22/05/2010
VIOLENCIA
La OMS define la violencia como : “El uso
deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o
efectivo, contra uno mismo, otra persona, un grupo o comunidad, que cause o
tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológico,
trastorno del desarrollo o
privaciones.”
Violencia (del lat. violentia) es un comportamiento
deliberado que resulta, o puede resultar, en daños físicos o psicológicos a
otros seres humanos, animales o cosas (vandalismo). Se asocia,
aunque no necesariamente, con la agresión, ya que también puede ser violencia psicológica
o emocional, a través de amenazas u ofensas.
Algunas formas de violencia son sancionadas por la
ley o la sociedad, otras son crímenes. Distintas sociedades aplican diversos
estándares en cuanto a las formas de violencia que son o no aceptadas.
Como regla general, se considera violento a
la persona irrazonable, que se niega a dialogar y se obstina en actuar pese a
quien pese, y caiga quien caiga. Suele ser de carácter dominantemente egoísta,
sin ningún ejercicio de la empatía.
Todo lo que viola lo razonable es susceptible de
ser catalogado como violento si se impone por la fuerza.
Tipos de violencia
- Fisica
- Sexual
- Psiquica
- Economica
- Patrimonial
- Espiritual
- Emocional
- Aislar
- Privacion de la libertad y la autonomía
CICLO DE LA VIOLENCIA:
La dinámica de la violencia de
genero existe como un ciclo, que pasa por tres fases.
FASE 1. ACUMULACIÓN DE TENSION
• A medida que la relación continúa, se incrementa
la demanda así como el stress.
• Hay un incremento del comportamiento agresivo, habitualmente hacia
objetos que hacia la pareja. Por ejemplo, dar portazos, arrojar objetos, romper
cosas.
• El comportamiento violento es reforzado por el alivio de la tensión luego de
la violencia.
• La violencia se mueve desde las cosas hacia la pareja y puede haber un
aumento del abuso verbal y del abuso físico.
• El otr@ miembro de la pareja intenta modificar su comportamiento a
fin de evitar la violencia.
Por ejemplo: mantener la casa cada vez más limpia,
a los hijos silenciosos, etc.
• El abuso físico y verbal continúa.
• La mujer comienza a sentirse responsable por el abuso.
• El violento se pone obsesivamente celoso y trata de controlar todo lo que
puede: el tiempo y comportamiento de la mujer (cómo se viste, adónde va, con
quién está, etc.)
• El violento trata de aislar a la víctima de su familia y amistades. Puede
decirle, por ejemplo “que si se aman no necesitan a nadie más”, que le
llenan la cabeza de disparates, que están locos etc.
• Esta fase difiere según los casos. La duración puede ser de semanas, días,
meses o años.
Se va acortando con el transcurrir del tiempo.
FASE 2. EPISODIO AGUDO DE VIOLENCIA
· Aparece la necesidad de descargar las tensiones
acumuladas
· El abusador hace una elección acerca de su violencia. Decide tiempo y lugar
para el episodio, hace una elección consciente sobre qué parte del cuerpo
golpear y cómo y donde lo va a hacer.
· Como resultado el episodio la tensión y el stress desaparecen en el abusador.
Si hay intervención policial él se muestra calmo y relajado, en tanto que la
mujer aparece confundida e histérica debido a la violencia padecida.
FASE 3. ETAPA DE CALMA, ARREPENTIMIENTO O
LUNA DE MIEL
• Se caracteriza por un período de calma, no
violento y muestras de amor y cariño.
• En esta fase, puede suceder que el golpeador se haga responsable
de una parte de lo sucedido en el episodio agudo, dándole a la
pareja la esperanza de algún cambio en la situación a futuro. Actúa como si
nada hubiese sucedido, promete buscar ayuda, promete no volver a hacerlo, etc.
• Si no hay intervención y la relación continúa, hay una gran
posibilidad de que la violencia haga una escalada y su severidad aumente en el
futuro.
• A menos que el golpeador reciba apoyo y aprenda métodos apropiados para
manejar su ira, su estres, esta etapa durará poco tiempo
y volverá a recomenzar el ciclo, que se retroalimenta a sí mismo.
• Luego de un tiempo se vuelve a la primera fase y todo
comienza de nuevo.
El hombre agresor no se cura por
sí solo, debe tener un tratamiento. Si la esposa permanece
junto a él, el ciclo va a comenzar una y otra vez, cada vez con más violencia.
PERFIL
DE LA MUJER MALTRATADA:
Dimensión cognitiva
• Minimiza la violencia
• Creer en el cambio de él
• Niega la violencia
• Justifica la conducta violenta
• Idealiza a la familia y el hecho de ser madre
• Tiene cogniciones poco ajustadas a la realidad
• Tiempo personal no lo valora
• Cree que la mujer es la responsable de la violencia
• Cree en la adaptación al abuso
• Propende a que las engañen
• Piensa en el futuro en términos negativos y desesperanzados
• Autodesvaloriza sus capacidades, el hecho de que puede
recuperar sus capacidades
• Evade la violencia
Dimensión comportamental
• Se aisla
• Apática
• Sobreprotege a los hijos
• Indecisa
• Depende del violento
• Vuelve siempre al hogar sin hacer acuerdos
• Abandona sus actividades
• Hiperexigente consigo misma
• Solicita ayuda de manera indirecta
• Actua de acuerdo con las expectativas de los demás
• Tiende a comunicar sus actos, a “pedir permiso”
• Abandona los grupos de ayuda mutua
• Realiza actos en contra de su voluntad
• Maneja conductas no asertivas
• Pide ayuda y escucha a personas no pertinentes
• Tiene conductas autodestructivas
• Traslada la violencia recibida hacia los hijos o ancianos
• Tiene conductas altruistas y solidarias
• Descuida su aspecto físico
• Esta alerta a los estímulos externos
• Trastornos del sueño: duerme mucho o no duerme
• Comportamientos suicidas
• Poseee síntomas del síndrome de estrés postraumático: trastornos del apetito,
fatiga al despertar, alucinaciones, alerta exagerada, hipersensibilidad,
irritabilidad, letargo, estado de ánimo
cambiante, pesadillas, fobias, reacciones sobresaltadas, desorganización del
pensamiento.
Dimensión psicodinámica
• Reiteración de sentimientos, tales como: miedo,
terror, angustia, dolor, hipersensibilidad, frustracion
• Dificultad para contar los propios sentimientos
• Corte o control excesivo de emociones
• Sentimiento de impotencia
• Desamparo
• Sentimientos de indefensión: no replica, no actua, no se defiende
• Depresión
• Reiteración constante de: vergüenza, culpa, ambivalencia, soledad,
insatisfacción, enfado, nerviosismo, sentimientos de venganza, sentirse víctima
• Baja autoestima
• Ideas suicidas
• Prioriza los sentimientos a la razón
• Teme por el futuro
Dimensión interaccional
• Aislamiento social
• Agresiva
• Desplazamiento del objeto odiado hacia otras personas, animales o cosas
• Timidez para relacionarse
• Altruismo
• Anulación personal
Indefension o impotencia aprendida: (Leonore Walker, 1979)
a) Se elaboran mecanismos de defensa para
sobrevivir: ideas paranoides, sobresalto, síndrome post estrés traumático.
La mujer externaliza culpa…
El se desresponzabiliza y le echa la culpa a ella
b) El maltrato impredecible y la indefensión
aprendida
El modelo de indefensión aprendida, tal como lo
aplicó Walker, establecía una relación directa entre el “maltrato impredecible”
y la “inmovilización y paralización”.
Existen investigaciones que arrojan una
contradicción a dicha asociación lineal: mientras se apreciaban
relaciones directas entre el “maltrato impredecible” y el miedo, y entre esta
misma emoción y la “inmovilización y paralización”, el “maltrato impredecible”
y la “inmovilización / paralización” no parecían relacionarse directamente
entre sí. Lo que se ha encontrado realmente, fue que una emoción, el miedo,
se encontraba entre el “maltrato impredecible” y la “inmovilización /
paralización”.
“Maltrato impredecible” —>”MIEDO (terror)”
—>”Inmovilización-Paralización”
Miedo y maltrato impredecible:
…..cuando llegaba a casa ya eran pleitos
por todo, y preguntaba ”que de donde venía, que donde había
estado, que si el autobús había tardado, que si el autobús…”.
Siempre con miedos yo en el autobús pensaba: dira ”que
cómo llegue…cuando llegue cómo me lo encontraré hoy, cómo, ¿lo encontraré de
buen humor o no lo encontraré de
buen humor?”, y yo iba siempre muy nerviosa. (IA)
Miedo e inmovilización/paralización:
-Ya no es el miedo, el pánico que le llegas a tener a esa persona, en
tu casa te pasan un montón de cosas, piensas qué hago de esto, y si me voy
para allí, y si corro, pero no lo haces, estás todo el rato pensando, pero de
ahí no sales… (IA)
Una posible respuesta a esta contradicción con la
teoría original de Walker aparece en Peterson, Maier y el propio
Seligman cuando, años después de la monografía del último autor, revisaron el
impacto de la teoría de la indefensión aprendida, incluida su vinculación con
el síndrome
de la mujer maltratada. Para estos autores, la aplicación al maltrato de la
indefensión aprendida que Walker había hecho era incorrecta, y sólo daba cuenta
parcialmente del fenómeno.
Consideraban que la pasividad que se describía entre víctimas de la violencia
doméstica podía tratarse más bien de un efecto instrumental. Las cogniciones de
indefensión estarían presentes como corresponde a un contexto
incontrolable, podían deberse también a una historia de
reforzamiento explícito de la pasividad.
Por otra parte, a diferencia del escaso peso que
había tenido el miedo en la monografía original de Seligman, esta emoción
cobraba ahora un papel preponderante en la revisión del concepto. De hecho
sería el miedo lo que era generado por la indefensión
aprendida. Por otra parte, la paralización podría ser efecto de numerosos
elementos cognitivos, no de la indefensión aprendida. Estas discrepancias con
el modelo de Walker eran coincidentes con los datos y ofertaban una
nueva forma de comprenderlos. La propuesta sería entonces que el maltrato
impredecible generaba miedo, el cual actuaba junto con otros elementos (de
forma parecida a como lo expresaban Peterson, Maier y Seligman) para provocar
un efecto de inmovilización.
En se basa para considerar que el concepto de “indefensión aprendida”
no tiene la capacidad explicativa que en un momento se le otorgo, más aun
cuando el propio concepto de inmovilización en la mujer como sinónimo de
pasividad, debe revisarse.
c) El “ciclo de la violencia” y el “maltrato
impredecible”
Leonore Walker desarrolló la idea de que el maltrato hacia las mujeres tenía un
carácter cíclico.
Los ciclos de violencia son asimismo impredecibles, pues aunque la mujer
perciba el aumento del nivel de tensión, no ha podido prevenir la aparición de
dicho ciclo, y tampoco podrá prevenir dentro del mismo el inicio del ataque.
Realmente, el ciclo de la violencia es una forma de
maltrato
impredecible. Es la presencia o no de la estrategia del arrepentimiento,
intercalada entre los episodios de agresión la que genera la ilusión de una
periodicidad. Pero el inicio de la fase de tensión, el momento de su descarga
en forma de violencia, y la declaración de arrepentimiento, son iniciadas
siempre por el maltratador y nunca pueden predecirse por la víctima.
Conforme se consoliden las distintas estrategias de
maltrato, la estrategia de arrepentimiento escaseará cada vez más y los ciclos
de violencia irán perdiendo presencia.
La “estrategia del
arrepentimiento”
El arrepentimiento que oferta el agresor, hace
abrigar a la mujer la esperanza de que su proyecto de una relación de pareja
pueda sobrevivir. (Sin embargo, esto otorgará de nuevo tiempo para que el
proceso de maltrato se vaya consolidando). Este arrepentimiento confluye con la
negación o la justificación de las conductas de él que realiza la mujer, siendo
estos mecanismos desarrollados por ella para preservar la “ilusión” de que la
relación, sin violencia, puede existir como proyecto vital.
Estrategia y mecanismos cognitivos y
emociones implicadas
Aislamiento
Como seres eminentemente sociales, los humanos percibimos que todo aislamiento
ambiental implica un aislamiento emocional. Según el Diccionario de la RAE ,
aislamiento en su sentido figurado significa incomunicación y desamparo.
a) El aislamiento como estrategia
Aislamiento en violencia hace alusión al espacio psíquico. El
aislamiento físico es una instrumentalización cuyo fin último es el
confinamiento mental, esto es, la separación de la mujer de cualquier otro
referente externo al propio maltratador.
Los celos ejercen este efecto, de igual forma que
lo hace el aislamiento físico. El aislamiento constituye la estrategia más
comúnmente recogida en toda la literatura. Funciona como el crisol en el cual,
perdidos para la víctima los referentes externos, el maltratador actuará libre
de cualquier injerencia y materializará su deseo de una relación dual
exclusiva.
Sin embargo, en las primeras fases de la violencia,
la mujer percibe que sufre un aislamiento fundamentalmente físico. La víctima
no ha desarrollado todavía una deconstrucción de su identidad que se generará
en fases más avanzadas.
· Así, el aislamiento se inicia desde las primeras fases de la relación.
En muchos casos empieza en el noviazgo, la apartarn de amigos sobre todo,
y luego de la familia, a nivel de descalificarlos, sentirse celoso de amigos.
· Al principio el aislamiento parece formar parte
del mismo juego de seducción que establece el maltratador al inicio de la
relación, “valorándola”o halagándola:
… -Muy sutil. -¿dónde vas a ir tú? -esos amigos no son para ti.
-Esas amigas, son unas putas… -O la familia: cómo te vas a hablar
con esa gente, tú mereces otra calidad de vida, ya te presento a mis familiares
y amigos…
Bajo este supuesto halago, existe una
descalificación sobre otras personas y sobre ella misma: estás con “putas” o
con mala gente. Esta afirmación busca confundirla y al mismo tiempo aislarla.
· Un elemento clave del aislamiento es desposeerla de medios económicos, ya que
uno de los factores que se encargan de manipular es el que la
mujer se quede sin defensa emocionales y físicas.
Una de las defensas físicas es el dinero. Asi,
le pide que deje el trabajo, con lo cual pasas a pertenecer y a
depender prácticamente de él.
La distancia física y el idioma pueden
ser factores importantes de aislamiento.
Él piensa que es mejor llevar al niño a vivir a su país para que aprenda el
idioma. No le enseña el idioma a su pareja, y ella termina diciendo: la culpa
la he tenido yo, porque no aprendi a hablar alemán.
· El maltratador intenta apartar a la víctima de su
familia al tiempo que la introduce en su entorno. Intentando minimizar la
confrontación con la familia de ella, justifica y realiza también
un ocultamiento de su actitud. Finalmente la mujer para evitar esta
confrontación, se aísla junto al maltratador apartándose de su propia familia.
El hogar, donde ella es recluida, se convierte en un lugar hostil, no es
el lugar cálido, donde la mujer se protege del exterior. A veces la violencia
es silente, y los propios vecinos muestran un gran asombro cuando un día el
horror atraviesa las paredes en forma de gritos, patadas, trompadas.
Miller hace referencia al aislamiento al que está
sometido la mujer como
una prisión.
b) El aislamiento psíquico y la
deconstrucción de la identidad: la estrategia de la “luz de gas”
Conforme la suma de estrategias va generando un estado de confusión de
pensamientos y emociones, el aislamiento psíquico induce una debilitación
cognitiva en la víctima.
En un primer momento, el concepto de “lavado de
cerebro” permite describir una estrategia que genera un estado
disociativo. En el mismo, la víctima duda y rechaza sus propios sistemas de
creencias, adoptando los que sobre ella imponía el maltratador. No obstante, a
medida que iba
cobrando fuerza la capacidad explicativa de la persuasión coercitiva como
generadora de estrategias, esto plantea un problema: la equivalencia que
se había establecido por muchos autores entre lavado de cerebro y persuasión
coercitiva. El concepto de persuasión coercitiva se ha utilizado frecuentemente
en las investigaciones sobre movimientos sectarios, donde, habitualmente, la
violencia física o la descalificación explícita tienen escasa o nula
preeminencia. Al igual que en las definiciones antes establecidas el lavado
de cerebro, es una estrategia más dentro de la persuasión coercitiva.
”Luz de gas”, es el título de una
conocida película de 1944, dirigida por
George Cukor, que relataba perfectamente el mecanismo del lavado de
cerebro y el asilamiento.
El aislamiento busca la anulación de cualquier otro
referente que apoye la percepción de ella y cuestione la de él. Si el sistema
de creencias del maltratador es compartid por la familia del mismo, la víctima
es “integrada” en dicho entorno. Las descalificaciones, carentes de la
intensidad de la violencia física y su imprevisibilidad, requieren de su
reiteración en un medio de aislamiento social para alcanzar la capacidad de
distorsionar el propio sistema de creencias de la víctima.
Añadido a esto, por medio de la estrategia de “luz de gas” (lavado de cerebro),
el maltratador reinterpreta el origen de la violencia. Así, el “maltrato
impredecible” no será a partir de entonces tal, sino la respuesta “apropiada” a
la “provocación” de la víctima. La confusión de pensamientos y
emociones que por sí genera la estrategia del “maltrato impredecible”, es
moldeada por el maltratador en el crisol del aislamiento, convirtiéndose la
víctima para sí misma en la verdadera culpable de la
situación.
La constante desvalorización de
la víctima
La desvalorización puede permitir algo que es incompatible con la
violencia física, ser constante.
El concepto de mujer, y las distintas asociaciones
que tantos estudios han establecido entre el lenguaje y el prejuicio sexista,
encuentran dos de sus máximas expresiones en los insultos (descalificaciones)
de las mujeres como “putas” o como “locas” .
Son precisamente estas dos descalificaciones las que con mayor frecuencia son
descritas por las mujeres victimas de violencia.
La consideración de la mujer como “puta”, le
otorga al maltratador un argumento de género inscrito en la cultura
justificativo para desplegar la agresividad.
Aquí empiezan a halar del pelo, darle patadas, ainsultarle, decirle
cosas de todo tipo, desde que es una hija de puta, una vagabunda,
una cuernera.
El maltratador puede llegar a denominar a su mujer
como prostituta ante terceras personas al tiempo que él se proclama como
víctima. Puede no experimentar vergüenza por expresarlo ante otros si siente
que un gran sector social comparte esta creencia despectiva contra las mujeres.
La
calificación, expresada por el abusador ante los demás, tiene por otra parte el
efecto de aislar a la víctima. Así, ella, acusada y enfrentada a esa
connivencia social, se aparta, avergonzada.
Por otra parte, el uso de la palabra “loca”
constituye la descalificación total. “Loca”, es popularmente aquella persona
cuyo discurso no tiene sentido. Cuatro letras bastan para negar a la aludida
toda posibilidad de réplica y argumentación. Es un enunciado además con una
característica de trampa,
pues la víctima antes de poder abordar el origen de la disputa, tiene que, o
cree que debe, alegar su cordura. El conflicto pues, como parece habitual se
coloca en otro lugar.
· Lavado de cerebro y culpa
El maltrato distorsiona las emociones y
cogniciones, y las hace retornar “contra” la propia víctima.
El proceso reiterado del “castigo” (violencia) fuerza en la víctima la
internalización de:
- Acusaciones sobre conductas no realizadas, pero reprobables desde una
percepción y atribución moral del agresor (Ej. infidelidad).
- La atribución y permutación del acto violento como “acto justo”. Este acto
violento puede pasar de ser una agresión, a un castigo justificado primero por
el agresor (ahora ejecutor), y luego por la propia víctima.
Castigo, o merecimiento remiten a culpa,
expiación. La duda: ¿por qué me pega?, se transforma en una duda paralizante:
¿soy o no soy culpable? La duda, la pregunta sobre el proceso al cual está
siendo sometida se desliza desde una cuestión clave que contempla el papel de
él (¿por qué me pega?), a cuestionamientos que sólo remiten a ella (¿puedo ser
yo la culpable?).
La víctima se siente por tanto atrapada en una cadena de preguntas sobre sí
misma (no ya sobre el agresor), que dificultan que pueda cuestionarse su
situación de maltrato. La mujer queda cautiva en un proceso de confusión donde
la autoinculpación aparece como resultado
de un proceso de distorsión de la realidad.
ESTRATEGIAS
DE DOMINACION Y SUMISION
- Constante persuasión coercitiva, control de la victima.
- El arrepentimiento como forma de
“pertenencia” al maltratador, de pedir perdon e inculpar a la vez.
- Integra estrategias que actúan a distintos
niveles (cognitivo, emocional y, social) sobre las víctimas.
Personalidad del maltratador:
Los agresores suelen venir de hogares violentos,
suelen padecer trastornos psicológicos y muchos de ellos utilizan el alcohol y
las drogas lo que produce que se potencie su agresividad. Tienen un perfil
determinado de inmadurez, dependencia afectiva, inseguridad, emocionalmente
inestables,
impacientes e impulsivos. Los agresores trasladan habitualmente la agresión que
han acumulado en otros ámbitos hacia sus mujeres.
Maltratador, frecuentemente es una persona aislada,
no tiene amigos cercanos, celoso (celotipia), baja autoestima que le ocasiona
frustración y debido a eso se genera en actitudes de violencia.
Una investigación de los psicólogos norteamericanos, el Dr. John Gottman y Dr.
Neil Jacobson. Señalan que los hombres maltratadores caen en dos categorías:
pitbull y cobra, con sus propias características personales:
- Pit bull: Narcisista histriónico,
doble fachada, rasgos paranoicos
Solamente es violento con las personas que ama
Celoso y tiene miedo al abandono, rasgos de personalidad dependiente
Priva a pareja de su independencia
Vigila y ataca públicamente a su propia pareja
Cambios fisiológicos: Su cuerpo reacciona violentamente durante una discusión
Excitado, furioso
Tiene potencial para la rehabilitación
No hay probabilidad de cambio
Cuando empiezan a golpear no paran hasta que la matan
Si la mujer los abandona, la matan
No ha sido acusado de ningún crimen
Posiblemente tuvo un padre abusivo
Llevan a la consulta facturas para demostrar los
buenos padres que son.
Hablan ellos solamente, las mujeres NO.
Cobra:
• Psicópatas, desorden antisocial de la personalidad
• Agresivo con todo el mundo
• Propenso a amenazar con cuchillos o revólveres
• Se calma internamente, según se vuelve agresivo
• Difícil de tratar en terapia psicológica, no se arrepienten
• Uno depende emocionalmente de otra persona, pero insiste que su pareja haga
lo que él quiere.
• Posiblemente haya sido acusado de algún crimen
• Abusa de alcohol y drogas.
• Exigen cosas imposibles de cumplir y castigan por no haberlo hecho
• Falta de conciencia moral, no registra emociones ni de el ni del otr@
• Frio – calculador
• Calmado, tranquilo
• Premedita, aísla a la mujer
• No la deja trabajar
• Rasgos Paranoicos: revisa carteras, celulares, cuadernos, apuntes, correos
• Psicópatas de “cuello blanco”
• Trastorno de personalidad limítrofe: golpeador psíquico: explosiones verbales
sádicas
El pitbull espía a su mujer, es celópata, cae bien a todas las
personas, excepto a sus novias o esposas.
El Cobra es un sociópata, frío, calculador, puede ser cálido.
El maltrato no cesa por sí solo.
Después de que la mujer ha sido físicamente maltratada y tiene miedo, a veces
cesa este tipo de abuso y lo reemplaza con un constante maltrato psicológico, a
través del cual le deja saber a su víctima, que el abuso físico podría
continuar en cualquier momento.
En ocasiones la violencia del maltratador oculta el miedo o la inseguridad, que
sintió de niño ante un padre abusivo que lo golpeaba con frecuencia, al llegar
a ser un adulto prefiere adoptar la personalidad del padre abusador a sentirse
débil y asustado.
En otros casos, los comportamientos ofensivos son
la consecuencia de una niñez demasiado permisiva durante la
cual los padres complacieron al niño en todo. Esto lleva al niño a creerse
superior al llegar a ser un adulto y a pensar que él está por encima de la ley.
O sea, que puede hacer lo que quiera y abusar de quien quiera. Piensa que se
merece un trato especial, mejor que el que se les da a los demás.
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