Ignorada por el estamento psiquiátrico incrustado en el aparato estatal, la teoría del “doble vínculo”, explicativa de una de las más terribles y difíciles enfermedades mentales, la esquizofrenia, permite una analogía con la situación política actual. Su creador, Gregory Bateson (1904-1984), antiguo compañero sentimental de la pionera antropóloga Margaret Mead, dedujo su teoría de numerosas observaciones que claramente se salían del marco oficial. Inconforme con la oscuridad ceñida sobre tan espinoso asunto, su teoría del doble vínculo es un prodigio de simplicidad, racionalidad y compasión, que en su obra Steps to an Ecology of Mind propuso de un modo muy poco convencional pero accesible también por eso mismo a los legos inteligentes.
El meollo del asunto es el siguiente: la posibilidad de desarrollar los síntomas de la esquizofrenia, que según la ciencia establecida tienen una fuerte base genética –conveniente cajón de sastre para acaudalar la ignorancia–, se incrementa considerablemente si, cuando niños en nuestra relación con las figuras de poder, topamos con patentes contradicciones entre dichos y hechos. Ejemplo clásico: sé libre. Puesto que el mandato de ser libre, que es un hecho, no es compatible con el mensaje, la libertad, se crea un patrón de doble vínculo que puede llegar a escalar hasta un colapso mental-emocional de tremenda envergadura.
¿Y no podría ser que el grueso de los españoles tengan abrumada su capacidad crítica tras cantidades ingentes de contradicciones similares por parte de los actuales dirigentes (clase política, medios de comunicación) que, en lugar de despertarles del letargo, les incapacitan para el pensamiento y la acción significativa? Bateson también descubrió que el doble vínculo tiene lugar en una comunicación que no admite meta-comunicación, es decir, aclaraciones sobre la naturaleza contradictoria de los mensajes: ¿no resulta una barrera sumamente difícil de romper el cuestionamiento continuado de la veracidad de los asertos frente a los hechos ante quienes detentan el poder, esa meta-comunicación?
Mentirosos y engañados se necesitan mutuamente, del mismo modo que la enfermedad mental y el abuso de quien, a su vez, fue presumiblemente mentido y abusado, son las dos caras de la misma moneda.
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