Son
procedimientos homeostáticos (mantienen el equilibrio psicológico)
inconscientes de distorsión simbólica (la representación de la “realidad”
interior o exterior se percibe deformada), que utiliza el yo (que es
parcialmente inconsciente) para enfrentar la angustia o ansiedad asociada a la
expresión consciente de una representación pulsional (pulsión sexual o
agresiva), a la transgresión del código moral, o a un peligro real externo.
En el caso ideal, de un funcionamiento
pleno, no habría de experimentarse normalmente ningún tipo de ansiedad, ya que
los impulsos del ello serían liberados adaptativamente, no se transgrediría
ninguna norma ni principio moral introyectado, y los peligros externos serían
previstos y manejados, pero, en la realidad, lo común es experimentar algún
tipo de ansiedad (ocasional)
Cuando estos mecanismos defensivos (que
suponen un gasto de energía) no son suficientes, se experimentan
desequilibrios, como trastornos de ansiedad y/o depresión, o estrés,
acompañados de diferentes alteraciones o trastornos psicosomáticos, síntomas
más graves como los delirios psicóticos, o incluso puede llegarse al suicidio.
El DSM IV TR, en su Escala de Funcionamiento
Defensivo, asimila, equivocadamente, los mecanismos de defensa a las estrategias
de afrontamiento, ofreciendo una definición que sería válida sólo para
aquellos, y mezclando y agrupando ambos, por afinidad conceptual y empírica, en
“Niveles de Defensa”, que se corresponderían a diferentes niveles de adaptación
a la realidad.
Asimismo debe tenerse en cuenta la
posibilidad de que una defensa psicológica pueda actuar como estrategia de
afrontamiento en unos casos y como mecanismo de defensa en otros (dependiendo
del grado de conciencia): por ejemplo, el humor o la agresión pasiva.
Seguidamente les expongo, por orden
alfabético, todos los mecanismos de defensa, además de esclarecer algunos
importantes conceptos psicoanalíticos asociados a ellos.
Actuación
(Acting out)
Acción de carácter impulsivo (irreflexivo,
incontrolado), que contrasta con las motivaciones y la actividad habitual del
individuo, generalmente auto o heteroagresiva, que señala para el psicoanalista
la emergencia de lo reprimido. Es una acción que se realiza en una situación
actual, que representa simbólicamente una situación antigua donde esa acción
fue, o hubiera sido, apropiada o deseada, ignorando su carácter repetitivo y su
origen. Se presenta, por ejemplo, en los trastornos de personalidad del grupo B
(antisocial, límite, histriónico y narcisista)
Cuando aparece en el curso de un análisis
(ya sea durante la sesión o fuera de ella), el acting out debe comprenderse en
su conexión con la transferencia y, a menudo, como una tentativa de desconocer
radicalmente ésta: se puede ver como algo que no puede ser dicho al analista, o
como un intento de ruptura de la relación analítica. Freud subrayó la tendencia
de algunos pacientes a “llevar a la acción” fuera del análisis las mociones
pulsionales develadas por éste, y comenta: “En modo alguno es deseable que el
paciente, fuera de la transferencia, lleve a la acción en lugar de recordar; lo
ideal, para nuestra finalidad, sería que se comportase lo más normalmente
posible fuera del tratamiento y que sólo manifestase sus reacciones anormales
dentro de la transferencia”.
También pueden considerarse como actuación
algunos accidentes ocurridos al individuo, sintiéndose éste ajeno a su
producción. La llamada “huida a la salud” es un fenómeno relacionado, y sucede
cuando el sujeto se siente y se declara recuperado o “curado”, cuando en
realidad lo que hace es poner en acto su resistencia al proceso de terapia,
proceso que lo llevaría a enfrentarse a lo que teme reconocer.
AISLAMIENTO
(FREUD)
AISLAMIENTO COGNITIVO (J.M.M.V.)
Aislar un pensamiento o un comportamiento
(amenazantes en algún sentido para el sujeto) de tal forma que se rompan sus
conexiones con otros pensamientos o con el resto de la existencia del sujeto.
Procedimientos de aislamiento son las pausas en el curso del pensamiento,
fórmulas, rituales y, en general, todas las medidas que permiten establecer una
separación en la sucesión temporal de pensamientos o de actos.
El origen del aislamiento, como mecanismo de
defensa, estaría, según Freud, en la prohibición de tocar, del contacto físico,
referida tanto a la pulsión sexual como agresiva (que se simboliza en “las
ideas no deben tocarse entre sí”)
Es un mecanismo de defensa típico del
trastorno obsesivo-compulsivo, que guarda semejanza, sin embargo, con el estado
normal de concentración, en el que la persona se aisla de todo lo que no tenga
que ver con lo que es su objeto de interés.
AISLAMIENTO
AFECTIVO (DSM IV TR)
Aislar un pensamiento o un comportamiento
(amenazantes en algún sentido para el sujeto) del sentimiento originalmente
asociado. La persona pierde contacto con los sentimientos asociados a una
vivencia (por ejemplo, un acontecimiento traumático), a la vez que permanece
consciente de los elementos cognitivos de la misma (por ejemplo, detalles
descriptivos) Un hecho penoso puede ser considerado desde un punto de vista
puramente intelectual, sin dar cabida a la emoción, lo que puede causar
sorpresa, e incluso admiración, por la “entereza” de la persona. Ocurre que “la
energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma”, y es verdad, tanto que
el afecto (que implica una energía pulsional) tiene que tener algún destino
(ver más adelante, en Represión, Afecto), como que los mecanismos de defensa
suponen un gasto de energía (no disponible para las actividades cotidianas)
Es frecuente en el trastorno
obsesivo-compulsivo.
Ejemplos:
- En una psicoterapia psicoanalítica se dan
casos de sujetos que separan radicalmente su análisis de su vida, una
determinada sucesión de ideas del conjunto de la sesión, cierta representación
de su contexto ideo-afectivo.
- Un aislamiento típico se da entre el deseo
sexual y el afecto, lo que hace que una persona sólo pueda desear sexualmente a
quien no ama.
- Un hombre al que se le acaba de morir su
madre, narra los detalles del fallecimiento con una falta completa de emoción
(que podría recordar al hombre del tiempo de la televisión...)
ALTRUISMO
Tendencia desinteresada a procurar el bien
ajeno, satisfaciendo las necesidades de otros, aun a costa del propio bien y de
satisfacer las propias necesidades, al contrario del egoísmo. El individuo
recibe satisfacción, ya sea a través del bienestar emocional del otro, ya sea
de su agradecimiento, a diferencia de la bondad aparente del autosacrificio, a
veces característico de la formación reactiva. Como mecanismo de defensa sería
uno de los más sanos, o, al menos, positivos socialmente.
Según un cautivador estudio realizado por los
psicólogos Felix Warneken y Michael Tomasello, del Instituto Max Planck de
Antropología Evolutiva de Leipzig, Alemania (Revista Science, 3 de marzo del
2006), el altruismo humano aparece a los 18 meses de edad, lo que sugiere que
los seres humanos tienen una tendencia natural a ayudar a los demás.
Realizando tareas cotidianas (por ejemplo,
tender ropa) frente a un grupo de bebés, en un momento dado el psicólogo dejaba
caer un objeto de sus manos (una pinza), mostrándose incapaz de recogerlo
(primero miraba durante 10 segundos la pinza, luego al niño, y luego decía ¡mi
pinza!), a lo que uno de los niños reaccionaba gateando hasta el objeto,
tomándolo en sus manos y dándoselo al psicólogo. Éste ni se lo pidió ni se lo
agradeció, con el fin de no alterar la investigación. Esta situación se sucedió
durante el estudio una y otra vez, y los niños respondían de igual manera en
pocos segundos (casi todos los 24 bebés de 18 meses que estudiaron ayudaron a
recoger los objetos caidos, y la mayoría lo hizo en los 10 primeros segundos
del experimento) Pero lo más interesante fue que los niños sólo ayudaban cuando
tenían la sensación de que el adulto los necesitaba para completar su tarea,
acudiendo entonces a acercarle el objeto que se le había “caído”. Pero si el
doctor tiraba deliberadamente el objeto, los niños no ofrecían su ayuda... Este
comportamiento sorprende porque hasta ahora se creía que los niños no
desarrollan la capacidad de conocer lo que piensa un adulto hasta los tres años
de edad.
La experiencia realizada con chimpancés, por
los mismos investigadores, demostró que también ayudaban a alcanzar objetos a
un adulto con problemas, aunque sólo en las tareas más fáciles.
“Tanto los niños como los chimpancés están
dispuestos a ayudar, pero parecen diferenciarse en su habilidad para
interpretar las necesidades de ayuda de los demás en situaciones
distintas", concluyeron los científicos. “Se ha dicho que los chimpancés
actúan principalmente para su propio beneficio, pero en nuestro experimento no
hubo recompensas y aún así ayudaron”. Según Warneken, el experimento con los
chimpancés supone la primera demostración empírica de un comportamiento
altruista en un primate no humano. Estos animales no actuaron movidos por el
deseo de conseguir un premio, sino por el mero impulso de ayudar.
RENUNCIA
ALTRUISTA (ANNA FREUD)
Consiste en que un sujeto, que es incapaz de
conseguir una satisfacción directa de sus deseos instintivos, logra
gratificación vicaria a través de un sustituto. Esta formulación ha sido
aceptada de manera general y el altruismo ha sido considerado por la mayoría de
los analistas como una formación de compromiso cargada de conflicto.
- Anna Freud ilustra su planteamiento sobre
la renuncia altruista con el ejemplo clínico de una mujer, cuyas defensas la
compelían a eliminar de su conciencia cualquier deseo o interés propio. En vez
de intentar satisfacer sus propios impulsos instintivos directamente, la
paciente dedicaba su energía a animar y favorecer el éxito de las personas a
las que quería. Podía sentir mucha satisfacción por logros que, habiendo
deseado para sí misma, alcanzaban otros. En otras palabras, encontraba
sustitutos en los que depositar sus propios impulsos y fantasías, y cuando
éstos se satisfacían, podía disfrutar por identificación. Este compromiso era
el resultado de su necesidad de someterse a las prohibiciones de un superyó
excesivamente severo que excluía la gratificación instintiva directa.
ANULACIÓN
RETROACTIVA
Eliminación o reparación simbólica, de tipo
mágico (como si el tiempo fuera reversible), de pensamientos, ideas, emociones,
gestos, o actos pasados inaceptables (que producen angustia o ansiedad), por
medio de pensamientos o actos compulsivos (opuestos o iguales) de
significación, consciente o inconsciente, opuesta. Esta especie de “magia
negativa” es característica del trastorno obsesivo-compulsivo, pero se
presenta, de una forma adaptativa, no con ese carácter compulsivo, desde la
infancia (ver dos últimos ejemplos)
La mayoría de las veces se observa, en los
dos tiempos de la anulación, la ambivalencia pulsional, especialmente
amor/odio, o expulsión/retención, expresando el segundo tiempo la pulsión
prevalente (ver dos primeros ejemplos) El acto de anulación es posible que
resulte contaminado por un cambio en el contexto en que se produjo el primer tiempo
(ver tercer ejemplo)
Ejemplos:
- Un paciente de Freud (“A propósito de un
caso de neurosis obsesiva”, el “Hombre de las Ratas”, 1909), un día en el que
partió su dama, “tropezó contra una piedra de la calle, y se vio obligado a
removerla porque le vino la idea de que dentro de unas horas el carruaje de
ella pasaría por la misma calle y podría dañarse con esa piedra, pero algunos
minutos después se le ocurrió que eso era absurdo, y se vio obligado a regresar
y volver a poner la piedra otra vez en su lugar en medio de la calle”.
Predomina la pulsión agresiva, disimulada bajo la forma de un simple
restablecimiento del estado anterior, lo cual le exime de responsabilidad.
- Un individuo se reprocha haber malgastado
el dinero comprando un periódico, vuelve al kiosco con el periódico y sin la
cartera, y (al no atreverse a pedir la devolución del dinero), pide otro
periódico. Cuando lo tiene en las manos, le dice al vendedor que se ha dejado
la cartera en casa, y se lo devuelve. Antes de irse del kiosco, nuestro
protagonista deja distraídamente el periódico en el kiosco, mientras el
vendedor ha empezado a atender a otro cliente. Predomina la retención, la
avaricia.
- El protagonista del ejemplo anterior se
encuentra con el kiosco cerrado, con lo cual decide dejar en una papelera que
está al lado del kiosco el periódico, volviendo a casa sin periódico y sin
posibilidad de haberlo comprado, puesto que no llevaba dinero encima.
- La compulsión del lavado repetitivo de
manos, en el trastorno obsesivo-compulsivo, puede tener la significación
inconsciente de “lavar” la culpa de sentir ira hacia alguien de quien se
depende.
- En “Sobre la sexualidad femenina” (1931),
Freud advierte que, en el juego infantil, el sujeto repite las experiencias que
ha sufrido pasivamente, pero de una forma activa: “También el juego infantil es
puesto al servicio de este propósito de complementar una vivencia pasiva
mediante una acción y cancelarla de ese modo, por así decir. Si el doctor hace
abrir la boca al niño renuente para examinar su garganta, luego que él se aleje
el niño jugará al doctor y repetirá el violento procedimiento en un hermanito
tan desvalido frente a él como él lo estuvo frente al doctor”.
- Un ejemplo de psicología social, de
influencia social, impregnado de sadomasoquismo, es el de la relación entre
veteranos y novatos en el ejército, donde este mecanismo se expresaría en
adoptar un papel activo (sádico), con los novatos, al llegar a veterano, que
anula o repara (compensa) la humillación sufrida cuando se fue novato (qué
influenciable, previsible y vulgar es muchas veces el ser humano...)
DESPLAZAMIENTO
La energía psíquica unida a (energía de
catexis de) una representación (que se expresa en el afecto asociado, o en el
interés o intensidad de la misma) se desprende de ésta y pasa a otra
representación originalmente poco intensa o indiferente, ligada a la primera
por asociación de contigüidad (como en la metonimia, Roman Jakobson y Jacques
Lacan) Este fenómeno, que se observa especialmente en el análisis de los
sueños, se encuentra también en la formación de los síntomas psiconeuróticos
(por ejemplo, en las fobias, o en el trastorno obsesivo-compulsivo) y en las
demás formaciones del inconsciente (el lapsus, el olvido, el chiste) El “libre”
desplazamiento de esta energía constituye una de las principales
características del proceso primario, que rige el funcionamiento del sistema
inconsciente (en el proceso secundario, el desplazamiento es más limitado en su
recorrido y afecta a pequeñas cantidades de energía)
El concepto de desplazamiento aparece ya en
los comienzos de la teoría freudiana de las neurosis y va unido a la
comprobación clínica de una independencia relativa entre el afecto y la
representación (ver en Represión estos conceptos), y a la hipótesis económica
que intenta explicarla: la de una energía de catexis que puede aumentarse,
disminuirse, desplazarse, descargarse.
En las diversas formaciones en que el
analista descubre el desplazamiento, éste posee una función defensiva evidente:
en el sueño se produce por la influencia de la censura, de la defensa
endopsíquica; en una fobia, el desplazamiento sobre el objeto fóbico permite
objetivar, localizar y circunscribir la angustia.
El desplazamiento fue puesto especialmente
en evidencia por Freud en el sueño: los elementos más importantes del contenido
latente se representan por detalles mínimos (contenido manifiesto), que pueden
ser hechos recientes y a menudo indiferentes, o hechos antiguos sobre los
cuales ya se había producido un desplazamiento durante la infancia. El
desplazamiento, según Freud en “La interpretación de los sueños”, 1900, es una
“transmutación de los valores psíquicos”, que puede conducir a un
descentramiento de toda la explicación del sueño.
En el análisis de los sueños, el
desplazamiento se halla estrechamente ligado a los restantes mecanismos del
trabajo del sueño (son 4 en total, incluyendo el propio desplazamiento):
CONDENSACIÓN
(SIMBOLISMO EN ROMAN JAKOBSON)
Mecanismo inconsciente de representación
metafórica (ligazón asociativa por semejanza, Jakobson y Lacan), de varias
cadenas asociativas o representaciones, que supone un compromiso entre el deseo
inconsciente y la defensa, y que interviene en las diversas formaciones del
inconsciente: el síntoma, el sueño, el lapsus, el olvido, el chiste.
Sobre la representación-compendio vienen a
sumarse las energías psíquicas que han sido desplazadas desde las distintas
cadenas asociativas o representaciones. La vivacidad de ciertas imágenes,
especialmente en el sueño, producto de la condensación, es debida a que se
hallan fuertemente catectizadas (cargadas de energía psíquica)
Fue por primera vez descrita por Freud en
“La interpretación de los sueños”, 1900, como uno de los mecanismos
(condensación, desplazamiento, consideración de la representabilidad y
elaboración secundaria) mediante los cuales se efectúa el “trabajo del sueño”:
conjunto de operaciones que transforman los materiales del sueño (estímulos
corporales, restos diurnos, pensamientos del sueño) en el sueño manifiesto, y
cuyo efecto es la deformación. El relato manifiesto del sueño es una traducción
abreviada (condensada) del contenido latente: cada elemento manifiesto viene
determinado por varias significaciones latentes, y cada una de éstas puede
encontrarse en varios elementos (no es un resumen) Por otra parte, el elemento
manifiesto no representa bajo una misma relación cada una de las
significaciones de que deriva, de forma que no las engloba como lo haría un
concepto.
La condensación en el sueño es efecto de la
censura, a la vez que la elude, siendo también una característica del
pensamiento inconsciente. En el proceso primario, se cumplen las condiciones
que permiten y favorecen la condensación:
- Energía libre, no ligada o móvil (fluye
hacia su descarga del modo más rápido y directo posible)
- Tendencia a la identidad de percepción
(tiende a encontrar una percepción idéntica a la imagen del objeto resultante
de la experiencia de satisfacción)
Tipos de condensación (formas en que puede
producirse)
- Punto nodal: un elemento (tema, persona,
etc.) se conserva sólo por estar presente varias veces en distintos
pensamientos del sueño
- Unidad disarmónica: diversos elementos
pueden reunirse en una unidad disarmónica (por ejemplo, personaje compuesto)
- Intersección: se mantiene o refuerza el
rasgo, o los rasgos comunes, de varias imágenes, desapareciendo los rasgos que
no coinciden
El desplazamiento favorece la condensación,
en la medida en que, actuando a lo largo de dos cadenas asociativas, conduce a
representaciones o a expresiones verbales que constituyen puntos de
entrecruzamiento.
CONSIDERACIÓN
DE LA REPRESENTABILIDAD
Resulta facilitada por el desplazamiento, al
hacer posible que una idea abstracta se exprese con un equivalente susceptible
de ser visualizado, traduciéndose entonces el interés psíquico en intensidad
sensorial.
ELABORACIÓN
SECUNDARIA
Continúa el trabajo del desplazamiento,
subordinándolo a su propia finalidad (defensiva)
Ejemplos:
- Una estudiante, que está furiosa con un
profesor, pero lo respeta demasiado (le produce ansiedad la idea de atacarlo)
como para que éste llegue a enterarse, descarga su agresividad sobre su
comprensivo novio, evitando la ansiedad que surgiría si atacase directamente al
profesor.
- Un hombre, que vuelve a casa después de
sentirse humillado por su jefe, se enfada con su mujer por un motivo nimio.
Imaginen, también, que esa mujer no reacciona asertivamente ante el marido, y
poco más tarde le da a su hija adolescente una bofetada por recogerse 5 minutos
tarde; ésta, a su vez, tampoco reacciona adecuadamente, y, en vez de
enfrentarse a su madre, provoca una trifulca con su hermano pequeño. Cada uno
de los protagonistas de este desplazamiento en cadena podría justificar su
conducta por medio de racionalizaciones.
- A nivel social (sociedad, comunidad o
grupo) existe la figura del chivo expiatorio (minoritario en algún sentido, por
ejemplo, étnico o religioso, y con escaso poder), hacia el que se desplaza la
agresividad: por ejemplo, los insultos hacia el árbitro de un partido de
fútbol, o propinarle una paliza a un indefenso mendigo un grupo de violentos.
DEVALUACIÓN
Desvalorización exagerada de sí mismo o de
los demás, con una atribucion de defectos no objetiva. Puede encontrarse en
personalidades narcisistas o en una depresión.
Ejemplos:
- “Viendo una zorra unos deliciosos racimos
de uvas, deseosa de comerlos, buscó medio para alcanzarlos, pero no siéndole
posible de ningún modo, y viendo frustrado su deseo, dijo para consolarse:
estas uvas no están maduras” (“La zorra y las uvas”, Esopo) De ahí la expresión
“la uva agria”. A veces se manifiesta no apetecer (o despreciar), lo que se ve
imposible de conseguir.
- Una chica se siente atraida por un guapo
joven, y, al intentar intimar con él, éste no le hace caso y la ignora.
Sintiéndose herida en su autoestima, le comenta, airadamente, a su amiga, que
no vale la pena, que es un “estúpido engreido sin cerebro”, y que, incluso
físicamente, no vale mucho la pena, porque tiene las orejas de soplillo...
- Un hombre es rechazado por una mujer, y
entonces se dice a sí mismo que después de todo no era tan interesante.
DISOCIACIÓN
Ruptura en la integración de la identidad,
memoria o conciencia, en la que ideas inaceptables (que producen angustia) son
eliminadas de la autoimagen o percepción del entorno (especialmente
social/interpersonal), o las funciones corporales (sensorio motoras) dejan de
operar o se ven seriamente impedidas, y donde no se presentan ni daño somático
ni trastorno facticio (producción intencional, pero compulsiva - el individuo
no puede controlar su conducta -, de síntomas físicos o psicológicos por una
necesidad psicológica de asumir el papel de enfermo)
La disociación es una respuesta defensiva
evasiva (huida psicológica) consecuente a ciertos traumas o situaciones de
estrés (orgánicos o psicológicos, o ambos) individualmente intolerables.
El sujeto convive con fuertes
incongruencias, sin lograr conciencia de esta falta de integración de la
personalidad. Es un mecanismo psicótico que se encuentra también en la neurosis
histérica (tipo disociativo) o en personalidades “borderline” (casos límite
entre neurosis y psicosis)
Ejemplos:
- Amnesia respecto a un abuso sexual en la
infancia
- Desrealización (percibir el mundo exterior
como extraño o irreal) o despersonalización (sentirse "separado" de
los procesos mentales o cuerpo, como si uno fuese un observador externo de los
mismos)
ESCISIÓN
(MELANIE KLEIN, “POLARIZACIÓN” EN EL DSM IV TR TRADUCIDO)
Percepción y vivencia afectiva polarizada
del sí mismo o de los demás, que implica una incapacidad de integración
cognitiva:
- Las imágenes del sí mismo y de los objetos
tienden a alternar entre polos opuestos, entre la idealización y la
denigración: exclusivamente amoroso, fuerte, digno, nutricio y bondadoso, o
exclusivamente malo, odioso, amenazador, destructivo, rechazable o indigno (sin
valor) En lo social se puede expresar en los fanatismos (por ejemplo, en las
rivalidades de los equipos de fútbol o en peleas de partidos políticos) El
individuo tiende a verse a sí mismo o a los demás como totalmente buenos o
malos sin conseguir integrar las cualidades positivas y negativas de cada uno.
- Los sentimientos alternan entre extremos,
entre el amor y el odio, con una incapacidad para integrar la ambivalencia
afectiva.
Melanie Klein considera la escisión del
objeto el mecanismo de defensa más primitivo contra la angustia: el objeto al
que tienden las pulsiones eróticas y destructivas es escindido en un objeto
bueno y un objeto malo. La escisión del objeto interviene especialmente en la
posición esquizo-paranoide, en la que afecta a objetos parciales (pecho
bueno/pecho malo, pene bueno/pene malo), y vuelve a encontrarse en la posición
depresiva, afectando entonces al objeto total (madre buena/madre mala, yo
bueno/yo malo)
La escisión de los objetos se acompaña de
una escisión correspondiente del yo, porque éste está constituido esencialmente
por la introyección de los objetos (Melanie Klein)
Freud utiliza el término “escisión del yo”
para designar un fenómeno muy particular cuya intervención observó
especialmente en el fetichismo y en las psicosis (también en la histeria y en
la hipnosis): la coexistencia, dentro del yo (sin influirse recíprocamente), de
dos actitudes psíquicas respecto a una realidad exterior que contraría una
exigencia pulsional.
En toda psicosis, por profunda que sea, se
comprueba la existencia de dos actitudes psíquicas:
- Una de ellas tiene en cuenta la realidad,
la actitud normal
- La otra, por influencia de las pulsiones,
reniega la realidad (separa al yo de la realidad) y la substituye por una producción
del deseo. Esta segunda actitud es la que se traduce en la producción de una
nueva realidad delirante.
En el fetichismo Freud encuentra la
coexistencia de dos actitudes contradictorias dentro del yo, frente a la
“realidad” de la castración, que persisten conjuntamente durante toda la vida
sin influirse entre sí:
- Por una parte, el fetichista reconoce la
falta de pene en la mujer, de lo que extrae las consecuencias correctas
- Por otra parte, reniega el hecho de la
percepción de falta de pene en el órgano sexual femenino, lo que se traduce en
la creación del fetiche, substitutivo del pene de la mujer.
Esta escisión de la conciencia no es
propiamente una defensa del yo, sino una forma de lograr la coexistencia de dos
procedimientos de defensa, uno dirigido hacia la realidad (ver Renegación), el
otro hacia la pulsión, pudiendo además este último conducir a la formación de
síntomas neuróticos (por ejemplo, síntomas fóbicos)
FANTASÍA AUTISTA
(DSM IV TR)
Fantasías conscientes (sueños diurnos), o
preconscientes (ensueños subliminales), excesivas, que sustituyen la búsqueda
de relaciones interpersonales o la resolución eficaz de conflictos o problemas.
Presente, por ejemplo, en los trastornos de personalidad del grupo A
(paranoide, esquizoide y esquizotípico) y en la esquizofrenia.
FORMACIÓN
REACTIVA
Actitud o hábito psicológico consciente de
sentido opuesto a un deseo reprimido y que se ha constituido como reacción
contra éste (por ejemplo, pudor que se opone a tendencias exhibicionistas,
actitud de extrema limpieza que oculta por completo la tendencia del erotismo
anal) Las formaciones reactivas (ffrr) pueden ser muy localizadas y
manifestarse por un comportamiento particular (como en la histeria, en que se
limitan a relaciones totalmente electivas, ver primer ejemplo), o generalizadas
hasta constituir rasgos de carácter más o menos integrados en el conjunto de la
personalidad (como en el trastorno obsesivo-compulsivo y el carácter obsesivo)
Freud encontró en la neurosis obsesiva
rasgos de personalidad (escrupulosidad, pulcritud, pudor, desconfianza de sí
mismo) que se hallan en contradicción (en oposición con la realización del
deseo) con la actividad sexual infantil a la que en un principio se había
entregado el sujeto durante un primer período llamado de “inmoralidad
infantil”. Se trata de una defensa exitosa, en la medida en que los elementos
que intervienen en el conflicto, tanto la representación sexual como el
reproche que ésta suscita, han sido globalmente excluidos de la conciencia en
favor de virtudes morales llevadas al extremo.
Las ffrr se construyen durante el período de
latencia (ver en Represión) y desempeñan un importante papel, tanto en la
génesis del superyó, como en general, junto a la sublimación, en la edificación
de la características y de las virtudes humanas (Freud) Constituyen, por tanto,
una contracatexis permanente, no es un mecanismo de defensa que se utilice sólo
cuando amenaza un peligro pulsional. Se cambia la estructura de la
personalidad, como si el peligro fuera permanente y hubiera que estar preparado
por si apareciera la amenaza.
Desde el punto de vista clínico, las ffrr
pueden adquirir valor de síntoma por lo que representan de rígido, forzado,
compulsivo, por sus fracasos accidentales, y por el hecho de que, a veces,
conducen directamente a un resultado opuesto al que conscientemente se busca:
- En una determinada formación reactiva, la
pulsión contra la cual se defiende el sujeto puede irrumpir bruscamente en
determinados momentos, o en ciertos sectores de la actividad del sujeto, y
estos flagrantes fracasos, que contrastan con la rigidez habitual del sujeto,
permiten atribuir al correspondiente rasgo de personalidad un valor
sintomático.
- En el ejercicio de la virtud que ostenta,
el sujeto, impulsando sus actos hasta sus últimas consecuencias, satisface
también la pulsión antagonista, que termina infiltrando todo el sistema
defensivo (ver último ejemplo)
Ejemplos:
- La mujer histérica que trata a sus hijos
(que en el fondo odia) con excesiva ternura, no por ello se vuelve, en
conjunto, más amante que otras mujeres, ni tampoco más cariñosa hacia los demás
niños.
- Una niña que experimenta celos hacia su
hermanito recién nacido y sin embargo le muestra una actitud muy afectiva,
detrás de la que se esconde su hostilidad.
- Un individuo muestra, “en general”,
compasión por los seres vivos, mientras que su agresividad inconsciente se
dirige a algunas personas determinadas (típico del trastorno
obsesivo-compulsivo, en que desaparece la singularidad de las representaciones
y de las fantasías implicadas en el conflicto)
- El ama de casa obsesionada por la
limpieza, ¿no centra su existencia en torno al polvo y a la suciedad?, o el
jurista que lleva al extremo, y de forma escrupulosa, su ansia de equidad, ¿no
puede mostrarse, por esto mismo, sistemáticamente indiferente a los problemas
reales que le plantea la defensa de quienes recurren a él, satisfaciendo así,
bajo la máscara de la virtud, sus tendencias sádicas?
IDEALIZACIÓN
Proceso psíquico en virtud del cual se
llevan a la perfección las cualidades y el valor del objeto, que así resulta engrandecido
y exaltado, y que no permite una valoración correcta ni de uno mismo, ni de los
otros. Interviene, de un modo especial, en la vida amorosa (sobreestimación
sexual) La identificación con el objeto idealizado (en especial los padres)
contribuye a la formación y enriquecimiento de las instancias ideales de la
persona (yo ideal, ideal del yo, ver más adelante) La idealización implicaría
el propósito de reconquistar el estado primitivo de omnipotencia narcisista
infantil: por ejemplo, en la idealización del enamoramiento, el objeto amado
“es tratado como el yo propio y, por consiguiente, en la pasión amorosa se
derrama sobre el objeto una cantidad importante de libido narcisista”.
Según Melanie Klein, el mecanismo de
idealización estaría inevitablemente unido al de disociación, y se vincula con
una negación mágica omnipotente: las características indeseables del objeto son
negadas, mientras simultáneamente es recubierto de bondad, amor, belleza,
invulnerabilidad, poderes mágicos, poder omnipotente de protección, etc. La
idealización de la infancia se mantiene, en cierta medida, a lo largo de la
vida adulta (enamoramiento, ideales de vida, etc.)
YO IDEAL
Formación inconsciente que representa un
ideal de omnipotencia narcisista (Freud lo compara con un verdadero delirio de
grandeza), creado a partir de un estado precoz, de unión del ello y el yo
(según Daniel Lagache, además de esta unión, el yo ideal implicaría una
identificación primaria con otro ser, catectizado con la omnipotencia, como es
la madre), en el que el niño catectiza toda su libido sobre sí mismo
(narcisismo primario o infantil) Este ideal narcisista será abandonado a lo
largo del desarrollo, especialmente a causa de la crítica que los padres
ejercen sobre el niño (que será interiorizada en el superyó: una instancia de
censura y autoobservación cuya formación coincide con la declinación del
Complejo de Edipo) La aspiración a retornar al mismo ocurre sobre todo, aunque
no exclusivamente, en las psicosis.
El yo ideal sirve de soporte a lo que
Lagache ha descrito con el nombre de “identificación heroica” (identificación
con personajes excepcionales y prestigiosos): “El yo ideal se revela también
por la admiración apasionada hacia grandes personajes de la historia o de la
vida contemporánea, que se caracterizan por su independencia, su orgullo, su
ascendencia. A medida que progresa la cura, se ve al yo ideal insinuarse,
emerger, como una formación irreductible al Ideal del yo” Según Lagache, la
formación del yo ideal tiene implicaciones sadomasoquistas, especialmente la
negación del otro correlativa de la afirmación de sí mismo (ver Identificación
con el agresor)
IDEAL DEL YO
Instancia de la personalidad que constituye
un modelo al que el sujeto intenta adecuarse, y que resulta de la convergencia
del narcisismo (idealización del yo) y de las identificaciones con los padres,
con sus substitutos y con los ideales colectivos. Sirve de referencia al yo
para apreciar sus realizaciones efectivas, y su origen es principalmente
narcisista: lo que el hombre proyecta ante sí como su ideal, sustituye al
narcisismo perdido de la infancia, cuando él mismo era su propio ideal (yo
ideal)
En “Psicología de las masas y análisis del
yo”, 1921, se sitúa en primer plano la función del ideal del yo. Freud ve en él
una formación claramente diferenciada del yo, que permite explicar en especial
la fascinación amorosa, la dependencia frente al hipnotizador y la sumisión al
líder: casos todos en los que una persona ajena es colocada por el sujeto en el
lugar de su ideal del yo.
Este proceso se encuentra en el origen de la
constitución del grupo humano. La eficacia del ideal colectivo proviene de la
convergencia de los “ideal del yo” individuales: “... cierto número de
individuos han colocado un mismo objeto en el lugar de su ideal del yo, a
consecuencia de lo cual se han identificado entre sí en su yo”; y a la inversa,
el individuo es depositario, en virtud de identificaciones con los padres,
educadores, etc., de cierto número de ideales colectivos: “Cada individuo forma
parte de varios grupos, se halla ligado desde varios lados por identificación y
ha construido su ideal del yo según los modelos más diversos”.
SUPERYÓ
Los autores llaman superyó, como Freud en
las “Nuevas lecciones de introducción al psicoanálisis”, 1932, tanto a una
estructura global que implica las funciones de autoobservación (el superyó
“observa sin cesar al yo actual y lo compara con el ideal”), conciencia moral y
función de ideal, como más específicamente a la “voz de la conciencia” en su
función prohibitiva. Muchos autores (siguiendo a Freud en “El yo y el ello”,
1923, donde superyó e ideal del yo serían una sola instancia) subrayan la
imbricación de los aspectos de prohibición y de ideal. Así Lagache habla de un
sistema superyó-ideal del yo, en cuyo interior establece una relación
estructural: “... el superyó corresponde a la autoridad, y el ideal del yo a la
manera en que el sujeto debe comportarse para responder a lo que espera la
autoridad”.
IDENTIFICACIÓN
CON EL AGRESOR (ANNA FREUD)
Adopción de una actitud agresiva, o activa,
frente a un peligro exterior, anticipado o presente (agresión o crítica,
especialmente procedente de una autoridad), introyectando la agresión o la
crítica (real o supuesta), un rasgo o comportamiento (imitándolo), o ciertos
símbolos de poder asociados al agresor, y proyectando la propia culpa (por
falta de autocrítica) El agredido se convierte en agresor: “Yo te agredo
(critico) porque tu me agredes (criticas) y eres tú el que tiene la culpa”.
Según Anna Freud, este mecanismo representa
una fase preliminar en el desarrollo del superyó (ver en Idealización), en la
que la internalización de las críticas externas aún no se ha transformado en
autocrítica (“autoagresión”) Un yo así es intolerante con el mundo externo
antes que severo consigo mismo. A más percepción (inconsciente) de la propia
culpa, más indignación contra los culpables del mundo externo. La tolerancia
está en relación con un desarrollo adecuado (tampoco excesivo) del superyó, que
en muchos individuos es posible que no se produzca.
Es una combinación de Introyección y
Proyección, y es normal hasta un cierto grado y frecuencia (en especial para
enfrentar la angustia asociada a figuras de autoridad), más allá de lo cual
interferirá mórbidamente en la vida interpersonal de la persona, distorsionando
sus relaciones con los demás (ver los 3 últimos ejemplos), o resulta una fase
preliminar en el desarrollo de un estado paranoico.
Según René Spitz, en “El no y el sí” (No and
Yes, 1957), la vuelta de la agresión contra el agresor es el mecanismo
preponderante en la adquisición del “no”, verbal y mediante gestos, que sitúa
alrededor del 15° mes.
Según
Daniel Lagache, este mecanismo se presenta en relaciones duales cuyo fondo es
de naturaleza sadomasoquista.
Ejemplos:
- Una niña supera su miedo a los fantasmas,
al cruzar a oscuras la antesala de su casa, adoptando los movimientos que ella
imagina que hacen los fantasmas: “No tienes nada que temer en la antesala, haz
como si fueras el mismo fantasma que podrías encontrar” (le comunica
triunfalmente a su hermanito pequeño, después de dominar su miedo)
- Un niño, que atravesaba el punto culminante
de su Complejo de Edipo, empezó a tener explosiones de despecho (resentimiento)
hacia la madre. Le hacía violentos reproches, entre ellos constantemente se
quejaba de su curiosidad (de una actitud voyeurista de la madre, inexistente)
En las fantasías del niño, su madre había descubierto sus pretensiones
libidinales y las rechazó indignada. El niño adopta la actitud materna
resentida (inexistente) y le atribuye su propia curiosidad.
- Una joven reprochaba a su analista su
actitud misteriosa, de excesiva reserva, justo coincidiendo con fases en que se
reservaba conscientemente algún material íntimo y lo mantenía en secreto
(“pecando” contra la regla fundamental analítica de asociación libre sin
censuras), habiendo introyectado un reproche imaginario del analista ante su
falta.
- Una madre que piensa, inconscientemente,
que tiene la culpa de la deficiente evolución de su hija adolescente
(abandonando los estudios, empezando a fumar, no respetando a su madre),
reacciona con susceptibilidad e irascibilidad ante sus comportamientos apáticos
y poco atentos (que introyecta como rencor supuesto de su hija hacia ella),
atribuyendo la culpa de su tensión interna a la “conducta incorrecta de su
hija”, entorno a cuya “corrección” giran las constantes broncas.
- Un
joven deja plantado a una amiga, con la que tenía una cita por la tarde, en
casa de ella, habiendo salido con dos amigos al campo. Bien entrada la noche,
la llama diciéndole que sus amigos no habían querido hasta ahora regresar a la
ciudad, que había dependido de ellos por el coche, y que ya era muy tarde para
verse. La chica le pregunta: “¿Y por qué no me has llamado antes?”. Ante la
pregunta (que percibe como una agresión), extrañamente, el joven empieza a
descargar un inacabable sermón agresivo acusándola de controladora, de que él
es libre y de que no hay compromiso entre ambos... (lo cual no se puede
entender a no ser que pensemos que, inconscientemente, el chico se consideraba
muy culpable)
- Un marido con impulsos no asumidos de
infidelidad hace violentas recriminaciones a su mujer por su falta de lealtad:
introyecta los reproches imaginados de la esposa, y proyecta la propia culpa en
ella, acusándola de infiel (celos proyectados)
IDENTIFICACIÓN
PROYECTIVA (MELANIE KLEIN)
Adopción de una actitud agresiva, posesiva o
controladora, reactiva a una atribución externa (a otras personas, animales,
cosas, etc.) de pensamientos, conceptos (especialmente defectos), motivaciones,
deseos, sentimientos, impulsos, o del sí mismo global, que permite justificar
la manifestación consciente de lo que es rechazado como propio en ausencia de
aquella atribución. De esta forma, la percepción de los demás queda deformada,
y el individuo no integra como propios los aspectos cuya manifestación reconoce
pero interpreta como reactiva y justificada por la actitud del otro. No es raro
que resulte a veces difícil esclarecer quién hizo algo a quién en primer
lugar...
Si bien puede estar presente en todos los
sujetos (forma parte de los mecanismos de defensa de la posición
esquizoparanoide) puede verse más claramente en la esquizofrenia y en
trastornos de personalidad del grupo B (antisocial, límite, histriónico y
narcisista), en los que se establezca una relación de objeto agresiva, con
presencia de reacciones de ira o agresión injustificadas, que no son otra cosa
que la conversión de sus propios impulsos hostiles. Las fantasías de
identificación proyectiva podrían actuar también en estados patológicos como la
despersonalización y la claustrofobia (Melanie Klein y Joan Riviere)
POSICIÓN ESQUIZOPARANOIDE
(MELANIE KLEIN)
Modalidad de las relaciones de objeto,
específica de los 4 primeros meses de la existencia (que puede volver a
encontrarse durante la infancia y en el adulto, especialmente en los estados
paranoico y esquizofrénico), en la que coexisten intensas pulsiones libidinales
y agresivas (succionar, chupetear, vaciar, devorar, desgarrar), la relación de
objeto es parcial (principalmente con el pecho materno, que se escinde en dos:
pecho bueno y pecho malo), la angustia es de naturaleza persecutoria
(destrucción por el objeto malo), y los mecanismos de defensa predominantes son
la escisión, proyección e introyección, junto a otros como la idealización,
identificación proyectiva (proyección fantaseada, al interior del cuerpo
materno, de partes escindidas de la propia persona, o del sí mismo global, con
el fin de dañar, poseer y controlar a la madre desde su interior), negación y
omnipotencia (control omnipotente)
INTELECTUALIZACIÓN
(ANNA FREUD)
Expresión discursiva abstracta (impersonal,
analítica, fría) de los conflictos y emociones, acompañada de la duda (“quizá,
es posible, puede ser”), que evita (controla) el afecto al asociar las
pulsiones a ideas que se pueden manejar conscientemente, típica de la
adolescencia. En psicoterapia, es una forma de resistencia que a veces no es
fácil distinguir de la asimilación de descubrimientos e interpretaciones,
propios del trabajo elaborativo. Puede presentarse como rasgo en trastornos de
personalidad como el esquizoide o el obsesivo, entre otros. El cuerpo no
intelectualiza..., por lo que las personas con esta tendencia defensiva es
posible que presenten diversos síntomas psicosomáticos.
Ejemplos:
- Un cliente de psicoterapia sólo presenta
sus problemas en términos racionales y generales (ante una elección amorosa,
disertará sobre las ventajas relativas del matrimonio y del amor libre)
- Otro cliente evoca bien su historia, su
carácter, sus propios conflictos, pero los formula desde un principio en
términos de una reconstrucción coherente que incluso puede tomar del lenguaje
psicoanalítico (por ejemplo, hablando de su “oposición a la autoridad” en lugar
de referirse a las relaciones con su padre)
- Un tipo más sutil de intelectualización debe
relacionarse con lo que K. Abraham describió en 1919 en “Una forma particular
de resistencia neurótica al método psicoanalítico”: algunos pacientes parecen
efectuar un “buen trabajo” analítico y aplicar la regla, comunicando recuerdos,
sueños, incluso experiencias afectivas; pero todo sucede como si hablasen según
un programa e intentasen comportarse como modelo de un analizado, dando ellos
mismos sus interpretaciones y evitando así toda irrupción del inconsciente o
toda intervención del analista.
- Un ejemplo de argumentos serían: “No me
importa no tener amigos, yo no necesito tener amigos: los amigos sólo te causan
problemas, estoy mejor solo”.
- Un hombre, al enamorarse de una mujer,
trata de entender el porqué de sus sentimientos así como analizar las
cualidades de ella que le han provocado dicho enamoramiento, con lo que logra
poner distancia entre él y sus deseos.
INTROYECCIÓN
(SANDOR FERENCZI)
Interiorización, por el sujeto, de objetos
(parciales o totales) y rasgos inherentes a estos objetos (si la referencia es
sólo el límite corporal, se habla de incorporación) Freud considera el origen
de la oposición sujeto (yo) - objeto (mundo exterior) como correlativa a la
oposición placer-displacer: el “yo-placer purificado (originario)” se forma por
una introyección de todo lo que es fuente de placer y por una proyección de
todo lo que es motivo de displacer (en lenguaje oral sería comer/vomitar) Se
relaciona estrechamente con la identificación.
Interviene en la manía, o defensa maníaca
(la ausencia de un término popular para nombrarla se corresponde con la
dificultad para distinguirla de un estado de alegría que no sea reactivo a una
intensa angustia o depresión) Se considera un mecanismo de defensa primitivo
(inmaduro)
Ejemplos:
- Una persona deprimida quizá incorpora las
actitudes y las simpatías de otra persona y así, si esa otra persona tiene
antipatía hacía alguien determinado, el deprimido sentirá también antipatía
hacia esa persona determinada.
- La introyección de un objeto (sujeto)
amado reduce la ansiedad que produce el alejamiento o las tensiones que causa
la ambivalencia hacia él.
NEGACIÓN
Reconocimiento verbal negativo de deseos,
pensamientos o sentimientos (se expresan, pero se niegan como propios) hasta
entonces reprimidos (ver primer ejemplo), oposición a una interpretación
correcta del analista (que habrá de buscar entonces la confirmación en el
contexto y en la evolución de la psicoterapia) o negativa a reconocer algunos
aspectos dolorosos de la realidad externa o interna (o su importancia) que son
evidentes para los demás. La negación psicótica es un caso extremo, en el que
hay un gran deterioro de la capacidad para captar la realidad.
Durante una psicoterapia, la toma de
conciencia de lo reprimido se manifiesta a menudo por la negación. “No hay
mejor prueba de que se ha logrado descubrir el inconsciente, que el hecho de
ver cómo el analizado reacciona con estas palabras: “Yo no he pensado esto”, o
bien “Jamás he pensado en esto” (Freud)
En “La negación”, 1925, Freud dio una
explicación muy precisa de este fenómeno:
1) La negación constituye un medio de
adquirir conocimiento de lo reprimido.
2) La representación llega a la conciencia,
hay una especie de aceptación intelectual de lo reprimido, mientras que
persiste lo fundamental de la represión.
3) Mediante el símbolo de la negación, el
pensamiento se libera de las limitaciones de la represión.
Ejemplos:
- Un paciente de Freud (“A propósito de un
caso de neurosis obsesiva”, el “Hombre de las Ratas”, 1909), a los 12 años,
había pensado que conseguiría el amor de una niña a condición de que a él le
ocurriera una desgracia: “[Se le impuso la idea de que esta desgracia podría
ser la muerte de su padre. Rechazó inmediatamente tal idea con toda energía.
Todavía hoy se defiende contra la posibilidad de haber experimentado semejante
“deseo”. Según él, había sido una simple “asociación de ideas”. Yo le objeto:
si no fue un deseo, ¿por qué se rebela contra él? Simplemente por el contenido
de esta representación, de que mi padre pudiera morir]”. La prosecución del
análisis vino a demostrar que existía ciertamente un deseo hostil hacia su
padre. Al primer “no” de rechazo se sumó pronto una confirmación, al principio
indirecta.
- Por Real Decreto de 18 de octubre del
2002, en España quedó regulado el etiquetado de las cajetillas de tabaco, que
evitaría que los “despistados”, que no estuvieran informados de la morbilidad
asociada al tabaco, compraran y consumieran cigarrillos. Lo cierto es que la
proporción de “ciegos” resultaría posteriormente similar a la de aquellos...
Las cajetillas deben llevar desde entonces la mención “Las autoridades
sanitarias advierten”, antecediendo a una serie de advertencias, tan concretas
y macabras que la escena de la compra de tabaco podría confundirse con una
película de humor sádico: “Fumar mata”, “Fumar perjudica gravemente su salud y
la de los que están a su alrededor”, o advertencias adicionales como “Fumar
acorta la vida”, “Fumar obstruye las arterias y provoca cardiopatías y
accidentes cerebrovasculares”, “Fumar provoca cáncer mortal de pulmón”, “Fumar
puede ser causa de una muerte lenta y dolorosa” (...), “Fumar puede reducir el
flujo sanguíneo y provoca impotencia”.
El fumador está informado de que el tabaco
es seriamente perjudicial, pero la actitud puede ser la de negarlo (“Yo no
tengo ningún problema”, “Mi padre tiene 75 años y ha fumado toda la vida”), la
de negar su importancia (“De algo hay que morir”, “¿Y la contaminación?”), o la
de considerarlo favorable para su salud por ser placentero y proporcionar
“calidad de vida” (“Hay que vivir, que son dos días”) La negación es un mecanismo
defensivo habitual en adicciones y problemas alimentarios (ver Psicodinamia del
tabaquismo, en Trastornos respiratorios/Enfermedad pulmonar obstructiva
crónica)
- Una persona niega reiteradamente que su
compañero sentimental no lo quiere, a pesar de tratarse de algo evidente.
- Una madre se niega a admitir que su hijo
murió en combate y sigue actuando como si estuviera vivo.
OMNIPOTENCIA
Sentimiento de poder, superioridad y
grandeza, que encubre sentimientos de inseguridad, inferioridad, baja autoestima,
devalución o vacío. Se ve, por ejemplo, en el trastorno límite de la
personalidad, con estrategias de tipo hipomaníaco, a modo de formación
reactiva: siente y actúa entonces como si poseyera poderes, capacidades o
derechos (privilegios) especiales y fuera superior a los demás. Incluso cuando
se sienten personas despreciables, siguen siendo especiales y grandes en su
indignidad, porque son las peores personas del mundo, con derecho a que se les
atienda.
PASO AL ACTO
(JACQUES LACAN)
Acción
de carácter consciente, motivada, y repetitiva del pasado, que se realiza
después de vencer la inhibición y la angustia (expresión del conflicto infantil
entre el deseo y la prohibición), y en la que el otro (su deseo) queda
implicado. Si es en el análisis, es un acto en el que el analista se encuentra
comprometido ya que ha producido una
respuesta propia “en acto”.
Si el otro no existe, no responde, o no se
involucra, entonces no existe “el paso al acto”. Pasa a ser un acto como
síntoma (una contrafobia o un acto obsesivo) o quizás un “acting out” (si no
hay conciencia de la motivación al acto)
PROYECCIÓN
Atribución externa (a otras personas,
animales, cosas, etc.) de pensamientos, conceptos (especialmente defectos),
motivaciones, deseos, sentimientos, o impulsos, que se desconocen o se rechazan
como propios. De esta forma, la percepción de los demás queda deformada, y
vemos en ellos “lo que no sabemos de nosotros mismos” o “lo que no queremos
ser”, lo que permite la aceptación propia a nivel consciente.
Cuando juzgamos a los demás, en base a
rasgos bipolares como ético/inmoral, honrado/sinvergüenza, sincero/mentiroso,
altruista/egoista, o generoso/avaro, estamos implícitamente estableciendo una
comparación (más o menos inconsciente) con nosotros mismos. Ésta comparación,
en una proyección, implica una positivización de nosotros y una negativización
del otro, y el resultado puede ir desde la “igualación” con el otro (“¿Quién no
defrauda a Hacienda en lo que puede?”), pasando por una devaluación (“Piensa el
ladrón, que todos son de su condición”), hasta una denigración extrema del
mismo (piensen en la sorprendente deformación perceptiva de los miembros de los
tribunales de la “Santa” Inquisición); gradación que dependería de la
intensidad de lo que se desconoce o rechaza.
Freud atribuye un papel esencial a la
proyección, asociada a la Introyección, en la génesis de la oposición sujeto
(yo) - objeto (mundo exterior) El sujeto “... incorpora a su yo los objetos que
se le presentan en tanto que son fuente de placer, los introyecta (según
expresión de Ferenczi) y, por otra parte, expulsa de él lo que en su propio
interior es motivo de displacer (mecanismo de la proyección)”. Este proceso de
introyección y de proyección se expresa “en el lenguaje de la pulsión oral” por
la oposición ingerir-rechazar.
La proyección puede llevar a ideas de
referencia (referir hacia sí mismo hechos circunstanciales, o actitudes ajenas,
sin relación con la persona: “La gente murmura cosas mías cuando paso por su
lado”), actitudes suspicaces (de desconfianza, de sospechar o ver la maldad o
la mala intención en lo que dicen o hacen los demás), sentimientos de ser
tratado injustamente, y, muy frecuentemente, a errores de juicio. Se presenta
en una amplia variedad de trastornos, especialmente en la esquizofrenia
paranoide, en el trastorno delirante paranoide, en los trastornos de
personalidad del grupo A (paranoide, esquizoide y esquizotípico) y en las
fobias.
Es el mecanismo psíquico en que se basan los
tests proyectivos (por ejemplo, el Test de Hermann Rorschach, que consta de 10
láminas compuestas por manchas de tinta sobre un fondo blanco): una misma
situación “objetiva” es percibida de forma diferente por diferentes personas.
La proyección fue descubierta inicialmente
en la paranoia. En el Caso Schreber (1911), de esquizofrenia paranoide (Freud
se basó exclusivamente en la autobiografía escrita por el propio juez Daniel
Paul Schreber, publicada en 1903 bajo el título inglés de “Memorias de mi
enfermedad nerviosa”), por ejemplo, “... la afirmación “yo lo odio” se
transforma por proyección en “él me odia” (él me persigue), lo cual entonces me
dará derecho a odiarlo” (racionalización a posteriori de la proyección)
En 1915 Freud describe el conjunto de la
construcción fóbica como una auténtica “proyección” en lo real del peligro
pulsional: “El yo se comporta como si el peligro de desarrollo de la angustia
no viniera de una moción pulsional, sino de una percepción, y en consecuencia
puede reaccionar frente a este peligro exterior mediante las tentativas de
huida que representan las precauciones fóbicas”.
Fuera de la psicopatología, la proyección
interviene en algunas formas de pensamiento “normales”, como la superstición,
la mitología o el animismo (los demonios o los aparecidos encarnarían lo no
reconocido o rechazado de sí mismo, según Freud), y, en general, en la vida
normal, o en la artística, donde se expresa con frecuencia el difuso límite que
separa el sí mismo de la realidad externa. Por ejemplo:
- La interpretación y percepción de la
Realidad depende en mayor o menor grado del estado de ánimo: “Ver la vida de
color de rosa”, “El paisaje es un estado del alma” (Henri Fréderic Amiel, en su
“Diario íntimo”)
- Por “deformación profesional”, un
comerciante tiende a ver el mundo como lleno de cosas que pueden comprarse o
venderse, un economista puede proyectar los esquemas de visión de su ciencia, e
interpretar la vida en base a parámetros como “producción”, “consumo”, “costo”
y “beneficio”, o un matemático puede traducir la vida en números (piensen en la
película “Una mente maravillosa”, la historia del matemático John Forbes Nash,
Premio Nobel de Economía en 1994, en la que se pone el acento, a partes
iguales, en la esquizofrenia y en la genialidad del protagonista)
Ejemplos:
- En una psicoterapia, una persona a veces
atribuye a su analista palabras o pensamientos que son en realidad los suyos
propios: “Pensará usted que..., pero no es verdad”.
- La “transferencia psicoanalítica” es un
componente de la vida social, no solamente de la psicoterapia (presente
igualmente en la Psicoterapia Online) Se proyecta, por ejemplo, en figuras de
autoridad o poder (el profesor, el director, el jefe), la figura del padre. Y el
amor u odio que éste nos generó o nos genera, es proyectado en aquella figura,
que, en otro caso, sería emocionalmente neutra.
- En poesía, la proyección se expresa en el
recurso de la personificación (prosopopeya): “Mi adorado parque se sorprende,
te acoge, te saluda, orgulloso te dice: ¿ves?, ¡ya estoy en primavera...!” (J.
Miguel Martín Vázquez, en “Nena, ¿salimos a pasear?”, El Amor)
- Una mujer que, sintiéndose atraida
sexualmente por un hombre que, en algún sentido, es tabú para ella (por ejemplo,
es pareja de su mejor amiga), proyecta en él su deseo, puede llegar a acusarlo
de querer seducirla, con lo que descarga parcialmente su impulso a la vez que
se oculta a sí misma sus propios deseos prohibidos.
- En los “celos proyectivos” (Freud), el
sujeto se defiende de sus propios deseos de ser infiel atribuyendo la
infidelidad a su cónyuge, con lo que desvía su atención de su propio
inconsciente, la desplaza sobre el Ics del otro, y lo que gana en
“clarividencia” sobre lo que concierne al otro es equiparable a su ignorancia
respecto a sí mismo.
- El racista proyecta sobre el grupo odiado
sus propios defectos y sus tendencias inconfesadas.
- Una pareja europea ha pasado sus vaciones
en Nueva York, lo que conllevó para ellos un fuerte estrés, debido a una cierta
fobia a los aviones, más una estancia muy activa en la que no entró mucho en
consideración el concepto de “vacaciones para descansar”. A la vuelta del
viaje, tienen problemas persistentes de sueño, y la impresión que les ha
quedado de Nueva York es la de ser una ciudad “totalmente estresante”.
La de volar en avión es una curiosa fobia,
porque lo que la sustenta tiene más sentido de supervivencia que las demás
fobias (con permiso de las compañías aéreas), y tiene mucha más lógica que jugar
a la Lotería: ¿O no les parece más lógico temer morir en un accidente aéreo (1
caso entre 5000), que tener la esperanza de acertar a la Primitiva (1 caso
entre 14 millones)? Sin embargo, si el deseo de viajar es más fuerte que el
miedo a un accidente mortal, o si volar constituye una necesidad por motivos de
trabajo, la respuesta fóbica resultará del todo disfuncional y superflua..., y
puede ser un buen motivo para realizar una psicoterapia.
RACIONALIZACIÓN
(ERNEST JONES)
Justificación o explicación errónea,
coherente (desde el punto de vista lógico), o aceptable (desde el punto de
vista ético), de pensamientos, actitudes, ideas, sentimientos, síntomas, o
conductas, cuyos motivos verdaderos resultan inaceptables (provocarían
ansiedad, sentimientos de inferioridad o culpa) y no se perciben. Especialmente
se habla de la racionalización de una formación reactiva, un síntoma, una
compulsión defensiva, o de una resistencia en el análisis.
La racionalización encuentra firmes apoyos
en ideologías constituidas, moral común, concepciones filosóficas, doctrinas
religiosas, convicciones políticas, etc., viniendo el superyó a reforzar aquí
las defensas del yo. Es equiparable a la elaboración secundaria, que somete las
imágenes del sueño a un guión coherente.
Es un término que introdujo Ernest Jones en
el lenguaje psicoanalítico en “La racionalización en la vida cotidiana”, 1908.
El espectro psicopatológico que abarca es muy extenso, pues va desde el
pensamiento del sujeto normal hasta los verdaderos delirios.
En algunos casos es fácil, para una
psicoterapeuta, hacerle ver a un cliente que una justificación o explicación es
una racionalización, con lo que se le incita a no seguir con ella. En otros
casos, los motivos racionales son particularmente sólidos (los analistas
conocen las resistencias que pueden ocultarse, por ejemplo, bajo “el recurso a
la realidad”), pero incluso entonces puede resultar útil ponerlos “entre
paréntesis” para descubrir las satisfacciones o las defensas inconscientes que
se sobreañaden. En el caso de rasgos de carácter o de comportamientos muy
integrados al yo (Formación reactiva), resulta más difícil hacer que el sujeto
se de cuenta del papel desempeñado por la racionalización.
Cuando el terapeuta muestra al cliente que
su argumento constituye una racionalización, éste suele resistirse en alguna
medida a aceptarlo, actuando lo que se llama “resistencia” (todo acto o palabra
que se opone a hacer consciente lo inconsciente, que supone una incapacidad de
vivenciar una determinada verdad de matiz emocional)
Ejemplos:
- Un estudiante no reconoce que prefiere ir
al cine en vez de estudiar para un examen que tiene al día siguiente, para el
que no está preparado. En vez de afrontar el examen, o reconocerse débil,
justifica su acción en la necesidad de relajarse el día antes del examen. Al
día siguiente, efectivamente, está relajadísimo, y, como ese estado favorece la
creatividad, desarrolla una “versión libre” de las preguntas del examen. A los
pocos días salen las notas, y, al ver el suspenso, lo atribuye a que el
profesor le tiene “manía”.
- Un hombre, al que le causa conflicto su
condición homosexual, puede racionalizar sus tendencias con ideas como la
aceptación natural de la homosexualidad en la Antigua Grecia, la superioridad
intelectual de personalidades históricas que fueron homosexuales, o la
superioridad estética del hombre.
- Un neurótico obsesivo compulsivo puede
racionalizar sus “rituales” de higienización previa a las comidas, explayándose
sobre las normas médicas de higiene.
- Una persona justifica como “diversión” su
humor cáustico en una relación interpersonal, sin ser consciente de que está
teniendo una actitud agresiva hacia el otro.
- Un veterano de guerra justifica un
comportamiento sádico, en tiempo de guerra, por las necesidades de la lucha o
el amor a la patria.
REGRESIÓN
Retorno a un estado mental anterior, más
primitivo o “infantil”, especialmente una etapa anterior del desarrollo
psicosexual (ver más adelante, Fases libidinales), respecto al que se había
experimentado una fijación, como medio para afrontar una situación de amenaza.
Puede referirse también a un retroceso respecto a relaciones de objeto (por
ejemplo, hacia relaciones edípicas), pensamiento (del proceso secundario al
proceso primario), evolución del yo (por ejemplo, sentimientos de omnipotencia,
relacionados con el yo ideal; ver Idealización y Omnipotencia),
identificaciones (por ejemplo, tomar presencia, de nuevo, la identificación con
los padres) o estructuración del comportamiento (por ejemplo, una persona que
había sido hiperactiva de niño, vuelve a serlo)
FIJACIÓN
Intensa ligazón de la libido, manifiesta y
actual, o virtualmente prevalente (que predispone a una regresión), a personas,
objetos o imagos (concepto de Jung: imagen prototípica inconsciente de
personajes que orienta electivamente la forma en que el sujeto aprehende a los
demás, y se elabora a partir de las primeras relaciones intersubjetivas reales
y fantaseadas con el ambiente familiar - imago materna, paterna, fraterna -),
tipos de relación, modos de satisfacción, o a una determinada fase evolutiva,
debida a una satisfacción o frustración excesiva de las necesidades. La
dependencia emocional respecto a un objeto de la infancia (generalmente con
connotaciones erótico-sexuales) dificultará el establecimiento de nuevos
vínculos emocionales.
La fijación en la fase oral podría explicar
problemas de alimentación compulsiva, o el tabaquismo (ver Psicodinamia del
tabaquismo, en Trastornos respiratorios/Enfermedad pulmonar obstructiva
crónica); la fijación en la fase anal (por frustración) estaría en el origen de
la neurosis (o personalidad) obsesiva (el exceso de gratificación desarrolla una
personalidad desorganizada)
Freud insistió a menudo en el hecho de que
el pasado infantil del individuo (o incluso de la humanidad) persiste siempre
en nosotros: “Los estados primitivos pueden siempre volver a instaurarse. El
psiquismo primitivo es, en sentido pleno, imperecedero”. El resurgimiento del
pasado en el presente se caracteriza además por la noción de compulsión a la
repetición.
FASES
LIBIDINALES
1) Fase oral (hasta el año y medio)
El placer sexual está ligado
predominantemente a la excitación de la cavidad bucal y de los labios, que
acompaña a la alimentación. La relación de objeto se expresa y se organiza
mediante las significaciones de la actividad de nutrición: por ejemplo, la
relación de amor con la madre estará marcada por las significaciones “comer,
ser comido”. La incorporación (proceso en virtud del cual el sujeto, de un modo
más o menos fantasmático, introduce y guarda un objeto dentro de su cuerpo)
sería tanto el fin pulsional como el modo de relación de la fase oral, y es el
prototipo corporal de la introyección y la identificación.
La actividad del chupeteo muestra cómo la
pulsión sexual, que al principio se satisface en apoyo sobre una función vital
(se apoya en la pulsión de autoconservación), adquiere una autonomía y se
satisface en forma autoerótica. Se habla también de apoyo en el caso de un tipo
de elección de objeto amoroso (pareja): elección de objeto por apoyo o
apuntalamiento (se ama a la mujer que alimenta o al hombre que protege),
referida a uno de los padres (en el plano consciente, la referencia puede ser
positiva o negativa a la imagen parental) Por cierto, el otro tipo de elección
de objeto sería narcisista: se ama lo que se es, lo que se fue, lo que se
querría ser o tener (el ideal del yo) o lo que fue una parte de uno mismo.
Karl Abraham distingue una fase oral precoz
(succión) y una fase oral sádica (mordedura) En ésta segunda fase aparecen los
dientes y la actividad de mordedura, y la incorporación adquiere el sentido de
una destrucción del objeto, lo que implica la aparición de la ambivalencia
pulsional (libido y agresividad dirigidas sobre un mismo objeto)
Sin
embargo, para Melanie Klein, la agresividad ya forma parte de la relación
precoz del niño con el pecho, siendo, para esta autora, el conjunto de la fase
oral una fase oral sádica: “El deseo libidinoso de mamar se acompaña de la meta
destructiva de aspirar, de vaciar, de agotar succionando”.
- Fase del espejo (entre los 6 y 18 meses)
Jacques Lacan
Fase de constitución del ser humano, en la
que el niño, todavía en un estado de impotencia e incoordinación motriz,
anticipa imaginariamente la aprehensión y dominio de su unidad corporal. Esta
unificación imaginaria se efectúa por identificación con la imagen del
semejante como forma total; se ilustra y se actualiza por la experiencia
concreta en que el niño percibe su propia imagen en un espejo. La fase del
espejo constituiría la matriz y el esbozo de lo que será el yo.
2)
Fase anal sádica (desde el año y medio hasta los 3 años)
La relación de objeto está impregnada de
significaciones ligadas a la función de defecación (expulsión-retención) y al
valor simbólico de las heces: heces = regalo = dinero (Freud) Es la fase en la
que se constituye la polaridad actividad-pasividad: Freud hace coincidir la
actividad con el sadismo (pulsión de apoderamiento, ver en Represión), y la
pasividad con el erotismo anal. La ligazón entre el sadismo y el erotismo anal
se concibe desde la consideración de la naturaleza bipolar del sadismo, en
relación al funcionamiento bifásico del esfinter anal: destruir el objeto y
conservarlo (dominándolo), que se corresponde a evacuación y retención.
3)
Fase fálica (de los 3 a los 5/6 años) Coincide con el Complejo de Edipo (CE)
Se caracteriza por una unificación de las
pulsiones parciales bajo la primacía de los órganos genitales, pero, a
diferencia de la organización genital puberal, el niño o la niña no reconocen
en esta fase más que un solo órgano genital, el masculino (el falo), y la
oposición de los sexos equivale a la oposición fálico-castrado.
En la fase fálica predomina el Complejo de
Castración: complejo centrado en la fantasía de castración, la cual aporta una
respuesta al enigma que plantea al niño la diferencia anatómica de los sexos
(presencia o ausencia del pene) Esta diferencia se atribuye al cercenamiento
del pene en la niña. El niño teme la castración como realización de una amenaza
paterna en respuesta a sus actividades sexuales, lo cual le provoca una intensa
angustia de castración. En la niña, la ausencia de pene es sentida como un
perjuicio sufrido, que intenta negar, compensar o reparar. El complejo de
castración guarda íntima relación con el CE y, más especialmente, con su
función prohibitiva y normativa.
La fase fálica corresponde al momento
culminante y a la declinación del Complejo de Edipo: conjunto organizado de
deseos amorosos (amor, deseo sexual) y hostiles (celos, odio, deseo de muerte)
que el niño experimenta respecto a sus padres. Se puede presentar en forma
positiva (la más común, a semejanza de la historia de Edipo Rey, que sería la
forma heterosexual), en forma negativa (la forma homosexual), o en la forma
completa (en la que las formas positiva y negativa se encuentran en diferentes
grados) La declinación del CE señala la entrada en el Período de latencia,
experimenta una reviviscencia durante la pubertad, y es superado, con mayor o
menor éxito, dentro de un tipo particular de elección de objeto. El CE
desempeña un papel fundamental en la estructuración de la personalidad y en la
orientación del deseo humano.
4)
Período de latencia (de los 5/6 años hasta la pubertad)
Es el período comprendido entre la
declinación de la sexualidad infantil (5º o 6º año) y el comienzo de la
pubertad (entre los 8 y 13 años en las niñas, y entre los 10 y 15 años en los
niños), que representa una etapa de detención en la evolución de la sexualidad
(disminución de las actividades sexuales, desexualización de las relaciones de
objeto y de los sentimientos: especialmente, predominio de la ternura sobre los
deseos sexuales), donde aparecen sentimientos como el pudor y el asco, y las
aspiraciones morales y estéticas.
Según la teoría psicoanalítica, el período
de latencia tiene su origen en la declinación del CE, y corresponde a una
intensificación de la represión (que provoca una amnesia que abarca los
primeros años), una transformación de las catexis de objetos en
identificaciones con los padres y un desarrollo de las sublimaciones.
La razón de que Freud hable de período de
latencia (y no de fase), es que no hay una nueva organización de la sexualidad
(aunque puedan observarse manifestaciones sexuales)
5)
Fase genital (desde la pubertad en adelante)
Fase del desarrollo psicosexual
caracterizada por la organización de las pulsiones parciales bajo la primacía
de las zonas genitales. Comporta dos tiempos, separados por el período de
latencia: la fase fálica (organización genital infantil) y la organización
genital propiamente dicha, que se instaura en la pubertad. Algunos autores
reservan el término “organización genital” para designar este último tiempo,
incluyendo la fase fálica en las organizaciones pregenitales.
Con la organización genital puberal las
pulsiones parciales se unifican y jerarquizan definitivamente, y el placer
inherente a las zonas erógenas no genitales se vuelve “preliminar” al orgasmo.
Ejemplos:
- Alguien que tenga un fijación oral puede
afrontar una situación de estrés fumando o bebiendo más, o alguien que tiene
una fijación anal puede responder al estrés haciéndose más obstinado y
compulsivo. Cuanto más fuerte fue una fijación a una etapa más alta es la
probabilidad de regresión al modo de funcionamiento característico de esa etapa
en una situación de estrés.
- “En la histeria hay ciertamente una
regresión de la libido a los objetos sexuales incestuosos primarios, lo cual se
comprueba con regularidad, mientras que no existe regresión a una fase anterior
de la organización sexual” (Freud)
- Los niños pueden retraerse a un nivel más
infantil cuando nacen sus hermanos y mostrar un comportamiento inmaduro como
chuparse el pulgar o mojar la cama.
RENEGACIÓN
(DESMENTIDA)
Rechazo de una percepción, que resulta
traumática (por ejemplo, en el niño, no reconocer la falta de pene en la
mujer), por una parte del sujeto, que actúa como si no existiese, coexistiendo
con la aceptación de otra parte del sujeto de esta realidad (la “castración”
femenina) Este mecanismo fue especialmente invocado por Freud para explicar el
fetichismo y las psicosis. El fetichista perpetúa una actitud infantil,
haciendo coexistir esas dos posiciones (actitudes) inconciliables. Las dos
actitudes “... persisten durante toda la vida uno junto a la otra sin influirse
recíprocamente. Esto puede llamarse una escisión del yo”.
Ante la ausencia de pene en la niña, los
niños “... reniegan esta carencia, y creen a pesar de todo ver un miembro...”
Progresivamente considerarán la ausencia de pene como el resultado de una
castración. La renegación de la castración constituiría el prototipo, y quizá
incluso el origen, de las demás renegaciones de la realidad. Sin embargo, la
castración (una ausencia) jamás es percibida como tal, y sólo se convierte en
realidad en la medida en que se relaciona con una presencia posible (supone el
conocimiento de la diferencia anatómica de los sexos) Freud siempre relacionó
el complejo o la angustia de castración, no con la percepción de una simple
realidad, sino con la conjunción de dos datos: comprobación de la diferencia
anatómica de los sexos y amenaza de castración por el padre.
En “Algunas consecuencias psíquicas de la
diferencia anatómica de los sexos”, 1925, esta renegación se atribuye tanto a
la niña como al niño. Freud relaciona este proceso con el mecanismo psicótico:
“... sobreviene un proceso que quisiera designar con la palabra “renegación”,
proceso que no parece raro ni muy peligroso en la vida psíquica del niño, pero
que, en el adulto, constituirá el punto de partida de una psicosis. En la
medida en que la renegación se refiere a la realidad exterior, Freud ve en
ella, en contraste con la represión, el primer tiempo de la psicosis: mientras
el neurótico comienza reprimiendo las exigencias del ello, el psicótico
comienza por renegar la realidad.
REPRESIÓN
Rechazo o mantenimiento en el inconsciente
(I) de deseos o representaciones (pensamientos, ideas, imágenes, recuerdos,
fantasías), ligados a una pulsión, cuya satisfacción (susceptible de procurar
por sí misma placer) ofrecería el peligro de provocar displacer debido a otras
exigencias. Estos elementos representativos van ligados a lo reprimido
originario, ya porque provengan de éste, ya porque entren en conexión fortuita
con él. La represión reserva a cada uno de ellos un destino diferente,
completamente individual, según su grado de deformación, su distancia respecto
al núcleo inconsciente o su valor afectivo. Los contenidos reprimidos escapan a
los poderes del sujeto y, como un “grupo psíquico separado”, se rigen por sus
propias leyes (proceso primario)
Ver más adelante los conceptos de Represión
originaria, Pulsión, Deseo, Representación, Fantasía, y Afecto.
La represión es particularmente manifiesta
en la histeria, si bien desempeña también un papel importante en las restantes
afecciones mentales, así como en la psicología normal. Puede considerarse como
un proceso psíquico universal, en cuanto se hallaría en el origen de la
constitución del I como dominio separado del resto del psiquismo. Para Freud,
la represión es la base de la cultura: con la represión de los deseos sexuales
y agresivos del Complejo de Edipo, el niño asimila los valores culturales y
aprende a vivir en sociedad.
LA REPRESIÓN
SUPONE DOS PROCESOS QUE SE IMPLICAN MUTUAMENTE:
1) Retirada, por el sistema preconsciente,
de la catexis (energía psíquica) hasta entonces ligada a una determinada
representación displacentera (ausencia de catexis)
2) Contracatexis (catexis por el yo de
deseos, representaciones, actitudes, o conductas del sistema Pcs-Ccs, que
impiden - obstaculizan - que surja, en su lugar, el deseo o la representación
reprimida), utilizando la energía que ha quedado disponible por la operación
anterior.
Ejemplos:
- Deseo consciente de “saber”, en un
estudiante brillante que transmuta sus deseos sexuales en deseos de
conocimiento (sublimación)
- Agorafobia, en la que las representaciones
ansiógenas (potenciales desencadenantes de ansiedad) son objeto de especial
vigilancia (precauciones fóbicas) y sirve para mantener reprimidos el deseo i y
las fantasías con él relacionadas (formación sustitutiva)
- Carácter obsesivo de un coleccionista de
sellos, obsesionado con el orden: “Todo en mi despacho está ordenado, excepto
mi mesa” (formación reactiva)
- Conducta compulsiva, como el lavado de
manos, en el trastorno obsesivo-compulsivo (formación sustitutiva)
Freud distingue una represión en sentido
amplio, de una represión en sentido estricto, donde aquella comprende 3
tiempos: represión originaria, represión en sentido estricto (o “represión con
posterioridad”, que es el mecanismo de defensa aquí desarrollado), y retorno de
lo reprimido (en las formaciones del I: síntomas, sueños, actos fallidos,
chiste)
REPRESIÓN
ORIGINARIA
Proceso hipotético descrito por Freud como
primer tiempo de la represión, que consiste en la inscripción en el I de cierto
número de representaciones o “reprimido originario”, que ven negada su entrada
en la conciencia, y que subsistirán a partir de ese momento de forma
inalterable, ligados a la pulsión. Estos núcleos inconscientes originarios
harían posible la represión propiamente dicha, por la atracción que ejercen
sobre los contenidos a reprimir, provenientes de la repulsión de las instancias
superiores.
El único mecanismo que cabe suponer en la
represión originaria es una contracatexis, que “representa el gasto permanente
en una represión originaria, pero al mismo tiempo garantiza su permanencia”. En
cuanto a la naturaleza de esta contracatexis, persiste la oscuridad. Su origen
debería buscarse, probablemente, en experiencias arcaicas muy intensas: “[Es
del todo admisible que factores cuantitativos, como una gran fuerza de la
excitación y la efracción (ruptura, forzamiento) del “protector contra las
excitaciones” constituyan las primeras ocasiones en que se producen las represiones
originarias]”
PULSIÓN
Es un empuje interno (carga energética,
factor de motilidad, exigencia de trabajo impuesta al aparato psíquico), cuya
fuente es una excitación corporal (relacionada con una necesidad, y que supone
un estado de tensión), que hace tender al organismo hacia un objeto (variable y
contingente y sólo elegido en su forma definitiva en función de las vicisitudes
de la historia del sujeto) para alcanzar un fin (suprimir el estado de tensión
que reina en la fuente pulsional)
Los
fines son múltiples, parciales e íntimamente dependientes de fuentes somáticas
(también múltiples y susceptibles de adquirir y mantener para el sujeto una
función prevalente - zonas erógenas -, de tal forma que las pulsiones parciales
no se subordinan a la zona genital, y no se integran a la realización del
coito, más que al final de una evolución completa que no viene garantizada por
la simple maduración biológica)
Es un concepto límite entre lo somático y lo
psíquico, ligado, según Freud, a la noción de “representante psíquico”, que es
la expresión psíquica de las excitaciones endosomáticas: deseos,
representaciónes y afectos.
En el lado somático, la pulsión tiene su
fuente en fenómenos orgánicos generadores de tensiones internas a las que el sujeto
no puede escapar; pero, por el fin al que apunta y los objetos a los que se
adhiere, la pulsión tiene un “destino” esencialmente psíquico. La pulsión, en
tanto que somática, escapa al mecanismo de la represión.
Pulsiones de vida (Eros)
Tienden a la “ligazón”, a crear y mantener
unidades vitales cada vez mayores.
PULSIONES DE
AUTOCONSERVACIÓN (PULSIONES DEL YO)
Son las relacionadas (directa o
indirectamente) con el conjunto de las necesidades ligadas a las funciones
corporales que se precisan para la conservación de la vida del individuo:
nutrición, emisión de orina, defecación, actividad muscular, visión, etc. Su
modelo es el hambre y la función de la alimentación.
La energía de las pulsiones de
autoconservación (del yo) se llama “Interés” (“interés psíquico en general”) y
es una energía desexualizada y sublimada proveniente del fondo común del Ello.
El Egoísmo es el interés desmedido del yo
por sí mismo (“interés por el yo”), por encima del interés (bienestar) de los
demás. Los sueños son “egoistas”, en el sentido de que el yo del que sueña se
halla siempre presente en persona o por identificación.
PULSIÓN SEXUAL
Se relaciona con el funcionamiento de las
zonas erógenas, pero su objeto no está predeterminado biológicamente, y los
comportamientos en que se expresa son tan variables, que su campo de actuación
es mucho más extenso que el de las actividades sexuales en el sentido corriente
del término. En la historia del sujeto, se liga a representaciones o fantasías
que especifican el objeto y el modo de satisfacción: el empuje interno, al
principio indeterminado (pulsiones parciales), experimentará un destino que le
confiere rasgos altamente individualizados. En la evolución psicosexual normal
se llegará, en la pubertad, a la organización genital (ver Fases libidinales en
Regresión), en la que la pulsión sexual, por su fijeza y finalidad, adquirirá
apariencia de instinto. La pulsión sexual interviene de forma relevante en el
conflicto psíquico, siendo objetivo predilecto de la represión.
La energía de las pulsiones sexuales se
llama “Libido”. Según Freud esta energía comenzaría por catectizarse sobre el
yo (narcisismo primario, ver Yo ideal), antes de poder dirigirse hacia los
objetos exteriores. El yo, como persona total, almacena esta energía libidinal
(que tiene su fuente en las diversas zonas erógenas), de la cual es el primer
objeto (libido del yo) Pero, a partir de ahí, este almacén de energía se
comporta, respecto a los objetos exteriores (libido objetal), como una fuente,
puesto que de él emanan todas las catexis.
El Narcisismo es el amor a la imagen de sí
mismo (ver El Narcisismo/El mito de Narciso) Sería el complemento libidinal del
egoísmo, con el que se confunde con frecuencia, pudiendo ir separados.
La retirada de la libido objetal hacia el yo
constituye el narcisismo secundario, que se observa especialmente en los
estados psicóticos (hipocondría, delirio de grandeza) Según Freud, existe un
equilibrio energético entre la libido del yo (narcisista, que tiene como objeto
la propia persona) y la libido objetal (dirigida hacia un objeto externo),
disminuyendo la libido objetal cuando aumenta la libido del yo, y a la inversa.
PULSIONES
PARCIALES
La pulsión sexual no se halla unificada
desde un principio, sino fragmentada en pulsiones parciales (en estado
“polimorfo”) que se satisfacen localmente (placer de órgano) La mayoría de
ellas pueden fácilmente relacionarse con una zona erógena (fuente) determinada
(pulsión oral o anal), mientras que otras se definen más bien por su fin (por
ejemplo, pulsión de ver)
La acción de las pulsiones parciales en el
niño puede observarse en las actividades sexuales parciales (“perversidad
polimorfa”), en las que aquellas se satisfacen independientemente unas de
otras, y en el adulto en forma de placeres preliminares al acto sexual, y en
las perversiones. El análisis de la sexualidad de una persona pone de
manifiesto los elementos últimos que la integran, que son las pulsiones
parciales.
PULSIONES DE
MUERTE
Tienden a la reducción completa de las
tensiones, a devolver al ser vivo al estado inorgánico. “Si se abarca en
conjunto el cuadro que forman las manifestaciones del masoquismo inmanente en
tantas personas, la reacción terapeútica negativa (agravación de los síntomas
cuando del progreso del análisis cabría esperar una mejoría) y el sentimiento
de culpabilidad de los neuróticos, resulta imposible adherirse a la creencia de
que el funcionamiento psíquico viene dominado exclusivamente por la tendencia
al placer” (Freud)
PULSIÓN
AUTODESTRUCTIVA
La expresión más común es el masoquismo
sexual (parafilia mucho más común que el sadismo, ya que el castigo alivia el
sentimiento de culpa generado por el sexo, y que enraiza en comportamientos que
se advierten en la sexualidad infantil), en el que la satisfacción va ligada al
propio sufrimiento o humillación, y el masoquismo moral, en el que el sujeto
busca situarse como víctima debido a un sentimiento de culpabilidad
inconsciente, sin que en ello esté directamente implicado un placer sexual. La
forma extrema de expresión de la pulsión autodestructiva sería el suicidio.
PULSIÓN DE
APODERAMIENTO (DOMINIO)
Pulsión no sexual, que sólo secundariamente
se une a la sexualidad (se llama sadismo cuando la encontramos al servicio de
la pulsión sexual), que tiene (según Freud) en la musculatura su soporte, y
cuyo fin consiste en dominar por la fuerza el objeto.
El
sadismo es una parafilia (desviación sexual) en la cual la satisfacción va
ligada al sufrimiento o la humillación del otro, y que tiene, en formas más
larvadas, numerosas manifestaciones infantiles. El origen de la crueldad
infantil se atribuye a una pulsión de apoderamiento que en su origen no tendría
como fin el sufrimiento del otro, sino que simplemente no lo tendría en cuenta
(fase previa tanto a la compasión como al sadismo)
PULSIÓN AGRESIVA
O DESTRUCTIVA
Pulsión de muerte dirigida hacia el mundo
exterior, y cuyo fin es la destrucción del objeto.
DESEO
Es la moción psíquica dirigida a recargar, o
evocar, la imagen mnémica de una percepción, asociada a la huella mnémica de la
excitación resultante de la necesidad, que supone restablecer la situación de
la primera experiencia de satisfacción (tipo de experiencia originaria
postulada por Freud, origen y modelo del deseo, consistente en el
apaciguamiento, en el lactante, gracias a una intervención exterior, de una
tensión interna creada por la necesidad) Cuando se presenta de nuevo la
necesidad, se producirá, por aquella ligazón asociativa, el deseo. La
reaparición de la percepción es el “cumplimiento de deseo”. En su origen, no se
relaciona con un objeto real, independiente del sujeto, sino con la fantasía:
el primer desear parece haber sido una catexis alucinatoria del recuerdo de la
satisfacción. El deseo se encuentra presente en todas las formaciones de
compromiso (formas que adopta lo reprimido para ser admitido en lo consciente:
síntomas, sueños, lapsus, olvido, chiste)
REPRESENTACIÓN
Es lo que uno se representa, lo que forma el
contenido concreto de un acto de pensamiento, especialmente la reproducción de
una percepción anterior. Sería aquello que, del objeto, viene a inscribirse en
los “sistemas mnémicos”, y que puede equipararse al concepto lingüístico de
significante. Freud considera las representaciones como los contenidos del I, y
como constitutivos de éste (ver Represión originaria)
Freud contrapone la representación al
afecto, siguiendo cada uno de estos elementos, en los procesos psíquicos, un
destino diferente (sólo la representación es objeto de represión)
REPRESENTACIÓN
DE COSA
Es esencialmente visual y deriva de la cosa:
"Consiste en una catexis, sino de imágenes mnémicas directas de la cosa,
por lo menos de huellas mnémicas más alejadas, derivadas de aquellas".
Caracteriza el sistema inconsciente, y se
halla en una relación más inmediata con la cosa: en la "alucinación
primitiva, la representación de cosa sería considerada por el niño como
equivalente del objeto percibido y catectizada - impregnada de energía psíquica
- (catexis es la unión de cierta energía psíquica a una representación o grupo
de representaciones, una parte del cuerpo, un objeto, etc.) en la ausencia de
éste.
REPRESENTACIÓN
DE PALABRA
Es esencialmente acústica y deriva de la
palabra. El sistema preconsciente-consciente se caracteriza por la ligazón de
la r. de cosa a la r. de palabra correspondiente, el sistema inconsciente sólo
comprende rs. de cosa: "La r. consciente engloba la r. de cosa más la r.
de palabra correspondiente, mientras que la r. inconsciente es la r. de cosa
sola".
En la esquizofrenia las rs. de palabra son
tratadas como rs. de cosa, es decir, según las leyes del proceso primario.
También sucede en el sueño, en el que ciertas frases pronunciadas en estado de
vigilia se someten a la condensación y al desplazamiento, igual que las rs. de
cosa: "... cuando las rs. de palabra, pertenecientes a los restos diurnos,
constituyen residuos recientes y actuales de percepciones, y no expresión de
pensamientos, son tratadas como las rs. de cosa".
FANTASÍA
Guión imaginario en el que se halla presente
el sujeto y que representa, en forma más o menos deformada por los procesos
defensivos, la realización de un deseo y, en último término, de un deseo
inconsciente.
La fantasía se presenta bajo distintas
modalidades: fs. conscientes o sueños diurnos (entre ellas la “novela
familiar”), fs. preconscientes o ensueños subliminales, fs. inconscientes que
subyacen a un contenido manifiesto del sueño o a un síntoma, y fs. originarias.
FANTASÍAS
ORIGINARIAS
Son estructuras fantaseadas típicas que el
psicoanálisis reconoce como organizadoras de la vida de la fantasía,
independientemente de las experiencias personales de los individuos
(pertenecerían al I colectivo), y que tienen en común la referencia a los
orígenes: escena originaria (el origen del sujeto; relación sexual entre los
padres, observada o supuesta, y que el niño interpreta generalmente como un
acto de violencia por parte del padre), vida intrauterina (el origen de la vida
del sujeto), fantasía de castración (el origen de la diferencia de los sexos;
cercenamiento del pene por el padre; ver Fase fálica/Complejo de Castración),
fantasía de seducción (el origen de la sexualidad; insinuaciones o contactos sexuales
de otro, casi siempre un adulto, vivenciados o imaginados pasivamente por el
sujeto, generalmente un niño)
AFECTO
Es todo estado emocional, penoso o
agradable, vago o preciso, ya se presente en forma de una descarga masiva, ya
como una tonalidad general. Según Freud, toda pulsión se manifiesta en los dos
registros de representación y afecto. El afecto es la expresión cualitativa de
la cantidad de energía pulsional y de sus variaciones. Hablando estrictamente,
sólo a nivel del sistema Pcs.-Ccs. (o del yo) la pulsión estaría representada
por el afecto. En sentido estricto, no hay afectos inconscientes (por lo que el
afecto no puede ser reprimido), por lo que hablar, por ejemplo, de “sentimiento
de culpa inconsciente” es una ligereza (la representación “tengo la culpa” es
lo que sería inconsciente) El componente afectivo puede permanecer consciente,
separado de las representaciones asociadas al mismo: la persona puede ser
consciente de los sentimientos asociados a los hechos (representaciones) reprimidos,
pero no sabe de dónde provienen. La rememoración (Breuer y Freud, “Estudios
sobre la histeria”, 1895) sólo resulta terapéuticamente eficaz si el recuerdo
del acontecimiento implica la reviviscencia del afecto que estuvo ligado a
aquél en su origen.
Mecanismos de transformación o destino del
afecto (Freud)
1) Conversión de los afectos: en la histeria
de conversión, el afecto queda eliminado al convertirse en energía somática, y
la representación reprimida es simbolizada por una zona o una actividad
corporal.
2) Desplazamiento del afecto: en el
trastorno obsesivo-compulsivo, el afecto se desplaza desde la representación
patógena ligada al acontecimiento traumatizante a otra representación que el
sujeto considera insignificante (una obsesión)
3) Transformación del afecto en otro afecto,
especialmente angustia (neurosis de angustia, melancolía)
4) Supresión del afecto (ver Estrategias de
afrontamiento/Supresión)
REPUDIO
(FORCLUSIÓN, JACQUES LACAN)
Rechazo primordial de un significante
fundamental (El Nombre del Padre - NP -, que representa la función paterna, el
falo que representa el complejo de castración; ver Fase fálica/Complejo de
Castración), o de un conjunto de significantes (Los Nombres del Padre, que
sería el caso más probable de representación inconsciente de la función
paterna), fuera del universo simbólico del sujeto (el significante queda
forcluido, “excluido forzosamente”, al no haberse inscrito a tiempo en el
inconsciente: es un "no ha lugar" definitivo) El repudio se diferenciaría
de la represión en que los significantes repudiados no se encuentran integrados
en el inconsciente del sujeto, por lo que no retornan “desde el interior”, sino
desde el seno de lo real, especialmente en el fenómeno alucinatorio.
El concepto enraiza en el fenómeno de la
alucinación negativa (Hippolyte Bernheim), que designaba la falta de percepción
de un objeto, presente en el campo del sujeto, después de la hipnosis. Freud le
aplicó el término repudio en “Las psiconeurosis de defensa”, 1894, y escribe, a
propósito de la psicosis: “Existe un tipo de defensa mucho más enérgica y mucho
más eficaz, que consiste en que el yo rechaza la representación intolerable,
simultáneamente con su afecto, y se comporta como si la representación no
hubiera llegado jamás al yo”. “El yo se aparta de la representación
intolerable, pero ésta se encuentra indisolublemente unida a un fragmento de la
realidad, por lo que, al realizar este acto, el yo se desprende también total o
parcialmente de la realidad”. Esta especie de “represión hacia el mundo
exterior” implica en Freud tanto un retiro de la catexis de lo percibido, como
un retiro de la significación (rehusar atribuir un sentido a lo percibido)
La causa de la mayoría de las psicosis
estaría, según Lacan, en la forclusión de la función paterna por un rechazo de
la inscripción en el inconsciente de el/los significante/s de la misma (El/Los
NP) Luego se utilizó el término para referirse a faltas de inscripción
parciales con efectos diferentes a la producción de una psicosis. En vez de un
fallo completo, puede haber una distorsión de la función paterna (trastorno
obsesivo-compulsivo)
La Ley es el conjunto de normativas,
procedentes de quien cumple la función paterna (el padre simbólico, que puede
ser, y conviene que sea, el progenitor biológico masculino, pero que puede ser
otro), que se instalan en el inconsciente de un sujeto durante la infancia (el
superyó puede derivar de cualquier adulto) La función paterna es clivadora
("castradora", separadora) e instauradora de La Ley, y sería el
soporte de la actividad simbólica de cada sujeto. El padre instaura La Ley:
separa al infante de estar excesivamente apegado a la madre, y mediante esta
separación el sujeto es integrado en el orden de la cultura y se organiza racionalmente
el psiquismo del sujeto. Hasta que no aparece y resulta eficaz la función
paterna, todo infante es como un apéndice de su madre.
Los NP sustituyen al Deseo de la Madre (DM),
que sería el primer significante, y representa la función materna) La teorización
lacaniana que lleva al concepto de los NP supone un desarrollo más precoz del
Complejo de Edipo (ver Fase fálica/Complejo de Edipo) que el considerado por
Freud, con lo que Lacan se aproxima a Melanie Klein, para quien (a diferencia
de Freud) la relación madre-lactante, lejos de ser simbiótica, ya es
conflictiva. El conflicto se da, por ejemplo, en la presencia o la ausencia de
la madre (por ejemplo cuando el lactante demanda la teta), y esta primera
relación conflictiva de ausencia/presencia es un preanuncio de lo que luego
será la sustitución del DM por los NP.
DM es una expresión intencionalmente
anfibológica (de doble sentido, ambígua, en éste caso con, al menos, una doble
significación):
- Desde el lado del infante, el deseo que
tiene respecto a su madre se entiende: la madre es la que le proporciona el
primer alimento y los primeros estímulos, incluidos los estímulos afectivos:
genéticamente todo ser humano neonato requiere de estímulos afectivos positivos
o benignos proporcionados por una mujer que cumpla la función materna. Tal
falta de estímulos benignos por parte de la madre provoca la afección llamada
hospitalismo, y el bebé puede llegar incluso a fallecer.
- Desde el lado de la madre, el tener un
hijo es algo que suele darle una sensación de completud y felicidad (tal
sensación se explica en psicoanálisis mediante el Complejo de Edipo)
El DM es vital para la constitución del
sujeto humano, pero requiere de una función complementaria y decisiva (también
vital), que es la función paterna, que límita al DM. El clivaje es la
separación (escisión) del infante de la madre, lo cual resulta determinante al
integrar al sujeto en la sociedad. Los deseos inicialmente incestuosos hacia la
madre se reprimen (es en este caso una represión positiva), derivándose al
Inconsciente, posibilitándose así la exogamia del sujeto, y una vida lo más
independiente posible del sujeto. El clivaje funda realmente al sujeto y a su
Inconsciente. El sujeto escindido es llamado también sujeto clivado.
- Un ejemplo con el que pueden asociar el
Repudio es el de la película “Psicosis” (Alfred Hitchcock, 1960), en la que
Norman Bates expresa una patológica dependencia de su madre, propiciada por la
muerte prematura de su padre, tras la cual vive bajo el cuidado exclusivo de
ella. Cuando ella empieza a tener una relación con un hombre, Norman siente que
es reemplazado, y sus celos le llevan a envenenarla, junto a su amante. Después
del entierro, Norman roba el cadáver de su madre y lo conserva lo mejor que
puede. El crimen acentuó su fragilidad mental, y es entonces cuando se le
impone darle la vida que le había quitado (niega que la hubiera envenenado), a
través de una escisión de su mente: él será su Madre (la personalidad
dominante), y será Norman, alternativamente (cuando es ella, se viste como ella
y utiliza una peluca), o en un mismo momento (por ejemplo, en forma de
conversaciones entre las dos personalidades) Patológicamente ligado a su madre,
se dijo a sí mismo que nunca se enamoraría de una mujer. Cuando Norman conoce a
Marion, siente una fuerte atracción por ella, lo cual causa los celos de la
Madre, que asesinará a Marion (al igual que a la última serie de mujeres
jóvenes, que tendrán un destino similar) Después, Norman volvió como si fuera
el dueño y limpió toda la evidencia del crimen de la Madre, arrojando el coche
de Marion en un pantano cerca del Motel. Desde ahora, la Madre ganaría la
batalla, adquiriendo un control absoluto sobre Norman: en una habitación bajo
llave y vigilada, se muestra a Norman pensando como la Madre, sin pensamientos
de Norman; el psiquiatra que entra a hablar con él, dirá, al salir de la
habitación, que ha relatado toda la historia, pero no como Norman, sino como la
Madre... La función paterna quedó tan excluida de la mente de Norman, como del
relato de éste texto.
SUBLIMACIÓN
Derivación de una pulsión (energía), cuyo
objeto y/o fin son desadaptativos, inalcanzables o no deseados conscientemene,
hacia otro objeto y/o fin adaptativos, accesibles o deseados, en especial
valorados socialmente (como la actividad artística o intelectual) La capacidad
de sublimación va más allá de un mecanismo de defensa, puesto que pone de
relieve el poder interior de la persona, su tendencia hacia la salud y la
autorrealización (la incapacidad para sublimar puede llevar a enfermar a la
persona), y su capacidad creativa (crear siempre implica sublimar, aunque no a
la inversa)
El término, introducido en psicoanálisis por
Freud, evoca, a la vez, la palabra sublime (excelso, de gran belleza o valor
moral, que sugiere grandeza y elevación, aplicable tanto a las producciones -
artísticas, literarias, etc. -, a acciones humanas - una hazaña -, y a las
personas que las realizan) y el concepto de sublimación química (cambio de
estado de la materia sólida al estado gaseoso, sin pasar por el estado líquido)
Se podrían preguntar qué ocurre con el
afecto (expresión cualitativa de la energía pulsional) en la sublimación... Lo
que sustenta a una emoción es una energía asociada a una representación, por lo
que psíquicamente sólo es un producto secundario o incidental (el mundo
emocional es importante en tanto influyente en la vida de las personas, pero
vivir dominado por él no hace sino que repitamos condicionamientos y no
evolucionemos...) Al sublimar, la energía se dirige a una nueva representación,
y el afecto se descarga o se suprime en el preconsciente (ver Estrategias de
afrontamiento/Supresión), en función del parecido psíquico con la
representación anterior (ver primer ejemplo)
Ejemplos:
- La representación “quiero destruir
físicamente a X” se convierte en “destruyo intelectualmente a X”, a través de
una crítica corrosiva literaria, donde el sentimiento de agresividad se
descarga adecuadamente. Si el objeto X pasa a ser un boceto para un libro, y el
fin destructivo se convierte en “comprensión de la agresividad”, entonces el
sentimiento de agresividad pudiera ser, en principio, suprimido, y
secundariamente “disuelto”, o transformado en vergüenza..., debido a la
adquisición de mayor conciencia acerca de lo que provocó el intenso sentimiento
de agresividad.
- Los que conocen el ajedrez saben que, en
su faceta competitiva, su práctica hace posible una descarga sublimada de
pulsiones agresivas, e incluso sexuales... (se lo dejo como tarea a los
aficionados a este juego, pero consulten también el concepto psicoanalítico de
Pulsión sexual)
- Una mujer que es atraída por un hombre al
que no puede aspirar por ser el novio de su mejor amiga, sublima su energía
sexual escribiendo un poema.
- Un estudiante, ante una nota injusta por
parte de un profesor, escribe una carta de protesta en el periódico escolar
criticando la política educativa.
- El deseo de un niño de exhibirse puede
sublimarse en una carrera vocacional por el teatro.
TRANSFORMACIÓN
EN LO CONTRARIO
Transmutación del fin de una pulsión en su
contrario, al pasar de la actividad a la pasividad, o viceversa. Los dos
principales ejemplos son el sadismo/masoquismo y el voyeurismo/exhibicionismo.
Está íntimamente ligado a la vuelta hacia la propia persona, porque la
transformación de la pulsión implica una inversión de papeles (el que hace
sufrir, ahora soporta el sufrimiento, el que observa, ahora es observado) Se
busca a una persona ajena como nuevo objeto que debe asumir el papel del
sujeto.
VUELTA HACIA LA
PROPIA PERSONA
Sustitución del objeto de una pulsión por la
propia persona. “Hacerse sufrir” es una vuelta hacia la propia persona en la
que el fin es sólo reflexivo, y aún no se ha vuelto pasivo como en la
transformación en lo contrario. Sería una fase intermedia en el proceso de la
vuelta del sadismo en masoquismo.
Puede producirse también una vuelta desde la
propia persona hacia otro
Tanto Freud como Anna Freud consideraron que
la transformación en lo contrario y la vuelta hacia la propia persona pudieran
ser los procesos defensivos más primitivos.