ACTITUDES
Y es que en el mundo traidor nada hay verdad ni mentira,
Todo es según el color del cristal con que se mira
D. Ramón de Campoamor (Doloras)
¿Qué son las actitudes?
No es lo mismo mirar el mundo con unas gafas de cristal color de rosa que con unas gafas oscuras. Nuestras actitudes son las gafas que cada uno de nosotros utiliza para mirar a su alrededor y a sí mismo, o, como dice Robert Dilts, las actitudes son los filtros a través de los cuales percibimos la realidad.
Esos filtros son imprescindibles, ya que la realidad es tremendamente compleja y los filtros nos permiten simplificarla y centrar nuestra atención en unos aspectos y no en otros. Sin filtros no podríamos funcionar, por tanto, decir que una actitud es un filtro no implica valoración negativa (ni positiva) alguna.
Nuestras actitudes no son los únicos filtros que utilizamos, los sistemas de representación (visual, auditivo y kinestésico) también funcionan como filtros de la enorme cantidad de información que recibimos continuamente. Los sistemas de representación clasifican la información según el canal sensorial y prestan más atención a unos canales que a otros. Las actitudes juzgan y valoran la información y la filtran en función de la etiqueta que les hayamos asignado.
El siguiente experimento puede dar una idea de como funcionan las actitudes.
Les ponemos etiquetas a las cosas, y esas etiquetas dirigen nuestro pensamiento en un sentido o en otro. Cuando nos encontramos ante algo que hemos calificado como ‘interesante” nuestras reacciones son muy diferentes de las que tenemos cuando nos encontramos frente a algo que hemos calificado de “aburrido”.
Las etiquetas que le ponemos a la realidad son de muchos tipos. A grandes rasgos podemos distinguir tres categorías:
1. Por una parte tenemos las opiniones que formamos sobre la realidad exterior (por ejemplo, los niños son ruidosos, el ruido es molesto)
2. Después tenemos las opiniones que formamos sobre nosotros mismos, sobre nuestra identidad (se me da bien el dibujo, soy una persona nerviosa)
3. Por último formamos valores y escalas de valores, que son los que nos permiten decidir que es más importante y establecer prioridades. Muchas veces nuestros conflictos internos se deben a conflictos entre valores del mismo nivel (por ejemplo, necesito dedicarle más tiempo a mi trabajo puede entrar en conflicto con necesito dedicarle más tiempo a mi familia)
En cualquiera de esas tres grandes categorías nos encontramos que, con frecuencia, se identifican las actitudes con aquellas ideas que podemos expresar verbalmente y de las que somos conscientes, pero si entendemos las actitudes como los filtros que hacen que prestemos atención a unos aspectos de la realidad y no a otros es fácil darse cuenta de que muchos de nuestros filtros no se expresan verbalmente, sino que los asumimos de forma tácita.
Por ejemplo, cómo profesor sé que en cuanto el ruido en un aula supera un determinado nivel entro en acción para hacerlo bajar, sin embargo, me resultaría muy difícil explicar cual es el nivel de ruido adecuado, simplemente noto que tengo que actuar. El que no pueda expresar verbalmente cuál es el nivel de ruido adecuado en un aula no me impide tener ideas / sensaciones definidas sobre ese tema, y no impide que esas sensaciones / ideas me impulsen a fijarme en que momento ese nivel de ruido se supera y, a partir de ahí, a actuar.
Muchas de nuestras actitudes están fuera de nuestro nivel de atención consciente, lo que quiere decir que reaccionamos ante ellas sin siquiera darnos cuenta. Puede suceder incluso que esas actitudes tácitas estén en contraposición con las ideas que defendemos conscientemente.
Las actitudes y la realidad
“el mapa no es el territorio”.
Korzybski
Decir que las actitudes son los filtros a través de los que percibimos la realidad equivale a decir que nuestras actitudes son el mapa que utilizamos para andar por el mundo y, como ya dijo Korzybski en 1941, no debemos confundir el mapa con el territorio, ni nuestras actitudes con la realidad.
Un mapa nunca puede reflejar el terreno con total precisión, ya que para ser totalmente preciso necesitaría incluir absolutamente la misma información que el mundo real y dejaría de ser un mapa. Los mapas no son “verdad”, si lo fueran no serían mapas, serían el terreno.
De la misma forma cualquier opinión, actitud, o valoración que formemos sobre algo, por su propia naturaleza exige que generalicemos y simplifiquemos. Lo que quiere decir que las actitudes nunca son “verdad” ni “mentira”, sino una forma de entender una determinada situación.
Decir que las actitudes no son “verdad” no les resta valor alguno. Sin actitudes, opiniones y criterios nos paralizaría el exceso de información y seríamos incapaces de tomar decisiones. Al mismo tiempo ese mismo proceso de simplificación presupone que perdemos información.
Cuando clasifico todas las películas del oeste como “aburridas” esa simplificación me ayuda a decidir que tipo de película ver la próxima vez que quiera ir al cine, pero también implica que dejaré de prestarle atención a películas que a lo mejor me merecería la pena ver.
El peligro no está en la simplificación y perdida de información, el peligro está en creerse que esa generalización es la realidad. Esta actividad te puede ayudar a darte cuenta de la diferencia entre pensar que algo es “verdad” y pensar que algo es una opinión.
Cuando confundimos nuestras actitudes con la realidad le cerramos las puertas al cambio y las actitudes se solidifican. Cuanto más rígidas nuestras creencias menos dispuestos estaremos a aceptar los datos que contradigan nuestras creencias o a considerar puntos de vista alternativos y más difícil será que encontremos maneras distintas de actuar.
El mapa no es el territorio, las actitudes no son la realidad pero, así como un buen mapa nos puede facilitar el encontrar el camino, un buen mapa actitudinal nos hace más fácil el desenvolvernos en el mundo que nos rodea. Un buen mapa actitudinal es sobre todo un mapa flexible y abierto que, en caso necesario, me permita analizar la misma situación desde muchos puntos de vista y generar diferentes respuestas en cada situación.
LAS ACTITUDES Y LA CONDUCTA
“Ten cuidado con tus pensamientos, porque se convertirán en palabras,
ten cuidado con tus palabras, porque se transformarán en acciones,
ten cuidado con tus acciones, porque se convertirán en tus pensamientos.”
anónimo
El mismo mapa en manos de dos exploradores puede utilizarse de manera distinta, y dos exploradores que se crucen en el mismo camino pueden estar siguiendo mapas distintos. O dicho de otra forma, las actitudes no son la conducta, y con frecuencia nos encontraremos que el mismo comportamiento se debe a actitudes muy distintas, o que partiendo de la misma actitud se llega a conductas muy distintas.
Dentro de un aula podemos encontrarnos a dos alumnos que se esfuercen al máximo, pero mientras que uno lo hace porque le gusta la asignatura el segundo lo hace porque quiere que sus padres se sientan orgullosos de él. O, por el contrario, dos alumnos a los que les gusta mucho la asignatura pueden mostrar grados esfuerzo muy distintos.
El hecho de que las actitudes no sean iguales a la conducta significa que las actitudes no son directamente observables, tenemos que deducirlas. Si en clase tengo dos alumnos que vienen a clase sistemáticamente sin libro, cuaderno ni bolígrafo, lo único que puedo decir con seguridad es que vienen a clase sin libro, cuaderno ni bolígrafo. El porqué tendré que averiguarlo, ya sea preguntándoles a ellos o consiguiendo la información de otra manera. Puede resultar que un alumno venga a clase sin libro porque está absolutamente convencido de que haga lo que haga nunca va a aprender mi asignatura y ha decidido no molestarse más, mientras que el otro alumno se considera totalmente capaz de aprobar pero no le interesa estudiar.
Aunque el comportamiento sea el mismo si consigo entender las razones que hay detrás puedo encontrarme con que mi respuesta para ser eficaz, necesita tener en cuenta no sólo el comportamiento, sino también las actitudes que lo provocan.
Porque las actitudes no son lo mismo que la conducta pero desde luego influyen en ella. Por eso Robert Dilts añade que las actitudes, además de filtrar nuestra percepción, nos dan pautas de conducta. Alguien que piense que tiene mal oído y crea que se le da mal la música es poco probable que intente aprender a tocar el violín, o cualquier otro instrumento musical. Si, por el contrario, esa persona considera que es una buena gimnasta es probable que le dedique tiempo y esfuerzo a hacer algo que se le da bien.
Encontrarás un ejemplo en este diagrama, que también ejemplifica la relación existente entre actitudes y motivación.
EL PODER DE LAS ACTITUDES
Si crees que puedes, puedes
Si crees que no puedes, no puedes
Henry Ford
De las actitudes que tengamos dependerá que desarrollemos unas capacidades u otras, unos comportamientos u otros.
Ante la misma situación (por ejemplo, un ejercicio mal hecho) dos alumnos reaccionarán de distinta manera en función de la idea que tengan de sí mismos y sus capacidades.
CÓMO FUNCIONAN LAS ACTITUDES, UN EXPERIMENTO
Antes de empezar selecciona una situación que te resulte difícil afrontar. Por ejemplo, si eres profesor, imagínate que estás a punto de entrar a darle clase a un grupo difícil.
Colócate mentalmente en el momento inmediatamente anterior al comienzo de esa actividad o situación difícil. Por ejemplo, antes de abrir la puerta y entrar en el aula de ese grupo difícil.
Durante un par de minutos, fija en tu mente el pensamiento que se expresa a continuación:
Es imposible conseguir resultados en esta situación
· ¿Qué ideas y pensamientos te vienen a la cabeza?
· Préstale atención a tu diálogo interno ¿Qué tipo de cosas te dices a ti mismo?
· ¿Qué sensaciones y sentimientos tienes? Fíjate en que parte del cuerpo localizas esas sensaciones.
Anota tus impresiones en un papel y pasa a realizar la parte dos de este experimento.
CÓMO FUNCIONAN LAS ACTITUDES, UN EXPERIMENTO
2ª Parte
Vuelve a colocarte mentalmente en el momento inmediatamente anterior al comienzo de esa actividad o situación difícil que elegiste en la primera parte de este experimento. Utilizando el mismo ejemplo, vuelve a situarte mentalmente en el momento justo antes de abrir la puerta y entrar en el aula de ese grupo difícil.
Durante un par de minutos, fija en tu mente el pensamiento que se expresa a continuación:
Tengo recursos suficientes para conseguir buenos resultados
· ¿Qué ideas y pensamientos te vienen a la cabeza?
· Préstale atención a tu diálogo interno ¿Qué tipo de cosas te dices a ti mismo? · ¿Qué sensaciones y sentimientos tienes? Fíjate en que parte del cuerpo localizas esas sensaciones.
Anota tus impresiones en un papel y compáralas con las que sentiste durante la primera parte de este experimento.
· ¿Cuál de los dos pensamientos te ayuda a generar más soluciones?
· ¿Cuál de los dos pensamientos te permite ser más eficaz y conseguir mejores resultados?
· A la hora de actuar ¿Cuál de los dos pensamientos te permite afrontar esa situación difícil con más posibilidades de éxito y con menos desgaste personal?
ACTITUDES Y REALIDAD, UN EXPERIMENTO
Piensa en alguien que conozcas y que realmente te parezca una gran persona. Fíjate en las frases que están a continuación. Por orden ve fijándolas en tu mente y préstale atención a las reacciones que provocan en ti (ideas, sensaciones, diálogo interno, etc)
1. Es evidente que esta persona es una gran persona.
2. Yo pienso que esta persona es una gran persona.
3. Me parece que esta persona es una gran persona.
4. Mucha gente piensa que esta persona es una gran persona.
5. No todo el mundo piensa que esta persona es una gran persona
Repite ahora el experimento con alguien que te resulte desagradable:
1. Es evidente que esta persona es insoportable
2. Yo pienso que esta persona es insoportable
3. Me parece que esta persona es insoportable
4. Mucha gente piensa que esta persona es insoportable
5. No todo el mundo piensa que esta persona es insoportable
¿Cual es la diferencia entre la número uno y la número cinco de cada cuadro?
¿Con cuáles de esas frases te planteas más alternativas, más opciones?
¿Cuál te encasilla más en tus opiniones?
¿Cuál o cuáles te permiten ser más flexible?
ACTITUDES Y MOTIVACIÓN
“Los diamantes son trozos de carbón apegados a su trabajo”
Malcom Forbes
Pero ¿qué es lo que hace que unos trozos de carbón se apeguen a su trabajo y otros no?
La motivación es la fuerza que nos mueve a realizar actividades. Estamos motivados cuando tenemos la voluntad de hacer algo y, además, somos capaces de perseverar en el esfuerzo que ese algo requiera durante el tiempo necesario para conseguir el objetivo que nos hayamos marcado.
Esa fuerza está directamente relacionada con las actitudes, porque son mis valores, actitudes y opiniones los que me dictan lo que necesito en cada momento y lo que es importante y lo que no lo es o, dicho de otro modo, si estoy dispuesto a hacer el esfuerzo de salir de casa para ir al cine es porque “ir al cine” es algo que considero atrayente, valioso, dentro de mis posibilidades, etc.
Naturalmente mi comportamiento no es el resultado de una única actitud, sino que dependerá del conjunto de mis actitudes. A lo mejor me apetece ir al cine, pero si tengo trabajo que entregar puede resultarme más importante terminar el trabajo que ir al cine.
La aparición de esa “fuerza que nos lleva a realizar actividades” se crea como resultado de la conjunción entre mis valores y actitudes y mis circunstancias exteriores (de poco sirve que me guste el cine si vivo a 1.000 Km del cine más cercano) Desde este punto de vista las actitudes no son lo mismo que la motivación pero si son la base de la motivación.
Con frecuencia se distingue entre motivación externa y motivación interna. Se define la motivación externa como aquella provocada por un estímulo del entorno. Por ejemplo, un aumento de salario me puede animar a trabajar más. Por el contrario la motivación interna sería la que surge de mí mismo, sin necesidad de ningún estímulo externo.
Pero para que algo del mundo exterior me motive primero tengo que calificarlo yo como atrayente, y esa calificación va a depender de mis actitudes. A su vez esas actitudes no salen de la nada, son el resultado de mis experiencias, por lo tanto, de mi contacto con el mundo exterior.
Lo que quiere decir que, en mi opinión, esa distinción no tiene mucho sentido. La palabra “motivación” esconde un proceso que es el resultado de la interacción entre mi “yo” y mi entorno, entre mis actitudes, mi manera de ver el mundo y el mundo exterior. Ese proceso siempre parte de mí (siempre es motivación interna), pero depende de lo que haya fuera (siempre es motivación externa) Ese proceso no está dentro ni fuera, sino que es el resultado de la relación que se crea entre ambas partes.
En la danza entre tú y yo no soy yo ni eres tú lo que determina mi motivación, soy yo - contigo, es el sistema que creamos entre los dos lo que determina el proceso de motivación.
Motivar a los demás
Una de las aspiraciones más comunes entre los que trabajan con otra gente, como por ejemplo, los profesores, es la de ser capaces de motivar a las personas con las que trabajan. Además, la sensación de fracaso en esa aspiración con frecuencia conlleva fuertes sensaciones de culpa y la disminución de la auto-estima (no soy capaz de motivar a mis alumnos, por lo tanto soy un mal profesor)
Pero para poder motivar a los demás primero necesitamos entender lo que eso supone. Repasemos:
a) La motivación es un proceso dinámico, en continuo cambio, que surge como resultado del encuentro entre mis actitudes y el entorno.
b) De los dos elementos, el que inclina la balanza en un sentido u en otro son “mis actitudes”. El mismo entorno será juzgado y valorado de distinta manera por individuos con actitudes diferentes.
c) Motivar a los demás consiste en crear una situación en la que le ofrezcamos algo valioso al otro en función de su mapa actitudinal.
Eso presupone:
1) conocer al otro, saber lo que valora.
Un alumno al que le gusten los retos reaccionará con interés ante un ejercicio difícil, mientras que la misma actividad puede retraer al alumno al que lo que le gusta es sentirse seguro. Motivar al otro implica conocerle, prestarle atención, desarrollar nuestra percepción y nuestra capacidad de empatía. En suma aprender a ser receptivos.
Con frecuencia se asocia la capacidad de motivar al otro con la “acción”, pero la motivación empieza con la no-acción, con la observación y el respeto al otro.
2) poder actuar sobre alguno de los dos elementos.
Cuando el entorno ofrece las cosas que valoramos no hace falta que nadie nos motive. El alumno al que le gusta el colegio y que disfruta sacando buenas notas no necesita de ninguna intervención por mi parte, pero cuando esto no es así puedo intentar la intervención directa para cambiar el entorno. Por ejemplo, en el caso de un alumno al que le resulta muy importante tener buenas notas se le puede ofrecer puntos a cambio de trabajo.
Cuando se tiene poder para hacerlo, cambiar los estímulos externos es la forma más rápida de conseguir resultados. El problema es que con frecuencia nos vamos a encontrar con que no tenemos poder para cambiar el entorno de manera adecuada.
Si tengo un alumno al que lo único que le interesa es ponerse a trabajar y la ley le obliga a permanecer en un el colegio contra su voluntad, no está en mis manos ofrecerle un trabajo ni liberarle del colegio. Cómo tampoco puedo cambiar el currículo para adaptarlo a los gustos y necesidades de alumnos concretos. Picasso se negaba a hacer nada que no estuviese relacionado con el dibujo y, naturalmente, él fracasó en el colegio y el colegio fracasó con él. Ese fracaso (y otros muchos parecidos y bien documentados de personajes famosos) no dice nada de las aptitudes de Picasso y sí mucho de nuestro sistema escolar y sus deficiencias.
Cuando no podemos cambiar el entorno para adecuarlo a las actitudes del otro el único elemento sobre el que podemos trabajar son sus actitudes. En esos casos intentar motivar al otro quiere decir intentar hacerle cambiar en su manera de pensar y de entender el mundo para que valore lo que el entorno le ofrece
En el caso de Picasso hubiera supuesto enseñarle a valorar otros logros por encima de la pintura. Planteárselo así ayuda a tomar conciencia de la enormidad de la tarea que nos proponemos como objetivo cuando decimos algo, tan sencillo aparentemente, como “me gustaría ser capaz de motivar a mis alumnos”.
Esto no quiere decir que motivar al otro sea imposible, pero si que tener éxito en esa tarea y cambiar o ayudar a cambiar la forma de entender el mundo del otro pasa por tener en cuenta los principios básicos de las actitudes y utilizarlos como punto de partida para trabajar las actitudes de forma efectiva.
LAS ACTITUDES
SON:
· Nuestra propia CREACION.
· Resultado de NUESTRAS EXPERIENCIAS.
· Los CIMIENTOS de la MOTIVACIÓN.
NO SON:
· Lo mismo que la REALIDAD, así que son modificables.
· Lo mismo que la CONDUCTA, así que no las podemos ver, pero las podemos deducir.
Las Actitudes están:
· En continua transformación
· Influenciadas por la realidad circundante
EL CAMBIO DE ACTITUDES
Cuando no podemos cambiar el entorno para adecuarlo a las actitudes del otro el único elemento sobre el que podemos trabajar son sus actitudes.
Los
principios básicos de las actitudes nos dicen que cada uno de nosotros es responsable de sus propias actitudes. Si
mis actitudes son mi propia creación la única persona que las puede cambiar soy yo misma y, aplicada a mis alumnos, los únicos que pueden cambiar sus actitudes son ellos mismo.
Al mismo tiempo, ninguno de nosotros es un sistema cerrado. Creamos nuestras actitudes para entender el mundo que nos rodea y, por tanto, nuestras actitudes están permanentemente abiertas a la influencia del entorno. Mis alumnos (y todos los demás integrantes de mi entorno) influyen en mis actitudes y yo influyo en las suyas.
Eso hace que las actitudes estén en continua transformación. No tenemos más que mirar hacia el pasado para darnos cuenta de como y cuanto hemos cambiado nuestra manera de pensar sobre un tema concreto. Las cosas que creemos a los 5 años no tienen mucho que ver con las cosas que creemos a los 10, no digamos a los 30.
Por lo tanto, el problema no es tanto conseguir que el otro cambie de actitud, sino conseguir que cambie en la dirección deseada. Para ellos las dos palabras mágicas son influencia y respeto.
INFLUENCIA
No hay peor sordo que él que no quiere oír
Refrán popular
Se puede lograr que el otro cambio de comportamiento por la fuerza, pero la fuerza no resulta muy eficaz cuando lo que se pretende es conseguir un cambio en la manera de pensar de alguien. De hecho suele ser contraproducente. Esta actividad es clarificadora del efecto de la fuerza en el cambio de actitudes.
Nuestra capacidad de motivación está directamente relacionada con nuestra influencia en el otro. Tendremos más influencia cuanto mas nos escuche el otro. Una de las grandes paradojas de la comunicación humana es que si queremos que el otro deje de estar sordo y tenga interés en escucharnos primero tenemos que escucharle nosotros a él. La
empatía y la capacidad de entender al otro son los cimientos sobre los que se asienta nuestra capacidad de motivación de los demás. Lo que quiere decir que el primer paso para poder motivar a los demás es observarles e intentar saber
todo lo posible sobre su manera de pensar.
Cuando entendemos al otro y conseguimos su atención y su confianza podemos presentarle ideas nuevas, actitudes nuevas. Naturalmente eso no garantiza que el otro las acepte. Por eso la segunda palabra mágica es respeto.
RESPETO
“Cambiamos sólo cuando decidimos que ese cambio nos ayuda a ser lo que queremos ser”
Margaret Wheatley
Si partimos de la base de que motivar al otro suponer influirle para que cambie sus actitudes tenemos que actuar desde el respeto a la capacidad que el otro tiene de tomar sus propias decisiones en función de sus intereses.
En la practica esto implica renunciar a la idea de que “yo soy el experto que sabe lo que le conviene al otro” y aceptar las decisiones del otro cuando no coinciden con las nuestras o con lo que nosotros consideramos “políticamente correcto”.
Motivar al otro no quiere decir elegir por el otro, sino ofrecerle alternativas viables, para que él pueda elegir la que más le conviene.
El procedimiento a seguir para poder ofrecer alternativas viables se podría esquematizar de la siguiente manera:
IDENTIFICAR LA ACTITUD A CAMBIAR – FORMULAR ACTITUD ALTERNATIVA – DISEÑAR INTERVENCIÓN – ACTUAR – OBSERVAR Y VOLVER A IDENTIFICAR LA ACTITUD A CAMIAR
IDENTIFICAR LA ACTITUD A CAMBIAR
Partiendo de la observación y conocimiento del otro identificamos primero las actitudes que impiden la motivación. La pregunta a hacerse es
¿Cómo sé que esa persona no está motivada?
· ¿qué es lo que tengo que ver para decidir que carece de motivación?
· ¿qué comentarios evidencian la falta de motivación?
· ¿qué tengo que notar en alguien para decidir que carece de la motivación adecuada?
Formular la actitud alternativa
Una vez que hemos identificado la actitud o actitudes que queremos que el otro cambie el segundo paso es formular la actitud alternativa que le vamos a presentar.
Las actitudes son el mapa que utilizamos para ir por la vida, y un mal mapa es mejor que no tener mapa, Si queremos que alguien cambie el mapa que está usando necesitamos ofrecerle un mapa mejor, de lo contrario seguirá usando el que tiene y al que está acostumbrado. La pregunta básica es:
¿qué es lo que necesito en vez de esto? · ¿Qué querría ver en lugar de esto?
· ¿Que comentarios tendría que oír?
· ¿Qué tendría que notar para saber que esa persona está motivada?
Con frecuencia sabemos identificar con precisión lo que no queremos (la actitud a cambiar) pero no nos hemos reflexionado sobre lo que nos gustaría tener en su lugar.
DISEÑAR MI INTERVENCIÓN
Una vez que sabemos que actitudes vamos a proponer necesitamos decidir como y cuando lo vamos a hacer.
· ¿Cómo voy a intervenir?
· ¿Vamos a trabajar con una persona o con un grupo?
· ¿Qué medios vamos a utilizar para lanzarles la nueva idea?
· ¿Donde y cuando vamos a actuar?
Una vez sepa lo que voy a hacer y como puedo actuar y observar los resultados, para, si es necesario, volver a empezar el mismo ciclo.
YO TENGO RAZON
El objetivo de esta actividad es ayudarte a tomar conciencia del efecto que provoca el uso de la fuerza cuando se trata de cambiar la manera de pensar de alguien.
Para esta actividad necesitar buscar a alguien que te ayude.
Antes de empezar necesitas pensar en algo de lo que estés absolutamente seguro. Por ejemplo, tu edad o tu dirección.
La tarea de tu ayudantes es leerte las frases que están a continuación, despacio y dándote tiempo para prestarle atención a tus reacciones al oír cada frase.
Tu tarea es prestarle atención al tipo de reacciones que provoca en ti cada una de las frases que te dice tu ayudante.
Elige la idea en la que te vas a centrar y pídele que empiece cuando estés listo.
Recuerda, al leer las frases es importante ir dando tiempo al que escucha para que se fije en el tipo de reacciones que le provoca cada frase.
· ESO ES FALSO
· ESTAS EQUIVOCADO
· SOY UN EXPERTO EN ESTOS TEMAS Y TE ASEGURO QUE NO TIENES RAZON
· NATURALMENTE SI TU LO PIENSAS SERÁ POR ALGO, PERO CREO QUE TE EQUIVOCAS
· YA SE QUE ES COMO TU PIENSAS, PERO ME PREGUNTO SI HABRÍA OTRAS POSIBILIDADES
· SI PUDIERAS CAMBIARLO ¿POR QUE LO CAMBIARÍAS PARA QUE FUERA AUN MEJOR?
· ¿Cuales fueron tus reacciones a cada frase?
· ¿Qué frases te reafirmaron en tus opiniones?
· ¿Qué frases te provocaron una reacción de rechazo hacia el hablante?
· ¿Qué frases te animaron a plantearte otras posibilidades?
En suma, ¿qué frases te ayudaron a encasillarte en lo que ya creías y cuales te ayudaron a generar nuevas ideas?
LAS ACTITUDES EN EL AULA
Con frecuencia los profesores hablamos de la motivación o falta de ella de nuestros alumnos y todos reconocemos que las actitudes que nuestros alumnos tienen influyen de manera decisiva en su aprendizaje. Sin embargo, y paradójicamente, pocas veces le dedicamos tiempo a planificar las actitudes que vamos a trabajar en nuestra aula o a pensar actividades para presentar esas actitudes a nuestros alumnos.
Por eso, el primer paso para trabajar las actitudes en el aula es querer hacerlo, planteárselo de manera consciente.
El procedimiento a utilizar en el aula es básicamente el mismo que fuera de ella. Primero, tratar de entender a los alumnos con los que trabajamos y detectar las actitudes que están actuando para potenciar o impedir el aprendizaje.
Normalmente, cuando corregimos un error en un ejercicio de nuestros alumnos no nos limitamos a indicar donde está la equivocación, sino que también les indicamos la manera de hacerlo bien. En el caso de las actitudes es más importante todavía no limitarse a identificar la actitud que entorpece el aprendizaje y ofrecer siempre una actitud alternativa. No basta con pedirles a nuestros alumnos que se quiten las gafas que utilizan para ver el mundo, tenemos que ofrecerles unas de mejor graduación o de lo contrario no tendrán ningún motivo para cambiar.
En el cuadro siguiente he incluido algunas de las actitudes que con frecuencia me encuentro en mis alumnos y las alternativas que les planteo:
Actitudes a contrarrestar | Actitudes a potenciar |
Solo hay una manera de aprender, así que cuando algo me sale mal tengo que insistir en usar el mismo método durante más tiempo. | Hay muchas maneras de aprender, si la que utilizas no te da buenos resultados ha llegado el momento de buscar nuevas estrategias. |
Mis compañeros aprenden más rápido que yo, no debo ser muy inteligente. | Cada uno de nosotros tiene su propio estilo y ritmo de aprendizaje. Todos necesitamos buscar el sistema o sistemas que a nos funcionan mejor. |
Se me da fatal el Inglés. Yo soy así. | Las cosas se nos dan mejor o peor en función de las estrategias de aprendizaje que utilizamos, no en función de como seamos. |
Los errores que cometo son muestra de mi fracaso. | Los errores que cometo me dan información sobre los pasos a dar a continuación. |
Esta asignatura es muy difícil. Es imposible conseguir resultados mejores. | ¿Qué tengo que hacer la próxima vez para hacerlo mejor? |
No me enteré de nada, nunca podré aprender esto. | Todavía no he alcanzado el nivel que quiero, pero cada día aprendo algo nuevo. |
En cualquier caso, la decisión de elegir unas actitudes u otras, una manera de interpretar la realidad u otra, está siempre en las manos de nuestros alumnos y no en las del profesor. Lo que está en nuestras manos es ofrecerles esas otras maneras de pensar.
PARA PODER VER UNA NUEVA IDEA PRIMERO ES NECESARIO CREARLA EN EL CEREBRO COMO POSIBILIDAD, ESPECULACIÓN, HIPÓTESIS O CONSTRUCTO EDWARD DE BONO
Mientras no se nos plantee, aunque sea como mera hipótesis, una manera distinta de entender la realidad seguiremos utilizando la que ya tenemos. Un mal mapa es mejor que no tener mapa.
¿Cómo podemos plantear actitudes nuevas en el aula?
Podemos ofrecer las actitudes alternativas mediante comentarios casuales durante la clase, en respuesta a los comentarios de los alumnos Muchas veces estamos tan ocupados explicando materia que nos resistimos a “perder tiempo”. En el fondo se trata de que consideremos más importante en cada momento, explicar un ejercicio, o intentar plantear nuevas actitudes. Las anécdotas, cuentos e historias son buenos vehículos de presentación de nuevas actitudes. Por una parte le hablan directamente alhemisferio derecho, a nuestras emociones, al pensamiento metafórico, por la otra nos permiten presentar las ideas que nos interesan sin aludir directamente a ellas, lo que evita el posible rechazo.
Además en las clases de lengua podemos seleccionar los textos con los que trabajamos para que incluyan tanto los aspectos lingüísticos que nos interesen como las actitudes que queramos promover en esa aula.
Además de las clases de lengua, las reuniones de tutoría se pueden aprovechar para realizar actividades, tanto individuales como de grupo que fomenten nuevas actitudes.
En cualquier caso es la forma de llevar la clase y nuestro propio comportamiento los elementos que más influencia tienen a la hora de reforzar unas actitudes u otras.
MODIFICACIÓN EN BASE A TEORÍAS Y TÉCNICAS PSICOLÓGICAS
LOGOTERAPIA
La logoterapia psicoterapia que propone que la voluntad de sentido es una motivación primaria del ser humano, una dimensión psicológica inexplorada por paradigmas psicoterapéuticos anteriores, y que la atención clínica a ella es esencial para la recuperación integral del paciente
PROPUESTAS
La logoterapia está lejos de haber logrado el desarrollo teórico que caracteriza al psicoanálisis, e incluso a la psicología profunda, de Jung. Pese a esto la logoterapia resulta interesante. Como su denominación lo sugiere, se trata de darle un sentido a la existencia humana (en esto se asemeja a ciertos postulados de Sartre). Para entender la génesis de la logoterapia corresponde saber que Frankl fue prisionero en un campo de concentración. Allí, considera haber podido sobrevivir más que nada porque le supo dar un logos (en griego: sentido, significado) a su existencia. De su experiencia da cuenta en el libro El hombre en busca de sentido. Consta de tres partes que son fundamentales para su desarrollo:
1. La libertad de voluntad (Antropología): que explica que todo hombre es capaz de tomar sus propias decisiones, por lo que es libre de escoger su propio destino y no convertirse en una marioneta a merced del mismo, o del inconsciente colectivo (Pandeterminismo).
2. La voluntad de sentido (Psicoterapia): expresa la preocupación de Frankl ante los métodos psicológicos enfocados en la percepción del “componente exterior”, desvirtuando la idea del animatismo presente en el ser humano que lo hace único ante el reino vegetal y animal (Psicologismo).
3. El sentido de vida (Filosofía): que para la Logoterapia es un factor incondicional que no se pierde bajo ninguna circunstancia, pero puede escaparse de la comprensión humana. La Logoterapia es una percepción positiva del mundo (Reduccionismo).
TERAPIA
La metodología logoterapéutica de Frankl se basa en tratar las enfermedades psíquicas tanto desde un abordaje netamente médico (por ejemplo a ciertas personas que le consultaban por depresión, tras estudiarlas, les recetaba un tratamiento hormonal), aunque principalmente la cuestión es dialogar con la persona y notar en ella qué es lo que da sentido a su vida.
En general la Logoterapia sería un tipo de Psicoterapia Humanista - Existencial. La Psicoterapia Existencial es un enfoque terapéutico más filosófico que médico, que fundamenta su perspectiva en las filosofías fenomenológico-existenciales. Algunos de estos filósofos incluyen: Nietzsche, Kierkegaard, Husserl, Heidegger, Sartre, Merleau-Ponty, Martin Buber, etc. Este modelo contempla al ser humano como en constante desarrollo y evolución, lo que implica un movimiento y procesos constantes. La persona se encuentra en constante relación con su medio, ya que es vista como ser-en-el-mundo (Dasein), lo que implica que su existencia se vea constantemente enfrentada a circunstancias que le exigen respuesta.
Otro aspecto de la Psicoterapia Existencial actual es que, al concebir a la persona como siempre en relación, ya sea con el mundo físico o corporal, o el mundo social e interpersonal, o el mundo personal, íntimo y psicológico, o inclusive con las dimensiones espirituales del mundo, se constituye como un enfoque postmoderno, que acentúa el estudio de la coconstrucción que hacemos cotidianamente de lo que llamamos realidad. Esto se expresa principalmente en el énfasis que hace al estudio y trabajo constante en y con la relación terapéutica. Las vicisitudes de cada encuentro terapéutico son tratadas con especial atención, observando aquellos aspectos que obstruyan las posibilidades de generar un encuentro auténtico entre cliente y terapeuta o, en el caso de la terapia de grupo, entre todos los participantes. [Fuente Wikipedia - Psicoterapia Existencial].
TÉCNICAS
Sus técnicas más destacadas y conocidas son: la intención paradójica, la derreflexión, el autodistanciamiento, la modificación de actitudesy el diálogo socrático. En la intención paradójica, el terapeuta induce al paciente a intentar voluntariamente aquello que trata de evadir de manera ansiosa; el resultado suele ser la desaparición del síntoma. En la derreflexión, se anima al consultante a olvidarse de su padecimiento para superar la tendencia a la preocupación y a la hiperreflexión. En el autodistanciamiento, el "compañero existencial" -como se le llama al cliente o paciente- aprende a verse a sí mismo más allá de su padecimiento, con la posibilidad de separar a su neurosis para así apelar a la propia voluntad de sentido para -mediante la fuerza de oposición del logos- dirigirse a él. En la modificación de actitudes se hace énfasis en comportamientos claves a practicar mediante una cierta disciplina para más tarde dejar de atender a las actitudes dañinas y poder ver a las nuevas, como motivadores del cambio. Y en el diálogo socrático, se usa el estilo de la mayéutica para guiar a la persona hacia el autoconocimiento y la precisión de su responsabilidad en sus acciones. Si tenemos en cuenta que Viktor Frankl llevó su teoría -que ya había comenzado a desarrollar anteriormente- a la práctica en un campo de concentración alemán, podremos comprender el porqué de dicha tesis: al desprenderse de todo lo material, de sus logros, de sus problemas, de todo aquello por lo que ha luchado en la vida, comprende que sólo le queda su esencia, su génesis, su logos. De esta forma podrá ver detalles, cualidades, recursos y características de uno mismo que nunca pensó ver o encontrar, se fijará en aspectos de la vida realmente importantes; con el tiempo la persona logrará trascender y ver un verdadero sentido en su vida y se sentirá feliz de estar vivo. La logoterapia se vale en alta medida del Psicodrama, una dramatización realizada por el paciente, pensando que su vida se acaba en ese preciso momento. De esta dramatización surgen planteos usualmente conocidos como "lo que cambiaría si tuviera una segunda oportunidad". Esos cambios serán puestos en práctica por el paciente para lograr alcanzar su propio "logos" o sentido de su vida.
CONCEPTUALIZACIÓN DE LA ESPIRITUALIDAD EN LA LOGOTERAPIA
La logoterapia es una técnica psiquiátrica desarrollada por Viktor Frankl. La técnica es una variación del método psicoanalítico que intenta sobrepasar la clásica interpretación del inconsciente que se nutre del ello o impulsividad ciega, y colocar en correcta relación la vida orgánica con la vida espiritual o responsable. Freud creía que la neurosis estaba encadenada a episodios de impulsividad reprimida y por tanto su terapia consistía en volver conscientes tales represiones. Esto a través de un proceso de intervención médica conocido como "asociación libre". De ahí la clásica imagen del diván, el paciente y el médico.
Frankl incluye otro elemento del inconsciente: el espiritual, haciendo énfasis en la búsqueda de significado de la existencia, lo cual no necesariamente se refleja en la búsqueda de Dios u otro ser sobrenatural.1 No solamente subsisten en el interior de la conciencia humana una impulsividad natural sino también una espiritualidad natural. La cura de muchos traumas estaría dada por el reconocimiento de tal sustrato y la posterior toma de conciencia es decir, de responsabilidad frente a esa condición. Para Frankl la espiritualidad no tiene que ver sólo con un ejercicio tautológico de búsqueda de refugio, es un "modo de existir humano". En la arquitectura profunda de la psiquis humana, se encuentra una espiritualidad inconsciente que pretende siempre la trascendencia. Aquí la teoría de la logoterapia, que pretende la sanidad en función de la recuperación de sentido, expone funciones profundas de la conciencia y la toma de decisiones ante las formas cotidianas del existir. Los sueños son aún piezas claves para entender los procesos psíquicos que pugnan en el interior de todo hombre. En este sentido, si bien la Logoterapia no refiere el estudio de los Arquetipos descriptos por Jung, sí existen paralelismos con la Psicología Jungiana en lo atinente a la fuerza espiritual que puja en el Inconciente, a la necesidad de Individuación y Sentido del Logos.
La Logoterapia se convierte en un instrumento de conexión para el ser humano, puente entre su vida inconsciente y su manera de vivir. No habría nada más enfermizo en el humano que una vida incoherente. Pero no se trata de una incoherencia puramente discursiva, se trata pues de un conflicto mucho mayor entre la conciencia y la responsabilidad. Son las decisiones las que resultan en fracaso o triunfo, y no meramente la voluntad como creía Nietzsche. Implica una fuerte responsabilidad y Actitud - del Dasein- frente a los existenciarios. La fuerza de las decisiones radica en la propia existencia, de tal modo que jamás se puede renunciar a ella. Se trata entonces de una elección consciente o inconsciente, pero decisión al fin y al cabo, que posibilita construir y posicionarse frente al sentido del Logos, la propia Esencia y Trascendencia.