miércoles, 25 de abril de 2012

El Sujeto Supuesto Saber y el semblante




El semblante, en análisis, surge inicialmente en la transferencia como respuesta al Sujeto Supuesto Saber, engendrado en el propio dispositivo analítico. En mi testimonio del pase identifiqué tres momentos del Sujeto Supuesto Saber en análisis, elaborados a partir de Miller 5:
En el inicio, el analizante se atribuye un saber, pero un saber que aloja una ignorancia -un poco más y estaría completo-. Y porque hay ignorancia, surge, en la transferencia, la suposición de un saber que iría a recubrir lo que falta. Al suponer, se busca con el sentido algo que venga a completar esa hiancia, taponar lo real.
Frente a la suposición, el analista hace semblante de saber, lo que no se confunde con fingir o aparentar que sabe, sino que el semblante se sustenta en la apuesta en el inconsciente como un saber que no se sabe.
Como la expectativa de taponamiento no se realiza, en la brecha del sentido, pasan a prevalecer marcas de goce que exigen una deducción de saber. No la verdad sobre lo verdadero, sino un saber sobre el objeto que supuestamente el sujeto fue para el Otro, deducción cuyo efecto es la revelación del fantasma. En esa transformación, el analista pierde en consistencia y se torna un operador lógico, esto es, para deducir un saber, el analizante hace uso del analista como objeto fuera de él.
Suspendido de su ser, el analista se torna semblante de objeto, lugar vacío que se ofrece para el trabajo de deducción del fantasma, cuyo efecto es que se reduce el palabrerío y el objeto se resalta, se destaca.
En el final, el saber se convierte en su reverso, esto es, la ignorancia pasa a enmarcar un vacío, espacio para la invención de saber. Este saber que está en juego, es sobre ciertas evanescencias, rasgos, mutaciones subjetivas, sobre algo que ya se desvaneció. En esta etapa prevalece el silencio del analista que da lugar a la invención, al sinthome.
¿Cómo hacer para hacer semblante? La experiencia del análisis, cuando produce un analista, produce esa especie de milagro: su efecto, su fin. ¿Cómo la experiencia del análisis resulta en eso? ¿Cómo el final de análisis está asociado a la posición de semblante?

Un final de análisis y el objeto:

Durante el dispositivo del pase pude detectar momentos distintos en relación al objeto. Primero, identificación con el objeto ideal, inalcanzable, sostenida por el amor cortés, aquél que deja a la dama en el lugar de la Cosa, de aquello que no puede ser tocado sin horror.
Después, identificación petrificante con el objeto del fantasma perverso, objeto de goce, víctima sometida al Otro.
Cada fracaso de la precaria identificación, tanto con el objeto ideal como con el fantasma, resultaba en la caída en un abismo ilimitado, identificada con el vacío, donde predominaba el deseo de muerte.
La revelación del fantasma, permitió verificar que me hacía un objeto para tener, hacer y usar, para un supuesto goce del Otro.
Nominar el goce tiene como efecto la extracción del objeto que velaba el agujero, el fantasma pierde su consistencia imaginaria, o se vacía. El objeto es transpuesto de su función de obstrucción, a causa de deseo.
El objeto como causa de deseo es efecto de esta separación, de despegue de la identificación cuando se cree ser el objeto. En la posición de causa, no se es pero puede hacerse semblante de objeto de deseo para un otro.
Esta experiencia es la que permite ocupar la posición de analista. Suspendido de su ser, el analista se torna semblante de a, como las gotículas suspendidas del arco iris, es coloreado por el espectro, por el fantasma del analizante.
En la expresión "faire semblant", el verbo "hacer" no indica una acción del yo, sino una posición. Para el analista, hacer semblante es una posición, la única sustentable en la transferencia, como observa Lacan en el Seminario Ou pire…
"(…) el analista no hace semblante: ocupa la posición de semblante. La ocupa legítimamente porque con relación al goce (…), no tiene otra posición sustentable…". Y más adelante: "Cuando el actor usa su máscara, su rostro no gesticula, no es realista, el pathos está reservado al coro, ¿por qué? Para que el espectador, aquél de la escena antigua, encuentre su plus de gozar en él".[6]
"No hay El psicoanalista, como no existe La mujer", existen psicoanalistas uno por uno, a cada vez y de vez en cuando:
"Cada uno responde como puede y como quiere. La respuesta de uno no conviene a ningún otro, ella es inconveniente, responde a aquello que necesariamente ignoramos y es en ese sentido, indescifrable, jamás ejemplar" "(…) Lejos de todas los mandatos del "yo debo" y de todas las pretensiones del "yo quiero" (…) la respuesta "es preciso" puede, de hecho, ser oída, pero aquello que no "es preciso" no se oye, es respuesta a una pregunta que no se descubre".
Este último párrafo es una cita de Blanchot [7] sobre la pregunta "¿Qué es escribir?". La posición del analista se aproxima a aquélla del escritor, o del poeta, que al dejarse tomar por el texto, escribe, y no lo hace porque quiere, ni porque debe, se trata de una elección forzada. Forzada pero sin ningún mandato venido del Otro, simplemente porque "es preciso", es respuesta a una pregunta ignorada.
Abril de 2009

Notas
1-
Texto presentado en el VIII Congreso de la EBP, Florianópolis, abril de 2009.
2-
"Las mujeres analistas son las mejores. Son mejores que los hombres analistas". J. Lacan, "Conferencia en Ginebra sobre el síntoma". En Intervenciones y textos 2, Buenos Aires, Ed. Manantial, 1988.
3-
Esta frase es una traducción de un fragmento extraído del video que se encuentra en el site de la ECF, de la Conferencia del 12 de octubre de 2008.
4-
Miller, J.-A. De la naturaleza de los semblantes. Buenos Aires, Ed. Paidós, 2002. Pág. 10.
5-
Miller, J.-A. Los signos del goce. Buenos Aires, Ed. Paidós, 1998. Cap. XIII, págs. 220 y siguientes.
6-
"(…) el analista no hace apariencia: ocupa —¿ocupa con qué? es lo que dejo a retomar— ocupa la posición del semblante (semblant). Lo ocupa legítimamente porque, en relación al goce, al goce tal como ellos deben aprehenderlo en los dichos de aquel que a título de analizante ellos resguardan en su enunciación de sujeto, no hay otra posición sostenible, que no hay sino aquí que se apercibe hasta dónde el goce, el goce de esta enunciación autorizada, puede conducirse sin estragos demasiado notables. Pero el que hace apariencia (semblant) no se nutre del goce del cual se mofaría según el decir de aquellos que vuelven al discurso del carril. Este que hace apariencia (semblant) da a otra cosa que el mismo su portavoz, y justamente al mostrarse con máscara que (yo digo) abiertamente llevada, como en la escena griega: el goce apariencia no tiene efecto sino por ser manifiesto. Cuando el actor lleva su máscara, su cara no gesticula, no es realista, el pathos está reservado al coro que se da a él —es el caso de decirlo— lo pasa en grande, y, ¿por qué?. Para que el espectador, digo aquel de la escena antigua, encuentre su plus de gozar comunitario en él. Es lo que para nosotros es el costo del cine, en él la máscara es otra cosa: es lo irreal de la proyección." Lacan, J. Ou pire….Clase del 10 de mayo de 1972. Inédito.
7-
Blanchot, M. O livro por vir. Ed. Martins Fontes, São Paulo, 2005, p. 39

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