1. Introducción
El siguiente trabajo
de investigación estará destinado a profundizar nuestros conocimientos acerca
de las adicciones; también nos interesaremos por sus causas, consecuencias y
formas de recuperación.
Nos
dedicaremos de lleno solo a las adicciones que consideramos más relevantes como
el tabaquismo, el alcoholismo y la drogadicción. Además nos ocuparemos de
averiguar cómo influyen estas adicciones en la sociedad y cómo modifican las
relaciones familiares.
Nuestra
principal fuente de información ha sido Internet, ya que es nuestro medio más
accesible y además contiene los datos más actualizados. Hemos encontrado gran
cantidad de material, por lo cual fue necesario clasificarla y seleccionar la
que tuviera mayor contenido y que resultara de mayor interés.
Para
organizarnos mejor y hacer más entendible nuestro informe, hemos planteado
objetivos que servirán para guiarnos a lo largo de la investigación. Para
facilitar nuestra tarea los hemos dividido en generales y particulares.
Los
generales son:
·
Reconocer
las causas y consecuencias de las adicciones.
·
Analizar
las posibles soluciones a las problemáticas que se plantean en esta
investigación.
Los
particulares son:
·
Identificar
las características específicas de cada una de las adicciones a estudiar.
·
Analizar
los efectos que produce cada una de las adicciones en el cuerpo humano.
·
Enunciar
y explicar los distintos tipos de tratamientos que existen para recuperarse de
una adicción.
·
Detectar
mensajes explícitos o implícitos en canciones de algunos compositores modernos
que puedan llegar a incidir en una persona a la hora de iniciarse en una
adicción.
·
Identificar
los personajes famosos que hayan sufrido alguna de estas adicciones.
·
Averiguar
quienes son más propensos, dentro de la sociedad, a caer en este tipo de
adicciones.
·
Analizar
la actitud que toma el gobierno frente a esta problemática y las campañas que
se realizan con el fin de erradicarlas de la sociedad. Averiguar el resultado
de dichas campañas.
·
Conocer
las principales sustancias que se encuentran dentro de las drogas con sus
respectivas consecuencias.
·
Averiguar
cómo es penado por la ley el consumo y el tráfico de drogas.
Si
logramos cumplir con todos estos objetivos, podremos decir que hemos realizado
una investigación productiva que contribuirá a aumentar nuestros conocimientos
e impedirá que caigamos en las “garras” de las adicciones.
2. Adicciones
Las
adicciones son un síndrome constituido por un conjunto de signos y síntomas
carcaterísticos. El origen de la mismas es multifactorial, entre los que
podemos mencionar factores biológicos, genéticos, psicológicos y sociales.
Algunos
síntomas característicos de las adicciones son:
·
Daño
o deterioro progresivo de la calidad de vida de la persona, debido a las
consecuencias negativas de la práctica de la conducta adictiva.
·
Perdida
de control caracterizada por la práctica compulsiva de la conducta adictiva.
·
Negación
o auto engaño que se presenta como una dificultad para percibir la relación
entre la conducta adictiva y el deterioro personal.
·
Uso
a pesar del daño, lo cual se manifiesta como la práctica continuada de la
conducta adictiva. Este daño es tanto para la persona como para los familiares.
Estudios
demuestran que existen cambios neuroquímicos involucrados en las personas con
desordenes adictivos y que además es posible que exista predisposición
biogenética a desarrollar estas enfermedades.
Puede
desarrollarse adicciones tanto a sustancias psicotrópicas como a actividades y
hasta relaciones. Algunos casos de adicciones que podemos mencionar son:
·
Sustancias
psicotrópicas, como el alcohol, la nicotina y diferentes tipos de drogas
·
Juegos
de azar
·
Comidas
o componentes comestibles
·
Sexo
·
Trabajo
·
Relaciones
interpersonales, por ejemplo una pareja.
La
naturaleza exacta de las adicciones continua siendo motivo de análisis científicos
y cada día se hacen descubrimientos que nos facilitan la comprensión de este
fenómeno, que afecta a miles de personas a nivel mundial.
En
este trabajo nos ocuparemos de tratar ciertas adicciones y no todas, dada la
complejidad de tema. Las dependencias a tratar serán:
·
Drogadicción:
los diferentes tipos de drogas y los efectos y consecuencias de las mismas.
·
Alcoholismo
·
Tabaquismo.
3. Drogadicción
La drogadicción es
una enfermedad biopsicosocial, caracterizada por el abuso y la dependencia de
sustancias químicas. Produce graves problemas físicos, familiares, laborales y
sociales.
Cabe destacar que el
interés público prevalece sobre las libertades individuales cuando éstas
afectan derechos e intereses de terceros. En sí esta dependencia es una forma
de conducta social disvaliosa, pero no cumple los principios fundamentales como
para que esta conducta sea merecedora de penas. Podemos señalar que la
aplicación de medidas frente a esta situación, provoca un aumento de los
perjuicios y no así de los beneficios que puede acarrear.
Los
sistemas actuales de tratamiento para adictos tienen escasa efectividad.
Generalmente para la recuperación se plantea la creación de granjas
comunitarias, con un régimen flexible, y de amplia y activa participación
familiar y social.
En
este momento no nos encargaremos de ampliar estos puntos, sino que haremos una
lista de las clases de drogas existentes, con sus características y
consecuencias.
Anabolicos esteroides
Los anabólicos esteroides, más precisamente
anabólicos androgénicos esteroides, pertenecen al grupo de drogas ergogénicas,
también llamadas drogas de performance. Son sustancias sintéticas derivadas de
la testoesterona, una hormona natural masculina. "Anabólico"
significa "constructor" o "fabricante", y
"androgénico" significa "masculinizante", es decir que
otorga características sexuales masculinas. Los esteroides derivan de las
hormonas; a su vez, los anabólicos esteroides conforman un grupo dentro de
estas drogas hormonales. Un hombre sano produce entre 2 y 10 miligramos de
testosterona al día (las mujeres también la producen, pero en cantidades
residuales). Las hormonas anabólicas ayudan al cuerpo a absorber las proteínas,
propician el desarrollo muscular, óseo y de la piel. Las características
androgénicas de la testosterona se relacionan con la masculinidad: durante la
pubertad permite el desarrollo sexual masculino, el crecimiento capilar en el
cuerpo y el agravamiento de la voz.
Estas sustancias están diseñadas para imitar
las funciones de crecimiento de la testosterona, pero afectando mínimamente sus
efectos masculinizantes. Hay muchas clases y combinaciones de propiedades
anabólico - androgénicas. Estos productos son usados desde tiempos
relativamente recientes: en 1930 la testosterona fue sintetizada por primera
vez, y se introdujo en la práctica deportiva en los años '40. En las Olimpíadas
de 1952, los rusos arrasaron con las medallas en levantamiento de pesas gracias
a su uso, que desde esa época se hizo masivo. Paralelamente a su utilización,
los médicos notaron sus efectos secundarios. A pesar de ello, su uso fue en
aumento hasta 1975, en que fueron prohibidos. Hasta la fecha, el Comité
Olímpico Internacional incluyó 17 clases de anabólicos y compuestos
relacionados en las listas sustancias prohibidas. Durante los años '80, muchos
jóvenes no atletas los utilizaron por sus propiedades de desarrollo corporal,
creándose un floreciente mercado ilegal tanto de producción como de venta de
estas drogas. En la actualidad, no solo los atletas usan anabólicos esteroides.
Miles de jóvenes usan estas drogas para aumentar su potencia muscular, o
simplemente por "motivos cosméticos", para mejorar su apariencia
física y autoestima. Además, este consumo no se limita a los hombres sino
incluye a un número creciente de mujeres.
Sus usos médicos son variados, siendo
utilizados en terapias contra ciertas clases de anemia, cáncer de pecho,
osteoporosis y otras enfermedades. Algunos médicos afirman que sería útil su
uso post quirúrgico, con el objetivo de mejorar el apetito del paciente, pero
son necesarias mayores investigaciones que sustenten esta posición. El uso no
terapéutico de anabólicos androgénicos esteroides en adolescentes y jóvenes
adultos aumentó significativamente durante las dos últimas décadas. Los más
recientes estudios hechos por The National Institute on Drug Abuse y el
National Clearinghouse on Alcohol and Drug Information de los Estados Unidos
prueban que el uso indiscriminado y sin control de esteroides produce severos
problemas a la salud física y psiquica.
Los anabólicos son normalmente tomados en forma
de comprimidos. Algunos que no pueden ser absorbidos oralmente son inyectados.
Su utilización sin fines médicos acarrea gravísimos riesgos que son potenciados
por la utilización de "megadosis": una dosis normal prescrita con
fines médicos varía entre 1 y 5 miligramos; más de 7 miligramos implican una
sobredosis; algunos consumidores se aplican megadosis de 100 o más miligramos,
implicando intoxicaciones que pueden llegar a ser mortales. El uso de estas
megadosis se debe al falso convencimiento de que a mayores cantidades se
consiguen mejores resultados. Además, llegan a saturarse de hormonas de
diferentes tipos, muchas veces combinadas con otras drogas como ser
estimulantes, analgésicos y antiinflamatorios. Por otra parte recurren a un
consumo "cíclico", creyendo que así eliminan los efectos
perjudiciales y su detección mediante análisis.
Una minoría los obtiene en el mercado legal,
mediante recetas fraudulentas. La mayoría de sus usuarios los obtienen
ilegalmente, gracias a un complejo mercado negro de producción y tráfico que en
los Estados Unidos mueve alrededor de 400 millones de dólares al año. Estas
sustancias son elaboradas sin ningún tipo de control de calidad, presentando
impurezas que bien pueden ser catalogadas como venenos.
Peligros que acarrean
Se han encontrado abundantes evidencias sobre los perjuicios que el uso de
anabólicos esteroides causan al cuerpo y la mente de sus consumidores. Su uso
prolongado afecta la capacidad de procesamiento de información del cerebro,
pudiendo derivar en enfermedades mentales irreversibles. Además, se detectan
síntomas similares a las adicciones a otras drogas: deseo incontenible de
consumir nuevamente, imposibilidad de reducir las dosis y síndrome de
abstinencia. Se ha probado la dependencia psicológica, estudiándose la
dependencia física. Como dato significativo, se han observado ampliamente estos
efectos perjudiciales no solo entre quienes se sometieron a megadosis, sino
también entre quienes lo hicieron con dosis moderadas. Quienes consumen grandes
dosis, típicamente sufren cambios en la experiencia y características sexuales.
Los efectos perjudiciales se pueden dividir en:
·
en hombres: aunque son
derivados de una hormona sexual masculina, la droga puede afectar el funcionamiento
del sistema reproductor. Entre sus efectos se encuentran: atrofia de testículos
e hipertrofia prostática (ambos implican graves riesgos de cáncer); reducción
de la producción de esperma; impotencia; calvicie; dificultad o dolor en la
micción; desarrollo de pechos. Además, puede afectar al autocontrol de la
agresividad y el manejo sexual.
·
en mujeres: las mujeres
pueden experimentar, entre otros problemas, la "masculinización":
hipertrofia de clítoris; desarrollo anormal de vello facial y corporal;
agravamiento de la voz.
·
en ambos sexos: ictericia;
acné; temblores; dificultades respiratorias; dolor, hinchazón y edema
(acumulación de líquidos) en articulaciones; aumento de presión arterial;
aumento de posibilidades de lesiones en músculos, tendones y ligamentos; gran
incremento del riesgo de contraer cáncer en diversas formas.
Estos efectos son especialmente peligrosos en
preadolescentes y adolescentes, ya que su utilización aún en dosis mínimas
puede afectar irreversiblemente el crecimiento. Por ello, su prescripción
médica es sumamente rara, reduciéndose a casos de enfermedades graves. Por otra
parte, el factor de riesgo de caer en adicción a éstas y otras sustancias,
desaconsejan su uso. La forma inyectable expone al contagio con el virus HIV (que
produce el SIDA), además de otras enfermedades infectocontagiosas. Es un hecho
que muchos adictos a sustancias inyectables no solo no utilizan agujas
descartables, sino además comparten las agujas sin esterillizar. Los efectos de
los anabólicos sobre la mente fueron objeto de investigaciones en la
Universidad de Harvard, donde se demostró que provocan diferentes trastornos
psicológicos como ser: depresión; extrema irritabilidad: incremento en la
agresividad, llegando a agresiones físicas e incluso homicidios; celos
paranoicos; sentimientos de invencibilidad; expresiones grandilocuentes;
megalomanía.
Opio
El opio proviene de la desecación del látex de
la cápsula de la amapola (papaver somniferum), planta cultivada en varios
países, principalmente China, India, Irán y Egipto. La planta, cuyas flores son
usadas como adorno, tiene una cápsula o fruto que al serle hecha una incisión
segrega un líquido lactescente que el aire oscurece y deseca, que luego se
pulveriza para elaborar el opio. Éste contiene numerosos alcaloides que se
forman a partir de las moléculas básicas de la morfina o de la codeína, y otras
sustancias del grupo isoquinolínico, cuyo alcaloide principal es la papaverina.
De todas ellas, la morfina al 10% es la que tiene propiedades más importantes,
tanto terapéuticas como tóxicas. Los demás alcaloides tienen concentraciones
menores: de 1 a 2%.
Los derivados del opio, tanto naturales como
semisintéticos, crean gran dependencia tanto física como psíquica y producen la
desaparición de todas las necesidades primarias. Los preparados sintéticos
poseen propiedades muy parecidas, tanto en lo que respecta a sus efectos
inmediatos, como en cuanto a sus consecuencias psico-físicas.
La morfina es uno de los derivados
semisintéticos de los alcaloides opiáceos naturales. Al igual que otras drogas
con estructura química distinta, producen analgesia, depresión respiratoria y
dependencia síquica. Clínicamente se sabe que la morfina y otros opiáceos
actúan sobre los sistemas responsables de las respuestas afectivas y los
estímulos dolorosos, produciendo un incremento en la tolerancia al dolor
mientras duran sus efectos.
Las causas de la adicción a los opiáceos se
explica por los fenómenos de la tolerancia, dependencia y síndrome de
abstinencia. La tolerancia metabólica consiste en una transformación en el
hígado, lugar donde se metabolizan las drogas. Si la exposición al tóxico es
continua, los efectos del mismo son menos duraderos al haberse acelerado su
eliminación. Este fenómeno se da también con otras sustancias, como la aspirina
o la penicilina, siendo de mayor gravedad en los opiáceos. El tipo más
destacado de tolerancia es la celular, de forma tal que quienes la poseen
apenas sienten el efecto de la sustancia, a pesar de tener cantidades en el
organismo (esas mismas concentraciones en la sangre de un sujeto no adicto
resultarían fatales). Tras el efecto de la tolerancia sucumbe la dependencia
física que implica la situación de hiperexcitabilidad, depresión y super e
hipersensibilidad al dolor cuando se suprime el suministro, entre otros
síntomas. Finalmente deviene el síndrome de abstinencia o búsqueda compulsiva
de la droga. Estudios recientes indican que en el adicto sobrevienen cambios
fisiológicos que ponen en perpetua dependencia a los consumidores de opiáceos,
de forma similar al diabético que precisa insulina.
Sólo una parte de adictos contrae el hábito por
razones terapéuticas. El habito se produce por su uso indiscriminado y
prolongado en el tratamiento de afecciones que pueden atenderse de otra manera,
siendo las mujeres las más predispuestas. La mayoría ingresa en la intoxicación
por sugestión de otros adictos. En Oriente el modo común de hacerse adicto
proviene del hábito de fumar o ingerir opio, aunque esa forma está siendo
reemplazada la vía hipodérmica. En general, el adicto es una persona joven, con
personalidad inestable y de escasa voluntad, que encuentra una evasión en la
droga. El uso continuado agrava los factores negativos y sumerge al enfermo en
abulia y ensoñación. La tolerancia se desarrolla con rapidez. El plazo en que
se adquiere dependencia es corto, bastan dos semanas y a veces pocos días para
producirla: por ello su aplicación terapéutica se reduce a lapsos muy cortos.
Los recién nacidos hijos de toxicómanas que persistieron en la adicción durante
el embarazo tienen síntomas de abstinencia, presentando convulsiones por falta
de droga, pudiendo resultar en la muerte.
La intoxicación por sobredosis es habitual en
países con gran número de morfinómanos (Estados Unidos, Alemania, Inglaterra,
Italia, Holanda, España, Francia, Bélgica). Además, puede producirse por error
terapéutico o por intoxicación suicida, accidental o raramente criminal. La
dosis mortal en personas no acostumbradas es de 0,2 g para la morfina, la
heroína y el nalline; 0,5 g para la codeína; 0,30 g para el opio. Estas dosis
pueden ser 10 veces más elevadas en los adictos y 100 veces más bajas en los
niños. En algunos casos la intoxicación adopta una evolución sobreaguda, con
coma profundo, colapso cardiovascular, miosis y paro respiratorio.
Habitualmente se presentan náuseas, vómitos, sequedad corporal y calor facial.
Sobreviene una somnolencia progresiva, donde al principio hay respuesta a los
estímulos, pero luego se transforma en coma profundo. Durante éste, la respiración
se deprime hasta hacerse muy lenta: de dos a cuatro respiraciones por minuto;
ello produce una cianosis intensa. Los reflejos se atenúan hasta desaparecer.
La piel se enfría por la humedad y el sudor característico en ésta etapa. Las
pupilas están mióticas. Al comienzo la presión arterial se mantiene y el pulso
es tenso, ya que la morfina ejerce poco efecto sobre el centro vasomotor y el
aparato circulatorio, pero a medida que la hipoxia progresa, la presión
desciende hasta el colapso y el shock. La temperatura desciende y a veces
aparecen erupciones cutáneas. La musculatura suele estar flácida, pero en
ocasiones pueden sobrevenir convulsiones. La muerte se produce por colapso
cardiorespiratorio, complicaciones pulmonares, o muerte cerebral. Los síntomas agudos
de intoxicación suelen presentarse dentro de los 15 minutos, aunque pueden
retrasarse hasta 12 hs.
Heroina
Los efectos de la heroína y la morfina son
similares. La principal diferencia es la mayor potencia de la heroína, ya que
un gramo equivale a entre 1,80 y 2,66 de morfina en sulfato. La heroína
(diacetilmorfina) es un opiáceo de gran intensidad que produce una mayor
toxicidad neuropsíquica. Es sin duda alguna, una de las más peligrosas drogas,
de mayor difusión y cuya dependencia más rápidamente se contrae (dos a tres
semanas). Sus efectos se sienten a los 10 minutos del suministro, alcanzando el
cenit a los 60, cesando a las 3 ó 4 horas. Estos efectos son muy distintos,
según se la consuma por primera vez o habitualmente. En las primeras tomas el
efecto psíquico es muy fuerte, pero se va reduciendo hasta ser desplazado por
la necesidad física para combatir el síndrome de abstinencia. En un período de
tiempo extremadamente corto, el adicto renuncia a otro tipo de vivencias y
actividades, para dedicar su vida a la obtención y consumo del estupefaciente.
Los adictos suelen consumirla mezclándola con otras sustancias, como cocaína,
anfetaminas, cánnabis o benzodiacepinas. La mezcla tiene dos motivos: la
adulteración por el traficante y la reducción de sus efectos, ya que la
ingestión de heroína en estado de alta pureza puede causar la muerte. La mezcla
o corte suele ser hecha con otras drogas como anfetaminas, o excipientes tales
como yeso, talco, quinina y estricnina, sustancias que son fáciles de confundir
con el elemento principal.
Pasividad y reducción de impulsos agresivos son
consecuencias típicas del tóxico, pese a la acción euforizante que también
posee. Tomada por vía nasal o fumada, la heroína tiene efectos similares a la
morfina. Luego del efecto placentero de la droga sigue un estado de malestar
generalizado (que no debe confundirse con el síndrome de abstinencia) que
produce un descenso en picada con sentimientos de profunda depresión, que
derivan en necesidad de una nueva toma. Ello comporta el riesgo de tomas
sucesivas, que pueden llevar a la muerte por sobredosis, algo que que, además,
es habitual entre los consumidores de esta sustancia. La dosis varía de 60 mg
en personas sin tolerancia a 5 gr en quienes ya la poseen. El consumo regular
de la droga conduce a la frigidez y la falta de potencia sexual. Además,
provoca conductas homicidas y suicidas, así como implicaciones en accidentes.
El toxicómano entra en una fase degenerativa en la que no puede realizar
razonamientos complejos teniendo escasa o nula capacidad de concentración.
Coca
La coca, hoja del arbusto americano
«Erythroxylon coca», pertenece al grupo de los estimulantes. Su consumo es
ancestral en ciertas partes de Latinoamérica, donde es una práctica habitual
mascar las hojas, siendo una gran mayoría de los consumidores de las zonas
donde se cultiva. Su efecto sobre el sistema nervioso central es menor que el
de la cocaína, dado que para extraer un gramo de esta sustancia se necesitan
160 hojas de coca. La coca es mascada con polvos alcalinos como cenizas
vegetales o cal. También es fumada tanto sola como mezclada con tabaco o
marihuana. La masticación de coca fue objeto de estudio por varios
facultativos, como CHOPRA (1958), comprobando síntomas de abstinencia,
depresión, fatiga, toxicidad y alucinaciones, seguidos por NEGRETE (1967),
BRUCK (1968) quienes recogían lesiones cerebrales en masticadores frecuentes.
Cocaina
La cocaína es un alcaloide contenido en las
hojas del arbusto «Erythroxylon coca» siendo químicamente un derivado de la
latropina. Es un estimulante cerebral extremadamente potente, de efectos
similares a las anfetaminas. Además, es un enérgico vasoconstrictor y
anestésico local, siendo absorbido por las mucosas nasales cuando se la aspira,
se metaboliza en el hígado y se elimina por la orina. Fue usada inicialmente
para el tratamiento de trastornos respiratorios y depresivos. Por su efecto
analgésico, se usó en intervenciones quirúrgicas. Posteriormente se empleó con
fines militares por su efecto vigorizante y el componente de agresividad que
otorga. A comienzos del Siglo XX comienza a consumirse por aspiración nasal. En
esta época, eran desconocidos sus efectos perjudiciales por lo que estaba
presente en las fórmulas de bebidas, jarabe contra la tos, lociones capilares y
cigarrillos. En 1909 existían en EE.UU. más de 70 bebidas registradas con
componentes de cocaína, lo que incrementó la producción en los países donde se
cultivaba coca, fundamentalmente Perú. Los estudios del uso de cocaína
comenzaron, con FREUD, al que siguieron HEMMOND (1887) y BOSE (1902), los
cuales encontraron sintomatología aguda y crónica en el consumo. En la década
de 1980, los experimentos sobre patrones de consumo y cantidades certificaron
sus efectos sobre la adrenalina, muy relacionada con la agresividad. El consumo
de esta sustancia se relaciona estrechamente con hechos delictivos y de
violencia. En las dos útimas décadas hubo un enorme incremento en la
cantidad de personas adictas a la cocaína, resaltándose como dato significativo
la adicción simultánea a otras sustancias. Las consecuencias de su consumo son
complejas, involucrando daños de muy diversa índole: cerebrales, sociales,
familiares, medioambientales, etc.
La cocaína estimula el sistema nervioso central, actuando
directamente sobre el cerebro. Sus efectos fisiológicos inmediatos son:
sudoración, aumento en la potencia muscular, midriasis, incremento de actividad
cardíaca y presión sanguínea, dilatación de los vasos sanguíneos periféricos,
convulsiones, aumento en el ritmo respiratorio y de la temperatura corporal.
Estos síntomas pueden provocar la muerte por paro cardíaco o fallas
respiratorias. Además se presentan irritaciones y úlceras en la mucosa nasal.
Comúnmente causa congestión nasal, que puede presentarse o no con secreción
liquida. El uso por vía inyectable expone al adicto a infecciones de SIDA,
hepatitis B y C, tétanos y otras enfermedades infectocontagiosas. La infección con el
HIV puede producirse por transmisión directa de virus al compartir agujas y
otros dispositivos contaminados. Además, puede producirse indirectamente por
transmisión prenatal a un niño cuya madre está infectada con el HIV. El uso y
abuso de drogas ilícitas, incluyendo el crack y la cocaína, se ha convertido en
el principal factor de riesgo de contagio con el virus HIV. Sumado a ello, la
hepatitis C se está difundiendo rápidamente entre los adictos que se inyectan;
el índice de infección varía entre el 65 y el 90 por ciento en este grupo de
personas, de acuerdo al país. Hasta hoy, no se ha descubierto una vacuna contra
el virus de la hepatitis C, y el único tratamiento disponible es caro, muchas
veces infructuoso y con serios efectos colaterales.
La cocaína es una droga extremadamente adictiva, cuyos efectos se
perciben en un lapso de 10 segundos y duran alrededor de 20 minutos. Actúa
directamente sobre los centros cerebrales encargados de las sensaciones del
placer. Dada su alta capacidad de producir daños y hasta destrucción celular,
las sensaciones que eran placenteras en sujetos recién iniciados se convierten
en efectos
desagradables como agitación, llanto, irritabilidad, alucinaciones de tipo
visual, auditiva y táctil, delirio paranoide, amnesia, confusión, fobias
o terror desmedido, ansiedad, estupor, depresión grave y tendencias suicidas. Los efectos
psíquicos reconocidos por la mayoría de los autores y recogidos en
publicaciones recientes incluyen euforia, inestabilidad, aumento de la
comunicación verbal y de la seguridad en uno mismo, inquietud, anorexia,
insomnio e hipomanía. El adicto experimenta pérdida de interés
e imposibilidad de sentir placer ante la falta de la sustancia. Así, la cocaína
se convierte en el único objetivo y motivo en la vida del adicto, desplazando
todo tipo de sentimientos. La relación con los fenómenos criminales es expresamente
citado por los autores, asociándose su consumo a la predisposición al delito.
La cocaína es consumida por muy variados tipos
de sujetos y motivos. Los consumidores ocacionales son sujetos con
personalidades débiles e inestables que desarrollan una rápida dependencia
psicológica. La adicción a la cocaína posee condicionantes que la desencadenan,
que pueden ser el reforzamiento de una personalidad insegura, que recibe un
apoyo en el estímulo del tóxico. En lugar de tratar este déficit patológico con
antidepresivos o fármacos estabilizadores del estado de ánimo se recurre a una
vía aparentemente rápida. Los adictos habituales presentan tolerancia y
necesitan de mayores dosis para alcanzar iguales resultados. A ésto puede
llegarse por causas diversas pero siempre relacionadas con factores familiares,
sociales y ambientales determinantes. Dado que los efectos de la cocaína
sobrepasan su punto álgido a los treinta minutos, el individuo precisa varias
dosis durante el día para alcanzar cierta estabilidad emocional y evitar el
efecto disfórico que la propia droga ocasiona luego de varias horas desde la
ingesta.
Cocaina y desarrollo embrio-fetal
El uso de cocaína es altamente susceptible de producir daños
irreparables en recién nacidos, cuyas madres mantuvieron su adicción durante el
embarazo. Esto último hizo que algunos Estados de los EE.UU. obliguen a las
adictas embarazadas a realizarse tratamientos forzosos con privación de
libertad mientras dura el embarazo. Aún se desconoce la total extensión de los efectos de la
exposición prenatal a la cocaína, pero los estudios indican que estos bebés
nacen prematuramente e insuficientemente desarrollados: con menor peso,
diámetro craneal inferior y menor longitud. La determinación exacta de las
consecuencias para el recién nacido es compleja, y varía de acuerdo a la droga
que fue consumida por la madre. Sumado a ello, se sabe estadísticamente que las
madres adictas a la cocaína abusan de otra u otras sustancias. El cuadro se
complica al considerar la cantidad y variedad de drogas consumidas, la falta de
cuidados prenatales, el status socioeconómico, pobre alimentación, la
exposición a enfermedades infectocontagiosas, otros problemas de salud, y
muchos otros factores que intervienen directamente sobre la salud del feto y el
recién nacido. Se ha descubierto que la exposición a la cocaína durante el
desarrollo fetal puede provocar retrasos y otras deficiencias mentales, como
así también imposibilidad de mantener la atención y la concentración por
períodos de tiempo mínimos como para permitir el aprendizaje. A pesar que las
modernas técnicas de tratamiento permiten una recuperación significativa, es un
hecho que estas terapias son sólo paliativas, y no pueden tomarse como
verdaderamente eficaces.
Crack
También denominado "cocaína del
pobre", acarrea un grave riesgo social y sanitario, por la dependencia que
provoca y los efectos nocivos que ocasiona en el organismo. Se obtiene de la
maceración de hojas de coca con kerosene y compuestos sulfurados, que lavada posteriormente
con ciertos elementos volátiles, se convierte en el clorhidrato de cocaína. La
denominada base es un tóxico de mayor potencial nocivo que la cocaína, posee
impurezas que impiden su administración endovenosa. Se ingiere por inhalación,
lo que conlleva lesiones en la mucosa nasal y en el aparato digestivo. También
se consume fumada en cigarrillos o pipas diseñadas al efecto.
La intoxicación por esta sustancia implica
cuadros delirantes seguidos de procesos depresivos intensos. Sus consecuencias
nocivas sobre el organismo son equiparables a las de las anfetaminas
administradas por vía endovenosa, desestructurando la personalidad, y
colocándola en una adicción compulsiva. Las lesiones orgánicas son evidentes e
irreversibles. Usualmente, los adictos crónicos o aquellos que llevan varios
meses con ingestas de relevante cantidad y de forma continuada, sufren
patologías mentales graves y crónicas como demencia o paranoia. Las lesiones en
el cerebro son irreversibles.
Speedball
Es un combinado de heroína y cocaína con
efectos psicológicos muy intensos y repercusión jurídico criminal destacable,
por la perturbación mental que ocasiona. Es frecuente el consumo de estas dos
sustancias simultáneamente. Los consumidores intentan evitar las consecuencias
desagradables de la cocaína, manteniendo el efecto de euforia, alegría y
potencia que proporciona . En otros casos el consumo conjunto de ambos tóxicos
se realiza para evitar el efecto sedante de la heroína. La mezcla de un
depresor con un excitante, ambos de gran potencial, provoca un estado de
aturdimiento general, incoherencia, obnubilación, estupor, sopor y estado
general confusión. Esta unión provoca descontrol y descoordinación psicomotriz,
con riesgo de coma y muerte. Pueden presentarse cuadros delirantes paranoides,
así como depresiones de gran intensidad, alucinaciones auditivas, sensoriales y
visuales.
Anfetaminas
Fueron sintetizadas por primera vez entre la
última década del siglo XIX y la primera del siglo XX. Los primeros
experimentos clínicos se iniciaron hacia 1930, y desde 1935 se comercializó con
gran difusión en el Reino Unido, Francia y Alemania. Durante la Segunda Guerra
Mundial fue utilizada indiscriminadamente por todos los bandos, dado el
carácter euforizante que contiene la sustancia y la agresividad otorga.
El consumo de este excitante está ampliamente
extendido y distribuido por todas las clase sociales. A diferencia de lo que
sucede con la cocaína que la consumen preferentemente los sectores medios y
altos, las anfetaminas son consumidas tanto por ejecutivos que pretenden
sobreexcitación como por amas de casa que buscan un anoréxico para sus dietas o
por estudiantes que preparan exámenes. Al incidir en el sistema ortosimpático
causan hipertensión, taquicardia, hiperglucemia, midriasis, vasodilatación
periférica, hiperpnea, hiporexia, etc. El estado de ánimo del adicto oscila
entre la distrofia y la hipomanía, presentándose ansiedad, insomnio, cefalea,
temblores y vértigo. Pueden aparecer cuadros depresivos y síndromes paranoides
anfetamínicos. A dosis normales, sus efectos varían de acuerdo al individuo y
las condiciones de ingesta. Pueden producir efectos placenteros, hiperactividad
y sensación desbordante de energía, pero también causan temblor, ansiedad
irritabilidad, ira inmotivada y repentina, trastornos amnésicos e incoherencia.
En la última fase se describen depresión, cuadros paranoides y delirios
paranoides, alucinaciones y trastornos de conducta. El consumo de anfetaminas
puede conducir a actuaciones agresivas, al igual que los barbitúricos y el
alcohol, por su gran efecto euforizante, unido a un descontrol en los instintos
inhibitorios. Tales situaciones se producen cuando las dosis suministradas,
generalmente por vía endovenosa, superan los 2 gr. Está demostrado un mayor
potencial en las anfetaminas que en la cocaína, tanto en su punto más álgido
como en la duración de los efectos. Reacciones muy graves se producen al
consumirlas con barbitúricos en el conocido fenómeno de la pluritoxicomanía.
Tomadas en dosis importantes son causantes de confusión, tensión, ansiedad
aguda y miedo. También pueden precipitar psicosis paranoide en sujetos no
psicóticos. La psicosis anfetamínica desarrollada por el sujeto se asemeja a la
psicosis paranoica y a la esquizofrenia paranoica.
La metilendioximetanfetamina (MDMA) (también
conocida como "éxtasis", "ectasi", "XTC",
"tiza", "cristal", "X", etc.) es una droga
sintética sicoactiva con propiedades alucinógenas de gran potencial emotivo y
perturbador psicológico, con efectos similares a las anfetaminas. Es una droga
peligrosa en extremo por sus propiedades neurotóxicas y alta adicción,
afectando a diversas zonas del sistema nervioso central. Su producción se
realiza en laboratorios clandestinos a partir de materias primas relativamente
fáciles de conseguir. De color blanco, sin olor pero con sabor amargo, se
presenta en forma de comprimidos, cápsulas o en polvo cristalino que se
disuelve en líquidos, pudiendo ser bebida, ingerida o inyectada. Sus
consumidores son principalmente jóvenes adultos, que buscan en ella un
estimulante que los lleva a bailar durante extensos períodos de tiempo (por
ello se las suele denominar "disco-drogas", "club-drugs",
"dance-drugs", etc.). Durante los años sesenta se utilizó con fines
terapéuticos dado que según determinados sectores de la psiquiatría ayudaba a
la comunicación y al tratamiento de neurosis fóbicas. Surgió entonces la
polémica médico - legal, atribuyendo a su consumo repercusiones en la
delincuencia, por lo que finalmente fue ilegalizado.
El éxtasis produce efectos síquicos de gran
potencial perturbador, cuya duración fluctúa entre las 3 y las 6 horas desde su
consumo. Inicialmente el sujeto experimenta sensaciones de confianza y
excitación, a las que sigue un estado de hiperactividad e incremento en los
pensamientos morbosos. Los efectos del estimulante se diluyen provocando
trastornos sicológicos, confusión, problemas con el sueño (pesadillas,
insomnio), pérdida de memoria, deseo incontenible de consumir nuevamente
drogas, depresión, violencia, ansiedad grave, psicosis y paranoia. Estos
efectos se presentan incluso luego de varias semanas del consumo. También se
informaron casos graves de psicosis. Entre los síntomas físicos se citan:
hiperpnea, taquicardia, anorexia, tensión y trastornos musculares similares a
los presentes en la enfermedad de Parkinson, bruxismo, náuseas, visión borrosa,
nistagmus, desmayos, escalofríos y sudación excesiva, signo característico
durante la intoxicación. Se ha comprobado que el aumento de la frecuencia
cardíaca y la tensión arterial es causal de ataques cardíacos y otros
trastornos cardiocirculatorios. Informes forenses indican que es causal de
muerte súbita. La hiperactividad acarrea, además de los problemas cardíacos,
hipertermia, deshidratación y fallas renales.
Su estructura química, 3-4
metilendioximetanfetamina (MDMA), se asemeja a la estructura de la
metilendioxietilanfetamina (MDEA), la metilendioxianfetamina (MDA) y la
metanfetamina (MA), todas ellas drogas sintéticas causantes de daños cerebrales.
La MDA, el fármaco de origen de la MDMA, es una droga similar a la anfetamina
que también ha sido abusada, presentando efectos psico-físicos similares a los
de la MDMA. Las investigaciones demuestran que la MDMA destruye las neuronas
productoras de serotonina, que regulan directamente la agresión, el estado de
ánimo, la actividad sexual, el sueño y la sensibilidad al dolor. Es probable
que esta acción sobre el sistema productor de serotonina sea el origen de las
propiedades síquicas. La MDMA también guarda relación en su estructura y sus
efectos con la metanfetamina, la cual ha demostrado ser causante de la
degeneración de las neuronas que contienen la sustancia neurotransmisora
dopamina.
En experimentos de laboratorio, una sola
exposición a la metanfetamina en dosis elevadas o el uso prolongado en dosis
bajas destruye hasta un 50% de las células cerebrales. Aunque éste daño no sea
inmediatamente aparente, los estudios científicos muestran que con el
envejecimiento o la exposición a otros tóxicos pueden aparecer síntomas de la
enfermedad de Parkinson. Estos comienzan con falta de coordinación y temblores
y a la larga pueden causar una forma de parálisis.
Alucinógenos
La palabra "alucinógeno" hace
referencia a las sustancias que alteran los sentidos, produciendo distorsión en
la percepción de visiones, audiciones y generando sensaciones irreales. La
alucinación es un síntoma de las psicosis y patologías de la mente más grave y
su aparición distorsiona el conocimiento y la voluntad. Las drogas alucinógenas
más importantes son el LSD-25, cánnabis sativa o marihuana, mezcalina,
psilocibina y psilocina. Además de dichas sustancias hay otros muchos vegetales
alucinógenos. A continuación, se presenta la descripción de los principales
alucinógenos.
LSD – 25 (ácido lisérgico)
El LSD es una sustancia semisintética, derivado
del ergot, extracto éste del cornezuelo del centeno, usado en medicina al final
de la Edad Media. También fue muy utilizado en obstetricia para evitar
hemorragias puerperales y promover la contracción del útero. En un principio
fue utilizado con fines terapéuticos en alcohólicos, cancerosos y otros
enfermos terminales para ayudarles a superar el trance. Posteriormente fue
abandonada la práctica al comprobarse los resultados adversos, tales como
suicidios a causa de las engañosas imágenes y terroríficas visualizaciones.
También se comprobó que podía desencadenar esquizofrenia y deterioros mentales
variados.
La relación entre drogas alucinógenas y
movimientos místico-religiosos, es un hecho comprobable históricamente, como
podrá verse al estudiar otras drogas de este tipo en muchas culturas indígenas
del Centro y Sur de América, donde el consumo de drogas y las prácticas
religiosas siguen siendo algo inseparable.
Descubierto en 1938, se considera al ácido
lisérgico como el alucinógeno más poderoso, aunque no el más nocivo. Como
fenómenos físicos hay que citar la midriasis, temblores, e hiperreflexia,
también pueden aparecer náuseas, palidez, sudoración, taquicardia y lipotimia.
Los fenómenos psíquicos se caracterizan en lo referente al estado de ánimo por
fluctuaciones del humor, variando entre distimias displacenteras, euforias
expansivas tales como verborrea y risa irrefrenable. La exaltación mística es
tal que algunos autores denominan estas drogas como místicomiméticos. Se
consideran productos psicodélicos que inhiben los mecanismos de defensa del yo,
y facilitan la distribución de la sensibilidad así como la aparición de
imágenes desconcertantes.
Cannabis Sativa – Hachis – Marihuana
El cannabis sativa es un arbusto silvestre que crece en zonas templadas
y tropicales, pudiendo llegar una altura de seis metros, extrayéndose de su
resina el hachís. Su componente psicoactivo más relevante es el
delta–9-tetrahidrocannabinol (delta-9-THC), conteniendo la planta más de
sesenta componentes relacionados. Se consume preferentemente fumada, aunque
pueden realizarse infusiones, con efectos distintos. Un cigarrillo de marihuana
puede contener 150 mg. de THC, y llegar hasta el doble si contiene aceite de hachís,
lo cual según algunos autores puede llevar al síndrome de abstinencia si se
consume entre 10 y 20 días. La tolerancia está acreditada, siendo cruzada
cuando se consume conjuntamente con opiáceos y alcohol. Respecto a la
dependencia, se considera primordialmente psíquica. Los síntomas
característicos de la intoxicación son: ansiedad, irritabilidad, temblores,
insomnios, muy similares a los de las benzodiacepinas.
Puede presentarse en distintas modalidades de
consumo, sea en hojas que se fuman directamente, en resina del arbusto o en
aceite desprendido de éste último. El color de la hoja va del verde amarillento
al marrón oscuro según el lugar de procedencia. De la modalidad en que se
presente la droga dependerá su denominación: "marihuana" es el nombre
de las hojas del cáñamo desmenuzadas, que después de secarse y ser tratadas
pueden fumarse (también es conocida como "hierba",
"marijuana", mariguana", "mota", "mafú",
"pasto", "maría", "monte", "moy",
"café", "chocolate", "chala", etc.; en inglés se
la conoce como: "pot", "herb", "grass",
"weed", "Mary Jane", "reefer", "skunk",
"boom", "gangster", "kif", "ganja",
etc.); su efecto es aproximadamente cinco veces menor que el del hachís. El
nombre hachís (también conocido como "hashis") deriva de los terribles
asesinos (hashiscins) árabes, que combatieran en las cruzadas entre los años
1090 y 1256. El hachís se obtiene de la inflorescencia del cáñamo hembra,
sustancia resinosa que se presenta en forma de láminas compactas con un
característico olor. La marihuana es la forma más frecuente, conteniendo de 0,3
a 3,5 % de THC; la concentración de THC llega al 10 % en el hachís, siendo su
efecto diverso según factores como la velocidad con la que se fuma, la duración
de la inhalación, cantidad inhalada, tiempo que el consumidor retiene la
respiración después de inhalar y el estado anímico del sujeto. El consumo oral,
tanto de marihuana como de hachís, implica efectos psicológicos similares a los
expresados en la forma fumada pero de mayor intensidad y duración y con efectos
nocivos potenciados.
Terapéuticamente se aconsejó para tratamientos
de insomnio y como sedante para el dolor. También se prescribió para terapias
de patologías nerviosas, así como para el tratamiento de la tos, temblores en
parálisis compulsivas, espasmos de vejiga e impotencia sexual que no provenga
de enfermedad orgánica. Así mismo se recomendó como afrodisiaco,
antineurálgico, tranquilizante para maníaco-depresivos, antihistérico, tónico
cerebral, remedio para el vómito nervioso, epilepsia y enfermedades nerviosas.
Estas recomendaciones fueron posteriormente desaconsejadas unánimemente por la
medicina, estando en la actualidad en estudio sólo la legalización de un
fármaco derivado de esta sustancia para mitigar los dolores en enfermos
cancerosos. Este empleo terapéutico ha creado profundas polémicas. En la
actualidad, los científicos sostienen que la marihuana no puede considerarse
medicamento en ninguna de las formas en que es consumida por los adictos. Al
tratar su posible uso como medicamento, se distingue entre la marihuana y el
THC puro y otros químicos específicos derivados del cánnabis. La marihuana pura
contiene cientos de químicos, algunos de ellos sumamente dañinos a la salud. El
THC en forma de píldora para consumo oral (no se fuma) podría utilizarse en el
tratamiento de los efectos colaterales (nauseas y vómito) en algunos
tratamientos contra el cáncer. Otro químico relacionado con el THC (nabilone)
ha sido autorizado por la "Food and Drug Administration" de Estados
Unidos para el tratamiento de los enfermos de cáncer que sufren náuseas. En su
forma oral, el THC también se usa en enfermos de SIDA, porque les ayuda a comer
mejor y mantener su peso. Los científicos estudian la posibilidad de que el THC
y otros químicos relacionados con la marihuana tengan ciertos valores
medicinales. Algunos piensan que estos químicos se podrían usar en el
tratamiento del dolor severo, pero es necesario tener más evidencia antes de
usarlos para el tratamiento de problemas médicos.
Durante los años sesenta comienza el consumo
casi masivo de esta sustancia así como de otros alucinógenos como LSD, peyote,
etc. En el mundo de la música y luego entre la burguesía intelectual
norteamericana cundió la moda de fumar marihuana y hachís, extendiéndose a
Europa Occidental. El cánnabis fue un signo más del movimiento contracultural
pretendiendo una nueva ideología dentro de la burguesía, basada en el
pacifismo, el orientalismo, el amor libre y la vida en la naturaleza. Al
principio el consumo afectó a estudiantes y clases altas y medias, para después
extenderse por todos los estratos sociales, consumiéndose junto con alcohol y
comenzando a crear problemas sanitarios. A pesar de ser una sustancia ilegal,
su consumo continúa en aumento. Está probada la relación entre el consumo de
esta droga y otras como alcohol, LSD, cocaína, anfetaminas y opiáceos,
habiéndose probado su función en la escalada a drogas más peligrosas.
Las modalidades de marihuana disponibles a los
jóvenes son más potentes que las que existían en la década del '60. Ello se
debe a que los laboratorios clandestinos de los traficantes han conseguido
realizar cambios a nivel genético en el cánnabis mediante sofisticados métodos
de biotecnología, resultando en una mayor concentración de THC. La potencia de
la droga se mide de acuerdo a la cantidad promedio de THC que se encuentra en
las muestras de marihuana que confiscan las agencias policíacas. La marihuana
común contiene un promedio de 3,5 % de THC. El hachís (resina gomosa de las
flores de las plantas hembras) puede tener hasta 28 % de THC. El aceite de
hachís, un líquido resinoso y espeso que se destila del hachís, tiene un
promedio de 16 % de THC, pero puede llegar a tener hasta 43 %.
El THC afecta a las células del cerebro
encargadas de la memoria. Eso hace que la persona tenga dificultad en recordar
eventos recientes (como lo que sucedió hace algunos minutos), y dificulta el
aprendizaje bajo influencia de la droga. Para que una persona pueda aprender y
desempeñar tareas que requieren de más de dos pasos, es necesario que tenga una
capacidad normal de memoria a corto plazo. Estudios recientes demuestran que la
marihuana crea disfunciones mentales y disminución de la capacidad intelectual
en las personas que la fuman mucho y por muchos años. En un grupo de fumadores
crónicos en Costa Rica, se encontró que los sujetos tenían mucha dificultad en
recordar una corta lista de palabras (que es una prueba básica de memoria). Las
personas en el estudio también tuvieron gran dificultad en prestar atención a
las pruebas que se les presentaron.
Es posible que la marihuana destruya las
células de ciertas regiones especializadas del cerebro. En estudios científicos
se observó que al someter a las ratas de laboratorio jóvenes al THC,
presentaron pérdida de células cerebrales similares a las que se encuentran
entre los animales viejos.
Existen serias preocupaciones por sus efectos a
largo plazo sobre la salud. Exámenes hechos sobre 450 fumadores diarios de
marihuana (que no fumaban tabaco) indican que en comparación con otras personas
no fumadoras, dichas personas tenían más ausencias de trabajo por enfermedad y
más visitas médicas por problemas respiratorios y otras enfermedades. Los
resultados muestran que el uso regular de la marihuana o del THC son factores
que provocan cáncer y problemas en los sistemas respiratorio, inmunológico y
reproductivo:
·
cáncer: la marihuana
contiene químicos cancerígenos que también se encuentran en los cigarrillos,
pero en mayores concentraciones. Los estudios muestran que quien fuma cinco
cigarrillos de marihuana a la semana consume la misma cantidad de químicos
cancerígenos que una persona que fuma un paquete de cigarrillos al día. El humo
de la marihuana y del tabaco cambian los tejidos del sistema respiratorio. Hay
evidencias de que el humo de la marihuana contribuye al desarrollo temprano del
cáncer de cabeza y de cuello.
·
trastornos reproductivos:
la marihuana afecta las características y función sexual masculinas y
femeninas. Se ha comprobado una estrecha relación entre su consumo y esterilidad.
Las dosis altas de la droga pueden posponer la pubertad en los varones y tener
efectos adversos en la producción de esperma. Entre las mujeres, puede cambiar
el ciclo menstrual normal e inhibir la producción de óvulos. La supresión del
consumo tanto de marihuana como de alcohol y otras drogas es fundamental para
los tratamientos de fertilidad.
·
trastornos inmunológicos:
los estudios muestran que la droga impide la función normal de las células T,
cuando se trata de defender al sistema respiratorio de ciertos tipos de
infecciones. Las personas que tienen el virus HIV, o cuyos sistemas inmunes no
funcionan adecuadamente deben evitar su uso.
·
trastornos respiratorios:
quienes fuman marihuana regularmente suelen tener los mismos problemas
respiratorios que quienes fuman tabaco. Tienen síntomas como tos crónica y
flemas (bronquitis crónica) y tienen más resfriados. El uso continuo de la
marihuana puede resultar en función anormal de los pulmones y las vías
respiratorias. Se ha encontrado evidencia de que el humo de la marihuana puede
destruir o dañar el tejido pulmonar.
Barbitúricos y sedantes
Son los fármacos más utilizados en los países
desarrollados. En 1887 se describieron los primeros cuadros de dependencias a
tranquilizantes como el paraldehído, habiéndose extendido posteriormente a
sustancias como cloral, barbitúricos, bromureído, diacepan, meprobanato,
matacuolona, etc. El consumo de estas sustancias está extendido en toda la
población sin haberse detectado grupos sociales o de edad determinados, aunque
están más predispuestas las mujeres. En pequeñas dosis se utilizan como
ansiolíticos, es decir, como fármaco que mitigan la angustia e intranquilidad,
y en grandes cantidades sus efectos son embriagadores, similares a los que
puede producir el alcohol.
La síntesis del primer barbitúrico se sitúa en
1863, habiendo en la actualidad más de 2.500 derivados de esta sustancia. El
barbital o dietil-barbitúrico fue comercializado en 1903, teniendo gran
difusión años después. Estas sustancias provocan una dependencia física y
psíquica, así como tendencia a aumentar el consumo por el grado de tolerancia
que poseen. Los sujetos con base neurótica son los más predispuestos a la
dependencia de esta sustancia, al desear aliviar la ansiedad que sufren. La
mortalidad por sobredosis es elevada, siendo el tipo de fármaco más usado para
el suicidio. El consumo simultáneo con alcohol es frecuente, creando
interacciones potenciadoras de los efectos de ambas drogas, caracterizadas por
trastornos en la coordinación psicomotriz y por el descenso del nivel de
conciencia. A grandes dosis pueden presentarse cuadros comparables al
"delirium tremens" del alcohol.
Determinados toxicómanos consumen esta
sustancia en unión de otras como alcohol, café o anfetaminas, llegando a
situaciones de perturbación psíquica y física muy importantes y afectando muy
notoriamente el autocontrol. La dependencia aparece después de varios meses de
haber ingerido dosis diarias, aunque depende del tipo de barbitúrico. El
consumo continuado durante años llega a cambiar la personalidad,
transformándola en más irritable, depresiva, y comporta pérdida de memoria y
concentración. Con el tiempo los síntomas van instalándose en el sujeto
pudiendo quedar una obnubilación mental permanente. En fases muy avanzadas
aparecen crisis crepusculares, desorientación y alucinaciones que remiten en
varios días tras disminuir o abandonar el consumo pero que pueden extenderse
hasta dos meses.
Benzodiacepinas
El cerebro regula normalmente las emociones,
pero cuando se desbordan finalizan en sensaciones de angustia incontrolables.
Mediante las benzodiacepinas se aminora e incluso se anula esta sensación,
provocando una situación de bienestar. Estas sustancias provocan, como otras
drogas, el fenómeno de la tolerancia y en especial la "tolerancia
cruzada", que es un efecto por el cual un consumidor de varias drogas se
hace tolerante a otras, a pesar de no haber tenido con éstas ningún encuentro
previo. De esta forma un sujeto que fue tratado con un barbitúrico puede
volverse tolerante al mismo, necesitando tomar cada vez más cantidad para
obtener la misma sensación. Ese mismo individuo precisará mayores dosis de
benzodiacepinas que las que habría necesitado si nunca se hubiese hecho
tolerante al barbitúrico.
Flunitrazepan – Rohypnol
Rohypnol es el principal nombre comercial del
Flunitrazepam, fármaco perteneciente al grupo de las benzodiacepinas que se usa
en el tratamiento a corto plazo de insomnio y como un sedante hipnótico y
preanestésico (entre sus consumidores es conocido como "Rophy",
"circle", "R-2", "roach-2", "roofies",
"roopies", "Valium mexicano", "costilla",
"cucaracha" "soga", etc.
Tiene efectos fisiológicos similares al
diazepam (cuyo nombre comercial es Valium), aunque el flunitrazepam es
aproximadamente 10 veces más potente. Este fármaco es producido y vendido
legalmente en Europa y América Latina bajo prescripción y control médico, pero
en Estados Unidos de América su comercialización y consumo es ilegal. El modo
de ingreso a este país es mediante contrabando, generalmente asociado al
tráfico de otras substancias ilegales, principalmente cocaína y marihuana. Las
estadísticas indican que su distribución y abuso están aumentando, sobre todo
en Estados del sur y del sudoeste debido a su muy bajo costo, por lo que su
consumo está difundido entre las personas jóvenes. Informes epidemiológicos
muestran el marcado crecimiento de su consumo por parte de jóvenes, que toman
la droga con alcohol o lo usan después de la ingestión de cocaína. La gran
difusión de esta sustancia entre las personas jóvenes puede explicarse, en
primer lugar debido a la creencia errónea de que se trata de sustancias que no
pueden ser adulteradas, y en segundo lugar porque piensan que no puede
detectarse su consumo mediante análisis de orina.
Los adictos consumen flunitrazepam por vía
oral, frecuentemente junto con alcohol u otras drogas, incluso heroína. Sus
efectos empiezan dentro de 30 minutos, alcanza el cenit hacia 2 horas, y pueden
persistir 8 o más horas, dependiendo en la dosis. Los efectos colaterales asociados
con su uso incluyen la hipotensión, deterioro de memoria, adormecimiento,
dificultades visuales, vértigo, confusión, perturbaciones gastrointestinales y
retención urinaria. Aunque se trata de una droga depresiva, pueden presentarse
efectos antagónicos induciendo excitación y comportamiento agresivo en algunos
usuarios.
El consumo de esta droga acarrea dependencia.
Una vez que ésta se desarrolla, el adicto experimenta graves efectos psíquicos
como ser ansiedad extrema, tensión, inquietud, confusión, irritabilidad,
pérdida de identidad, alucinaciones, delirios, fobias o terror desmedido. Entre
los efectos físicos se presentan dolores de cabeza y muscular, entumecimiento y
prurito en las extremidades, convulsiones, trastorno e incluso colapso cardiovascular.
Todos estos efectos pueden retrasarse incluso más allá de una semana desde el
último consumo. Al igual que en otras benzodiacepinas, el tratamiento para la
dependencia del flunitrazepam debe ser gradual, con una progresiva disminución
en su consumo. Esta sustancia es usado por muchos adictos para aliviar síntomas
de la abstinencia.
Químicos inhalables
Dentro de este grupo de sustancias pueden
citarse: 1) adhesivos: colas, tolueno, xileno, acetona, benzoles, benzaldehido;
2) aerosoles-sprays-gases: gases propelentes, óxido nitroso; 3) cementos
plásticos: hexano; 4) solventes de pinturas y relacionados: petróleo, butano,
trementina, aguarrás; 5) líquidos para limpieza: xileno, benzol, éter de
petróleo; 6) anestésicos: éter etílico puro; 7) combustibles: bencina, naftas;
8) thinner: hidrocarburos halogenados; 10) vasodilatadores: nitrito de amilo,
nitrito de butilo; y muchas otras más.
El consumo de estas sustancias presenta graves
problemas sanitarios. Sus consumidores son principalmente marginales, especialmente
niños, aunque la adicción también se da con relativa frecuencia en ciertos
grupos profesionales. Las edades más frecuentes del uso crónico de inhalantes
son al principio o al final de la adolescencia. Esto se debe en parte a la
invitación o presión por parte de los compañeros de escuela y amigos,
curiosidad e ignorancia de los efectos tóxicos e inseguridad personal. Lo más
importante es la ignorancia del problema en la casa y la negación de los padres
de que sus hijos puedan tener este problema. Los motivos del consumo se deben a
la curiosidad, aburrimiento, falta de estímulos, desarraigo y anomia. En el
caso de los profesionales, el contacto habitual con las sustancias puede crear
una adicción involuntaria; la adicción voluntaria es menos frecuente, aunque no
excepcional. Generalmente estos productos son fáciles de obtener y están al
alcance del adicto, son muy baratos, y no precisan de instrumentos para su uso.
Asimismo, no es necesario contactar a un criminal para obtenerlos. Su uso puede
hacerse en cualquier lugar, son fáciles de esconder y difíciles de detectar.
Otro factor muy importante es el desconocimiento de las consecuencias y
peligros de su uso.
Estas sustancias se consumen en determinadas
zonas rurales, como así también en ambientes marginales o de bajos recursos,
donde son de las pocas drogas a las que tiene acceso fácil. Ello agrava el
problema de una sustancia legal que es utilizada de forma incorrecta. La
adicción a estas sustancias es el paso previo a otras drogas, llevando situaciones
irreversibles. Esto suele ser desconocido tanto por la familia como por el
entorno social, dado que estas sustancias pasan desapercibidas y no son
relacionadas con adicciones. Hay tres grandes grupos de consumidores: 1) niños
y adolescentes de poblaciones marginadas que consumen en grupo; 2) adultos que
acceden al químico por su profesión o por asociación con grupos de personas con
hábitos similares; 3) adultos marginales que inhalan las sustancias al igual
que los niños, pero en solitario. El aspecto familiar es determinante para
entender el fenómeno, habiéndose constatado cómo los inhaladores también
presentan problemas con el alcohol, siendo de una clase social media baja y
baja, y con problemas de abandono familiar.
El uso continuado provoca dependencia psíquica,
creando una situación de necesidad de ingesta similar a otras drogas. A
consecuencia de la rápida distribución por los pulmones, el inicio de la
intoxicación es inmediato. Se relaciona el consumo de estas sustancias con
conductas criminales y autodestructivas. La sensación de euforia primero y
aturdimiento después, habitual con estos tóxicos, conlleva una perturbación
psíquica grave que altera la inteligencia y la percepción. Está acreditado el
fenómeno de la tolerancia respecto de los efectos en el sistema nervioso
central, mientras que la dependencia física es discutida. El nivel de
inteligencia disminuye, haciendo frecuentes los problemas escolares. Se
presentan cambios y descuido en la apariencia física, falta de higiene, falta
de atención, alteración de la memoria, disminución de la capacidad de
abstracción y razonamiento, personalidad antisocial, agresividad, depresión,
ataques de pánico, ansiedad y alucinaciones con trastorno en el juicio crítico y la
percepción. Se presentan ataxia, oraciones incoherentes y precipitadas,
diplopia, náuseas y vómitos. La interrupción de la inhalación, como así también
una intensa aspiración, pueden provocar la muerte.
Son causales de dependencia psíquica,
pudiéndose presentar psicosis tóxicas con daños cerebrales irreparables. Los
inhalantes producen una fácil sugestionabilidad, dándose experiencias
alucinatorias colectivas, lo que da ejemplo de la complejidad de la
intoxicación. También provoca sentimientos paranoides y excitación sexual. Se
considera que la embriaguez por inhalantes es de mayor gravedad que la
alcohólica, a pesar que los efectos de la intoxicación no son muy prolongados.
Uno de los inhalables adictivos más difundidos
es el tolueno, sustancia presente en cierto tipo de pegamentos para cueros,
gomas, cauchos, corchos, cartones, etc. Es una de las sustancias que mayores
trastornos ocasiona, por lo que en Argentina fue prohibida su venta a menores
de edad y se tiende a su supresión. Se considera que el límite de este tóxico
que puede aspirarse sin sufrir efectos secundarios es de una concentración de
la sustancia en aire de 100/1.000.000. La intoxicación se presenta con 1,5
microgramos, siendo el cuadro muy grave si llega a 10 microgramos. Los efectos
agudos acostumbran a durar entre 30 y 45 minutos. Las consecuencias
psico-perceptivas del consumo de este tipo de sustancias es alarmante,
presentándose cuadros de exaltación, alucinaciones visuales, auditivas y
táctiles, como así también ilusiones catatímicas.
El pegamento plástico y los correctores
ortográficos contienen químicos adictivos, siendo muy utilizados por menores y
adolescentes, habiendo aumentado considerablemente su consumo en los últimos
años. En un principio, las primeras ingestas suponen un estado de euforia o
subida del ánimo, pero tras instalarse la tolerancia que se desarrolla tras
semanas o meses los consumidores habituados deben inhalar varios tubos de
sustancia para alcanzar el efecto deseado. La intoxicación se caracteriza por
euforia, excitación, sensación flotante, vértigo, habla farfullante y ataxia.
La inhalación va acompañada de pérdida de inhibición con sensación de fuerza y
capacidad no reales. La intoxicación otorga agresividad, euforia, exaltación y
situaciones violentas, por lo que se potencian las posibilidades de comisión de
delitos, a lo siguen, al igual que con el alcohol, periodos de amnesia donde el
adicto no recuerda absolutamente nada de lo acaecido durante la intoxicación.
En ocasiones aparecen alucinaciones visuales que pueden llegar a durar varias
horas, lo que demuestra su gran potencial perturbador. Todos ello hace
recomendable que padres y docentes realicen un control y seguimiento en la
utilización de pegamentos y correctores ortográficos.
Signos y síntomas de la adicción a
químicos inhalables
Estos pueden ser muy variados, dependiendo del
tipo de sustancia química y de la cantidad inhalada o aspirada. Frecuentemente
hay olor o aliento a sustancias químicas, irritación de nariz, labios, boca o
piel, manchas de sustancias químicas o pintura en la nariz, boca, manos y/o en
la ropa. Los ojos suelen estar enrojecidos, algunas veces con movimientos
oculares laterales rápidos involuntarios (nistagmus). Los efectos inmediatos
son: mareos, somnolencia, pérdida del equilibrio, falta de coordinación, embriaguez,
temblores, alteración de la memoria, falta de concentración, lentitud de
movimientos, lenguaje lento e incoherente. Puede seguir un estado de
excitación, tensión muscular, aprensión, agitación, irritabilidad, cambios en
la presión arterial y ritmo cardiaco. Se presentan cambios de conducta y
personalidad, pudiendo presentarse casos de furia histérica y violencia verbal
y/o física.
Debido a que el efecto dura de 15 a 45 minutos,
el adicto tiende a inhalar nuevamente la sustancia tóxica. Pueden presentarse
nauseas, vómitos y anorexia. Inmediatamente después del uso pueden presentarse
convulsiones, estado de coma, y muerte súbita por arritmia, fallas cardíacas,
asfixia, o accidente vascular cerebral. Luego de algunas horas, pueden
desarrollarse acumulación de líquido e inflamación de los pulmones (edema
pulmonar), hipoxia o anoxia, neumonías, convulsiones. El uso repetido o crónico
deja daño permanente en el organismo: temblores, falta de coordinación, pérdida
del sentido del equilibrio, reducción de la memoria e inteligencia, estados de
depresión o psicosis, infartos cerebrales, trastornos del lenguaje y la
memoria, epilepsia, trastornos en la sensibilidad y movimiento de las
extremidades, daño al hígado y riñones, leucemia, bronquitis crónica, ceguera,
sordera, daño cerebral permanente, problemas respiratorios crónicos.
Daños fisicos que causan los quimicos
inhalables
·
Cerebelo: es el centro de
la mayoría de las funciones involuntarias del cuerpo. El abuso severo de
inhalantes daña los nervios que controlan los movimientos motores, lo que
resulta en pérdida de coordinación general. Los adictos crónicos experimentan
temblores y agitación incontrolable.
·
Cerebro: las sustancias
inhalables afectan diferentes partes del cerebro, provocando alteraciones
sensoriales y psicológicas. Los estudios indican que estas sustancias disuelven
la capa protectora de mielina que envuelve a las neuronas, dañando la corteza
cerebral y pudiendo derivar en muerte celular (irreversible). Esto acarrea
cambios permanentes de personalidad, pérdida de la memoria, alucinaciones y
problemas de aprendizaje.
·
Corazón: el abuso de
inhalantes puede resultar en "Síndrome de Muerte Súbita por
Inhalantes". Las dos sustancias que más frecuentemente han causado estas
muertes son el tolueno y el gas butano. El gas freón interfiere en el ritmo
natural del corazón, causando paro cardíaco. Los nitratos de amilo y butilo
también afectan el ritmo cardíaco.
·
Hígado: los compuestos
halogenados, como el tricloroetileno (presente en pinturas en aerosol y correctores
escolares líquidos) causan daño permanente a los tejidos hepáticos.
·
Médula osea: se ha probado
que el benzeno, componente de las naftas y gasolinas, causa leucemia.
·
Músculos: el abuso crónico
de inhalantes causa desgaste de músculos, reduciendo el tono y su fuerza.
·
Nervios craneales, ópticos
y acústicos: el tolueno atrofia estos nervios, causando problemas visuales y
pobre coordinación de los ojos. Además, destruye las células que envían el
sonido al cerebro. Ello deriva en graves posibilidades de cegueras y sorderas.
·
Nervios periféricos:
Inhalación crónica de oxido nitroso (propelente) y el hexano (presente en
algunos pegamentos y combustibles) resulta en daño a los nervios periféricos.
Los síntomas incluyen: adormecimiento de extremidades, calambres y parálisis
total.
·
Riñones: el tolueno altera
la capacidad de los riñones para controlar la cantidad de ácido en la sangre.
Este problema es reversible cuando el consumidor no es crónico y el tolueno
deja el cuerpo, pero con el uso repetido puede derivar en litiasis e
insuficiencia renal.
·
Sangre: Algunas sustancias
como los nitritos y el cloruro de metileno (thinner de pintura), bloquean
químicamente la capacidad de transportar el oxigeno en la sangre.
·
Sistema respiratorio: la
inhalación repetida de pinturas en aerosol resulta en daño pulmonar. Casos de
asfixia se han reportado cuando la concentración de solvente desplaza
totalmente el oxigeno en los pulmones. Además se presentan graves irritaciones
en las mucosas nasales y tracto respiratorio. Muchos químicos inhalables son
potentes agentes causantes de cáncer.
4. Alcoholismo
La producción de bebidas alcohólicas existe
desde que el hombre conoce el fenómeno de la fermentación. Hay evidencia de su
uso y consumo por pueblos prehistóricos. En el neolítico se comienza a fabricar
cerveza. Hay citas en documentos egipcios sobre su consumo (3.700-2.700 a.C.),
y los hebreos dejaron constancia de su uso en la Biblia. Ya el Código de
Hammurabi fijaba normas represivas contra su consumo, llegando a establecer la
pena de muerte . Entre los griegos eran conocidos sus efectos, y aparece citado
en innumerables obras, entre ellas la Ilíada, la Odisea, y la Historia de
Herodoto. Los romanos lo consumían habitualmente, y se conoce el descontrol
reinante en las orgías de los emperadores. La fermentación y destilación
natural de los productos agrícolas cedió su espacio a la destilación artificial
(S. XIV), y posteriormente a la industrial, que produjo una explosión en el
consumo (S. XIX). Durante el primer tercio del S. XX se produjo en los Estados
Unidos el fenómeno prohibicionista, con la llamada "Ley Seca" que
proscribió la fabricación y venta de alcoholes; tan solo el vinagre, la sidra y
el vino destinado a misa quedaron exentos de ella. Estas medidas fueron no sólo
ineficaces sino además provocaron un fenómeno criminal sin precedentes. Por
estar culturalmente arraigado y por la pésima experiencia norteamericana,
ningún Estado occidental optó la vía prohibicionista; las campañas de
prevención tuvieron resultados desiguales. En EE.UU. las normas sobre venta de
alcohol a menores es estrictamente limitativa, siendo su cumplimiento mucho más
efectivo que en el resto de Occidente. Los países árabes poseen una legislación
restrictiva del consumo de alcohol, que tan sólo puede efectuarse en locales
específicos, siendo prohibido en otros. El consumo del mismo está extendido,
aunque el factor religioso frena su influencia.
Etiología del alcoholismo
Las causas son muy variadas, no habiendo
acuerdo científico sobre este aspecto. Los factores cultural y biológico -
genético explican gran parte de la patología. Esta adicción afecta a todas las
clases sociales, por lo que no es aceptable una teoría que atienda al carácter
sociocultural bajo como factor predisponente a la adicción, dado que en las
clases altas el consumo es extensivo. En cuanto al nivel de estudios es
evidente que la falta de escolarización y cultura condiciona la adicción, pero
no es específico del alcohol, sino de todas las drogas. No se puede atribuir
una explicación única de las toxicomanías, ya que influyen problemas sociales
tan variados como el delito, los problemas familiares, la anomia, el desempleo
o la salud. La adicción al alcohol posee aspectos culturales importantes desde
el momento en que el consumo es lícito y los menores, a pesar de las
prohibiciones, no tienen problema para consumirlo. La publicidad y la
permisibilidad aumentan el número de consumidores.
El perfil etiológico del alcohólico se hizo de
diversas formas, atendiendo a teorías biológicas, socioculturales, económicas,
ambientales y psicológicas. Las teorías dinámicas y psicopatológicas entienden
que los alcohólicos llegan a la adicción condicionados por una patología
anterior, que unida a situaciones ambientales desencadenan el fenómeno. El
entorno familiar puede ser determinante: ante la situación familiar
distorsionada el sujeto erige defensas psicológicas contra la ansiedad. Por
otra parte, los menores tienden a seguir el ejemplo de sus mayores. Otros
motivos del alcoholismo son los deseos de evasión y de autodestrucción, dado el
gran número de suicidios que presenta esta enfermedad.
Se han logrado importantes progresos en la
comprensión de la predisposición genética al alcoholismo. Estudios hechos sobre
gemelos y hermanos mellizos indican que hay más de un gen responsable de esta
predisposición. Las investigaciones no han descifrado exactamente la forma en
que los genes actúan; aún se desconoce si los genes son específicamente
determinantes del alcoholismo, o si interactúan en forma más general sobre el
temperamento incrementando la vulnerabilidad. El éxito en el descubrimiento de
los genes involucrados en la predisposición al alcoholismo ayudaría a reconocer
los individuos vulnerables, y además ayudaría a prevenir y desarrollar
tratamientos contra el alcoholismo.
Efectos del alcohol
Los efectos del alcohol son inmediatos debido a
que es absorbido casi instantáneamente, pasando directamente al torrente
sanguíneo. Al llegar al cerebro, narcotiza las neuronas dificultando primero e
impidiendo luego la comunicación entre ellas. Esto se produce en primer término
en las regiones del cerebro encargadas del razonamiento y otros procesos
complejos. A medida que la alcoholización progresa se afectan las regiones
primitivas.
Dosis de 15 a 20 cc. de etanol en bebida
diluida producen bienestar, calor en el rostro por vasodilatación periférica.
Aumentando hasta 34 cc. disminuyen de forma homogénea los reflejos más
sencillos. La exactitud de los movimientos habituales automáticos, como andar,
comer, etc., disminuye sensiblemente, aumentando los errores hasta el 40 %.
Experimentos sobre la materia indican que con dosis de 11 cc. se producen
errores mecanográficos, de coordinación y de memoria. Con alcoholemia superior
a 0,25 % g./l., hay doble riesgo de accidentes, dado que el alcohol perturba
los reflejos y acentúa la sensación ilusoria. El consumo de alcohol altera la
visión periférica, afectando la atención y el control motor ocular.
Los estudios demuestran una disminución
significativa en la capacidad de reacción ante estímulos visuales y auditivos,
que explican la gran cantidad de accidentes que producen. Se ha demostrado que
la convergencia visual intencional disminuye a partir de 300 mg./l. de
alcoholemia y se debilita progresivamente al sobrepasar esa cifra. Entre 50 y
150 mg./l. la fusión binocular y la convergencia quedan afectadas. A 800 mg.n.
es notable la dificultad para apreciar las distancias, reduciéndose la
capacidad de visión binocular. La reacción auditiva disminuye en un 16 % con
alcoholemia de 500 mg/I. Respecto a la coordinación y dirección, los tests
acreditan un aumento de errores y disminución en la velocidad de ejecución, con
deterioro de la capacidad de atención en un 30 %. Un 0,05 % de alcohol en la
sangre deprime las respuestas aprendidas recientemente, disminuyendo las
inhibiciones y restricciones sociales y afectando al juicio. A un nivel de 0,10
% se narcotizan los centros cerebrales más antiguos y se dificultan
relativamente la locución y la actividad motora. Un 0,20 % afecta profundamente
el área motriz del cerebro y 0,30 % altera gravemente la percepción sensorial,
entrando en un estado de estupor. A nivel de 0,40 % prácticamente se anula la
percepción y la persona se encuentra narcotizada y en coma. Con niveles del
0,60 al 0,70 se afectan los centros cerebrales primitivos que controlan la
respiración y la frecuencia cardíaca, y sobreviene la muerte.
La tolerancia al alcohol se desarrolla en un
periodo de entre 5 y 10 años, por lo que no pueden predecirse resultados
inmediatos. Durante este tiempo, el adicto comprueba que con la misma cantidad
o incluso más se obtienen menos resultados. Ello lleva a la convicción errónea
de que al sufrir respuestas menores la nocividad del tóxico también lo es,
entendiendo que se resiste mejor la droga. Las últimas investigaciones indican
que la tolerancia se relaciona con las funciones del sistema nervioso central y
con el proceso hepático. El hígado se deteriora por la absorción del tóxico,
evitando parcialmente el deterioro en otras zonas del cuerpo, especialmente el
cerebro. Uno de los primeros síntomas del avance de la patología son las
amnesias alcohólicas que se caracterizan por ser totales. No obstante, el
sujeto puede realizar actividades que precisan cierta racionalización, como
tratos económicos o mantener conversaciones. La toxicomanía alcohólica sufre
varias etapas hasta llegar a su cronicidad; se han descrito cuatro fases:
·
a) Prealcohólica: su
duración oscila entre seis meses y dos años durante los cuales la bebida es
usada para rebajar la tensión y aliviar el nerviosismo y la ansiedad. El sujeto
comienza a sentirse diferente de sus amigos, advirtiendo un rechazo por parte
de la sociedad al tiempo que aumenta el autodesprecio. Se comienza a ser
consciente del problema del alcohol, pero no se encuentran soluciones y
persiste el consumo.
·
b) Promódica: la extensión
es de dos a cinco años. El alcohol pasa a ser una droga necesaria, apareciendo
los primeros síntomas graves. Se manifiestan periodos de amnesia (apagones,
tinieblas) y signos de lesión cerebral. Se sufren sentimientos de culpa,
remordimientos, estados crepusculares. Se produce una perturbación psíquica en
el agente. Se incrementan los hechos delictivos y los accidentes de tránsito y
laborales.
·
c) De toxicomanía crucial:
se caracteriza por la pérdida del autocontrol, eliminándose la capacidad
inhibitoria, con conducta autojustificable del abuso del alcohol. Se pierden la
autoestima y seguridad en uno mismo. El sujeto puede asumir actitudes de
grandiosidad, gestos extravagantes, discursos grandilocuentes u ostentaciones,
y atribuye la culpa a los demás, con signos agresivos tales como insultos y
humillaciones que suelen desembocar en violencia física. La interpretación es
paranoide, existiendo la sensación de persecución por los demás. Persisten la
lástima de sí mismo y los remordimientos. Se pierde el interés por las cosas,
excepto por el alcohol que pasa a ser el centro de la vida del sujeto. Se
producen lesiones orgánicas que producen trastornos de toda la personalidad.
Los celos, la conducta paranoide, la agresividad son síntomas graves de la
patología mental.
·
d) Crónica: se produce una
destrucción progresiva de la moralidad, con debilitación grave de las
facultades mentales, pensamiento confuso, lento y prolongado. Aparecen las
psicosis alcohólicas, las alucinosis, la depresión y los delirios. El sueño es
conflictivo, con pesadillas y miedo infundado, crisis de angustia y confusión
de ideas.
Se asocian íntimamente al consumo y abuso de
bebidas alcohólicas: muerte súbita; síndrome de alcoholismo embrio-fetal;
dipsomanía; cáncer: bucal, de esófago, de estómago, de páncreas, de hígado;
cirrosis hepática; coma alcohólico; intoxicación letal aguda; "delirium
tremens" ; enfermedad de Wernicke o poliencefalitis hemorrágica superior;
alucinosis alcohólica; demencia alcohólica; trastorno amnésico alcohólico o
psicosis polineurítica de Korsakoff; enfermedad de Marcchafava y Bignami;
esclerosis cortical laminar de Morel, mielinólisis; angustia; depresión con
sintomatología somática; depresión secundaria en enfermedades orgánicas; y
otras.
La recuperación del alcohólico consta de
diferentes etapas. Inicialmente el tratamiento se realiza bajo estricto control
médico. La terapia consiste en la total supresión de su consumo coadyuvado con
dietas especiales que equilibran el organismo. Paralelamente, puede ser
necesario el uso de fármacos que disminuyan los temblores nerviosos y otros
síntomas de abstinencia. Logrado un equilibrio metabólico y psicológico
aceptable, comienza el tratamiento psiquiátrico que normalmente se realiza en
grupos terapéuticos y que suelen incluir programas de apoyo al grupo familiar.
Esta etapa se basa en la abstinencia total, sin límite temporal.
Alcochol y SIDA
Existen dos motivos fundamentales para
investigar la conexión entre alcohol y SIDA: A) el alcohol afecta al sistema
inmunológico; y B) el alcohol influye en el comportamiento sexual de alto
riesgo.
·
A) Alcohol y sistema
inmunológico: el alcohol afecta la capacidad normal de respuesta a las
enfermedades, produciendo un descalabro en el sistema inmunológico. Se ha
demostrado científicamente que el consumo crónico de alcohol reduce el número
de glóbulos blancos, la producción de anticuerpos y otras células
inmunológicas, llegando a suprimir la producción de células macrófagas, que son
las que libran de infecciones a los pulmones. Además, los alcohólicos están
expuestos a desarrollar diversas clases de cáncer en un porcentaje que
quintuplica al correspondiente a personas no alcohólicas. Los efectos
inmunodepresores del alcohol pueden resumirse en dos factores fundamentales: 1)
aumento en la vulnerabilidad contra infección de HIV; 2) la inmunodepresión
hace que los portadores de HIV desarrollen más rápidamente el SIDA y las
enfermedades relacionadas, y en formas exacerbadas.
·
B) Alcohol y
comportamiento sexual: las prácticas sexuales consideradas de alto riesgo para
el contagio con el virus HIV son frecuentes durante los estados de
alcoholización. El peligro de estas relaciones sexuales se explica de dos
formas: 1) su consumo hace que el sujeto asuma comportamientos riesgosos:
quienes beben alcohol se enganchan en una larga serie de actividades de alto
riesgo, que incluyen prácticas sexuales inseguras (síndrome de comportamiento
alcohólico); 2) el alcohol disminuye el juicio crítico y las inhibiciones. Los
estudios indican una relación directa entre su consumo y actividades sexuales
riesgosas. Investigaciones hechas en grupos heterosexuales evidencian una
dramática disminución en el uso de condones durante relaciones sexuales
no-monógamas en grupos de hombres y mujeres que combinan sus encuentros
sexuales con bebidas alcohólicas. Un estudio similar hecho en grupos
homosexuales demostró que el consumo de alcohol y otras drogas es un
importantísimo factor para el incremento de situaciones de alto riesgo: incluso
quienes beben sólo ocasionalmente antes o durante las relaciones sexuales,
duplican los riesgos con respecto a quienes no beben. Además, los hombres que
no beben tienen tres veces menos probabilidades de asumir comportamientos de alto
riesgo.
Alcochol y accidentes de tránsito
La conducción de automóviles involucra a
múltiples tareas que demandan atención permanente. El manejo seguro requiere
atención para la toma de decisiones rápidas en un ambiente y actividad
altamente cambiante, para ejecutar maniobras basadas en dichas decisiones. El
consumo de alcohol afecta a un amplio espectro de habilidades necesarias para
esta tarea. Su reducción o anulación son causales directas de accidentes de
tránsito.
La Concentración de Alcohol en Sangre (CAS) se
expresa en porcentaje de alcohol por decilitro de sangre, por ejemplo 0,10% que
equivale a 0,10 gramos por decilitro. Un hombre de 75 kg tiene una CAS de
aproximadamente 0,04% luego de 1 hora de haber consumido 2 latas chicas de
cerveza, con el estómago vacío. Las habilidades en el manejo son afectadas en
forma diferente de acuerdo a la CAS. Por ejemplo, la capacidad para prestar
atención a dos o más fuentes de información visual es afectada con una CAS de
0,02%, e incluso con porcentajes inferiores. Una CAS de 0,05% se afectan los
movimientos oculares, la percepción visual, el tiempo de reacción, el
procesamiento de información, la performance psicomotora y la concentración
para realizar diversas tareas. En comparación con conductores que no beben
alcohol, la probabilidad de accidentes fatales aumentan dramáticamente en
quienes han bebido: con CAS de 0,02 a 0,04%, el riesgo aumenta 2 veces; con CAS
de 0,05 a 0,09% el riesgo se incrementa a 11 veces; con CAS de 0,10 y 0,14% el
riesgo se dispara a 48 veces; y con CAS de 0,15% o superior aumenta... ¡380
veces!
5. Tabaquismo
La adicción a los productos derivados del
tabaco es la más extendida. Su aceptación cultural considera a su consumo en
primer lugar como una fuente de placer y en segundo como un simple vicio o mala
costumbre. Se ha determinado que los cigarrillos y otros productos de tabaco,
tales como cigarros puros, tabaco para pipa o rapé (en polvo), son adictivos y
que la nicotina es la droga del tabaco causante de adicción. Además, se sabe
que el tabaquismo es un importante causal de accidentes cardíacos y
cerebrovasculares, y ocupa los primeros lugares entre los factores que provocan
cáncer. A pesar de ello, millones de personas lo consumen en sus diversas
formas.
Los principales elementos inhalados son
monóxido de carbono y nicotina. El monóxido de carbono (CO) producido por la
combustión del tabaco desplaza el oxigeno de la hemoglobina, lo cual reduce la
disponibilidad de oxigeno en los tejidos. Además, el humo del cigarrillo
contiene cerca de una docena de gases y alquitrán. El alquitrán de un
cigarrillo, que varía entre 7 y 15 mg, expone al usuario a una alta tasa de
cáncer de pulmón, enfisema y afecciones bronquiales. El monóxido de carbono del
humo aumenta la posibilidad de enfermedades cardiovasculares. La nicotina
provoca una de las adicciones más potentes, desarrollando en el fumador un
conjunto de signos y síntomas denominado síndrome nicotínico. A mayor cantidad
de signos o síntomas presentes, mayor porcentaje de posibilidades de estar
frente a un adicto nicotinómano.
Síndrome nicotínico:
signos y síntomas de adicción a la nicotina
|
·
Alto consumo diario de
cigarrillos (15 o más por día).
·
Fumar cigarrillos con
alta proporción de nicotina, insatisfacción o aumento del consumo al cambiar
a "suaves" o "low tar".
·
Inhalación profunda del
humo.
·
Fumar desde las primeras
horas del día, o hasta el momento previo al sueño.
·
Padecer compulsión
tabáquica: no soportar unas pocas horas sin fumar; interrumpir otras tareas o
entretenimientos para fumar o comprar cigarrillos.
|
La nicotina es un alcaloide extremadamente
adictivo, que actúa como estimulante y sedante del sistema nervioso central. Su
ingestión tiene como resultado un estímulo casi inmediato porque produce una
descarga de epinefrina de la corteza suprarrenal. Esto estimula el sistema
nervioso central y algunas glándulas endocrinas, lo que causa la liberación
repentina de glucosa. El estímulo va seguido de depresión y fatiga, situación
que lleva al toxicómano a buscar más nicotina. La nicotina se absorbe con
facilidad del humo del tabaco en los pulmones y no importa si éste humo procede
de cigarrillos o de puros. También se absorbe fácilmente cuando se masca el
tabaco. Con el uso regular, se acumulan concentraciones de nicotina en el
cuerpo durante el día, que persisten durante la noche. Por lo tanto, las
personas que fuman cigarrillos a diario están expuestos a los efectos de la
nicotina 24 horas al día. La nicotina absorbida al fumar cigarrillos o puros
tarda solo segundos en llegar al cerebro, pero tiene un efecto directo en el
cuerpo hasta por 30 minutos.
Los estudios han mostrado que la tensión
nerviosa y la ansiedad afectan la tolerancia a la nicotina y la dependencia de
ella. La hormona producida por la tensión nerviosa o corticosterona reduce los
efectos de la nicotina, haciendo necesario consumir mayores cantidades para
lograr el mismo efecto. Esto aumenta la tolerancia y lleva a una mayor
dependencia. Se ha demostrado científicamente que la tensión puede ser la causa
directa de una recaída a la autoadministración de nicotina después de un
período de abstinencia. Esta adicción produce síntomas de abstinencia cuando
una persona trata de dejar de fumar. Reportes recientes indican que cuando se
priva de cigarrillos durante 24 horas a fumadores habituales, aumenta su enojo
y hostilidad, llegando a agresiones físicas o psíquicas, y disminuye la aptitud
de cooperación social. Las personas que padecen de abstinencia también
necesitan más tiempo para recobrar su equilibrio emocional después de la
tensión nerviosa. Durante los períodos de abstinencia o de ansias de consumir
nicotina, los fumadores han mostrado reducción de una gran cantidad de
funciones psicomotoras y cognoscitivas, como por ejemplo la comprensión del
lenguaje.
La mujer que fuma suele tener una menopausia
precoz. La que fuma cigarrillos y también toma anticonceptivos orales tienen
mayor propensión a padecer de enfermedades cardiovasculares y
cerebrovasculares. Las embarazadas que fuman corren grave riesgo de tener niños
con problemas tales como bajo peso, inmadurez, trastornos de conducta y otros.
Estudios hechos en EE.UU. en un grupo de madres e hijas han encontrado también
que si la madre fuma durante el embarazo hay mayor probabilidad que las hijas
fumen y persistan en fumar.
Los estudios de conducta en adolescentes
explican cómo las influencias sociales, por ejemplo observar a adultos y
compañeros fumando, influyen en la decisión del adolescente de comenzar a fumar
cigarrillos o no. También ha mostrado que los adolescentes suelen ser
resistentes a muchos tipos de mensajes en contra del tabaco.
Adicionalmente, los problemas afectan a
terceros que inhalan el humo ambiental del tabaco (fumadores pasivos). Se ha
demostrado que este humo causa cáncer de pulmón y aumentan significativamente
los casos de ataques asmáticos, infecciones cardiorespiratorias y muerte
súbita.
Encuestas realizadas por la Oficina de Estudios
Aplicados de la Administración de Servicios de Abuso de Sustancias y de Salud
Mental de EE.UU. mostraron la correlación entre el uso del cigarrillo y el de
marihuana en los adolescentes. Se encontró que entre quienes habían fumado
marihuana alguna vez en su vida, el 74 por ciento habían fumado cigarrillos
antes de fumar marihuana. La encuesta señaló además que los fumadores
corrientes tienen más probabilidades de ser grandes bebedores y usar drogas
ilícitas. Entre los fumadores, la tasa de uso excesivo de alcohol (5 días o más
de consumo de cinco bebidas o más, durante el último mes) fue 13,8 por ciento y
la tasa de uso de drogas, 14,7 por ciento. De los que no fuman, 2,5 por ciento
eran grandes bebedores y 2,6 por ciento usaban drogas ilícitas. Además, el
riesgo de desarrollar una enfermedad relacionada con el tabaco es
particularmente importante para quienes hayan comenzado a fumar antes de los 15
años de edad.
Los fumadores se exponen a padecer
aterosclerosis, enfisema, patologías broncopulmonares, cáncer en boca y en las
diversas porciones del sistema respiratorio, como así también diferentes
manifestaciones de enfermedad coronaria. La tasa de muerte súbita es entre 2 y
4 veces más elevada que en los no fumadores. También tienen mayor riesgo de
desarrollar infarto de miocardio y angina inestable. Los riesgos de padecer
enfermedad vascular cerebral y periférica son potenciados. Además, el
tabaquismo fue reconocido como el principal factor de incremento del riesgo
coronario en pacientes que sufren infarto de miocardio antes de los 45 años.
Quienes continúan fumando luego del diagnóstico de angina, tienen síntomas más severos
y peor pronóstico que los que dejan de fumar. El tabaquismo es el principal
factor de riesgo para la enfermedad isquémica de los miembros inferiores.
Reportes recientes relacionan directamente al tabaquismo con diversas
patologías y trastornos sexuales, principalmente impotencia y frigidez.
Tratamiento
Diagnosticar la presencia del "síndrome
nicotínico" es útil para identificar con mayor exactitud al paciente que
puede requerir fármacos como ayuda suplementaria para controlar los síntomas de
abstinencia. Pero es importante resaltar que estos fármacos no son productos
para dejar de fumar, sino sólo ayudan a sobrellevar los signos y síntomas de la
abstinencia. Quien deja de fumar es el paciente, apoyado por su voluntad y
convicción. La investigación realizada indica que el abandono del hábito de
fumar debe ser un proceso gradual porque los síntomas de abstinencia son menos
graves en quienes lo hacen poco a poco que en quienes dejan de fumar de
repente. La tasa de recaída es mayor en las primeras semanas y los primeros
meses y se reduce mucho al cabo de 3 meses. En varios estudios se ha demostrado
que la farmacoterapia en combinación con apoyo psicológico y adiestramiento
práctico para superar las situaciones de alto riesgo, da como resultado una de
las tasas más elevadas de abstinencia a largo plazo. Estudios económicos de la
conducta han encontrado que se puede reducir el uso del cigarrillo con otras
recompensas y refuerzos de la conducta. Uno de estos observó que las mayores
reducciones de uso de cigarrillos se lograban cuando se aumentaba el costo de
fumar, en combinación con la presencia de otras actividades de recreación.
El uso de fármacos puede disminuir el índice de recaídas de los adictos
a la nicotina que intentan dejar de fumar. Puede utilizarse nicotina en chicles
(absorción oral/digestiva) o en parches (absorción percutánea). Este
tratamiento sustitutivo puede ser mejorada acompañando la terapia con un
antidepresivos específicos
El chicle de nicotina es un fármaco autorizado
para el tratamiento de la dependencia de la nicotina. La nicotina administrada
de esta forma reemplaza a la que contienen los cigarrillos y ayuda a los
fumadores a dejar el hábito. La tasa de éxito del tratamiento antitabáquico con
chicle de nicotina varía mucho entre un estudio y otro, pero hay pruebas que
indican que es una manera inocua de facilitar el abandono del hábito si se
mastica según las instrucciones y se administra estrictamente a pacientes bajo
supervisión médica. Otro método para dejar de fumar es el parche transdérmico
de nicotina, que distribuye una cantidad de nicotina relativamente constante al
usuario. Un grupo de científicos del Centro de Investigaciones Internas del
National Institute on Drug Abuse de EE.UU. estudió la inocuidad, el mecanismo
de acción y la probabilidad de abuso del parche, que fue autorizado
ulteriormente. El chicle y el parche de nicotina se emplean como medidas
auxiliares en los programas para acabar con el consumo de nicotina y ayudar a
las personas a mantener la abstinencia, reducir los síntomas de ésta y evitar
una recaída mientras se someten a tratamiento para modificar su comportamiento.
Trabajo
enviado por:
Gonzáles
Matías
Guadagna
Maximiliano
París
Tomás
Parra
Sol
sohne_98@yahoo.com
Pepe
Petersen Paula
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