el verbo "hacer" no
indica una acción del yo, sino una posición. Para el analista, hacer semblante
es una posición, la única sustentable en la transferencia, como observa Lacan
en el Seminario Ou pire…
"(…) el
analista no hace semblante: ocupa la posición de semblante. La ocupa
legítimamente porque con relación al goce (…), no tiene otra posición
sustentable…". Y más adelante: "Cuando el actor usa su máscara, su
rostro no gesticula, no es realista, el pathos está reservado
al coro, ¿por qué? Para que el espectador, aquél de la escena antigua,
encuentre su plus de gozar en él".[6]
"No hay
El psicoanalista, como no existe La mujer", existen psicoanalistas uno por
uno, a cada vez y de vez en cuando:
"Cada uno
responde como puede y como quiere. La respuesta de uno no conviene a ningún
otro, ella es inconveniente, responde a aquello que necesariamente ignoramos y
es en ese sentido, indescifrable, jamás ejemplar" "(…) Lejos de todas
los mandatos del "yo debo" y de todas las pretensiones del "yo
quiero" (…) la respuesta "es preciso" puede, de hecho, ser oída,
pero aquello que no "es preciso" no se oye, es respuesta a una
pregunta que no se descubre".
Este último
párrafo es una cita de Blanchot [7] sobre la pregunta "¿Qué es
escribir?". La posición del analista se aproxima a aquélla del escritor, o
del poeta, que al dejarse tomar por el texto, escribe, y no lo hace porque
quiere, ni porque debe, se trata de una elección forzada. Forzada pero sin
ningún mandato venido del Otro, simplemente porque "es preciso", es
respuesta a una pregunta ignorada.
Abril de 2009
Notas
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1-
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Texto
presentado en el VIII Congreso de la EBP, Florianópolis, abril de 2009.
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2-
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"Las
mujeres analistas son las mejores. Son mejores que los hombres
analistas". J. Lacan, "Conferencia en Ginebra sobre el
síntoma". En Intervenciones y textos 2, Buenos Aires,
Ed. Manantial, 1988.
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3-
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Esta frase
es una traducción de un fragmento extraído del video que se encuentra en el
site de la ECF, de la Conferencia del 12 de octubre de 2008.
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4-
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Miller,
J.-A. De la naturaleza de los semblantes. Buenos Aires, Ed.
Paidós, 2002. Pág. 10.
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5-
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Miller, J.-A.
Los signos del goce. Buenos Aires, Ed. Paidós, 1998. Cap. XIII,
págs. 220 y siguientes.
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6-
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"(…) el
analista no hace apariencia: ocupa —¿ocupa con qué? es lo que dejo a retomar—
ocupa la posición del semblante (semblant). Lo ocupa legítimamente porque, en
relación al goce, al goce tal como ellos deben aprehenderlo en los dichos de
aquel que a título de analizante ellos resguardan en su enunciación de
sujeto, no hay otra posición sostenible, que no hay sino aquí que se apercibe
hasta dónde el goce, el goce de esta enunciación autorizada, puede conducirse
sin estragos demasiado notables. Pero el que hace apariencia (semblant) no se
nutre del goce del cual se mofaría según el decir de aquellos que vuelven al
discurso del carril. Este que hace apariencia (semblant) da a otra cosa que
el mismo su portavoz, y justamente al mostrarse con máscara que (yo digo)
abiertamente llevada, como en la escena griega: el goce apariencia no tiene
efecto sino por ser manifiesto. Cuando el actor lleva su máscara, su cara no
gesticula, no es realista, el pathos está reservado al coro que se da a él
—es el caso de decirlo— lo pasa en grande, y, ¿por qué?. Para que el
espectador, digo aquel de la escena antigua, encuentre su plus de gozar
comunitario en él. Es lo que para nosotros es el costo del cine, en él la
máscara es otra cosa: es lo irreal de la proyección." Lacan, J. Ou
pire….Clase del 10 de mayo de 1972. Inédito.
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7-
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Blanchot,
M. O livro por vir. Ed. Martins Fontes, São Paulo, 2005, p. 39
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